16 mayo, 2011

Zambrana y el socialismo

Tontería económica

Zambrana y el socialismo

Carlos Rodríguez Braun

Según él, el principio que debe orientar al Estado es la eficiencia. ¡La eficiencia, oiga! Cree que si la coacción es eficiente, no debe tener límites precisos. Y a esto llama don Justo "equilibrio" entre libertad y coacción.

El economista y político socialista Justo Zambrana cree que durante los últimos 30 años hemos estado dominados por Hayek, nada menos. Claro, quien cree eso puede creer cualquier cosa, por ejemplo, que la crisis económica ha "negado la viabilidad del laissez-faire". Vamos, que los impuestos, las regulaciones, las multas y las prohibiciones que han padecido los ciudadanos durante las últimas décadas se corresponden a los de una sociedad de mujeres y hombres libres. Miedo da pensar qué sería para don Justo una bonita comunidad sin esos desorbitados niveles cuasi anarquizantes de laissez-faire.

Diagnosticada de forma tan disparatada la realidad, el señor Zambrana pasa a definir cómo debería ser el socialismo. Y nos da cinco pautas: equilibrio entre mercado y Estado, igualitarismo, internacionalismo, ecologismo y alianza con las nuevas tecnologías. Houston, tenemos un problema, o más bien varios.

Primero, este sistema político en el que vivimos es precisamente el que quiere don Justo, y el famoso "equilibrio entre mercado y Estado" ha dado lugar a unos Estados que usurpan directamente en torno a un 40 ó un 50 % del PIB todos los años, y condicionan y regulan severamente el resto. ¿Cuánto más debe aumentar la coacción para que lleguemos a un punto satisfactorio para los socialistas? Lo inquietante del asunto es que este no es un problema para don Justo: según él, el principio que debe orientar al Estado es la eficiencia. ¡La eficiencia, oiga! Cree que si la coacción es eficiente, no debe tener límites precisos. Y a esto llama don Justo "equilibrio" entre libertad y coacción.

Segundo: "las sociedades solo son moralmente aceptables si son igualitarias". Puede volver a leer esto usted todas las veces que quiera, pero no saldrá de su estupor: para este caballero la libertad no importa a la hora de aceptar moralmente una sociedad, sino la igualdad.

Tercero: "La economía actual es global y el capitalismo financiero actúa globalmente. Cualquier intervención política sobre la economía también debe ser global". El pensamiento único repite esto con tanta insistencia como falta de fundamento. En efecto, si las personas libres pueden efectuar transacciones libremente entre países, ¿por qué eso va a significar que es imprescindible un ministerio Regulador Internacional?

Cuarto: la ecología o el delirio verde. "Esta es una civilización cortoplacista que puede topar pronto con los límites del planeta. El mercado capitalista no prevé, ni puede prever, los costes externos que su funcionamiento produce... hay muchos bienes que no pueden ser entregados a la lógica de los mercados". O sea, don Justo de verdad pretende que creamos que la alternativa al mercado, es decir, los políticos y los burócratas, ellos sí prevén costes externos, ellos sí conocen los límites del planeta, ello sí hacen las cosas con una lógica mejor que la lógica de la libertad, ellos sí que atienden al largo plazo, y nunca a cosas ordinarias cortoplacistas como, por ejemplo, las próximas elecciones.

Quinto: alianza con las nuevas tecnologías. La tecnología ha sido siempre una fuerza a favor de la libertad. De ahí la pasión de los antiliberales por controlar, vigilar, prohibir y bloquear las tecnologías modernas. Pero don Justo dice que quiere aliarse con ellas. No sé qué tal les caerá su propuesta a los socialistas que quieren restringir la libertad con toda suerte de bonitas excusas como "neutralidad en la red", "defender la cultura", y demás apotegmas que nunca apuntan a salvaguardar la libertad individual. ¿No será precisamente esto lo que el señor Zambrana entiende por "alianza" con la tecnología?

HAYEK vs KEYNES: La pelea del siglo [hip-hop, sub esp]



Obama en la cresta de la ola

Obama en la cresta de la ola

Publicado por guido

Fuente: Google

Según una reciente encuesta el presidente Obama habría alcanzado una aprobación en su gestión del 60% de los norteamericanos. No sólo eso: el 50% de los encuestados estaría dispuesto a votar por él en las elecciones de fines del año próximo. Por último, el 52% de las personas a las cuales se les preguntó aprueban el manejo del presidente en lo respecta a la economía del país. ¿Quiere decir esto que la mitad de la gente que vive en los EUU está a favor del incremento del gasto público y el endeudamiento del gobierno a niveles claramente insostenibles? Es probable. Hay gente que juega a la ruleta rusa o realiza apuestas más peligrosas que ponen en riesgo su vida, no?

El peso del gobierno, medido en términos del PIB, ya alcanza el 40% en los EEUU, cuando hace una década era del 30%. La deuda pública ya se ubica en aproximadamente un 85% del PIB cuando no hace mucho era del 60%. ¿Qué significan estos niveles? Que alguien tendrá que pagar la cuenta. Es probable que muchos de los que en este tipo de encuestas manifiestan su conformidad con la gestión del presidente Obama (también sucedía con Bush cuando también no paraba de aumentar el gasto y la deuda pública) no sepan las consecuencias que tendrá en sus vidas el exceso de estatismo. Es probable que crean que el creciente intervencionismo estatal vía un mayor gasto público y/o regulaciones al sector privado tenga efectos positivos. O quizás el hecho de la muerte de Osama Bin Laden genere este sentimiento de euforia colectiva que hace opacar los problemas económicos de la vida diaria: el desempleo, la caída de ingresos, las empresas que quiebran, etc.

Lo que sí es seguro es que la “fiesta” del crecimiento del tamaño del Estado norteamericano tendrá que pagarse, más tarde o más temprano. Y cuando la situación fiscal en los EEUU provoque los mismos problemas que hoy están sufriendo los griegos, irlandeses o portugueses quizás el reelegido Obama ya esté disfrutando de una primaveral jubilación. ¿Quién se hará responsable de la irresponsabilidad fiscal de estos años? Sabemos que Santa Claus y los Reyes magos no existen, por lo tanto, alguien pagará los “platos rotos”. ¿Quieren apostar quién paga la cuenta?

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