'Michoacán está en emergencia', admite el gobernador de la entidad, Leonel Godoy
El secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, Alejandro Poiré, advirtió la reconstitución de las policías locales con ayuda de la federación; se niega a corroborar la muerte de Nazario Moreno González, "El Chayo", líder del grupo delictivo de "La Familia"
Al detallar las acciones que por tal razón se llevan a cabo, "las autoridades continuarán patrullando a la entidad, en coordinación con las fuerzas federales, para brindarles seguridad a los ciudadanos".
"Vamos a estar patrullando toda la noche porque esto todavía no ha concluido", advirtió.
Empero, conminó a sus gobernados a trabajar normalmente.
Por su parte, el secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional y del gabinete de Seguridad, Alejandro Poiré, se negó a corroborar la muerte de Nazario Moreno González, "El Chayo", líder del grupo delictivo de "La Familia".
En cambio, advirtió la reconstitución de las policías locales con la ayuda de la federación.
"Las fuerzas federales harán todo lo necesario para devolver la tranquilidad a la población de Michoacán, no sólo vamos a dar solución a corto plazo sino que vamos a reconstruir las instituciones de seguridad de la entidad y a desarticular a las bandas del crimen organizado", explicó.
Sobre los bloqueos realizados ayer en los accesos a la capital del estado, consideró que se trató de tácticas delincuenciales para dispersar la fuerza de los efectivos policiacos.
“¿Cómo puede recibir un premio Nobel, uno que me trata de payaso?”
Morales a Vargas Llosa: “¿Cómo puede recibir un premio Nobel, uno que me trata de payaso?”
El presidente boliviano Evo Morales cuestionó el jueves el premio Nobel de Literatura que le fue concedido a Mario Vargas Llosa, luego de que el novelista peruano calificara a Bolivia y Nicaragua como “seudodemocracias populistas y payasas”.
El mandatario sudamericano dijo que no entendía cómo un escritor puede hacer ese tipo de comentarios, aunque aseguró que los pueblos indígenas siempre han sido “víctimas” de personas letradas.
“¿Cómo puede recibir un premio Nobel, uno que me trata de payaso?”, preguntó en una rueda de prensa en el marco de la conferencia mundial de la ONU sobre cambio climático, que se realiza en el balneario turístico mexicano de Cancún.
“Si a un presidente lo trata de payaso, ¿a mis hermanos cómo los verá ese literato?“, cuestionó.
Vargas Llosa hizo sus señalamientos contra los gobiernos de Bolivia y Nicaragua durante un discurso sobre Latinoamérica en Estocolmo, donde el viernes se tiene previsto que reciba el premio Nobel.
“Los pueblos indígenas siempre hemos sido víctimas de algunos letrados, de algunos escritores, de algunos novelistas”, dijo Morales.
El presidente boliviano consideró que los pueblos del mundo deberían preguntarse a qué “clase de personas” se les conceden los premios NobelEl catirito de Wikileaks ha quebrantado la estructura universal
‘El catirito de Wikileaks ha quebrantado la estructura universal de esa hermandad odiosa que es la mafia mundial’
En su columna ‘A sangre fría’, publicada este miércoles en El Nuevo País, Rafael Poleo aborda el tema de Wikileaks. Según el columnista, “sin darse cuenta, por sano impulso ácrata, el catirito de Wikileaks ha quebrantado definitivamente la estructura universal de esa hermandad odiosa que es la mafia mundial del poder”.
Publicado en El Nuevo País (Venezuela)
Trinidad Jiménez “llegó a calificar a Chávez de payaso
WikiLeaks: Trinidad Jiménez “llegó a calificar a Chávez de payaso y que cree está en otro mundo”
Los responsables de la política exterior española no tienen muy buena opinión de algunos líderes latinoamericanos, especialmente del presidente venezolano, Hugo Chávez, a quien la actual ministra, Trinidad Jiménez, llegó a calificar de “payaso”.
Así figura en alguna de las comunicaciones enviadas por la Embajada de Estados Unidos en Madrid al Departamento de Estado desveladas por WikiLeaks y publicadas por el diario español “El País”, en las que también se habla de rivalidad entre Jiménez y su antecesor en el cargo, Miguel Ángel Moratinos.
Chávez es el líder iberoamericano que sale peor parado y, así, varios interlocutores españoles de los estadounidenses -incluido el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero- coinciden en que la situación en Venezuela es “un desastre”.
Los diplomáticos españoles explicaron a los estadounidenses las dos visitas que hizo el presidente venezolano a España -2005 y 2009- como resultado de “la fuerte insistencia” de Chávez, en el primer caso, mientras que en el segundo el subdirector general de Asuntos Andinos, Javier Triana, aseguraba que el mandatario “se autoinvitó”.
Según los documentos, Trinidad Jiménez cree que Chávez “está en otro mundo” y que “es un bestia, pero no un estúpido”.
Los dos agujeros negros de la región son, según Moratinos, Venezuela y Cuba, y con respecto a este último país, los cables de la Embajada estadounidense apuntan al desdén de Zapatero por Castro y la Cuba que dirige y subrayan que el presidente del Gobierno español no ha querido reunirse con él.
Tampoco con el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, de quien Trinidad Jiménez dijo que era el peor de los líderes con los que ella trabajaba y a quien Bernardino León tildaba de “errático, imprevisible o causa perdida”.
Mejor opinión tiene la diplomacia española de Evo Morales, ya que aunque se le ve como “ignorante e inexperto”, según Moratinos, el ex ministro también destacaba su honestidad y su conciencia.
Los presidentes de México, Felipe Calderón, y de Brasil, Luiz Inácio Lula de Silva, son los líderes naturales de la región, según Trinidad Jiménez, quien, en cuanto a Argentina, mostraba sus reservas sobre “la excesiva dependencia” de la presidenta, Cristina Fernández, de su marido, el recientemente fallecido Néstor Kirchner.
Ceremonia del Premio Nobel se celebra con una silla vacía
Ceremonia del Premio Nobel se celebra con una silla vacía: la de Liu Xiaobo
En la ceremonia de este año de la entrega de los premios Nobel, el ganador del galardón de la paz, el detenido disidente chino Liu Xiaobo, estuvo representado el viernes por un sillón vacío.
La ceremonia del viernes fue la primera en 74 años en la que el prestigioso premio dotado con 1,4 millones de dólares no fue entregado personalmente, ya que Liu cumple una pena de 11 años de reclusión en China por pedir cambios radicales en el sistema político comunista que rige el país.
China se enojó cuando el premio fue otorgado a Liu, de 54 años y advirtió que el país no cambiará su política ante la presión exterior en una “flagrante interferencia en la soberanía de China”. Las autoridades han colocado a los partidarios de Liu, incluyendo su esposa Liu Xia, bajo arresto domiciliario para evitar que recogieran el premio en su nombre.
En Beijing, las televisoras CNN y BBC perdieron la conexión a las 8 de la tarde, hora local, justo cuando tenía lugar la ceremonia de Oslo. Las medidas de seguridad frente al apartamento de Liu en Beijing fueron intensas y varias decenas de periodistas fueron empujados por policías uniformados hasta una zona acordonada.
La última vez que el premio Nobel de la paz no fue entregado personalmente fue en 1936, cuando el canciller alemán Adolfo Hitler impidió que lo recibiera el pacifista germano Carl von Ossietzky.
China presionó además a otros diplomáticos extranjeros para que no asistieran a la ceremonia del Nobel. China y otros 17 países se negaron a asistir, incluyendo Rusia, Pakistán, Irán, Venezuela y Cuba. Por lo menos 46 de los 65 países con embajadas en Oslo aceptaron. Serbia, que en un principio anunció su ausencia, envió a su defensor del pueblo.
Unos 1.000 invitados, entre ellos embajadores, realeza y dignatarios, asistieron a la ceremonia de dos horas en el ayuntamiento de Oslo. Unos 100 disidentes chinos en el exilio junto con algunos activistas de Hong Kong estuvieron presentes.
El disidente chino Wan Yanhai, el único en una lista de 140 invitados por la esposa de Liu a la ceremonia, dijo que la alegría de la distinción quedará empañada por la tristeza de su ausencia.
“Creo que mucha gente llorará porque todo lo que ha hecho no ha causado daño alguno al país y a la gente en el mundo. Ha cumplido su responsabilidad”, dijo Wan a The Associated Press. “Pero ha sufrido mucho por sus discursos, diarios y defensa de los derechos” humanos.
Wan llegó a Oslo porque en mayo se trasladó a Estados Unidos después que las autoridades chinas aumentaran el amedrentamiento a su grupo que combate el sida.
Antes de la ceremonia, 2.000 escolares se congregaron frente al ayuntamiento en honor de Liu. Algunos entregaron cartas al presidente del Comité Noruego del Nobel Thorbjoern Jagland, para quien la concesión del galardón a Liu no fue “un premio contra China”, y aconsejó a Beijing que como potencia mundial “debería acostumbrarse a ser debatida y criticada”.
Vía Copyright 2010 The Associated Press
Córdoba dice que busca las “abrir puertas” de la paz
Córdoba dice que busca las “abrir puertas” de la paz en Colombia
La ex senadora colombiana Piedad Córdoba dijo que con su intervención en la entrega de rehenes de la guerrilla de las FARC lo que busca es “abrir las puertas” a un futuro proceso de paz que acabe con el conflicto que agobia a su país, según declaraciones conocidas hoy en Bogotá.
“Queremos abrir las puertas a un proceso previo al de una negociación. La idea es escribir una hoja de ruta sobre cómo avanzar en el cese bilateral del fuego, liberaciones, desminado, presos políticos, y cómo la sociedad civil puede ayudar”, dijo Córdoba desde Buenos Aires al diario “El Tiempo”.
La ex legisladora recibió este jueves en la capital argentina la noticia de que el gobierno del presidente Juan Manuel Santos la autoriza a realizar gestiones para que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) liberen a cinco rehenes, como lo anunció el grupo guerrillero el miércoles.
Las FARC dijeron que dejarán en libertad al mayor de la Policía Guillermo Solórzano (secuestrado el 4 de junio de 2007), al cabo del Ejército Salín Sanmiguel (23 de mayo de 2008), al infante de Marina Henry López (23 de mayo de 2010) y a los concejales Armando Acuña (29 de mayo de 2009) y Marcos Vaquero (28 de junio de 2009).
El grupo armado señaló que entregará a los rehenes a Córdoba a manera de “desagravio” por la decisión de la Procuraduría General de destituirla del Congreso e inhabilitarla por 18 años para ejercer cargos públicos porque, según ese organismo, tiene vínculos con las FARC.
Córdoba afirmó que se pondrá en contacto con el gobierno cuando retorne a Bogotá y hará caso a lo que recomienden las autoridades para que el proceso de liberaciones se cumpla sin dificultades.
“Lo que voy a hacer es ceñirme a lo que el gobierno diga. Hemos aprendido con las liberaciones anteriores, y lo que no queremos es generar ninguna circunstancia que despierte desconfianza en las partes”, afirmó.
Asimismo, la ex congresista se mostró optimista y dijo que el próximo año “podrían pasar cosas” con el también guerrillero Ejército de Liberación Nacional (ELN).
“Vamos a avanzar con el ELN. Podrían pasar cosas el próximo año. Eso sí, lo vamos a hacer sin intentar ir más allá de lo que señale el gobierno”, indicó.
Córdoba agregó que recibió el anuncio de “desagravio” de las FARC como un reconocimiento a su tarea en busca de la paz de Colombia, que calificó de “desinteresada”.
“No quiero aprovecharme de esta situación, que ha sido bastante difícil de sobrellevar”, añadió.
La Procuraduría destituyó a Córdoba con el argumento de que en sus anteriores gestiones para la liberación de 14 rehenes se extralimitó y que tuvo vínculos con jefes guerrilleros con los cuales se escribía correos electrónicos que firmaba con el alias de “Teodora Bolívar”, lo que es negado por la ex senadora.
Según las FARC, la decisión del Ministerio Público contra Córdoba es “inmoral e injusta, prejuiciada, y dictada por los más aviesos intereses políticos”.
La administración Santos dijo el jueves en un comunicado que está dispuesta a brindar las garantías necesarias para que FARC concreten su ofrecimiento de liberar a los cinco rehenes y que autoriza las gestiones de Córdoba, “siempre y cuando las mismas se hagan con absoluta y total discreción”.
La ex legisladora, integrante del Partido Liberal, que forma parte de la coalición oficialista, anticipó que pedirá al gobierno de Brasil que colabore en la logística de las liberaciones, como ocurrió en las liberaciones de meses anteriores.
El presidente Luiz Inacio Lula da Silva ordenó el envío de helicópteros militares que recogieron a los rehenes en la selva para facilitar las gestiones de Córdoba, que contaron con el apoyo del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR)jueves 9 de diciembre de 2010
La trama de Wikileaks
La trama de Wikileaks
Como todo lo que firmo, solamente yo soy responsable de mis escritos. Ningún medio que publica mis opiniones necesariamente comparte lo que digo, se trata de hacer uso de mi libertad de expresión en medios receptivos a distintos puntos de vista puesto que del debate y la controversia argumental surgen elementos de juicio que sirven al lector en el contexto de procesos evolutivos.
Con mucha razón ha dicho Thomas Jefferson que “frente a la disyuntiva de no contar con gobierno pero disponer de libertad de expresión o tener gobierno sin esa libertad, decididamente me inclino por lo primero”. El cuarto poder resulta esencial para la vida misma de una sociedad abierta. Su función medular es la crítica al poder a los efectos de mantenerlo en brete. Todas las legislaciones sobre medios que se presentan bajo los más variados ropajes deberían abrogarse. Los gobernantes no deberían tener ninguna intervención en la producción y distribución de papel ni en el mundo cibernético donde debe reinar la más completa libertad, debería privatizarse el espectro electromagnético al efecto de salirse del régimen autoritario de las concesiones y el aparato estatal no debería contar con agencias oficiales de noticias que solo sirven para condicionar a la prensa independiente y para malgastar los recursos de los contribuyentes. Las figuras del “desacato” y dislates de tenor equivalente constituyen afrentas a la inteligencia y a los espíritus libres, todo lo cual en modo alguno significa que quienes publican informaciones falsas u ofensivas a los derechos de terceros puedan eludir las conclusiones de la justicia, siempre ex post nunca una censura a lo que se considere pertinente expresar.
Como es del dominio público, WikiLeaks acaba de difundir más de un cuarto de millón de documentos gubernamentales que pretendían mantenerse en secreto. Julian Assange -ciudadano australiano, radicado en Suecia y ahora desaparecido- es el responsable de haber hecho conocer la información “clasificada” quien no revela sus fuentes aunque se considera que el informador fue el soldado estadounidense Bradley Manning (quien fuera delatado por un hacker: Adrián Lamo). Inmediatamente reprodujeron la noticia Le Monde de Francia, El País de España. The Guardian de Inglaterra, The New York Times de Estados Unidos y Der Spiegel de Alemania, y luego hicieron lo propio prácticamente todos los medios existentes orales y escritos en papel o por la vía electrónica.
Esta documentación puso al descubierto infinidad de tramas, de traiciones, de hipocresías, de espionajes, de informaciones confidenciales y de alguna chismografía insustancial. Que el Departamento de Estado norteamericano utilizó a su diplomacia para espiar al Secretario General de las Naciones Unidas, a todos los miembros del Consejo de Seguridad de ese organismo y a otros encumbrados burócratas (seguimiento de tarjetas de crédito, identificación de ADN y otros datos personalísimos), que Pakistán financia a los talibanes, que la corrupción es alarmante en Argentina y en Afganistán (gobierno este que, además, recibe cuantiosos fondos de Irán), que China apunta a la unificación de Corea, que Arabia Saudita requiere que Estados Unidos ataque a Irán mientras le da apoyo financiero a Al-Qaeda, que Helmut Metzner, jefe de la oficina del ministro de relaciones exteriores alemán, filtraba datos reservados al gobierno norteamericano (por lo que ya fue despedido), que en la guerra de Irak el gobierno estadounidense ha cometido barrabasadas de diversa índole por las que intenta frenar causas judiciales varias, que Chávez constituye un peligro y que compra voluntades en el exterior, que algunos miembros del gobierno mexicano exhiben ambigüedades varias en cuanto a las drogas, que Sarkosy es errático e hiperactivo, que Angela Merkel representa el liderazgo europeo, que Putin influye decisivamente sobre Berlsuconi, que el nicaragüense Daniel Ortega es uno de los tantos gobernantes jefes del narcotráfico, datos de la economía que se pretendían ocultar sobre España, truculentas revelaciones sobre la intervención militar rusa en Georgia y hasta intimidades que se querían mantener bajo siete llaves tales como que Kadafi ha recurrido al botox facial y que Cristina Kirchner no puede con Evo Morales ni con ella misma (“basta oírla hablar” ha dicho Mario Vargas Llosa). Ernesto Tenembaum en el programa televisivo “Palabras más, palabras menos” que se emite en Buenos Aires dijo el pasado 30 de noviembre que “es sorprendente que el mundo siga existiendo con estos gobernantes”. Ahora se anuncia que viene correspondencia muy comprometedora para Wall Street en su alianza con el poder de turno y algunas filtraciones inaceptables de “inside information” (solo lo referido a bancos se estima representa 10.000 documentos; en declaraciones a la revista Forbes Assange anunció que próximamente vendrá un “megaleak”).
El 29 de noviembre, Richard Stengel, el editor de la revista Time, le hizo un reportaje al mencionado Assange que duró 36 minutos. En esa entrevista, entre otras muchas cosas, manifestó que “los secretos no son para ocultar abusos”, que su organización “apunta a disminuir atropellos”, que “la ley no es lo que dicen los poderosos que es”, que “los servicios de seguridad chinos están aterrados de la libertad de expresión y mientras que podemos decir que esto es horrendo, pienso que esto también puede ser un signo optimista porque la expresión puede producir cambios”, que “Estados Unidos no es peor debido a su federalismo, el poder de los estados, lo cual hace que pueda expandirse en las relaciones exteriores”, que “Hillary Clinton debería renunciar porque violó el acuerdo sobre espionaje del que ese país es signatario” y que “los Estados Unidos son un caso interesante por sus atropellos y por sus principios fundadores”. Assange es buscado afanosamente por la Interpol alegando abusos sexuales aunque a nadie se le escapa que la razón fundamental de la cacería global radica en la filtración de archivos secretos que comprometen a muchos funcionaros, especialmente al cuerpo diplomático estadounidense que es de donde principalmente surge la información de marras. En lugar de eso, la Secretaria de Estado pretende aclarar lo inaclarable pero como reza el aforismo: “no aclare que oscurece”.
En este delicado tema hay varios aspectos a considerar. En primer lugar, lo público no es privado especialmente en sociedades que se precian de contar con sistemas transparentes y que los actos de gobierno deben estar en conocimiento de los gobernados quienes se dice son los mandantes. Lo dicho no significa que en muy específicas circunstancias y de modo transitorio y provisional los gobiernos pueden mantener reserva sobre ciertos acontecimientos (como, por ejemplo, un plan de defensa que no debería divulgarse antes de su ejecución). En todo caso, la reserva mencionada es responsabilidad de quienes estiman debe mantenerse reservada la información correspondiente. En ningún caso puede imputarse a la función periodística la difusión de datos e informaciones una vez que estas llegan a las redacciones. En el caso que nos ocupa, en este plano, están a la par Assange y todos los medios más importantes del orbe que contribuyeron a difundir los documentos en cuestión. Si se lo detuviera a Assange por estas supuestas infidencias, habría que detener también, y con el mismo fundamento, a los editores de los periódicos más importantes del mundo, con lo que se habría dado por tierra con el sacrosanto principio de la libertad de prensa lo cual significaría la extinción de la vida civilizada en este planeta.
Viene a continuación otro asunto directamente vinculado con lo que analizamos y es el contrato de confidencialidad sea en el área privada o pública. Si un empleado de una empresa comercial asume el compromiso de no divulgar cierta información, no lo puede hacer. Lo contrario implica lesionar los derechos de la otra parte en el referido convenio. Idéntico razonamiento es del todo aplicable para el sector gubernamental. Cuando en los años cincuenta funcionarios gubernamentales estadounidenses (dicho sea de paso pertenecientes al Departamento de Estado) se comprometían a ser leales con su país y, simultáneamente, le pasaban información confidencial a los rusos, incumplían con sus deberes elementales. Este parce ser el caso del aludido soldado Manning, aunque autores como Sheldon Richman -editor de la revista The Freeman de la Foundation for Economic Education- ha publicado un artículo en el Christian Science Monitor en su edición del lunes 29 de noviembre donde sostiene que en casos de abusos extremos como los ocurridos en Irak y otros frentes, es obligación moral el denunciarlos (el primer documento a que tuvo acceso se titula “Collateral Murder” en referencia a la matanza de civiles), incluso el autor de la nota califica a Manning como “héroe”. En realidad, el contrato de confidencialidad ¿tendría vigencia si uno se entera que la están por asesinar a su madre o no son válidos los contratos contrarios al derecho? Respecto al caso Manning, personalmente no tengo opinión formada (para quien se solicitan 52 años de prisión) puesto que no dispongo de los suficientes elementos de juicio como para pronunciarme.
Es curioso observar el doble discurso cuando quienes no suscribían las patrañas del calentamiento global celebraron alegremente cuando ciertos hackers interceptaron correos electrónicos donde se ponía en evidencia la falsificación de estadísticas y otros fraudes y ahora, en cambio, condenan la difusión de documentos gubernamentales. Sin duda que los papeles privados son privativos de los destinatarios, interceptarlos constituye un delito pero, como queda dicho, lo público debe ser público. También hay doble discurso por parte de la gente que critica la puesta en escena de informaciones secretas pero la leen y escuchan con voracidad inaudita, digna de mejor causa.
Julian Assange comenzó con el “hackering” en 1987 con el seudónimo de Mendax (tomado de un verso de Horacio) por lo que fue detenido en su país natal en 1992 (pagó la fianza correspondiente y lo liberaron “por buena conducta”), fue coautor en 1997 de un libro titulado Underground: Tales of Hackering, estudió física y matemáticas en la Universidad de Melborne, ubicó a su WikiLeaks en Internet en 2007 y al año siguiente recibió el “New Media Award” de la revista Economist, en 2009 obtuvo el Amnesty International Media Award y en octubre del corriente año el Sam Adams Award for Integrity de la Sam Adams Associates. Hoy se reproduce mucho lenguaje de matonería en relación a este sonado caso, por ejemplo, Thomas Flanagan, asesor del primer ministro canadiense Stephen Harper, sugiere que Estados Unidos “debería fijar una recompensa para quien asesine a Assange” (el destinatario en comentarios escritos con lectores de The Guardian en diciembre 2 sostiene que ese funcionario “debería ser procesado por apología del crimen”).
Es de interés recordar el caso de lo que se ha dado en denominar en la jerga periodística como “los Papeles del Pentágono” cuyos documentos del Departamento de Defensa de Estados Unidos fueron fotocopiados por Daniel Ellsberg con la ayuda de Anthony Russo y entregados primero a The New York Times y luego a The Washington Post que los publicaron en 1971, medios que alegando la Primera Enmienda de la libertad de prensa naturalmente no sufrieron ninguna sanción y los dos fotocopiadores clandestinos mencionados fueron sobreseídos por el Juez Federal William M. Bryne en 1973. Dichos documentos probaron gruesas y reiteradas mentiras, patrañas y falsificaciones pavorosas de la administración de Lyndon Johnson sobre la guerra de Vietnam.
Tengamos en cuenta que en el caso de WikiLeaks, a los efectos del significado de las documentaciones expuestas y de las razones para su difusión, no resultan relevantes las características de la vida privada del fundador del referido sitio ni su visión filosófica de la vida (por otra parte, en entrevista con Atika Shubert de CNN, sostuvo que las imputaciones de abusos sexuales “constituyen una maniobra de distracción totalmente infundadas” que parecería se basan en la extraña figura del “sexo por sorpresa” debido a que una dama alega que al sujeto en cuestión se le habría roto el profiláctico en medio de un acalorado ejercicio copulatorio). De más está decir que el autor de estas líneas no está en condiciones de argumentar sobre la filiación ideológica ni sobre la conducta privada de Julian Assange en otros órdenes que desconoce por completo, ni tampoco le parecen que son temas que hagan a la cuestión aquí tratada.
Cambio a la primera persona del singular para decir que no se me pasa inadvertido que los tilingos se siempre le endilgarán la culpa de lo exhibido en WikiLeaks (el contenido que reflejan los cables y documentaciones secretas) al capitalismo sin reparar en que ese sistema se basa ante todo en criterios éticos sustentados en el respeto recíproco, del mismo modo que el tilingaje en masa endosó la crisis internacional al capitalismo, cuando en verdad se debió (y se debe) a los reiterados atropellos del adiposo, avasallador y torpe Leviatán. Antes, frente a cualquier apuro, el aparato burocrático designaba una comisión, ahora con la nueva manía de Obama que resucita el terror blanco en Rusia, frente a este nuevo aprieto, acaba de designar a Russell Travers como “zar” (¡otro más!), parecería que se ha olvidado la muy certera conclusión de Reagan: “el gobierno no es la solución, es el problema”.
El canciller cubano, Bruno Rodríguez, representante de un inmisericorde estado policial, ha tenido la desfachatez de denunciar a la diplomacia estadounidense en la reunión de mandatarios en Mar del Plata inaugurada el 3 de diciembre, quien también, con su presencia, ha convertido a la referida conferencia en una farsa monumental y en una escandalosa hipocresía debido a la declamada “defensa de la democracia” que suscribieron los países miembros.
David Samuels publicó un artículo en The Atlantic el 5 de diciembre en el que sostiene que Assange ha contribuido a incorporar procedimientos tecnológicos para quebrar el cerco de secretos impropios en una sociedad abierta y que las reacciones en contra recuerdan a las de Richard Nixon y sus seguidores en el lamentable caso de Watergate.
En todo caso, considero de utilidad la difusión de los documentos expuestos para que resulte más claro aún lo escrito por Hannah Arendt en el sentido de que “Nadie ha puesto en duda que la verdad y la política están más bien en malos términos y nadie, que yo sepa, ha contado la veracidad entre las virtudes políticas”. Los llamado “secretos de estado” (y escribo estado con minúscula porque de lo contrario debería escribir individuo con mayúscula que es más apropiado), en la inmensa mayoría de los casos son para ocultar las fechorías de gobernantes inescrupulosos, lo cual viene ocurriendo desde Richelieu, Metternich, Talleyrand y Bismarck, prácticas que revirtió categóricamente Estados Unidos pero que, de un tiempo a esta parte, ha retomado costumbres insalubres de otras latitudes.
A raíz de las persecuciones gubernamentales, algunos sitios Web le han negado la entrada a WikiLeaks, mientras que otros nuevos ofrecen hospedaje y muchos más bombardean con virus electrónicos de gran potencia con la intención de sofocar incendios de indiscreciones adicionales. De cualquier manera, hago votos para que salgan a luz cuanto antes los documentos que vinculan a lobistas de Wall Street que, si bien incluyen operaciones de empleados deshonestos no detectados por las auditorias correspondientes, subrayan el inmenso daño que hacen los negocios en los despachos oficiales en lugar de competir a la luz del día en el mercado libre, tal como advirtió Adam Smith ya en 1776.
Del Estado del Bienestar al Estado de Alarma
Del Estado del Bienestar al Estado de Alarma
De la misma forma que la caída del muro del Berlín el 9 de noviembre de 1989 marcó el final de una década, podríamos aventurar que la nuestra comenzó el 11 de septiembre de 2001 y todavía no ha concluido. Desde entonces una crisis latente recorre Occidente, que se ha demostrado incapaz de gestionar “el fin de las ideologías”, superadas por una síntesis de liberalismo estatista que promueve la doctrina de la tolerancia infinita frente al multiculturalismo en la forma de un Estado del Bienestar que se financia a través de una expansión crediticia irreal.
Entonces, no solo se tambalearon los cimientos de las Torres Gemelas, sino que con ellas se pusieron de manifiesto las debilidades de las formas políticas bajo las que nos organizamos actualmente. El pánico y la indefensión se calmaron con una respuesta contundente que conllevó restricciones en las libertades que, en algunos casos, se mantienen hasta el día de hoy. Entre otros ámbitos, Internet, que permanecía virgen a la intervención estatal, empezó a ser objeto de preocupación y legislación; estos días comprobamos cómo la fuerza de los gobiernos recae sobre un hombre, Julian Assange, héroe para unos y villano para otros, por mantener un refugio de anonimato en el que volcar secretos -y cotilleos- de Estado. El debate sobre la neutralidad en la red forma también la agenda política, y su regulación podría, en lugar de garantizar un acceso libre, garantizar la intervención estatal para igualarnos por la base en el mundo virtual. Ejemplos que algunos podrán considerar banales pero que sin duda marcan la tendencia de los estados, siempre dispuestos a garantizar la seguridad de sus ciudadanos a cambio de un alto precio. Otro ejemplo es el de la hiperregulación de sectores como el energético debido a la alarma creada por un supuesto apocalipsis climático que no termina de llegar pese a sus heraldos. Recientemente en España se ha decretado uno de los estados de excepción previstos en la Constitución para desbloquear el cierre del espacio aéreo que causaron los controladores al abandonar sus puestos de trabajo y en el que de momento nos encontramos.
El mismo temor que nos lleva a sacrificar libertades es la misma pulsión sobre la que se ha construido el Estado del Bienestar. El miedo a una enfermedad a la que no podríamos hacer frente por nosotros mismos nos incita a delegar esa responsabilidad, aunque la falta de incentivos de mercado para la investigación impida encontrar remedios futuros. El miedo a perder el trabajo nos impele a legitimar un sistema de subsidios que, en lugar de ayudar al posible desempleado, encarece y dificulta la contratación. Y así con todas y cada una de las garantías del bienestar que el abrazo maternal del Estado nos ha ido ofreciendo hasta constreñir la capacidad creadora y equilibradora del libre mercado. Un sistema económico y socialmente insostenible que empieza a colapsar, pero que no por ello impide a la propia organización reestructurarse para no perder su hegemonía. Como si de una extremidad gangrenada se tratase, el Estado se deshará de sus políticas más inoperantes sin renunciar a mantenernos en un verdadero Estado de Alarma.
Así, en este estado de pánico perpetuo en el que nos encontramos sometidos, parecemos decididos a renunciar a la libertad para garantizar nuestra seguridad. Como un rebaño de ciudadanos pastoreado por una casta de políticos, no reparamos a preguntarnos si la cerca que levantan a nuestro alrededor nos protege de los lobos o es utilizada para mantenernos bajo control. El lobo no solo se encuentra entre nosotros vistiendo piel de cordero, sino que nos domeña con el cayado del pastor.
¿Implica este razonamiento justificar o legitimar en algún modo un ataque terrorista, el bloqueo de la navegación aérea? Absolutamente no, de ningún modo. Siendo hechos muy distintos, solo son comparables en que sus únicos responsables son quienes los causaron: los terroristas en el primer caso y los controladores en el segundo.
Pero esto no debe impedir analizar las decisiones políticas desde una perspectiva crítica. De hecho, al no hacerlo caeríamos en una grave irresponsabilidadm pues jamás debemos olvidar las palabras de Jefferson advirtiendo que “el precio de la libertad es una eterna vigilancia” a sabiendas de que el poder a vigilar en nuestros días es el de las leyes que se atribuyen la capacidad de transformar la realidad. Leyes que pueden dictarse de forma provisional para atajar una situación de peligro inminente, real o imaginado, pero que terminan sumándose al acervo normativo para ser utilizadas de forma ordinaria en lugar de extraordinaria. Rara vez, cuando el Estado avanza restringiendo nuestras libertades vuelve sobre sus pasos deshaciendo el camino andado. Ahora más que nunca, los hombres celosos de su libertad deben -debemos- permanecer en un verdadero estado de alarma.
Sanciones, delincuencia, golpe, modelo
LAS GUERRAS DE TODA LA VIDA
Sanciones, delincuencia, golpe, modelo
Por Horacio Vázquez-Rial
La casta política está de acuerdo: aquí no ha pasado nada que no fuera un ataque de locura de los controladores aéreos, a los que hay que amenazar, expedientar, embargar y encarcelar. El pueblo, preguntado, ha dicho que hay que despedirlos a todos: según La Razón, coincide en ello el 85% de la población. Belén Esteban también, a la vista de la hora y media que Sálvame le dedicó al tema el lunes. |
Más aún: el PP está ofendido con Gaspar Zarrías por relacionarlo con los "delincuentes", que han hecho algo "inadmisible". La verdad es que los controladores han hecho lo que han demostrado en muchas ocasiones que saben hacer: ¿cuántas veces han dejado pasajeros en tierra? Claro que es inadmisible, pero es que siempre lo es, no sólo ahora. Y si a la gente no se le ha ocurrido antes despedirlos ni militarizarlos es porque el asunto no había sido jaleado por los medios, incluida la prensa de bidet, como ahora, cuando al gobierno le conviene porque ha llevado al extremo su intervención –una intervención franquista, sin paliativos–, en plan demostración de fuerza, tal vez para compensar lo mucho que han venido debilitando al Estado.
Lo que la UE pretende no es un gobierno fuerte, sino un Estado fuerte.
La gran pregunta la ha formulado Iñaki Ezquerra, y –aunque no coincido con su respuesta– la reproduzco aquí: ¿qué ha hecho pensar a los miembros de ese colectivo laboral que se podía hacer una cosa así y salir impune? ¿De dónde les viene ese error de percepción que les impidió medir las consecuencias de su huelga? Pues yo supongo, querido Iñaki, que de algún miembro del gobierno.
Alguien les dijo, o le dijo en concreto al señor Camilo Cela, que se podía hacer. Por eso, cuando se reunió con el gobierno –reunión de la que casi no se habló en la prensa, porque el proceso fue en todo momento oscuro– y recibió la noticia de que en realidad no se podía hacer, volvió a hablar con sus compañeros en "coche oficial", según Intereconomía, "y con una cara demacrada", señalan los testigos. "Estaba roto." Hay incluso quien piensa que fue sometido a tortura psicológica. "Tenía la cara por las rodillas", señalan. "No sabemos lo que le hicieron, pero estuvo con militares, la presión debió ser brutal", añade otro controlador.
"Por favor, enchufaos –regresad al trabajo– que lo perdemos todo", fue el mensaje de Cela. Previamente, la junta directiva de USCA había deliberado y votado. Sólo un miembro votó por continuar la huelga salvaje. La sorpresa del motín de Torrejón fue mayúscula. Habían quedado en aguantar hasta el final "pasara lo que pasara". Pero ahora ya había pasado. ¿Y qué había pasado? En las reuniones entre Cela y el Gobierno, el Ejecutivo les había enseñado los expedientes de embargos de sus casas y bienes. Además, les habían amenazado con que, tras la declaración del estado de alarma, en la misma tarde del sábado entrarían en la prisión militar acusados de sedición.
Quien le hubiese prometido algo se desdijo en esa reunión del gabinete con presencia del CNI. Probablemente el mismo que decidió reabrir el viernes el conflicto con los controladores decretando recortes salariales, la obligación de recuperar "sin cobrar las horas de baja laboral, las horas sindicales e incluso las horas de baja maternal", como informó Luis del Pino, quien también señala que se trata de "recortar derechos laborales que están garantizados por Ley Orgánica".
La reacción de los afectados era, pues, de esperar, y estoy convencido de que el gobierno la esperaba: tan, tan ineptos no son, y astucia les sobra. El asunto, pues, era enfrentar el problema tal como se hizo porque: 1) no se puede despedir a los controladores porque no hay para ellos sustitutos posibles, ya que no se han contratado nuevos profesionales –necesariamente extranjeros y con salarios menores y deberes distintos–, ni se ha iniciado la formación de otros, ni los controladores militares pueden hacerse cargo por número y porque no se ha renovado su licencia europea, que es la que permite su empleo en aeropuertos civiles; 2) así, la gran solución era militarizar el servicio –saltándose la legalidad, porque para ello hace falta decretar el estado de excepción– y decretar el estado de alarma –cosa que no se hizo el 23-F ni el 11-M– con el rey en el extranjero y el presidente en casa. O no, porque tardamos dos días en verlo y el decreto lo firmó el ministro de Presidencia, señor Jáuregui.
Después, el presidente sostuvo que se había manejado bien la comunicación, que no hacía falta su presencia. No sé si hacía falta –a decir verdad, creo que él no hace falta en ninguna circunstancia, y que haría mejor en dimitir– en términos informativos, porque iba a decir lo mismo que dijo Rubalcaba, pero correspondía en términos éticos y estéticos. Y el estado de alarma no es moco de pavo: crea alarma social, valga la redundancia, que lo es tanto sintáctica como política. Digamos que si un presidente –aunque sea éste– da la cara, tranquiliza un poco: uno no se pregunta si estará debajo de la cama o en un búnker.
Hoy, superada la crisis según Rubalcaba, correspondería derogar el decreto. Pero no: consideran necesario dejarlo ahí hasta pasadas las Navidades, y hasta auguran una prolongación mayor en el tiempo. Mientras el estado de alarma continúe vigente, no se pueden disolver las Cortes ni convocar elecciones: una situación estupenda para un tipo al que medio mundo, fuera y dentro de su partido, le está reclamando por activa y por pasiva que dimita. Cualquiera tendría derecho a pensar, vistas esas circunstancias, que lo que sucedió durante los últimos cuatro días es un golpe de estado: un autogolpe, para ser precisos, destinado a mantenerse en el poder más allá de lo imprescindible, lo correcto y lo saludable. Salvo por el hecho de que la permanencia del estado de alarma es ahora cuestión de las Cortes. Cometería un error el PP si votara a favor de la pretensión del gobierno.
A Luis Napoleón Bonaparte, golpista contumaz, le salió bien lo de pasar de la república al imperio, pero al menos era sobrino de un emperador de verdad. Si estos socialistas hubiesen leído a Marx, sabrían un poco más del asunto y no cometerían tantos desaguisados. Pero no es cierto que la historia enseñe, ni siquiera a quienes la leen, si leen desde la soberbia, el prejuicio y la ignorancia, que, como dijo alguien, es la única técnica que no requiere perfeccionamiento.
No obstante, aunque uno tenga derecho a pensar en un golpe de estado, lo más probable es que los motivos del gobierno —democráticamente elegido por el mismo pueblo que hoy acepta esta situación de flagrante ilegalidad y hasta exige que los controladores sean discriminados, militarizados, expropiados y enviados a prisión– sean mucho menos sutiles, porque también para el mal es necesario un pensamiento, y sus motivos para todo este despliegue de crasa contundencia estén relacionados con otra forma de perpetuarse: tapar, como se tapó, una serie de reformas forzosas que deben disimular: la liquidación de Muface y el paso de los funcionarios a la Seguridad Social general, en plena decadencia; los recortes de toda clase; el incremento de la presión fiscal directa e indirecta: tabaco, alcohol, IVA inevitablemente repercutido en todos los precios, etc. Medidas que, en el lenguaje propio del socialismo patrio, son lisa y llanamente "antisociales", pero que no pueden eludir, al menos en el modelo político actual.
El modelo, por cierto, es insostenible. Nadie puede creer posible mantener la prestación de los 400 euros para parados de larga duración cuando estamos ya en los cinco millones de desempleados y vamos a más. Nadie puede creer posible mantener dos regímenes de seguros sociales, uno especial para funcionarios, discriminatorio por definición, cuando ya cuesta mantener en funcionamiento uno. Pero no es tampoco presentable cambiar todo eso y seguir dando millones a Marruecos cada mes, sea al Estado, sea a ONG de ignoradas funciones que, en última instancia, estarán a las órdenes de la corona. Ni haciendo donaciones a los gays de Bolivia o del Perú.
Y este aspecto del modelo, uno de los más perversos, rige del mismo modo en la empresa privada: yo no sé gran cosa de economía, de modo que alguien tendrá que explicarme por qué la Fundación Telefónica firma con la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura un acuerdo para "mejorar la educación" de un millón de niños –no se dice cuáles ni dónde, e Iberoamérica es muy grande–, aportando a esa causa diez millones de euros durante diez años, cuando la educación en España es desastrosa. Lo explica así, como lo acabo de contar y aplaudiendo la medida, La Razón del pasado lunes 6 de diciembre.
Hay que cambiar el modelo, pero hay que cambiarlo con cierto criterio político, no a manotazos.
Hay que privatizar los aeropuertos: estupenda medida que, de paso, arranca El Prat de las manos de la Generalidad de Cataluña, pero probablemente para ponerlo en las de los mismos tipos que medran dentro y en los alrededores del gobierno catalán, los del caso Palau o cualquier otro de parecida enjundia. Además, habrá que venderlos en ciertas condiciones, porque nadie está dispuesto a regalar dinero ni a adquirir una empresa con un conflicto de tan magnas dimensiones como el de los controladores. No hay comprador que posea un ejército para movilizar a sus empleados, ni que esté dispuesto a pagar salarios superiores a la media europea, como parecen ser los de este colectivo. A propósito: ¿usted ha visto una hoja de liquidación de los que aseguran que no ganan tanto?
Hay que privatizar las loterías: ¿por qué precisamente las loterías? ¿En régimen de monopolio? Es casi el sueño de Al Capone. ¿No sería más razonable un proceso gradual que autorice la creación de empresas capaces de asumir una cuota de mercado? ¿Es legítimo otorgar participación en un monopolio del Estado? Si se hace, rompiendo legalidad y ética, tendremos mafiosos asociados con el Estado y con todo el mercado a su disposición. Y, por supuesto, a medio plazo, cuando el gobierno, éste u otro, se haya gastado el dinero de la venta, recurrirá a más impuestos para compensar lo muchísimo que habrá dejado de ingresar. Quedan muchas preguntas más; por ejemplo: ¿qué hacer con los sorteos de euromillones, que se juegan en toda la UE?
El estado de alarma sirve también para que nadie piense demasiado en estas cosas.
Este gobierno tiene un privilegio: es de izquierdas, de modo que puede cometer las tropelías de estos días, recortar salarios y pensiones –aunque no dádivas–, tomar, en suma, medidas antisociales sin que nadie haga absolutamente nada. En este sentido, parece inteligente que el PP espere un tiempo, porque si le tocara tomarlas a él, duraría minutos en el poder: las movilizaciones serían impresionantes, se le acusaría a la vez de franquista y de liberal, o de cualquier otra cosa, y la oposición sería feroz. Más feroz de lo que ya es. Porque tipos como el presidente, o el vicepresidente, o Zarrías, o Sopena, dedican el grueso de su tiempo a hacer oposición a la oposición. Parecen desconocer que si hay una ley histórica es la que dice que las tareas de la izquierda debe hacerlas la derecha en el poder y las de la derecha, la izquierda. Kennedy se lanzó a la guerra de Vietnam, y tuvo que salir Nixon: al revés, hubiese sido desastroso para ambos.
Pero hay que esperar lo justo. El momento del cambio es ahora: lo peor, lo más duro de vender, está hecho. Y España, el Estado, se está descomponiendo, política, económica y moralmente. Si el lunes 6 se reunió un grupo en la puerta del Congreso, aguantando la lluvia, para abuchear a Zapatero y llamar "presidente" a Rajoy, es la hora de las movilizaciones que den el respaldo necesario a la moción de censura, sólo postergada ahora por el estado de alarma, pero decididamente imprescindible. No acometer esa tarea sería traición.
La receta de Reagan
HUELGA DE CONTROLADORES
La receta de Reagan
Por Fernando Díaz Villanueva
El lunes 3 de agosto de 1981, a las 7 en punto de la mañana, unos 13.000 de los 17.000 controladores aéreos que por entonces tenía Estados Unidos se declararon en huelga. Huelga salvaje. Empezaban las vacaciones de verano y medio país iba a pasar por los aeropuertos en el transcurso de esa semana. |
Nadie se lo esperaba: ni los viajeros, que quedaron atrapados como ratas en la intrincada red aeroportuaria norteamericana, ni las líneas áreas, que perdieron dinero a mansalva desde la primera hora de la huelga, ni, naturalmente, el recién nombrado presidente del país, Ronald Reagan, metido hasta pocas horas antes en una negociación con Patco, el todopoderoso sindicato de los controladores.
A las 9 de la mañana el caos era absoluto. En los grandes aeropuertos del país, como el JFK de Nueva York, el de Chicago o el de Los Ángeles, la actividad se detuvo. Las aeronaves que llegaban desde Europa, y que habían partido durante la noche, tuvieron que aterrizar en Canadá y volver de vacío a sus ciudades de origen, tras dejar a los pasajeros librados a su suerte en lugares remotos como Toronto o Montreal. A media mañana, los inmensos Estados Unidos de América estaban irremediablemente paralizados.
Nada se podía hacer. Compañías ferroviarias antaño vigorosas, como la Union Pacific, la Santa Fe o la Great Western, habían desaparecido engullidas por el lento e ineficiente mastodonte estatal Amtrak, o se dedicaban en exclusiva al tráfico de mercancías. Los autobuses eran simplemente incapaces de tomar el relevo a los aviones, en un país de semejante tamaño. En 1981 las aerolíneas norteamericanas movían diariamente 800.000 pasajeros y 10.000 toneladas de carga en 14.000 vuelos comerciales.
Tras la primera jornada de huelga, las cinco mayores aerolíneas: Braniff, PanAm, Eastern, American y TWA (nótese que hoy sólo queda una de ellas con vida), informaron a la opinión pública de que la huelga les había costado unos 30 millones de dólares, y que corrían peligro los cerca de 350.000 empleos directos que generaba la industria aérea. No existía alternativa. O se bajaba los pantalones y aceptaba el órdago de los controladores, consistente en un aumento de sueldo de 681 millones de dólares (17 veces lo acordado en la mesa de negociación) y la reducción de la jornada laboral a 32 horas semanales, o el frágil Gobierno de Reagan naufragaría en la mayor crisis de la historia del control aéreo.
El presidente se reunió con el secretario de Transportes, Drew Lewis, y juntos decidieron dar un escarmiento ejemplar a Patco. Su líder, Robert Poli, era un sindicalista correoso e intratable convencido de que iba a salirse con la suya, dados los devastadores efectos de las primeras horas de la huelga. Poli, por cierto, había apoyado meses antes a Reagan durante la campaña electoral.
Vana ilusión. Esa misma tarde, en el jardín de la Casa Blanca, Reagan compareció ante la prensa. La cuestión era simple: o los controladores volvían de inmediato a su trabajo o serían despedidos en 48 horas. La solución que aportaba Reagan no era un calentón propio del vaquero incivilizado que nos vendían en Europa. Se ajustaba a la legislación. El presidente recurrió a una vieja ley, la Taft-Hartley Act, promulgada en tiempos de Truman para frenar la ola de huelgas que sacudió Estados Unidos entre 1946 y 1947. No habría más reuniones con el sindicato, la mesa de negociaciones quedaba definitivamente rota, ya por ambas partes, y el siguiente paso sería ver cómo reemplazar a los controladores que no atendiesen al ultimátum.
La mayor parte no lo atendió, y fue despedida de modo fulminante el día 5 de agosto. La FAA (Federal Aviation Administration), entre tanto, se dispuso a colocar un parche de emergencia. A los que no estaban en huelga se les unieron 900 controladores militares para reabrir las torres de los aeropuertos principales. Excepcionalmente, y para salir del paso, se hizo trabajar a los controladores 60 horas semanales. Los líderes de Patco vaticinaron una catástrofe aérea de dimensiones inauditas: si su gente no estaba en sus puestos de trabajo, sobre la nación caería una auténtica aluminum shower (ducha de aluminio).
Finalmente, no se produjo accidente alguno. El tráfico se restableció, aunque ralentizado por la falta de personal en el control. Durante los primeros días las aerolíneas tuvieron que cancelar el 50% de los vuelos, y 60 aeropuertos pequeños hubieron de cerrar sus puertas, dado que les era imposible garantizar el control aéreo.
Quedaba lo de incorporar nuevos controladores. La escuela de control aéreo de Oklahoma matriculó de golpe a 5.500 aspirantes, que cinco meses después ya estaban en las torres. Las difícilmente mejorables condiciones laborales de los controladores, envidiadas por todos los norteamericanos, provocaron que, durante el mes de agosto, se presentasen 45.000 personas para cubrir las vacantes. Ninguno de los huelguistas despedidos figuraba entre los candidatos: el Gobierno los había inhabilitado a perpetuidad. Algunos fueron perdonados en 1986. Siete años más tarde, en 1993, Bill Clinton revocó la inhabilitación, lo que posibilitó que, con el rabo entre las piernas, muchos huelguistas volvieran a la labor.
El corporativista Patco, que había mantenido la profesión cerrada para mantener y acrecentar sus privilegios, sucumbió sin remedio. Privado de apoyo popular, con gran parte de sus miembros despedidos y con sus líderes enfrentando cuantiosas multas y penas de prisión, fue disuelto a finales de octubre, entre el desprecio general de los mismos a los que había utilizado como rehenes durante las jornadas de fuego de la huelga.
El control aéreo norteamericano tardó un decenio en recuperar la normalidad. Emergió un nuevo sindicato, el Natca, cuyos promotores se cuidaron muy mucho de marcar distancias con el difunto Patco. Su lema es "We guide you home" (Te guiamos hasta tu hogar), y nunca ha convocado una huelga.
Las filtraciones que han llenado los titulares
Venezuela militar
Las filtraciones que han llenado los titulares
El refuerzo militar de Venezuela generó alerta en Estados Unidos.
De acuerdo con cables del Departamento de Estados de EE.UU., altos funcionarios del gobierno ruso admitieron el año pasado a una delegación estadounidense que habían vendido a Caracas 100 misiles antiaéreos de manejo individual.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, se había referido a la compra de ese armamento, pero no se había revelado la magnitud de la transacción.
Por su parte, un acuerdo de venta de vehículos de patrullaje y aviones de transporte españoles causó la reacción casi inmediata de la embaja de EE.UU. en Madrid.
En sus comunicaciones con Washignton, publicadas por el diario "El País", se refleja la división que hubo en el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y los obstáculos que generó el acuerdo para normalizar las relaciones entre EE.UU. y España.
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