10 mayo, 2011

Aunque la mona se vista de seda…

Mike Brownfield

A pesar de las buenas nuevas esta semana sobre la muerte de Osama bin Laden, no todo es de color de rosa para el presidente Barack Obama — al menos a los ojos del pueblo americano.

La aprobación de su manejo de la economía alcanzó un mínimo histórico con solo el 34% de americanos dándolo por bueno, según una encuesta de CBS/New York Times.

¿Busca Ud. una razón que lo explique? Según el informe mensual de empleo del Departamento de Trabajo, el desempleo aumentó del 8.8% al 9% en abril. Y aunque la economía de Estados Unidos añadió 244,000 empleos, superando lo esperado la mala noticia es que el nivel de expectativas es tan bajo que incluso el aumento de la tasa de desempleo acompañado de un crecimiento decente de los empleos pueden parecer un rayo de esperanza en una economía con un futuro negro. O si quieren, echemos mano de aquel famoso y sabio refrán: “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.

Hay otras nubes tormentosas en la imagen económica de América. Las nuevas solicitudes para cobrar el desempleo se dispararon a 474,000 la última semana, con un aumento de 43,000 según el informe del Departamento de Trabajo Ese es el punto más alto desde el pasado verano. Por cuarto mes consecutivo, la tasa de participación laboral siguió plana y los empleos son difíciles de encontrar. Mientras tanto, los precios de la gasolina superan los $4 por galón. Teniendo todo esto en cuenta, el pueblo americano presentía lo que las estadísticas mostrarían: la economía de Estados Unidos sigue a la deriva y el pueblo sabe perfectamente bien a quién culpar — al presidente Obama y su fracasada política de estímulo económico.

Hace justo poco más de dos años, el presidente lanzó su tan pregonado paquete de estímulo y dijo que su plan crearía 3.3 millones de empleos netos para 2010. No sucedió y sobre el pueblo americano se cierne una tasa de desempleo de alrededor del 9%, sin mencionar el costo de $787,000 millones del paquete de estímulo que ha sido mucho menos que estimulante. J.D. Foster, de Heritage, nos explica:

En el mejor de los casos, los intentos del estímulo basados en gasto gubernamental y reducciones de impuestos con poco o ningún incentivo no han hecho daño alguno. En el mejor de los casos. Es bastante posible que muchos de estos esfuerzos de los pasados dos años hayan retrasado la recuperación a la vez que han añadido cientos de miles de millones de dólares a la deuda nacional.

Ahora, América se encuentra con que le han endosado el costo y con los llamamientos del presidente para subir el límite de la deuda más allá de su actual techo de $14.3 billones — todo para que la fiesta del gasto continúe. En realidad, el gasto es el problema. Para pagarlo, el presidente ha propuesto aumentos de impuestos que solamente frenarán el crecimiento en el momento en que la economía está luchando por recuperarse. Curtis Dubay, de Heritage, escribe:

Estos enormes aumentos de impuestos ralentizarán el crecimiento económico porque transferirán recursos de manos productivas del sector privado a manos derrochadoras en el Congreso, elevarán los precios de la energía y reducirán los incentivos para trabajar, ahorrar e invertir.

En vez de ayudar a la economía a ponerse en pie eliminando las ataduras que impiden su crecimiento, el presidente Obama ha añadido más trabas para reducirlo más. Las regulaciones, la incertidumbre y la mala política fiscal están frenando el crecimiento y ahora —según se acerca Estados Unidos al límite de la deuda— se está arriesgando a más gasto encima y eso solo empeorará las cosas.

El pueblo americano sabe el problema real al que se debe el desastre económico. Es el gasto. Y toda la seda del mundo no logrará que la mona económica del presidente deje de ser… mona, como en el proverbial refrán.

Ronald Reagan: discurso inaugural 1981

Senda a la Prosperidad

La “Primavera Árabe”: Recomendaciones de la Fundación Heritage

La “Primavera Árabe” ha tenido en la diana a varios regímenes en Oriente Medio: Hosni Mubarak de Egipto ha renunciado, dejando el futuro de ese país en la incertidumbre; Bashar al-Assad de Siria y Alí Abdulá Salé de Yemen se aferran al poder; Muamar Gadafi de Libia ha prometido luchar hasta la muerte a pesar de que Estados Unidos y la OTAN han enfilado en su contra.

Estados Unidos necesita políticas más claras y prudentes diseñadas para hacer frente a la agitación en países específicos. La administración también debería elaborar una estrategia verdaderamente diseñada para proteger los intereses de Estados Unidos en un momento en el que un cambio mundial de proporciones históricas barre Oriente Medio. En la actualidad, el liderazgo de la Casa Blanca ha sido insuficiente en ambos aspectos. Aquí le presentamos las recomendaciones de la Fundación Heritage.


Siria: Hora de que la administración Obama apoye la libertad

Por James Phillips

http://www.libertad.org/siria-hora-de-que-la-administracion-obama-apoye-la-libertad/

El despiadado régimen del presidente sirio Bashar al-Assad está amenazado, merecidamente, por crecientes protestas organizadas por los sufridos sirios hartos de su durísima represión, evidente corrupción y rígido gobierno autócrata. Pero la administración Obama ha suavizado su crítica sobre la dictadura de Assad, deseosa de un “acercamiento” con el empecinado y hostil régimen a pesar de la sistemática represión de su propio pueblo.

La administración Obama debería dejar de lado ya sus vanas quimeras sobre los supuestos beneficios de tener buenas relaciones con el régimen depredador de Assad. También debería movilizar una mayor presión internacional sobre Damasco para que respete los derechos humanos de sus propios ciudadanos, deje de apoyar el terrorismo y pare su peligrosa complicidad nuclear con Irán y Corea del Norte.


Lo que el pasado enseña sobre revoluciones árabes

Por Marion Smith

http://www.libertad.org/lo-que-el-pasado-ensena-sobre-revoluciones-arabes/

La poco penetrante observación del presidente Obama del mes pasado sobre los manifestantes en Egipto queriendo “cambio” es obviamente correcta. Pero, a pesar del afecto del presidente por esta palabra, hay muy poca certeza de qué traerá el “cambio” y si éste será congruente con los principios e intereses americanos.

Es demasiado pronto para distinguir la naturaleza de la revolución de Egipto y qué tipo de gobierno saldrá a la luz finalmente. Lo mismo es también cierto para Túnez, Bahréin, Yemen y Libia. Mientras Estados Unidos responde a estos acontecimientos, es útil tomar en consideración cómo respondió América a las revoluciones en América Latina hace casi dos siglos atrás.


Yemen: Qué debe hacer el presidente Obama

Por James Phillips

http://www.libertad.org/yemen-que-debe-hacer-el-presidente-obama/

El presidente Obama no puede darse el lujo de centrarse en una crisis a la vez ya que el malestar y las transformaciones están extendiéndose en Oriente Medio y el norte de África. En especial, Estados Unidos no debe descuidar la crisis en curso que acaece en Yemen, un país que ha servido como base de operaciones para ataques terroristas contra Estados Unidos y sus aliados. Una dosis doble de diplomacia e implicación es vital en estos momentos para garantizar que Estados Unidos pueda seguir conduciendo efectivas operaciones de contraterrorismo en la región.

Salé ha sido un aliado reticente contra AQAP, a la cual ha percibido como una amenaza mucho menor para su poder que un movimiento secesionista en el sur o la rebelión huti en el norte de Yemen. Si lucha por conservar el poder, Yemen podría desintegrarse en la anarquía, lo que beneficiaría grandemente a AQAP y le permitiría trabajar con más libertad. Washington debería esforzarse por impedir que eso ocurra, promoviendo una transferencia pacífica del poder político y el establecimiento de un nuevo gobierno que podría ser un socio a largo plazo en la cooperación antiterrorista — o que podría al menos evitar el riesgo de que Yemen se convierta en un estado fallido que AQAP se pueda aprovechar.


Ayudar a Libia más que armar rebeldes

Por el Dr. James Carafano y James Phillips

http://www.libertad.org/ayudar-a-libia-mas-que-armar-rebeldes/

Washington se equivocó al centrarse, de forma miope, en la decisión de intervenir en Libia y establecer una zona de exclusión aérea. Mucho antes de que las operaciones empezaran, estaba clarísimo que estas operaciones no serían militarmente decisivas. La situación actual en el teatro de operaciones refleja ese hecho. Se requiere una estrategia más exhaustiva para lidiar con el régimen de Gadafi, llevar la libertad a Libia y hacer una contribución real, duradera, a la protección de los inocentes más que un alivio temporal de la situación a través de una intervención militar apresurada. Ahora, en vez de tratar con esos asuntos a largo plazo, Washington complica más el error al obsesionarse con otra decisión contingente: si se debería, o no, armar a la oposición.

Esta opción, en ausencia de un integral plan estratégico acerca de los pasos a dar en Libia, está mal concebida.

Las decisiones sobre el camino a seguir deberían tomarse en el contexto de la consecución de tres tareas clave: (1) mantener aislado a Gadafi hasta que sea llevado a la justicia; (2) establecer una presencia militar para impedir que sus fuerzas empujen a la oposición al mar; y (3) identificar, apoyar y sostener una oposición legítima que lleve la democracia al país (en lugar de dejarlo convertirse en el próximo refugio terrorista) y atender las necesidades humanitarias y derechos humanos de la gente bajo el control de la oposición.

Se debería animar a las naciones más cercanas al problema con la capacidad de llevar libertad, seguridad y estabilidad a Libia y que tengan interés en hacerlo para que hagan lo que más puedan en pro de la consecución de estos objetivos. Egipto, por ejemplo, podría armar, formar y suministrar lo necesario a las fuerzas militares de la oposición. Se debería promover que otros países de la Liga Árabe, aliados de la OTAN y amigos de la Unión Europea proporcionen respaldo financiero para la intervención, si no fuerzas militares.

No obstante, ningún programa de asistencia que sea coherente y constructivo tendrá lugar sin liderazgo eficaz. Esa es quizá la contribución más importante que Estados Unidos puede hacer. Desde luego, Estados Unidos no debería simplemente pasarle la verdadera labor de envergadura a la “comunidad internacional”.


Cinco pasos para enfrentarse a la crisis en Egipto y Oriente Medio

Por James Phillips y Dr. James Carafano

http://www.libertad.org/cinco-pasos-para-enfrentarse-a-la-crisis-en-egipto-y-oriente-medio/

Al ejercer firmemente el liderazgo americano ahora y seguir involucrado durante los meses venideros de forma apropiada, el presidente puede proteger tanto los intereses de Estados Unidos como la promoción de las oportunidades de libertad, seguridad y oportunidad económica en la región. Estas acciones probablemente servirían como aportación mucho más positiva que tratar de parecer relevantes en la lucha por el poder en las calles de El Cairo.


Hay mucho en juego

La Primavera Árabe es el evento político más grande que haya sucedido en Oriente Medio en siglos. Estados Unidos debería ser cuidadoso y jugar bien sus cartas, apoyando la causa de la libertad pero al mismo tiempo sin permitir que elementos extremistas, antioccidentales llenen cualquier vacío de poder. Hay demasiado en juego como para tomar las decisiones políticas equivocadas

Para salvar el Sueño Americano

Para salvar el Sueño Americano

Dr. Edwin Feulner

Hoy me complace anunciarles que la Fundación Heritage ha publicado su exhaustivo programa integral de acción que fija un nuevo curso para el tamaño y alcance del gobierno federal. El nuevo informe, Para salvar el Sueño Americano: El plan de Heritage para solucionar la deuda, reducir el gasto y restaurar la prosperidad (versión en inglés y muy pronto en español, aquí en Libertad.org) plantea recomendaciones específicas para el Seguro Social, Medicare, Medicaid, seguros médicos, el código tributario y el gasto federal. Para salvar el Sueño Americano conceptualiza soluciones reales para frenar el potencial declive de América y a la vez fortalecer la economía para las generaciones de hoy y mañana.

Lo hacemos porque hemos llegado al momento de decidir en América. Durante demasiado tiempo. el Congreso está metido en una borrachera de gasto insostenible, de gravar al contribuyente y vivir de préstamos. Nuestra nación se dirige a la quiebra y estamos pasando los costos de esta equivocada política a nuestros hijos y a sus hijos.

Con el transcurrir del tiempo, nuestro gobierno nacional se ha abultado, sobreampliado y va sin freno, descuidando sus funciones principales, operando mucho más allá de sus medios y abrumadoramente fuera de sus límites constitucionales. Si no hacemos nada, el rumbo por el que vamos ahora arruinará nuestra economía, minará nuestra prosperidad y nos llevará a la insolvencia fiscal. Al robarnos el futuro de oportunidad y libertad, destruirá el Sueño Americano para las futuras generaciones.

De hecho, ya estamos viviendo la vergüenza de ser aleccionados públicamente por nuestros acreedores comunistas chinos que desprecian nuestro derroche. El día que se anunció que Standard and Poor’s había rebajado la perspectiva de nuestra economía, se oyó una exclamación de desasosiego colectivo en la comunidad internacional. Si nuestros líderes electos siguen en este plan, sin duda nos enfrentaremos a crisis financieras como las de Grecia y Portugal.

América está al borde de convertirse en un país en declive — estancado económicamente y permanentemente endeudado, fuertemente regulado y burocrático, con menos autogobierno y menos libre.

Pero este destino no tiene por qué ser el de nuestro futuro. Podemos poner el gasto bajo control, equilibrar el presupuesto y reducir nuestra deuda. Podemos limitar el tamaño del gobierno y liberar nuevamente el genio sin límite de los americanos para crear riqueza y empleos. Podemos cambiar la tendencia y alterar el curso de nuestra nación.

Para salvar el Sueño Americano es nuestro plan para arreglar la deuda, recortar el gasto y, sobre todo, restaurar la prosperidad. Equilibra el presupuesto de la nación en una década — y lo mantiene equilibrado. Reduce el tamaño de la deuda y recorta el gobierno a la mitad. Elimina la atención médica hecha obligatoria por el gobierno y financia completamente nuestras necesidades de defensa nacional. Para poner nuestras finanzas en orden, debemos ocuparnos de arreglar el Seguro Social, Medicare y Medicaid, los tres grandes, conocidos como programas de derechos a beneficios, que juntos suponen el 43% del gasto federal actual. Demasiados de nuestros adultos mayores carecen de suficiente ayuda para evitar la pobreza. Por tanto, Para salvar el Sueño Americano no acaba con estos programas; en su lugar, se concentra en aquellos que los necesitan.

Nuestro plan también anima a los ciudadanos a ser más responsables en lo fiscal. Rediseña nuestro sistema tributario por entero para convertirlo en un impuesto al consumo que será de tipo único. Esta es una estructura que promoverá mayores ahorros, beneficiando por tanto a los americanos, nuestro sistema político y la economía. Mayores ahorros quiere decir más sólida formación de capital y una economía más robusta lo que a su vez se traduce en verdaderos trabajos para los americanos.

Este plan reduce sustancialmente el tamaño y alcance del gobierno federal, fundamentalmente incrementa el papel de los estados para que elijan sus propios modelos y llevan la capacidad de decisión más cerca del pueblo que de administradores no elegidos en las urnas. Estos son pasos cruciales para poner a nuestra nación en el camino de la responsabilidad fiscal, política y constitucional. Es parte de nuestra más amplia iniciativa por poner a nuestro país de nuevo en el camino correcto, recuperar sus verdades, conservar sus principios liberadores y construir una América donde libertad, oportunidad, prosperidad y sociedad civil florezcan.

Al final, nuestro plan, aunque de naturaleza económica, tiene un propósito moral ulterior. Si los derechos a beneficios no se reforman, la siguiente generación, y las futuras, tendrán que pagar unas tasas impositivas confiscatorias que terminarán con nuestra libertad tal como la hemos conocido. Nuestra propuesta se dirige a preservar la promesa de América que nos legaron las generaciones pasadas.

Edmund Burke nos recuerda que pensemos de nuestro paso por la tierra no como un suceso individual y temporal, sino como una asociación “entre aquellos que están vivos, aquellos que están muertos y aquellos que han de nacer”. Lo que intentamos hacer con Para salvar el Sueño Americano es mantener la fe en esta asociación.

Ya hemos estado en esto antes, y todas las veces el pueblo americano ha estado a la altura de las circunstancias y no ha desperdiciado la oportunidad. En 1776 nos dijeron que ningún colono advenedizo podría derrotar a la nación más fuerte del mundo y decidimos cambiar el curso de la historia. En 1860 se nos dijo que la Unión no se mantendría y que América estaba finiquitada y sin embargo alumbramos el nuevo nacimiento de la libertad. En 1980 nos dijeron que el Siglo Americano se estaba acabando y lanzamos una gran expansión económica, reconstruimos nuestros ejércitos y revivimos nuestro espíritu nacional.

Los tiempos difíciles exigen elecciones duras. El futuro de nuestra nación está en juego.

Todo lo que se pide de nosotros, como dijo alguna vez mi héroe Ronald Reagan, es “nuestro mejor esfuerzo y nuestra voluntad de creer en nosotros mismos y creer en nuestra capacidad de hacer cosas grandes; creer que juntos, con la ayuda de Dios, podemos resolver y que resolveremos los problemas a los que nos enfrentamos”.

Todos juntos, aprovechemos el momento, cambiemos el curso de nuestro país y salvemos el Sueño Americano.

Edwin J. Feulner

Presidente de la Fundación Heritage

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