Ni Gran Depresión ni fin del capitalismo
por José Piñera
José Piñera fue el ministro del Trabajo y Previsión Social de Chile responsable de la reforma radical del sistema de pensiones en 1980 (www.josepinera.com), es co-presidente del Proyecto para la Privatización de la Seguridad Social del Cato Institute, y presidente del International Center for Pension Reform (www.pensionreform.org).
Al abrir la revista The Economist de esta semana, desde la página 8 me mira Mikhail Gorbachev, el último gran jefe que tuvo el comunismo antes de su derrumbe en los años 89-91. ¿Nos anunciará el ex jerarca de la Unión Soviética el fin del capitalismo, como lo hacen distintos agoreros en medio de la tormenta financiera que azota al mundo? Todo lo contrario. Gorbachev se suma a las delicias de la economía de libre mercado haciéndole publicidad a los lujosos maletines de Louis Vuitton. Difícil encontrar una imagen más potente para demostrar el triunfo espectacular del capitalismo democrático sobre el socialismo comunista.
Es innegable que el mundo vive una crisis financiera que tendrá repercusiones negativas en el crecimiento económico y el empleo. Las causas son múltiples y conocidas. Todo comienza con el reventón de la burbuja hipotecaria (como han reventado muchas desde aquella de los tulipanes en 1637, la cual no impidió el surgimiento de Holanda como potencia capitalista por excelencia en los siglos siguientes). En EE.UU. esa burbuja la alentaron sucesivos gobiernos, que no comprendieron que el sueño de la casa propia debe significar algún esfuerzo de ahorro previo y capacidad de pago, y la estimularon con tasas de interés negativas (aunque hay que reconocer que Greenspan tenía que evitar una crisis de confianza mundial después de los atentados de las Torres Gemelas) y con la acción perniciosa de Freddie y Fannie. A ello se sumó la irresponsabilidad de algunos banqueros con nombre y apellido que, carentes sus bancos de dueños y/o directorios activos, incurrieron en riesgos excesivos a través del apalancamiento desmesurado y la compra de complejos y poco transparentes instrumentos financieros. Finalmente falló en gran escala el Estado regulador (el sistema financiero ha estado altamente regulado desde siglos) y no pudo evitar ciertos excesos del comportamiento humano que la regulación debe desalentar y, en la medida de los posible, evitar del todo.
Por todas estas razones, el reventón de la burbuja hipotecaria se transformó en una crisis del sector bancario mundial, agravada por la incapacidad inicial del Secretario Paulson de liderar la respuesta a la crisis (quizá ha llegado la hora de que EE.UU. tenga verdaderos Ministros de Hacienda en vez de multimillonarios de Wall Street) y la respuesta destructiva de los gobiernos europeos que comenzaron a actuar como si no existiera una Unión Europea y una moneda única. El jefe de la Reserva Federal Ben Bernanke identificó desde el comienzo el problema clave (el “credit crunch”, no los altibajos maníaco-depresivos de las bolsas) y, como buen estudioso de la Gran Depresión (su opus magna es "Essays on the Great Depresion”), sabe muy bien que ella fue agravada por la contracción monetaria, como lo probó Milton Friedman. Es notable que por primera vez en la historia coordinaron una baja en las tasas de interés el Banco de la Reserva Federal , el Banco Central Europeo, el Banco de Inglaterra ...e incluso el Banco del Pueblo de China.
Ahora bien, no cabe duda que EE.UU. ya está en recesión, cuya profundidad está por verse, así como los principales países europeos y que eso reducirá fuertemente la tasa de crecimiento mundial (aunque seguirán creciendo los BRICs: Brazil, Rusia, India y China). Superada la turbulencia financiera, la tarea de los gobiernos será primero “no hacer daño” (el mandato hipocrático) y segundo maximizar la flexibilidad sistémica de las economías para que ellas salgan lo antes posible de la recesión.
Pero apuesto a que esta recesión no será la Gran Depresión, ni en profundidad, ni en extensión, ni en consecuencias. Cabe destacar que durante la fase contractiva de la Gran Depresión, entre 1929 y 1933, el producto real en EE.UU. cayó cerca de 30%. Durante el mismo período el desempleo subió desde 3% hasta 25%. Basta compararla con la peor recesión estadounidense desde entonces, aquella entre 1973 y 1975, en la cual el producto de EE.UU. sólo cayó 3.4% y el desempleo subió de 4% a 9%.
La tarea del futuro para las políticas públicas: repensar y rehacer la regulación financiera mundial en los tiempos de los megabancos, la globalización y la tecnología del siglo 21. Y el desafío para las personas: educar la responsabilidad, mitigar la codicia, jamás olvidar que existen los ciclos, y aprender de la historia.
¿Y ha llegado a su fin el capitalismo y el libre mercado? Por supuesto que no. Lo sabe hasta Gorbachev y lo explica mejor que nadie Vaclav Havel: "Aunque mi corazón está a la izquierda, siempre he sabido que el único sistema económico que funciona es el de mercado. Esta es la única economía 'natural', la única que realmente tiene sentido, la única que puede llevar a la prosperidad; porque es la única que refleja la naturaleza misma de la vida".
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