04 septiembre, 2008

Tata y el combate a la industrialización india

Las protestas contra su fábrica envían un mensaje preocupante a los inversionistas

Por Eric Bellman, en Singur, Bengala Occidental, y Paul Beckett, en Nueva Delhi

Parece que el enfrentamiento en torno a la construcción de una planta de ensamblaje en el Estado de Bengala Occidental, en India, en la que Tata Motors Ltd. planea fabricar el auto más barato del mundo, está cerca de resolverse.

Tras las advertencias de la compañía de que suspendería la construcción de la planta de su modelo Nano a raíz de las violentas protestas de granjeros y políticos locales, los dos partidos que protagonizan esta disputa han accedido a reunirse el viernes. Representantes del Partido Comunista gobernante, que respalda la planta de Tata, conversará con el partido de la oposición, el Congreso de Trinamool, que se opone al proyecto.

El Nano, un auto de menos de US$3.000 dólares es la apuesta a los mercados masivos de Tata, sin embargo aún tiene varios retos por delante. Haga clic en la parte superior derecha de la pantalla para activar los subtítulos.

Para India y Bengala Occidental, el conflicto es un motivo de vergüenza internacional, justo cuando el país está intentando atraer inversiones y acelerar su industrialización. También supone una señal evidente de lo rápido que la industrialización está chocando con los escépticos de la modernización opuestos a la penetración de grandes empresas en la India rural.

Este es un conflicto que se desarrolla en todo el país, en momentos en que India batalla para impulsar su producción industrial y compensar la desaceleración del crecimiento en su sector de servicios.

El dilema de Tata ha sido seguido más de cerca porque el miniauto Nano de US$2.500 ha sido promocionado en todo el mundo como algo revolucionario y el grupo Tata, propietario de la automotriz que lo fabricará, es conocido como uno de los empleadores más poderosos de India, y a la vez socialmente responsable. Por eso, los problemas de Tata podrían enviar un mensaje desalentador a grandes multinacionales interesadas en operar en el país.

"Esto le ha pasado a una compañía india, lo que demuestra que no puede estar segura ni siquiera en su propio país", dice Jigar Shah, director de la firma de corretaje de acciones Jim Eng Securities. "Éste es un incidente lamentable que tendrá un impacto negativo", insistió.

La planta para ensamblar el Nano se encuentra en la ciudad de Singur, a aproximadamente 40 kilómetros de Kolkata (antes llamada Calcuta). Alentada por el Partido Comunista, Tata ha invertido US$345 millones en la planta y ha atraído a unos 60 proveedores para que se establezcan en los alrededores, para asegurarse de que el automóvil comience a salir de las líneas de ensamblaje en los últimos tres meses de este año. La planta y sus proveedores ocupan unas 400 hectáreas de tierra compradas a los granjeros locales. La construcción comenzó en enero de 2007, empleando a unas 4.000 personas en su momento de mayor de actividad.

En las últimas dos semanas, protestas por parte de granjeros y otros habitantes que se oponen a la planta han interrumpido seriamente las operaciones de la empresa. La construcción lleva detenida desde el jueves. Consultores internacionales contratados por Tata se han ido, para evitar ser intimidados. Además, la compañía está pasando apuros para convencer a los altos directivos para que se trasladen a sus oficinas en la planta.

Detrás de las protestas está Mamata Banerjee, una líder del Congreso Trinamool que utiliza las manifestaciones y la publicidad que se ha generado para presentar a los comunistas como un grupo insensible a los intereses de los pequeños granjeros y los votantes locales. Banerjee exige la devolución de unas 160 hectáreas, bajo el argumento de que esas tierras fueron expropiadas a los granjeros contra su voluntad, algo que Tata niega.

Un vocero del Partido Comunista, Anil Basu, dice que es crucial para el estado atraer a compañías como Tata para crear empleo. "Debemos apuntar a la industrialización rápida", dice. "Hay una gran demanda de empleos".

Se suponía que la fábrica de Tata sería el heraldo de una nueva era de inversiones en Bengala Occidental, donde Kolkata, otrora la capital de la India británica, se ha quedado rezagada tras ciudades como Bangalore, Mumbai y Hyderabad, que han logrado atraer a más empresas de renombre.

Hasta ahora, el gobierno federal ha evitado involucrarse en el conflicto, pero el Ministro de Industrias Pesadas Sontosh Mohan Dev afirmó ayer que está listo para ayudar a encontrar una solución en caso necesario.

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