Mentadas de a madre
José CárdenasUno de los problemas de la democracia es su complejidad. Es más fácil cantarle una canción o hacerle un verso alejandrino, que entender sus mecanismos y sujetarse a ellos para cambiar la realidad.
En la democracia hasta lo “apolítico” adquiere un peso político. Y tiene sus consecuencias.
Descubrirlo no es mal aprendizaje al calor de una tarde de domingo efusivo. Entre seres que se conduelen, en un Zócalo lleno de dolor y cargado de preguntas que reclaman respuesta.
El poeta Javier Sicilia amonesta a los políticos dentro y fuera del gobierno y advierte a los partidos. Sin más, fuera de lectura, pide la renuncia de Genaro García Luna. Y da la “nota”.
Menos de un día después, corrige con algo muy parecido a una retractación: “Lo importante no es la petición de renuncia de García Luna, sino el diagnóstico” (sobre la reconstrucción del tejido social).
¿Tan rápido? ¿Como cualquier otro actor político decide él mismo qué es lo importante para los demás y qué no? ¿Entonces, para qué lo dijo? ¿Fue puntada y ya? ¿Le afectó el calor o más bien el dolor?
Quien pide ante 65 mil personas la remoción del impulsor de un proyecto que propone una policía de mando único, menos vulnerable y sin la infiltración evidente de la municipal de Cuernavaca y la estatal de Morelos (como la de muchas otras ciudades y estados del país) debe estar muy consciente de los alcances. O entrar en pormenores.
Así de concreta e implacable es la política.
Sicilia navega en un mar infestado de tiburones políticos e intereses chicos, medianos y grandes. Todo lo que haga o diga caerá, le guste o no, en ese terreno. Si no lo sabía, es tiempo de que lo aprenda.
No es este el México del partido único y el designio unipersonal de la silla imperial. A muchos quizá les parezca que estamos peor. Pero eso fue lo que decidimos cuando dijimos sí a la democracia y sí a la alternancia.
Atorada o entrampada a veces, incluso secuestrada por los profesionales del manejo de la patente electoral que limita a quienes no provengan de los partidos políticos, la democracia mexicana no puede tenernos tan pronto “Hasta la madre”.
O la cuidamos y la hacemos defendible para mejorarla o abominamos de ella y nos lanzamos de cabeza a un precipicio sin reglas. O inauguramos un campeonato de lanzamiento de bumerán por no cuidar la lengua.
Quien supuso que de esa plancha atiborrada debía brotar milagrosamente un plan de gobierno, habrá perdido también el tiempo. No inventemos al santo milagroso. Tendríamos que comenzar a calcular en cuánto tiempo nos hartaríamos de él.
No cualquier persona construye un puente o un poema ni domina la aliteración como Sicilia hizo el domingo. Al mejor ingeniero se le puede caer un puente por un mal cálculo. Y a un buen poeta un ripio ocasional. ¡Qué caray!
MONJE LOCO: Cito a dos demócratas mexicanos: “En política lo mejor es no ilusionarse, para luego no tener que desilusionarse” (Carlos Castillo Peraza). “La política se hace con lo que hay, no con lo que no hay” (Arturo Núñez Jiménez). Ya se sabe, ya se supo.
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