11 septiembre, 2008

Las nuevas inversiones árabes en Occidente

Los ingresos de los productores del Golfo se han duplicado de golpe, dando a las naciones de la región centenares de miles de millones de dólares con los que jugar. La pregunta de qué se hace con ese dinero dista por tanto de ser trivial, y a sabiendas de la naturaleza de estos estados, las consecuencias que puede acarrear este dineral para Occidente deberían hacernos temblar.

El nuevo dueño del club Manchester City, Suleiman al-Fahim, de los Emiratos Árabes
El nuevo dueño del club Manchester City, Suleiman al-Fahim, de los Emiratos Árabes




El cambio radical que ha supuesto la posibilidad de que Estados Unidos extraiga los 10.400.000.000 barriles de petróleo que posee bajo el subsuelo, mas los 86.000 – 10 veces el petróleo que los norteamericanos consumen en un año -- que el Servicio de Explotación Mineral dice que hay bajo sus costas, ha marcado un antes y un después este verano en los precios del crudo. Siempre que Obama o McCain cumplan su promesa electoral, el verano de 2008 puede haber abierto la puerta a que por primera vez, una democracia occidental estable controle una de las mayores reservas del planeta. Y las consecuencias deberían alegrarnos.

Lo que debería preocuparnos ya es a dónde ha ido el dinero fruto del reciente alza de los precios del crudo este verano, que en palabras de un economista al Wall Street Journal es "la mayor transferencia de riqueza que el mundo ha conocido hasta ahora." Los ingresos de los productores del Golfo se han duplicado de golpe, dando a las naciones de la región centenares de miles de millones de dólares con los que jugar.

¿De cuánto hablamos? Las monarquías árabes o sus sucedáneos (Irán, Libia) son opacas, pero Brad Setser, del Council on Foreign Relations, estima que hablamos de 1,5 trillones de dólares. La pregunta de qué se hace con ese dinero dista por tanto de ser trivial, y a sabiendas de la naturaleza de estos estados, las consecuencias que puede acarrear este dineral para Occidente deberían hacernos temblar.

¿A qué juegan con ese dinero? Además de casos como el Irán con Hezbolá o los saudíes con Al Qaeda, a adquirir bonos a través de intermediarios financieros europeos y a desactivar su mala imagen a través de las relaciones públicas. Arabia Saudí, por ejemplo, prometía 500 millones de dólares para el Programa Mundial de Alimentos. No es tanta generosidad como salta a la vista: dentro de que las promesas de los países árabes siempre llegan con mayor facilidad que las donaciones reales y que muchos miembros de la Liga Árabe tienen aún por honrar sus promesas, el Sunday Times londinense informaba de que el difunto monarca saudí Fahd gastó alrededor de la mitad de ese importe (250 millones de dólares) en "renovar" su Palacio de Mar Mar (Marbella, España). Funcionarios americanos están seguros de que Fahd y su séquito habrían gastado 2.000 millones de dólares, cuatro veces más que sus donaciones al hambre en el mundo.

Los recientes casos simpáticos, como la compra del Manchester City por parte de Abú Dhabi, constituyen solo la cara agradable de este problema. El motivo de que el reciente alza del crudo suponga una amenaza para la seguridad nacional de los países occidentales no es otro que el hecho de que la forma más constante de “generosidad” árabe viene siendo desde los 70 la financiación al yihadismo, a través de una red global de distribución de madrazas, mezquitas, organizaciones humanitarias fachada y activismo anti-israelí (y cada vez más, anti-cristiano). Según una fuente solvente, solamente Arabia Saudí habría gastado ya en esto 75.000.000.000 dólares.

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