12 septiembre, 2008

El motor exportador toma impulso en EE.UU.

La devaluación del dólar ha revivido localidades remotas que ahora son centros de comercio

Por Timothy Aeppel

Mientras que en los últimos seis meses el dólar perdía fuerza en Francfort, Londres y Tokio, la vida mejoraba en ciudades estadounidenses como Columbus, Indiana; Kingsport, Tennessee; y Waterloo, Iowa.

Estos lugares remotos se han convertido en puntos neurálgicos del comercio en un momento en que las exportaciones de Estados Unidos, alimentadas por la caída del dólar, mantienen encendida una pequeña chispa en una economía que por lo demás está apagada.

Aunque muchos economistas esperan que la reciente recuperación del dólar y la preocupante desaceleración que se expande por todo el mundo le quiten brío a ese crecimiento, las exportaciones se han transformado en una clave para la prosperidad de pequeñas localidades estadounidenses.

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Vea un gráfico intractivo con las cifras de exportación de varios estados en EE.UU. (En inglés).

Columbus, con 40.000 habitantes, es un motor exportador gracias en gran parte al fabricante de motores diésel Cummins Inc., que desde 2003 ha incorporado 1.000 nuevos empleados. Kingsport, con 44.000 habitantes, alberga a Eastman Chemical Co., empresa que ha invertido US$1.300 millones en la modernización de su planta química, dado el auge en sus ventas globales de plásticos y fibras. A su vez, Waterloo, con 68.000 habitantes, le debe su saludable economía exportadora a Deere & Co., que ha anunciado la segunda expansión de este año en su ensambladora de tractores. "Todo EE.UU. está recibiendo algún tipo de beneficio del auge exportador", dice Mark Zandi, economista jefe de Economy.com, una firma de investigación y consultoría de Moody's.

Los compradores extranjeros acuden a EE.UU. en busca de productos tan variados como cuerdas de guitarra, corchos de botella y camiones de basura usados. El volumen es tan grande que algunas ciudades en el interior del país no encuentran suficientes contenedores metálicos para cargar y exportar sus productos.

Este crecimiento exportador representa un cambio radical en una economía que durante mucho tiempo ha dependido del consumo interno. Pero esto ha perdido fuerza en los últimos meses a medida que los estadounidenses, nerviosos por la inseguridad laboral, la inestabilidad de los bancos, la caída de los precios de las viviendas y el encarecimiento de la gasolina y los alimentos, se han apretado el cinturón. En ese contexto, las exportaciones han surgido como un motor potente.

En los últimos doce meses, las exportaciones de bienes han dado un salto de US$115.000 millones, ó 12%. Ahora representan casi un 13,5% del PIB, el porcentaje más alto desde la Segunda Guerra Mundial. Los críticos se quejan de que la mayoría de estas exportaciones estadounidenses son de chatarra y otros materiales de desecho que van a parar a empresas recicladoras en China y otras partes. Pese a que eso es cierto, las exportaciones están empezando a crecer también en otros sectores. Los bienes de consumo han visto un incremento de 12%, e incluso los autos, que languidecen en los concesionarios estadounidenses, han visto un repunte de 4% en sus exportaciones.

Los servicios tienen su cuota

Las exportaciones de servicios, que incluyen medios, entretenimiento, servicios financieros y software, han crecido a un ritmo vigoroso. En el segundo trimestre de 2008, han registrado un alza de casi 10%.

Una clave para este crecimiento es el debilitamiento del dólar, que ha hecho que los bienes estadounidenses sean más competitivos en los mercados globales. Esto ha animado a muchos fabricantes a expandir su producción en EE.UU. Si bien la moneda ha empezado a recuperar terreno frente a otras divisas, sigue estando muy por debajo de los niveles que alcanzó durante esta década.

"Cada vez es más probable que el ritmo de crecimiento se calme, pero decir que el auge se ha acabado es exagerado", dice Nigel Gault, economista de Global Insight, una firma de pronósticos económicos. Una razón es que muchos de los grandes exportadores de EE.UU., como el fabricante de maquinaria pesada Caterpillar Inc. y el fabricante de aviones Boeing Co., aún tienen pendientes grandes cantidades de órdenes.

Sin embargo, Gault señala que la desaceleración en el resto del mundo (tal como ya se está viendo en Japón y Europa) se traducirá en una expansión más discreta en la demanda extranjera de bienes estadounidenses. Esto, junto con un dólar más estable, podría minar el crecimiento de las exportaciones.

A corto plazo, sin embargo, las exportaciones seguirán creando bolsones de relativa fortaleza en medio de una desaceleración generalizada. Los sectores agrícola, energético y aeroespacial, en especial, han ayudado a alimentar este crecimiento en todo EE.UU.

Un análisis de las cifras oficiales de exportaciones de bienes, recopiladas por Economy.com, revela que el grado de dependencia de las exportaciones varía ampliamente de un área metropolitana a otra, en función de la mezcla de negocios, el tamaño de la economía local y la geografía. Muchas grandes ciudades, como Nueva York o Boston, registran exportaciones significativas en dólares, pero sus envíos a clientes extranjeros palidecen frente a sus economías orientadas al mercado local.

Además, las cifras locales de exportaciones son imprecisas. En una economía tan grande y compleja como la de EE.UU. es imposible señalar el origen de algunos productos, como el maíz y la leche, que provienen de una extensa región de tierras agrícolas. En muchos casos, estos productos son contados como exportaciones en función de dónde fueron procesados o cargados a los buques.

La globalización de las industrias, que dependen de las redes de producción que a menudo no respetan fronteras, significa que los productos van y vuelven entre diferentes países, siendo contados como exportaciones, importaciones y de nuevo como exportaciones en distintas etapas del proceso.

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