23 abril, 2011

Misrata registra el mayor número de víctimas el día del anuncio de la retirada de Gadafi

El régimen matiza que no dejará sus puestos sino que "suspende las operaciones". -Continúan las escaramuzas y explosiones en la ciudad

JUAN MIGUEL MUÑOZ / AGENCIAS | Bengasi (Enviado especial)

Las tropas de Gadafi aseguran que están dispuestas a levantar el dedo del gatillo en Misrata, pero aún no se sabe si es una estratagema o la asunción de su impotencia ante los ataques de la OTAN en la zona. Por lo pronto, tras anunciar el viernes que el Ejército se retiraba de la ciudad, el viceministro de Asuntos Exteriores, Jaled Kaim, ya matizó anoche que simplemente "suspende las operaciones" para permitir que las tribus gadafistas decidan si quieren resolver sus desavenencias con la población por las buenas o por las malas. Sea como sea, los rebeldes continúan acumulando cadáveres. Las bajas de ayer podrían estar en torno a la treintena, según fuentes médicas: el balance más luctuoso de las últimas jornadas, en las que la media estaba en 11 muertos.

Anoche los soldados de Gadafi no habían dejado del todo las afueras de la ciudad que han tenido cercada dos meses. La cadena Al Jazeera mantiene que los combates continúan en los alrededores de un hospital que las tropas gubernamentales usan como cuartel en la zona oeste. Y hacia medianoche se supo que un periodista francés que cubría el conflicto para un blog independiente recibió una bala perdida en el cuello y su vida corre peligro. Pese a todo, el mayor temor en la ciudad en estos momentos lo representan los explosivos colocados en el interior de los cadáveres y los coches abandonados. Las fuerzas rebeldes peinan las calles para eliminar estos peligros.

Difuso papel de las tribus

Imposible descifrar los planes del dictador respecto a la martirizada población, situada a 200 kilómetros de Trípoli, pero Kaim insiste en que "las tribus gestionarán la ciudad junto al pueblo de Misrata, y no el Ejército". En cualquier caso, no cabe duda de que la retirada de los militares es un serio revés para el coronel que ha sometido a Libia a un régimen de terror durante 41 años, y que ahora pierde terreno, muy lentamente, en todos los frentes.

Destaca una gran incógnita: ¿a qué se refería Kaim cuando apuntaba que las tribus se harían cargo de la ciudad? Es un asunto complicadísimo porque las lealtades de los grupos tribales, algunos divididos, son cambiantes, y apostar por Gadafi en la coyuntura actual no parece el valor más seguro. Abdelsalem, uno de los portavoces rebeldes en la ciudad, explicaba a Reuters que las tribus gadafistas representan una minoría en la región: "Hay solo dos asentamientos de partidarios de Gadafi en las afueras de la ciudad, y saben que cuando caiga el Gobierno ellos lo harán con él si lo apoyan ahora". Por eso Abdelsalem opinaba que lo que hará el coronel será pagar a mercenarios que se hagan pasar por miembros de las tribus y ataquen a la ciudad.

Si Gadafi termina abandonando la ciudad los planes de los rebeldes, en palabras de sus representantes, pasan por auxiliar al resto de levantados en la zona oeste del país. En las remotas montañas de esta zona del país, donde los combates han recibido poca atención internacional, la insurgencia lucha por resistir los embates del Gobierno. La noticia del fin del cerco de Misrta se ha celebrado como un gran augurio.

Desde hace dos días los rebeldes cuentan con un pasillo hasta la frontera con Túnez, algo que permite terminar con el aislamiento de sus posiciones en el oeste, aseguró un insurgente llamado Ezrine a Reuters.

Resulta difícil calibrar si una victoria de los insurrectos en Misrata tendría un efecto contagioso en otras ciudades, pero es improbable a corto plazo por el férreo control que los uniformados leales al tirano imponen en las localidades -Zauiya y Zauara? que acabaron cediendo en marzo ante la mayor potencia de fuego del Ejército libio. Se habla de redadas de miles de hombres, pero también se escucha en la oriental Bengasi que comienzan a resurgir ataques a los soldados en el occidente del país.

Los bombardeos de la OTAN, por timoratos que sean, tienen que estar haciendo mella. Por primera vez ayer, un avión no tripulado desplegado por Estados Unidos ejecutó su primer golpe. El Pentágono rehusó explicar detalles de esta operación, que se suma a decenas de ataques contra centros de comunicación, búnkeres, depósitos de armas, cuarteles, centros de mando... Una labor de desgaste que, unida a las sanciones económicas y al embargo de armas contra el régimen, puede minar la moral de la tropa. Pero como dice un portavoz del Consejo Nacional, el Gobierno de los sublevados en Bengasi: "El régimen puede resistir meses o colapsar inmediatamente".

En el plano diplomático, destaca la salida hacia Túnez del ministro de Asuntos Exteriores de Gadafi, Abdelati Obeidi. El régimen asegura que es un viaje oficial, pero tras las constantes deserciones cualquier movimiento de altos cargos del Gobierno resulta sospechoso. Obeidi ya realizó un viaje similar a principios de mes durante el que mantuvo contactos con diplomáticos de Grecia, Turquía y Malta.

Siria se hunde en la represión sangrienta

Siria se hunde en la represión sangrienta

Las dimisiones de dos diputados y un muftí son las primeras grietas del régimen de Bachar el Asad. -Un centenar de manifestantes han muerto desde el viernes. -La policía secreta organiza redadas nocturnas

ENRIC GONZÁLEZ | Beirut

La caza continúa en Siria. Fuentes de grupos activistas informan de que la policía secreta ha entrado en casas del suburbio damasceno de Harasta poco después de la medianoche y ha arrestando a varias personas relacionadas con las protestas de los últimos días. Una prueba más de que el presidente Bachar el Asad ya solo aspira a infundir terror. Esfumadas las promesas de una reforma en la que ni el propio régimen cree, ahora es cuestión de acumular cadáveres hasta vaciar las calles de manifestantes. El viernes fue una jornada sangrienta, con al menos 80 muertos, tal vez más de 100. Ayer se contaron otros 12 como mínimo. La dimisión de dos diputados hasta ahora fieles a El Asad, avergonzados por la brutalidad de la policía en todo el país, demostró que las protestas empezaban a erosionar el régimen más monolítico e impenetrable de Oriente Próximo.

"Hay disparos por todas partes. Todos parecen ir armados", dice Al Yazira

Pese a la pujanza de las protestas, Damasco permanece tranquilo

Siria acusa a Arabia Saudí de financiar y alentar las revueltas

Empiezan a notarse efectos de contagio en Líbano, con protestas en Trípoli

El mecanismo acción-represión-acción, con el que contaban los organizadores de las manifestaciones, funcionó de forma inexorable. El viernes hubo marchas multitudinarias, las más numerosas desde el inicio de la revuelta, y las fuerzas de seguridad y los shabiha, los sicarios civiles del régimen, dispararon de forma indiscriminada ráfagas de metralleta. La enorme cifra de víctimas enfureció aún más a la gente, que ayer acudió por millares a los funerales. Y hubo una nueva matanza, que reafirmó la convicción popular de que no era posible seguir soportando un Gobierno atrincherado en la crueldad.

Izraa, un suburbio de Damasco, se sumó a las "ciudades mártires" de la revuelta. Según testigos presenciales que difundieron su relato de los hechos y abundantes filmaciones a través de Internet, el viernes hubo decenas de muertos. Por la noche, grupos de activistas formaron cadenas humanas en torno a un hospital para evitar que la policía se llevara a los heridos. Al menos dos francotiradores apostados en la azotea de la sede del partido Baaz, próxima al centro médico, hostigaron con disparos a los activistas. Ya el sábado, cuando los fallecidos de la víspera eran trasladados al cementerio, las fuerzas del régimen volvieron a lanzar ráfagas contra las comitivas y se vivieron escenas dantescas, con ataúdes volcados por el suelo y gente parapetada tras ellos.

Homs, cuyos comercios secundaban desde el miércoles una huelga general contra el Gobierno y cuyas calles permanecían tomadas por las fuerzas de seguridad y los shabiha, y Deraa, la ciudad del sur donde nació la revuelta a mediados de marzo, fueron los otros dos grandes focos de las protestas. En Deraa, el corresponsal de la televisión catarí Al Yazira, obligado a trabajar en el anonimato para evitar la detención, informó de que la ciudad estaba sumida en el caos. "Hay disparos por todas partes, todo el mundo parece ir armado", dijo. Eso podría indicar que al menos en esa zona la revuelta dejaba de ser pacífica. Resultaba imposible comprobarlo, dada la prohibición de periodistas en el país.

Los dos diputados dimisionarios, Nasser Hariri y Jalil Rifai, representaban precisamente al distrito de Deraa en la Asamblea Popular, un presunto Parlamento que solo sirve para aplaudir y en el que la mayoría de los miembros es directamente designada por el Baaz, el partido único.

"Si no puedo proteger los pechos de mi gente frente a estas agresiones traidoras, no tiene sentido que permanezca en la Asamblea", declaró Hariri a Al Yazira. El gesto de Hariri y Rifai fue, además de altamente simbólico, insólito: nunca nadie en el régimen de los Asad, primero el padre, Hafez, y luego el hijo, Bachar, ha podido dimitir y permanecer en Siria. La dimisión equivale a una traición y se paga con el exilio o la muerte.

También dimitió un muftí -una autoridad religiosa, designada por el Gobierno- en Deraa, Rezq Abdulrahman Abazeid, en señal de protesta por la matanza de manifestantes, informa Reuters.

Pese a la creciente cifra de muertos, más de 300 en un mes, y a la pujanza de las protestas, el régimen disponía aún de tiempo y margen para resistir. Había conseguido hasta el momento que Damasco, capital del país y bastión gubernamental, permaneciera tranquila. Lo mismo ocurría en Alepo. Los viajeros que llegaban ayer a mediodía a Beirut en autobús regular desde ambas ciudades describían una situación "completamente normal". Tampoco habían percibido un control especial en la frontera. De forma significativa, nadie quiso dar su nombre. "No queremos problemas", dijo un joven libanés, cristiano, quien añadió sin embargo que sabía por sus familiares sirios que ocurrían "cosas" y que la gente estaba "nerviosa". Otros dos hombres, de nacionalidad siria, repitieron la versión oficial, según la cual "bandas de extremistas islámicos quieren desestabilizar Siria".

La agencia oficial de noticias, Sana, siguió asegurando durante las dos jornadas sangrientas que "grupos de civiles armados" habían disparado contra otros grupos de civiles y que la policía se limitaba a intentar frenar las refriegas con gases lacrimógenos y cañones de agua. La agencia Sana contabilizó solo 10 muertos.

La actual situación podría prolongarse durante tiempo, dado que ni Estados Unidos ni la Unión Europea mostraban el menor interés en intervenir. En Washington y las cancillerías europeas se temía que una implosión del régimen de Bachar el Asad no trajera mayores libertades, sino algo parecido al Líbano de hace tres décadas o al Irak del presente. Incluso Israel, en teoría el peor enemigo regional de Siria, prefería que El Asad se mantuviera en la presidencia.

Siria es un mosaico de sectas religiosas con viejas cuentas por saldar, en especial con la minoría alauí que compone la élite del Gobierno y del partido Baaz (el propio Asad es alauí), y numerosos diplomáticos estiman que la alternativa más probable al terror sería una guerra civil a múltiples bandas, que podría derramarse sobre sus numerosos vecinos: Turquía, Jordania, Irak, Israel y Líbano. Ya empezaban a percibirse efectos de contagio en Líbano: en la ciudad norteña de Trípoli, suní y conservadora, miles de personas (incluyendo las fuerzas policiales) se manifestaron en los dos últimos días contra Bachar el Asad. Hezbolá, el poderoso partido-milicia chií financiado por Irán a través de Siria, organizó en otros lugares actos de apoyo a El Asad.

El Gobierno de Damasco volvió a acusar a Arabia Saudí (principal potencia del islam suní y gran enemigo musulmán de Irán, la gran potencia chií) de financiar y alentar las revueltas.

Saleh acepta dejar el poder en 30 días

Saleh acepta dejar el poder en 30 días a cambio de inmunidad

Opositores yemeníes se manifiestan contra el régimen del Saleh en Saná. | Efe

Opositores yemeníes se manifiestan contra el régimen del Saleh en Saná. | Efe

  • El presidente yemení dejará el poder un mes después de que se firme el plan de los países del Golfo
  • La oposición celebra la iniciativa pero dice que no participará en el gobierno de unidad nacional
  • Washington insta a Saleh a que la transición se 'concrete y comience inmediatamente'

Reuters | Saná

El presidente yemení se marcha después de tres meses de protestas sin precedentes y tras más de tres décadas en el poder. Su partido, el Congreso General Popular, ha informado a los países vecinos de que Ali Abdulá Saleh acepta su propuesta para cerrar la crisis en el país. Es decir, ceder el poder.

"El partido gobernante ha informado a los ministros de Exteriores del GCC [Consejo de Cooperación del Golfo] de su aceptación de la iniciativa del Golfo al completo", ha dicho el portavoz del partido, Tariq Shami, este sábado, día en que los yemeníes estaban llamados a una jornada de huelga general contra el autócrata.

Saleh, este viernes. | Efe

Saleh, este viernes. | Efe

El plan que presentaron este jueves las seis naciones del GCC es que Saleh entregue el poder a su vicepresidente un mes después de haber firmado el plan con las fuerzas de la oposición.

El jefe de la oposición, Yassin Noman, ha celebrado la iniciativa, aunque ha asegurado que no participará en el gobierno de unidad nacional que contempla el plan del Consejo del Golfo.

Los países vecinos han propuesto que tras la dimisión de Saleh se designe un líder de oposición para encabezar un gabinete provisional que preparare elecciones presidenciales dos meses más tarde.

El plan, que se presentó el jueves, también da inmunidad a Saleh, a su familia y a sus asesores, lo que irrita a sus enemigos, que además deben acabar con las protestas según la propuesta.

Tras conocerse el anuncio del el Congreso General Popular, Washington ha instado a Saleh a que "los plazos y la forma de esta transición" sean "decididos de manera concreta y comiencen inmediatamente", según dijo en un comunicado un portavoz del Departamento de Estado.

El actual mandato de Saleh, en el poder desde hace 32 años, terminaba en 2013. Tras el arranque de las protestas, cuya represión ha dejado numerosos muertos, el presidente yemení anunció que iría tras las elecciones parlamentarias de 2012.

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