12 septiembre, 2008

Ecuador: Cómo controlar nuestras vidas

por Gabriela Calderón

Gabriela Calderón es editora de ElCato.org y columnista de El Universo (Ecuador).

Guayaquil, Ecuador— Lo más efectivo que puede hacer un gobierno para controlar la vida de los demás es controlar el activo más líquido: el dinero. Este control suele ser ejercido a través de bancos centrales, y es más eficaz cuando estos son menos autónomos respecto del gobierno. En la constitución elaborada en Montecristi se nos propone un Banco Central totalmente sujeto a la voluntad del ejecutivo de turno.1

Un ejemplo extremo de las nefastas consecuencias de esto es el Banco Central de Zimbabwe cuya política monetaria soberana ha logrado la extraña hazaña de generar una tasa de inflación que para junio de este año excedía 11.000.000%.2

En nuestro propio país hemos sufrido las consecuencias de una política monetaria muy soberana pero desastrosa. Al nacer el Banco Central del Ecuador en 1927 el tipo de cambio del sucre respecto al dólar estadounidense era 5:1. En la primera semana de enero del 2000 el tipo de cambio llegó a ser 28.000:1.3

Y tampoco se restringe esto al caso extremo de Zimbabwe o al de nuestro país. De acuerdo a Kurt Schuler de George Mason University, quien observó en un estudio de 1996 a 155 países que representaban el 99% de la población mundial, “es difícil encontrar algún país en desarrollo que haya obtenido un claro beneficio del hecho de contar con un banco central; mientras que es muy fácil encontrar países que hubieran evitado verdaderos desastres monetarios si hubieran adoptado como moneda, por ejemplo, el dólar estadounidense”.4

Por otro lado, si se tiene un banco central es deseable que este sea autónomo. Un estudio del Fondo Monetario Internacional de 2006 concluye que la evidencia de países desarrollados, en desarrollo y de los mercados emergentes muestra que “La autonomía de la banca central ha ganado ímpetu en la última década” y que hoy podemos ver un nivel alto de autonomía relativamente igual entre países “sin importar el nivel de desarrollo económico”.5

Steve Hanke de Johns Hopkins University explica que “Si un gobierno está en posesión de la opción de devaluar, aquellos que poseen dinero emitido por el gobierno se enfrentan a la posibilidad de que sus derechos de propiedad sean confiscados…a través de las devaluaciones”.6

Según el artículo 303 de la constitución de Montecristi, se pretende confiarle al ejecutivo el poder total sobre la política monetaria, crediticia, cambiaria y financiera. Esto seguramente derivará en lo peor del pasado—un Banco Central con capacidad de:

  • imprimir dinero excesivamente, usualmente para financiar automáticamente los déficits de un gobierno;
  • determinar la cantidad de circulante pretendiendo estimular así la economía o para contentar a determinados grupos de intereses especiales;
  • dirigir el crédito;
  • y dirigir el comercio internacional a través del probable retorno de los “recargos de estabilización monetaria”, los "depósitos previos para las importaciones", la incautación de las divisas provenientes de las exportaciones, los tipos de cambios diferenciados según el tipo de importación, etc.;

Así se logrará controlar la vida de las personas. Limitando la propiedad privada por sobre el activo más líquido. Al renunciar a una moneda propia el estado perdió algo de soberanía, y los políticos mucho poder, pero los ciudadanos recuperamos poder y soberanía individual (que es la que importa).

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