31 mayo, 2011

El costo del antiimperialismo

El costo del antiimperialismo

Por Orlando Ochoa Terán

Diario de América

Durante una década la política exterior bolivariana se centró en una estridente y hostil confrontación con EE UU en todos los foros internacionales. No obstante, la reacción del gobierno bolivariano a las sanciones ha sido de sorpresa e indignación. ¿Qué esperaban de un autodeclarado enemigo?

Probablemente la más interesante iniciativa de la política exterior del gobierno bolivariano fue la de incorporar en su concepción lo que modernamente se conoce como “diplomacia pública”. La frase fue acuñada en 1965 por el diplomático Edmund Gullion, quien la diferenció de la desprestigiada noción de “propaganda” del régimen nazi de Hitler. El fundamento de “diplomacia pública” presupone la divulgación de información fáctica mientras que la “propaganda” implica un uso manipulativo de la verdad o de la mentira. En su esencia, la diplomacia pública está destinada a influir en la opinión pública de otros países, no en los gobiernos.

En este propósito el gobierno no se paró en mientes. Invirtió ingentes recursos en los cinco continentes, incluyendo al imperialismo yanqui en donde la “diplomacia pública” bolivariana adquirió una pintoresca forma. Mientras el presidente Chávez insultaba al presidente de EE UU invertía millones de dólares en reputados agentes de influencia para que morigeraran las reacciones negativas en la clase política y la opinión pública.

La estrategia que se suponía debía seguir el gobierno bolivariano fue sintetizada por una de las más prominentes firmas de cabildeo de Washington, Patton Boggs. En un documento que circuló en la capital de EE UU en 2004 la firma recomendaba como una “imperiosa necesidad del Gobierno de Venezuela desvirtuar dos alegatos: 1) Venezuela no ha logrado cooperar con los esfuerzos de EE UU para interceptar el flujo de drogas y de narcoterroristas; 2) Venezuela ha apoyado o asistido a grupos designados como terroristas”.

Las buenas intenciones de la diplomacia pública se desplomaron. Haciendo caso omiso a estas dos simples recomendaciones se continuó despilfarrando centenares de millones de dólares en lobby y subvencionando la gasolina a 4 de los estados más ricos de EE UU. No contento con esto, se contrató un ejército de liberales e izquierdosos gringos de diferente pelambre para que divulgaran el evangelio de una revolución que amenazaba en todos los foros internacionales pulverizar el capitalismo.

El asedio

Ni los cabilderos, ni los mercenarios gringos pudieron evitar las sanciones anunciadas esta semana. De modo que las recomendaciones de Patton Boggs de desvirtuar los dos simples puntos, no sólo sigue vigente, sino que la opinión negativa han crecido como un monstro que amenaza con un total desprestigio a la revolución. Así lo demuestran la interminable sucesión de incidentes desde la muerte de Raúl Reyes, que continúa esta semana con las sanciones a Pdvsa y Cavim, anunciadas por el Departamento de Estado.

Las sanciones en realidad no tienen gran impacto práctico, son sólo el inicio de un proceso que no debería sorprender a un gobierno que se ha auto-declarado enemigo de EE UU y del capitalismo desde hace ya una década. Sobre las sanciones a Pdvsa, ya se habían adelantado especulaciones en virtud de los despachos de derivados de petróleo hacia Irán. Lo que llama la atención es la sanción impuesta a Cavim que inexplicablemente no fue motivada por el Departamento de Estado.

Por razones que tienen que ver con esta gaseosa obsesión antiimperialista, sobre la cual gira la política exterior bolivariana, algunas circunstancias adversas que se han añadido y probablemente una política agazapada de EE UU para aprovechar sus debilidades, el gobierno bolivariano se encuentra actualmente en una precaria situación internacional.

Con el nuevo gobierno de la derecha que sobrevendrá en España, sólo le quedará en Europa la alianza con la aislada Bielorrusia. Si los precios petroleros no terminan de coger vuelo, las alianzas con Rusia y China, caracterizada por petrodólares que fluyen en una sola dirección se debilitarán en la misma medida. Los “hermanos” Gadafi de Libia, Bashar al-Assad de Siria y Ahmadenijah de Irán tienen tantos problemas entre manos que es muy probable que no quieran saber de la Venezuela socialista por un tiempo, si es que sobreviven a los conflictos que padecen. En el Hemisferio Occidental sólo quedan como aliados duros, Correa de Ecuador, Ortega de Nicaragua y Morales de Bolivia, más acostumbrados a recibir que a dar u ofrecer ayuda.

Paradójicamente el aliado más leal parece ser Juan Manuel Santos. Pero si los antecedentes son un buen referente pudiera ser tan confiable como el clima o el tiempo de Bogotá. Si no, que le pregunten a Álvaro Uribe.

EE UU: tres puntos ciegos

EE UU: tres puntos ciegos

Por Moisés Naím

El País, Madrid

Todos tenemos temas sobre los cuales preferimos no hablar. Porque nos avergüenzan, porque son dolorosos, o porque son problemas para los cuales no vemos solución. O, simplemente, porque no los entendemos. Los países también sufren de esto. En todas partes hay temas que aparecen poco en la conversación nacional; esa que transcurre en las casas y en los Parlamentos, entre amigos y en los medios de comunicación o en los centros de poder. No es que estos problemas sean desconocidos o que ocasionalmente no aparezcan con fuerza en los debates nacionales. Aparecen, pero su discusión suele ser superficial, transitoria y sin mayores consecuencias prácticas. Son, en efecto, puntos ciegos: problemas cuya importancia es tan obvia como poco lo que se hace para enfrentarlos.

pesar de su vibrante democracia y su vigorosa protección de la libertad de expresión, la conversación nacional en Estados Unidos también tiene muchos e importantes puntos ciegos. Hay tres en particular que me parecen dignos de destacar: se refieren a los militares, las finanzas y los hispanos.

- El fraudulento gasto militar de EE UU. Es sabido que Estados Unidos es el país con el mayor gasto militar. Gasta el 43% del total mundial y más que el conjunto de los diez países que le siguen en cuanto a gasto militar. El Pentágono consume cerca de un tercio del presupuesto nacional norteamericano y en los últimos diez años el gasto militar estadounidense ha venido aumentando al 9% cada año. En Washington ha comenzado recientemente un debate sobre la necesidad de reducir el gasto militar. Pero los montos máximos de los que se habla son, en realidad, mínimos. Y de lo que se habla poco -y este es un importante punto ciego- es del enorme desperdicio que hay en el gasto militar. Algunas estimaciones lo colocan en un 30% del total. O más. Pero la realidad es que no se sabe: "Los estados financieros del Departamento de Defensa son inauditables", concluyó la Oficina de Contabilidad del Gobierno hace poco. Esto significa que Estados Unidos gasta cada año alrededor de un billón de dólares sin saber cómo. Y, según los auditores, "la falta de controles hace difícil detectar los fraudes, desperdicios y abusos". Esto no forma parte de la conversación nacional.

- El debilitante gigantismo de Wall Street. Conozco una recién graduada universitaria, sin experiencia, que fue contratada por un banco en Wall Street. Su sueldo anual es de 80.000 dólares. Otro joven, recién graduado de ingeniero, fue contratado por una empresa manufacturera estadounidense por 40.000 al año. Los conozco a ambos y sé que no hay entre ellos mayores diferencias en talento, motivación o preparación académica. Sin embargo, la banquera gana el doble. El sector financiero se lo puede permitir: en los últimos diez años captó el 41% de todas las ganancias del sector privado estadounidense. Según Simon Johnson, un economista del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), seis conglomerados financieros controlan activos equivalentes al 60% del Producto Nacional Bruto de Estados Unidos. A mediados de los noventa esta proporción era el 20% del PNB. Robert Creamer ha calculado que en 2007 los 50 más importantes gestores de Wall Street ganaron 588 millones de dólares cada uno. No hay duda de que el sector financiero ha alcanzado un peso económico y, por tanto, una influencia política enorme. Capta capital, talento y decisiones políticas favorables como quizás ningún otro sector. El crash de 2008 aumentó aun más la concentración de poder dentro del sector financiero y a pesar de que está ahora más regulado sigue teniendo enorme autonomía e influencia política. Este es otro tema que se discute de manera superficial y poco útil. Reinan el inocuo populismo de los políticos y la astuta manipulación de la conversación por parte de quienes no quieren que haya muchos cambios.

- La sorpresa hispana. Acaban de salir algunos resultados del más reciente censo poblacional de los Estados Unidos. Los hispanos, que eran 22 millones en 1990, son ahora 52 millones. En 2016 llegarán a 60 millones, el 18% del total de la población de EE UU. Los anglos han pasado de ser casi el 70% de los estadounidenses en el 2000 a ser ahora el 63%. La población hispana crece a una tasa cuatro veces mayor de lo que crece la población en su conjunto. Su poder adquisitivo también aumenta aceleradamente y los hispanos residentes en EE UU constituyen hoy la clase media de más rápido crecimiento en el mundo. En Estados Unidos se sabe que los hispanos son muchos y que cada vez son más. Pero aún no se sabe bien qué hacer con esta realidad. El aumento del peso económico y político de los hispanos en los EE UU cambiará al país. Es otro tema mal discutido que deparará muchas sorpresas.

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