19 abril, 2011

El peor Presidente

Hoy en México la sociedad tira a un régimen, echa del poder a un partido, en las urnas. Y si tienen dudas, que le pregunten al PRI de Zedillo

Ricardo Alemán

Vamos a suponer que —como muchos dicen— Felipe Calderón es hoy el peor Presidente de la historia de México. Vamos a imaginar que sus fallas no sólo están en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico, sino en el desempleo, la agricultura, el turismo, la economía y… en lo que gusten y manden.

Vamos a creer que por todo eso —todas fallas garrafales— Calderón llevó al país a la peor crisis económica de la historia y que, por eso mismo, elevó a niveles de escándalo el número de pobres. Es probable que frente a esa tragedia imaginaria, miles de mexicanos decidieran salir a la calle a pedir la renuncia del Presidente y el pago de sus culpas, tal como lo manda la ley.

Pero lo cierto es que frente a un mal gobierno como ése y a la tragedia que habría provocado, de nada servirían las movilizaciones sociales —una o mil—, por numerosas, gigantescas, gritonas, reclamadoras, nutridas, plurales y rabiosas que fueran. ¿Por qué? Por una razón elemental que hoy muchos parecen olvidar.

Porque más que marchas, movilizaciones y protestas, la sociedad mexicana ya tiene las herramientas para castigar a un mal gobierno, a un mal Presidente, a un partido o conjunto de partidos. Y esa herramienta se llama voto. Hoy, en democracia —como la mexicana, que tiene muchas deficiencias, pero que está viva—, los ciudadanos no salen a las calles para tirar a un Presidente, para pedir su renuncia o una aclaración.

Hoy en México la sociedad tira a un régimen, echa del poder a un partido y su larga historia, en las urnas. Y si tienen dudas, que le pregunten al PRI de Ernesto Zedillo en 1997 y el año 2000; en donde los electores y una nueva ley se encargaron de echar al PRI del poder.

En el México de hoy, los ciudadanos libres, enojados, los que están hasta la madre por un mal gobierno, de la criminalidad y la violencia, salen a la calle —o debieran hacerlo— para recordarle a la sociedad política representada en todos los poderes del Estado —y no sólo al Presidente en turno— y a los poderes económicos, religiosos o fácticos, como los criminales, que la sociedad está viva; sanos sus anticuerpos elementales, sus capacidades de asombro, indignación, coraje, llanto, miedo y hasta pulmonares para gritar un saludable “¡estamos hasta la madre!”

Es falso —como lo quiere proponer un falso debate que igual se da en Televisa, que se genera en Azteca o en facciosos medios de la prensa como La Jornada o Proceso— que, ante la violencia y el crimen intolerables, la sociedad salga a la calle a pedir la caída de un gobierno —federal, estatal o municipal—; porque todos los años, en todo el país, los ciudadanos tiran gobiernos y partidos en las urnas y con el voto; porque —en el otro extremo— en Tamaulipas o Chihuahua, los corrutos gobiernos del PRI son votados a pesar de que son muchas las evidencias de su complicidad con el narco, complicidad hasta por omisión.

Pero el asunto no se queda ahí. Si la sociedad sabe que el voto es su mejor arma para tirar un gobierno y para castigar a un partido o toda la clase política, ¿entonces por qué el falso debate de que las movilizaciones sociales son para tirar al gobierno de Calderón, para castigar su ineficacia y la de su gobierno, para pedirle que cambie o, en sentido contrario, para pedir a los criminales que paren..?

Porque ese falso debate es el debate de la lucha por el poder.

Resulta que aquellos que siembran en las manifestaciones callejeras las consignas de su ambición de poder —como ese engaño político-electoral disfrazado de preocupación social que se llama “No más sangre”— lo que buscan es llevar a la sociedad a su territorio de disputa por el poder, con el argumento del reclamo al podrido gobierno de Calderón. Y los que gritan que los malos están donde los “hijoeputas criminales”, lo cierto es que sólo justifican su ineficacia como gobierno, en una lucha que, en rigor, es de responsabilidades colectivas y compartidas; de todos.

¿Y entonces de qué lado está la razón?

Del lado social que no se deja engatusar por unos y otros y que, a pesar de los malos gobiernos y de los sicópatas criminales, no sólo sigue viva, sino alista su mejor arma contra la ineficacia: el voto, para una mejor selección de mandatarios en 2012.

Lo curioso es que a pesar de la gravedad de la violencia y el crimen, pocos han reparado en una imperdonable ausencia en tiempos de angustia social. ¿Dónde están los intelectuales, los de verdad, para explicar a los ciudadanos de a pie su papel en esta crisis? Están en otro lado. ¿Dónde?

También en Nuevo León descubren fosas clandestinas

También en Nuevo León descubren fosas clandestinas

En el municipio de Santa Catarina agentes de la policía federal hallaron fosas en un campo de tiro; detienen a un hombre

Mónica Luna



MONTERREY, 19 de abril.— Agentes de la policía federal encontraron ayer por la mañana cinco fosas clandestinas en el municipio de Santa Catarina, Nuevo León, en el ejido La Colorada, cerca del kilómetro 2.1 del camino que conduce al principal cañón de La Huasteca.

Al lugar, además de los policías federales, llegaron especialistas en criminalística de la Procuraduría General de Justicia de Nuevo León, para dar fe de los hechos y comenzar con la búsqueda de cadáveres.

Hasta ayer por la tarde solamente habían encontrado un cuerpo calcinado, el cual tenía más de dos meses de haber sido enterrado, señalaron agentes ministeriales.

Las autoridades federales resguardaron una amplia zona, ya que también localizaron a unos cuantos metros de las fosas una especie de campo de tiro, donde hallaron cientos de casquillos percutidos de diferentes calibres.

En el sitio se realizó la detención de un hombre que se encontraba escondido detrás de un muro y quien tenía en su poder un aparato de radiocomunicación.

La localización del terreno y las fosas fue realizada por agentes que durante la semana pasada concretaron la detención de una banda de secuestradores en San Nicolás de Los Garza.

La zona se encuentra resguardada y continúan las labores de búsqueda de cuerpos con el apoyo de una máquina retroescavadora.

La semana pasada, este diario informó que de 2010 a la fecha, las autoridades federales han descubierto por lo menos 380 cuerpos o restos óseos en diversas fosas clandestinas ubicadas en distintos estados.

En un conteo de los casos más representativos, fuentes de la PGR destacaron 11 entidades federativas como los sitios en los que más cadáveres se han encontrado en esas fosas.

Sobresalen el municipio de San Fernando, Tamaulipas; Tunzingo, en Acapulco, y Taxco de Alarcón, Guerrero; el poblado de las Palomas, en Chihuahua; Puente de Ixtla y Tlaltizapán, en Morelos, y el municipio de Benito Juárez, en Nuevo León.

Hay casos como el de San Fernando, Tamaulipas, donde hasta el momento se han encontrado 145 cuerpos, seguido del municipio de BenitoJuárez, en Nuevo León, con 70 osamentas.

También la semana pasada, otra entidad del norte del país fue escenario de este tipo de hallazgos, pues en el municipio de Ahome, Sinaloa, la policía rescató 13 cuerpos de ocho fosas clandestinas.

Todos los cadáveres en Ahome tenían el tiro de gracia, según la Procuraduría estatal.

Agentes arraigados

La PGR obtuvo el arraigo por 40 días contra 16 policías de Tamaulipas.

Se trata de agentes municipales de San Fernando, donde han sido localizados 145 cuerpos en 28 fosas clandestinas.

Los 16 municipales son investigados por su presunta relación con la organización delictiva de Los Zetas, a la que se vincula con esos asesinatos. Se les menciona como presuntos responsables de encubrir a los asesinos.

Los arraigados son Guadalupe Hernández Ibarra, Remigio Mireles Camarillo, Óscar Jaramillo Sosa, Martín García Badillo, José Luis Aguilar Vélez, Jesús Ramos Pérez, Eleodoro Robles Sánchez, Elpidio Reyes Sáenz, Gilberto Rivera Hernández, Lázaro Flores Peña, María Guadalupe Galván Hernández, Mario Alberto Romero Hernández, Santos Maldonado Reyes, Julio Guadalupe Jaramillo Vela, José Manuel Ávila Lugo y Rogelio de la Portilla Heredia.

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