Así no se puede ganar ninguna guerra
Muchos gobernantes, salvo algunas excepciones, realmente se han hecho guajes en este tema de la inseguridad. ¿Por qué? Porque les conviene.
Leo ZuckermannUna guerra, lucha o combate (como quiera usted llamarle) en contra de un enemigo tan poderoso como el crimen organizado no se puede ganar si la clase política y la sociedad se encuentran divididas. Y es lo que está pasando en México.
El presidente Calderón se queja, un día sí y otro también, de que los gobernadores, presidentes municipales y legisladores no lo apoyan en su esfuerzo bélico. Se siente solo y tiene razón. Muchos gobernantes, salvo algunas excepciones, realmente se han hecho guajes en este tema de la inseguridad. ¿Por qué? Pues porque les conviene. Unos están coludidos con el crimen organizado. Otros prefieren soslayar un tema que tiene más costos que beneficios políticos. Les ha resultado más fácil utilizar la excusa de que se trata de crímenes relacionados con el narcotráfico que le corresponde resolver a la Federación. A estas alturas del sexenio es más que evidente que Calderón no cuenta con el apoyo de la clase política en esta guerra. Y así, en la soledad de Los Pinos, no se puede ganar ninguna lucha.
Pero también la sociedad está dividida en el tema de la violencia y la inseguridad. De hecho, cada vez se polariza más. Hoy no existe un consenso social de qué hacer frente a este flagelo. Unos siguen apoyando la estrategia gubernamental de descabezar a los cárteles del narcotráfico y enfrentarlos con toda la fuerza del Estado. Otros proponen dejar en paz el tema del narcotráfico y concentrarse en los crímenes que más agravian a la sociedad como el homicidio, el secuestro y la extorsión. Hay quienes piden pactos con los delincuentes para supuestamente regresar a tiempos pasados donde el Estado controlaba al crimen organizado. No faltan los que piden combatir la descomposición del “tejido social” que, según ellos, es la base de la violencia. En suma, la sociedad mexicana está tan dividida como la clase política en su percepción de qué hacer. Y sin apoyo mayoritario y un mínimo consenso social, ningún gobierno puede ganar ninguna guerra.
Súmese que vienen las elecciones de 2012 donde se renovarán todos los poderes federales. Esto polarizará aún más las posturas de la clase política y sociedad. Inevitablemente vendrán alegatos de un lado y del otro. Subirá el tono. Ya lo estamos viendo. La semana pasada, el Presidente salió en la televisión a pedir con gran vehemencia “comprensión y apoyo” de la sociedad. De alguna forma se adelantó a las críticas que recibiría su administración en la Marcha por la Paz organizada por Javier Sicilia. ¿Y qué pasó en dicha manifestación? Cito la crónica de Julio Hernández López en su columna de La Jornada:
“Uno de los planteamientos de la movilización dominical más llamativos mediáticamente fue, por ejemplo, el de pedir la renuncia de Genaro García Luna, el turbio ejecutante mayor de las suertes de seguridad e inseguridad públicas que desde Los Pinos se tejen. Tal vez los cálculos gradualistas hayan llevado a centrar las protestas en un personaje indefendible y, sin duda, altamente responsable de la tragedia nacional. Pero, a fin de cuentas, el cineasta gore no se mueve por sí mismo ni está en el cargo por decisión propia: la responsabilidad jurídica, política e histórica de lo que ha sucedido en este tramo sangriento de la administración pública federal recae en Felipe Calderón Hinojosa. Una sonora muestra de esa convicción colectiva se produjo ayer mismo, cuando en la Plaza de la Constitución creció un coro tajantemente adverso al citado comandante Felipe. Apenas una letra establecía la diferencia de castigo que el tribunal público demandaba: Fuera, exigían unos. Muera, otros. A fin de cuentas, desde el propio templete se atemperó el reclamo y los ánimos justicieros fueron encaminados a la parcela de García Luna Productions[…]”
Leyó usted bien: había gente que gritaba “muera Calderón”. Otros, más recatados, sólo pedían que se “fuera”. A eso hemos llegado.
Y así, con tanta división en la clase política y sociedad, no se puede ganar ninguna guerra en ningún lado del mundo.
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