24 abril, 2011

La calle es mala madre

Asfalto, droga, golpes y olvido son los componentes de la vida diaria de cientos de jóvenes en el DF. La segunda generación de niños de la calle subsiste en medio de abusos, violencia y marginación.

Foto: Archivo

Un grupo de mariachis apura el último tequila en la Plaza Garibaldi del Distrito Federal (DF). Mientras los turistas se deleitan con canciones de José Alfredo Jiménez, muy cerca de allí y sin que nadie lo vea, un niño trepa como un gato por la cornisa de un edificio en ruinas. No hay muros externos y lo que queda de los departamentos no es más un esqueleto de cemento formado por cuatro paredes grafiteadas que nadie se detiene a observar. Es difícil imaginar que haya algo interesante entre los escombros de esa construcción, ni mucho menos que sobre ellos haya adolescentes de 14 años que comparten colchones mugrientos.

Uno de esos niños se llama, digamos, Moisés. No responde a las preguntas sobre su pasado porque a pesar de su corta edad tiene demasiadas espinas clavadas en el recuerdo. Guarda silencio mientras inhala una y otra vez un sucio papel rociado con algún solvente y saca los puños por las mangas de un suéter dos tallas más grande que él. Sólo al hablarle de Oliver Twist, el clásico literario de Charles Dickens, Moisés parece despertar reconociéndose en ese joven londinense que vagaba por los pueblos y afilaba la imaginación para conseguir unas migas de pan. “Era un chavo de la calle como yo. Si escribiera un libro contaría todas las aventuras que he vivido con mis amigos, cómo mi madre y las monjas del orfanato me golpeaban…”.

La versión moderna de Oliver Twist habla poco, apenas para contar que salió con seis años de una casa a la que nunca regresó. Dice que ahora tiene 14, pero miente o la desnutrición le ha impedido crecer durante los últimos tres años. Debajo de sus pantalones (dos tallas más cortas que él) deja ver unos tobillos extremadamente delgados y cubiertos de roña. Más allá de la distancia entre el México de hoy y la Inglaterra del siglo XIX, a Moisés y a aquel personaje de ficción los une una historia común ajena al paso del tiempo: la miseria de los callejeros.

El gobierno dice que son 100 mil en todo el país, pero quizá la mejor referencia sean los 500 mil adictos crónicos que ha detallado la última Encuesta Nacional de Adicciones, o quizá los cientos de familias que van engrosando los índices de pobreza hasta llegar a 50 millones. Se ocultan en los rincones más insólitos de las ciudades de México, y se dejan ver casualmente mientras “escalan” montañas de desechos para alcanzar un colchón, abren una alcantarilla o vagan por vías de tren cubiertas de maleza. Niños o adultos, los hijos de la calle son una masa anónima definida por tres palabras: asfalto, droga y olvido.

Calle aledaña a la Plaza de San Pablo en el centro de la  capital.
Calle aledaña a la Plaza de San Pablo en el centro de la capital. Foto: Jesús Quintanar
EN LOS BRAZOS DE LA DROGA

Moisés y sus cerca de 20 compañeros se ganan la vida limpiando vidrios o haciendo malabares en los semáforos, referentes para medir a una población que poco a poco ha invadido las señales luminosas del DF. Algunos especialistas hablan de “huérfanos sociales”. A la vez que huían de familias desestructuradas, el Estado se alejaba de ellos, lo que acabó con el único referente social que les quedaba, si es que algún día existió. “Una simple remodelación urbana es suficiente para llevar a cabo auténticas campañas de limpieza social. No importa dónde acaben. El gobierno mexicano ve a chavos consumiendo droga en la vía pública, pero no lo considera como un fenómeno social sino como un vicio”, afirma Luis Enrique Hernández, director de El Caracol AC, organización con más de 15 años de experiencia entre poblaciones callejeras.

El Caracol ha facilitado el acceso de M Semanal a todos los grupos de jóvenes que aparecen en este reportaje. Muchos de ellos han vivido políticas de exclusión social con palabras, golpes y marginación, al tiempo que creaban redes de supervivencia para hacerles frente. El instinto por recuperar lo poco que tienen les hace regresar siempre al mismo lugar o, en el peor de los casos, a extender los cartones muy cerca de allí. Para Enrique Hernández, la calle es el hogar de estas personas, aunque no hay puertas para protegerlas y su situación empeora con el paso del tiempo. “Ya hay adultos con barba que mendigan diciendo que son niños de la calle. Los que conocíamos como tales ya han crecido, se han hecho mayores y tienen hijos que han nacido también en la calle. Es la segunda generación de callejeros, y a ellos se van sumando cientos de jóvenes cada año”.

El fenómeno migratorio de los años cincuenta llevó al Estado de México a miles de familias que buscaban un futuro en la ciudad, y acabó lanzando a cientos de mendigos a las calles. El goteo que ha alimentado la mendicidad desde entonces no ha parado, aunque la actual crisis económica haya sido un azote que ha elevado hasta 30 por ciento el número de personas que viven en la vía pública, según estimaciones de Juan Martín Pérez García, director de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), para quien, en este sentido, “la crisis en México no ha cesado en 30 años”.

La forma que tienen esos niños de enfrentarse a la vida ya no se reduce a la búsqueda de alimento. Las drogas empiezan a hacerles estragos, en especial los solventes químicos y el crack, una mezcla de cocaína disuelta en amoníaco que, al fumarse, llega directamente a la sangre y multiplica el efecto. Descalcificación de manos y dientes, parálisis de las extremidades o estados depresivos son algunos de los efectos inmediatos del consumo de este tipo de sustancias. Las secuelas a largo plazo son todavía imprevisibles: “En los laboratorios potencializan los efectos de las drogas, y el daño es más temprano. Hay gente que ha bebido toda su vida pero está funcional; sin embargo, un chavo que toma esas drogas a los tres años ya tiene el cerebro destrozado”, afirma la doctora Ligia Cuevas, directora de la clínica de rehabilitación Quinta Satori, en Cuernavaca, Morelos.

En la actualidad no existe una legislación que impida a los menores de edad acceder a sustancias químicas que pongan en peligro la salud y su vida. “La persecución de drogas tradicionales como la marihuana o la cocaína ha dejado de lado el problema de otras sustancias como el solvente inhalable, el más usado entre la población callejera. Conseguirlo es tan sencillo como llegar a cualquier tlapalería y pedir un frasco de PVC”, explica el director de El Caracol.

Muchos inventan su pasado, lo exageran o lo callan, pero las estadísticas dicen que la mayoría tuvieron padres alcohólicos o drogadictos, fueron maltratados y con 12 años decidieron abandonar sus casas para vivir en el asfalto, expuestos a la droga, la prostitución, la indiferencia del Estado y la muerte prematura. El 27 de septiembre una joven indígena otomí de 14 años, Juliana Arroyo, murió de un infarto por consumo de solventes. El diagnóstico médico hablaba de hipocalemia, niveles bajos de potasio en la sangre que llevan a paralizar las extremidades y, en los casos más graves, el corazón. Desde los 12 años Juliana se fue de casa y encontró un nuevo hogar en las calles del Estado de México. Después de haber sido hospitalizada por consumo de solvente, el Centro de Asistencia e Integración Social Torres de Potrero la rechazó por ser menor de edad. Juliana regresó a la calle, donde siguió consumiendo sustancias tóxicas hasta encontrar la muerte.

Foto: Mónica González
SIN DERECHO A LA VIDA

Las palabras “abrazo” o “afecto” no están entre el vocabulario que Jesús (otro nombre ficticio) utiliza para hablar de su infancia. Cuando trata de recordar su vida de siete años, encuentra a su tío poniéndole los dedos en los cables de la luz cuando no leía bien, o a su abuela recordándole que iba a acabar muriéndose por las drogas, como su padre. Jesús tiene hoy 21 años y habla con completa indiferencia del maltrato, algo que se ha convertido en un hábito para él: “Conocí el vicio a los 14. Yo palabreaba en las micros y sacaba dinero para meternos en un hotel y consumir piedra… La policía pasaba con mangueras y nos echaba agua para que nos fuéramos de la calle. He pasado por varios centros de rehabilitación y en algunos nos encadenaban los pies, nos hacían caminar ‘de changuito’, nos golpeaban…”.

A Jesús le tiemblan las manos como a un anciano cuando habla. Hace tiempo perdió el pulso, la dignidad y la idea de un futuro decente. Sólo piensa en el ahora, en salir adelante: mendigar algunas monedas, limpiar coches o vestir de payaso por los semáforos para siempre tener en el bolsillo unas gotas de solvente. Vive en un céntrico barrio del DF, donde comparte colchones con cerca de 50 personas más. Lo menos gris de los 20 metros de asfalto que han ocupado es un colorido altar a San Judas Tadeo, el santo de las causas imposibles. Pero los milagros pocas veces suceden en la calle.

En menos de seis meses Jesús ya ha visto morir a dos compañeras. Una de ellas, Claudia Martínez, conservaba la lona donde solía pasar alguna noche con sus compañeros cuando los extrañaba. Ella y su novio decidieron dejar de dormir en la calle y rentar un cuarto en Chimalhuacán para empezar una nueva vida al lado del hijo que estaba a punto de nacer. No les dieron oportunidad. A las dos de la madrugada del pasado 27 de agosto, Carlos llamó a una ambulancia porque la joven iba a dar a luz. Pasaban los minutos y nadie llegaba, por lo que el novio decidió trasladarla él mismo al hospital más cercano. Claudia fue rechazada en dos hospitales (de la Mujer y Rubén Leñero) antes de que la atendieran en un tercero, el Gregorio Salas. Cuando lo hicieron era tarde. Consiguieron salvar al bebé, pero ella entró en coma y murió. Tenía 23 años. “Claudia padecía preclampsia (hipertensión arterial que complica el embarazo), pero es algo que tiene tratamiento. Fue una negligencia médica y discriminación por consumir droga. La maternidad ejemplifica muy bien lo que puede llegar a ser la vida de una persona que vive en la calle”, relata Manuel, sociólogo y trabajador social de El Caracol.

Cinco meses antes de la muerte de Claudia, en el mismo lugar, una chica de 23 años, Jazmín, empezó a vomitar sangre. Había estado 18 días en el hospital Rubén Leñero con diagnóstico de tuberculosis miliar. Pudo salir una vez, pero cuando volvió a entrar ya era demasiado tarde. Los jóvenes pelearon sin éxito el cuerpo de su compañera durante tres semanas para poder darle sepultura. Mientras tanto el Servicio Médico Forense (Semefo) enviaba el cuerpo de Jazmín a Oaxaca confundiéndolo con el de otra joven que había muerto el mismo día y cuyos restos eran reclamados desde el estado sureño. Regresaron el cadáver a la capital, pero los compañeros sólo pudieron llegar al panteón para dejar unas flores a los pies de una joven que siguió vagando en territorio de nadie aun después de su muerte.

Las estadísticas indican que la mayoría de los jóvenes que viven en la calle tuvieron padres alcohólicos o drogadictos.
Las estadísticas indican que la mayoría de los jóvenes que viven en la calle tuvieron padres alcohólicos o drogadictos. Foto: Mónica González
¿DESPLAZAMIENTO O REINSERCIÓN SOCIAL?

Se estima que el costo de una persona en rehabilitación por consumo de drogas o alcohol ronda los 10 mil dólares, sin contar los gastos que puedan surgir por alguna enfermedad durante el proceso de consumo. La Secretaría de Salud cierra los ojos ante el problema y ha dejado en manos de anexos la atención a personas con problemas de drogadicción. Algunos de ellos, conocidos como “fuera de serie”, utilizan el insulto, la violencia y hasta la muerte para “desintoxicar”. “En los temas sociales el Estado no tiene inversión, no tiene infraestructura. Toda esa población vulnerable depende de las instituciones sociales privadas. Es una especie de ‘no te presiono’, o ‘no te exijo’ porque tú me estás ayudando o me subsidias un asunto donde yo no tengo inversión”, afirma Juan Martín Pérez.

La última propuesta para sacar a los jóvenes de la calle proviene del Instituto de Asistencia e Integración Social (Iasis). Consiste en la creación de una colonia de casas-taller en la delegación Gustavo A. Madero, donde se pretende crear un espacio para reintegrarlos ofreciéndoles una vivienda y la supervisión de educadores, psicólogos y médicos. Según el director del Iasis, César Cravioto, la prueba se va a hacer con 30 jóvenes ubicados en la esquina de las calles de Humboldt y Artículo 123, el único grupo que se mantiene en el centro histórico del DF. Falta conocer si realmente se trata de una verdadera política de reinserción social o es sólo una nueva forma de desplazar a los jóvenes creándoles guetos en zonas marginales.

Laura tiene muchos motivos para desconfiar cuando se habla de “gobierno”. Esta adolescente de 18 años, compañera de Moisés y adicta al solvente inhalable al igual que él, relató hace poco más de un mes cómo logró escapar de un centro de seguridad donde la policía la tenía retenida con su hermana. Dice que agentes policiales ofrecieron cinco mil pesos a cada una de ellas si declaraban en contra de una mujer acusada de trata de blancas. Ellas manifestaron no conocerla pero calibraron su necesidad, aceptaron el dinero y, finalmente, mintieron. Nadie les dijo que después de su declaración iban a ser ingresadas en un centro de alta seguridad y que, “por el momento”, no saldrían de ahí. Laura logró escapar y llegar al único lugar donde puede sentirse segura: el edificio en ruinas de Garibaldi.

Samuel Mayo

Ejecutan a 9 mujeres

Ejecutan a 9 mujeres; una en Chapultepec

El cadáver en el DF fue mutilado y hallado en dos maletas y una caja.
Militares en la colonia Primero de Mayo, donde fue hallada una mujer muerta en el interior de un auto.
Militares en la colonia Primero de Mayo, donde fue hallada una mujer muerta en el interior de un auto. Foto: Bernardino Hernández / Cuartoscuro

En cuatro entidades fueron ejecutadas nueve mujeres, de las cuales una fue mutilada y sus restos fueron hallados en dos maletas y una caja en la colonia San Miguel Chapultepec del DF, mientras que en Acapulco fueron asesinadas cinco, entre ellas una menor de edad, en Nayarit dos y en Ciudad Juárez una.

Ayer hubo en total 40 ejecuciones en nueve entidades, de las cuales 12 tuvieron lugar en Chihuahua.

En esta entidad, ocho personas fueron asesinadas en Ciudad Juárez, entre las cuales está una señora de 60 años, de nombre Jovita Mendoza, y su hijo de 35 años.

Respecto al cuerpo despedazado hallado en la Ciudad de México, la Procuraduría capitalina inició una averiguación previa.

Una llamada anónima al 066 reportó que el cadáver estaba en el terreno ubicado en el número 41 de la calle Salvatierra, colonia San Miguel Chapultepec.

La zona fue acordonada por elementos de la policía, los peritos inspeccionaron la zona y aseguraron dos maletas, una verde y una azul, así como una caja de cartón, en cuyo interior estaban distribuidos los restos mutilados de la víctima, cuya identidad se desconoce.

La Fiscalía Central para Homicidios atrajo la averiguación previa de este homicidio.

De acuerdo con dictámenes preliminares, la víctima tenía unos 30 años y alrededor de cinco días de haber sido asesinada; le amputaron los dedos de la mano izquierda.

Cuatro degolladas

Por otra parte, la Secretaría de Seguridad Pública del estado informó que durante la madrugada del sábado cinco mujeres fueron encontradas degolladas, tres en el interior de una sala de belleza y dos más en otros puntos del puerto, entre las cuales se encuentra una niña de 14 años de edad.

Precisó que al filo de las 03:00 de la madrugada del sábado, se recibió una llamada anónima al servicio de emergencia 066, que reportaba que en el interior de la sala de belleza Ludwika, ubicada en el andador Virgilio Uribe y la calle Aquiles Serdán número 20 de la colonia Centro, había tres mujeres sin vida.

Cuando los policías arribaron al lugar, encontraron los cuerpos desnudos, con cortes en el cuello, atadas de pies y manos y con la boca tapada con cinta industrial.

Más tarde, las mujeres fueron identificadas por familiares como Mayté Elena Baños Ríos, de 19 años; Luvia Vázquez Bibiano, de 30, y Jacqueline de la Rosa Gallardo, de 14.

Después, alrededor de las ocho de la mañana se reportó el hallazgo de otras dos mujeres muertas, una en la calle Colonial, de la colonia Mozimba, que fue identificada como Rubí Celia García Rojas.

Mientras que en la colonia Primero de Mayo, en la calle Leandro Valle, fue reportada una mujer degollada, abandonada en el interior de un vehículo marca Seat, tipo Altea, con placas de circulación HAM-8148 del estado de Guerrero, quien no fue identificada.

Los casos ya fueron turnados a la Unidad de Feminicidios de la Procuraduría estatal y también serán investigados por la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos de la entidad.

Familia ultimada

En tanto, en el municipio de Tecuala, Nayarit, un grupo de hombres fuertemente armados irrumpió en un domicilio en el poblado de San Felipe Aztatán y ejecutó a tres miembros de una familia.

Se trata de dos mujeres, madre e hija (ésta de 16 años y cinco meses de embarazo), y de un hombre.

Mientras en Tepic, un comando asesinó a un hombre y dejó una mujer lesionada cuando se transportaban en una camioneta.

Por otra parte, la Secretaría de la Defensa Nacional reportó que en Nuevo Laredo, Tamaulipas, militares se enfrentaron a un grupo armado, lo que dejó seis presuntos sicarios muertos, así como el decomiso de cuatro armas largas, 92 cargadores y 2 mil 550 cartuchos.

En Gómez Palacio, Durango, fueron encontrados los cadáveres de cuatro agentes de la policía de Torreón, quienes presentaban heridas de bala. También en esta entidad, pero en la ciudad capital, fue localizado un decapitado. Asimismo hubo ejecutados en Sinaloa (5) y Nuevo León (1).

Con información de los corresponsales

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Encuentran fosa en Cadereyta

Durante la noche del viernes, militares de la Séptima Zona asignados a la Cuarta Región hallaron una fosa clandestina en el kilómetro seis de la carretera San Mateo-La Chueca, en el municipio de Cadereyta, Nuevo León, de la que fueron exhumados tres cadáveres.

Los militares solicitaron ayuda de la Agencia Estatal de Investigaciones y del Ministerio Público a fin de llevar a cabo las indagatorias.

Debido a la oscuridad, las maniobras del personal de la Dirección de Criminalística de Campo fueron difíciles, y en un principio se presumía que en la fosa sólo se encontraba un cadáver.

Casi al filo de la medianoche, las autoridades investigadoras confirmaron que se trataba de tres cuerpos, que fueron enviados al anfiteatro del Hospital Universitario.

Como parte de la averiguación, fue asegurada una camioneta Ram 2500 color blanca sin placas de circulación, que fue abandonada en el lugar. (Monterrey/Liliana Cavazos)

El nuevo ridículo de López Obrador

El nuevo ridículo de López Obrador

Ojo por ojo

Álvaro Cueva

Yo pensaba que nadie tenía peores asesores en materia de comunicación que Felipe Calderón, pero me equivoqué, lo que está haciendo Andrés Manuel López Obrador es de risa loca.

¿Y qué está haciendo? El ridículo con una precampaña hacia las elecciones de 2012 que tiene como nombre lo que bien podría ser el título de una pésima telenovela de Televisa o Azteca: Morena (Movimiento de Regeneración Nacional).

¿A quién se le pudo haber ocurrido algo tan barato? Hasta parece tarea de estudiantes de comunicación, reprobados, de principios de los años 80.

¿Morena qué? ¿Morena cómo? Y lo peor es que este bendito concepto viene acompañado de un espantoso musical que se presenta en los tiempos oficiales del IFE con la presencia protagónica de una nena en minifalda tipo Patricia Manterola.

¿Por qué si el señor López Obrador odia tanto a Televisa hace exactamente lo mismo que sus productores?

Su campaña es basura, es material hueco entre lo hueco, no dice nada, no propone nada, no sirve para nada.

Si usted va caminando por la calle y de repente lo escucha, le juro que va a pensar que se trata del nuevo sencillo de algún grupo viejo que está luchando por su reencuentro.

Es la típica cancioncita pegajosa, mensa, de toda la vida. La voz es horrenda, la mezcla, fea, y la letra no va hacia ningún lado.

Me extraña que don Andrés Manuel, con tantas estrellas musicales que tiene en sus filas, verdaderas luminarias que le podrían componer o interpretar lo que quisiera, acabó aceptando esto de Byron Barranco, un hombre con cero influencia en la industria del espectáculo.

Para que usted se dé una idea de la monstruosidad de la que le estoy hablando, la cancioncita de López Obrador dice Morena como 400 veces y entre Morena y Morena mete unas frases como para caer al suelo y convulsionarse por su obviedad:

“Vamos unidos a la faena por la regeneración total”, “para lograrlo se necesita nomás tu credencial de elector”, “piensa en la patria, recapacita, usa tu voto libertador”.

No y ni le platico del video, es como una producción de rancho que, en lugar de responderle a los megaspots de políticos como Enrique Peña Nieto, hace lo mismo, pero peor.

Si Peña Nieto nos vendía su informe de gobierno, viajando en camioneta de lujo y sentado al lado de un periódico doblado donde se leía algo malo de Felipe Calderón, ¿qué nos está vendiendo El Peje?

La imagen de un microbús lleno de morenos guapachosos que al llegar a una esquina se topa con un letrero que dice: “No doblar a LA DERECHA”.

No es broma, le juro que es verdad. Hacer un análisis imagen por imagen de este material es más divertido que ir a cualquier show de comediantes.

La bronca es que no se trata de ningún chiste, que don Andrés Manuel se está montando en esto sin que nadie le diga nada, que su movimiento no tiene nada de movimiento y que su bromita hace mención a cuestiones bastante delicadas.

Deje usted que en un fragmento de este himno se diga: “Si este pueblo se organiza, no nos gana Televisa”, lo cual es una afirmación como para que el consorcio de Emilio Azcárraga meta un extrañamiento ante el IFE o haga algo peor.

Si uno revisa la letra de “Morena”, ahí se insinúa que si López Obrador no gana, es fraude, y se confunde a la gente convocándola a una suerte de organización que debe estar por encima de todo, mientras se usan las palabras paz y fe.

¿Qué es lo que nos espera para 2012 si Andrés Manuel no gana? ¿Más “resistencia pacífica”? ¿Más calles bloqueadas? ¿Otro sexenio detenido por el tema de los
espurios?

¿A nadie se le ha ocurrido que a lo mejor este señor pudiera perder legítimamente?

Lo más triste, insisto, es que más allá de este numerito cómico, mágico, musical, Morena es un concepto tan profundo como los programas de Laura Bozzo.

¿En qué consiste? ¿Quién lo paga? ¿Cómo se va a implementar? ¿Tiene algún objetivo que no tenga que ver con acabar con Televisa?

Esto es tan enfermo que si uno se mete a la página de Morena en internet, en lugar de encontrar contenidos, encuentra una solicitud que nos invita a poner nuestros datos más íntimos en algo que quién sabe qué será.

¿Ahora entiende cuando le digo que Andrés Manuel López Obrador tiene peores asesores que Felipe Calderón?

Así no se pueden hacer las cosas. Así no sirven. ¿O usted qué opina?

Minicuento, o minidrama, nayarita

Minicuento, o minidrama, nayarita

Por: Salvador Camarena

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Vista desde La Cumbre, en la sierra nayarita.

Un día muchacho se enamora de muchacha, en Nayarit (Oeste de México). Poco después, en el pueblo de la muchacha, un día llovieron flores. Muchacho había dispuesto que todos supieran de su amor. Las calles amanecieron ese día llenas de pétalos arrojados desde una avioneta. Obvio: muchacha se casó con muchacho. Cuando la familia creció, para festejarlo, muchacho hizo que lloviera de nuevo en el pueblo. Ahora la avioneta dejó caer dinero, billetes bajaban del cielo. Felicidad total. El nayarita que me cuenta la historia, y que ha sido prolijo en detalles que es mejor pasar por alto, me dice: ¿no has adivinado quién es ahora ese muchacho?

Tepic, la capital de Nayarit, es famosa porque se come bien y porque es fea. Queda de paso entre Guadalajara y Mazatlán. La costa nayarita, en cambio, vive lo más parecido a una segunda oportunidad: Bahía de Banderas siempre tuvo hermosas playas, destino vacacional ahora explotado por hoteles de esos que cobran, lo menos, mil dólares la noche de hospedaje. Nayarit separa a Jalisco de Sinaloa, sede del cártel del narcotráfico más poderoso de México. Nayarit era un tranquilo "territorio de paso", ya no.

Bajen todas las ventanas, nos dice el conductor a los otros cuatro ocupantes de la camioneta. Estamos en la entrada poniente de Tepic. Son las once de la mañana del sábado Santo y un retén de la policía nayarita revisa aleatoriamente los automóviles. Nos han dejado pasar luego del saludo. Un minuto después, se oye una serie de cinco tronidos. El chófer detiene el auto frente a un parque. "Esos no son cohetes", dice un vecino. No, no son. No es la hora de quemar a Judas, y no hay templo que haya decidido saltarse la liturgia y resucitar a Cristo con pirotecnia. Pero, sobre todo, los cohetes nunca son rítmicos, nunca aterran como estos que durante diez minutos se oirán en series, ráfagas. Como personaje de Laura Esquivel en Leopardo al Sol, desde la puerta de su casa otro vecino adivina el tipo de arma: son rifles AK 47. La gente que hasta hace unos segundos descansaba en el parque ha desaparecido. Los comerciantes de comida que apenas se disponían a recibir clientes, bajan las cortinas: hoy no habrá negocio. Sólo un viejo, de sombrero y con bastón continúa en el parque. Deambula sin entender a dónde fueron todos de pronto. Una vecina regordeta, con delantal de cocinera y más humanidad que todos nosotros va y rescata al anciano de su sordera, de su inconsciente vulnerabilidad. Los balazos siguen, uno intuye que son a escasos doscientos metros. En el retén, quizá. Las sirenas de las ambulancias tardarán cuarto de hora más en sonar. Los soldados llegarán a nada, a levantar los casquillos percutidos. La policía estatal del retén, como cuando hace tres semanas secuestraron a dos de los suyos en ese mismo punto, renunciará a llegar, con oportunidad, "al lugar de los hechos".

En una nota de un periódico nacional el incidente nayarita ocupará estas 20 palabras: "Mientras en Tepic, un comando asesinó a un hombre y dejó una mujer lesionada cuando se transportaban en una camioneta". Claro, en la aritmética periodística cinco mujeres degolladas en Acapulco ganan por mucho a un muerto y un herido en Tepic. Pero esa relatividad en nada tranquiliza a los vecinos que oyen hoy los balazos sin ver la gris ironía: antes llovían flores e incluso billetes... ahora hay que refugiarse del plomo.

Con la mirada en el poniente, de donde surgían los balazos, otro vecino de este barrio que me entero que se llama El Rodeo me dice: "sabe qué es lo peor, que uno oye los tiros y no sabe qué hacer, ¿salgo o no salgo a trabajar? ¿hago lo que tenía que hacer o mejor ya no? Pero lo que uno sí sabe es que es inútil llamar a las autoridades".

El parque ha quedado por fin vacío. Las únicas caras que se ven están en fotografía, imágenes retacadas de photoshop de los candidatos que quieren ganar la silla del gobernador el 3 de julio próximo, el día de las elecciones locales. O sea que a final de año el cheque saldrá a un nombre distinto, pero la cosa seguirá igual: porque gobernador, lo que se dice gobernador, no hay hoy ni habrá el año entrante en Nayarit.

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