02 junio, 2011

Contradiccón inherente en México

Análisis & Opinión

Contradiccón inherente en México: la Suprema y la negativa a Telmex

Luis Rubio

Presidente del Centro de Investigación para el Desarrollo (Cidac), una institución independiente dedicada a la investigación en temas de economía y política, en México. Fue miembro del Consejo de The Mexico Equity and Income Fund y del The Central European Value Fund, Inc., de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal y de la Comisión Trilateral. Escribe una columna semanal en Reforma y es frecuente editorialista en The Washington Post, The Wall Street Journal y The Los Angeles Times. En 1993, recibió el Premio Dag Hammarksjold, y en 1998 el Premio Nacional de Periodismo.

En la mitología griega, Pandora, la primera mujer de la Tierra, le fue presentada a Epimeteo como venganza porque su hermano Prometeo se había robado el fuego. Pandora encontró en su nueva casa una ánfora en la que se alojaban todos los males y las desgracias humanas. Llena de curiosidad, Pandora abrió la ánfora dejando salir todas las maldades. Lo único que quedó fue la esperanza. En días recientes, con su resolución en materia de la interconexión y Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), la Suprema Corte de Justicia Nacional (SCJN de México) dejó salir muchos males, condenándonos a confiar, porque no hay más, en que la Corte sabía lo que hacía y en que no se habrá creado un fatídico precedente.

La SCT respondió a Telmex que no le autoriza la modificación a su título de concesión con el cual la empresa podría comercializar el servicio de televisión de paga, al determinar que no ha cumplido con las condicionantes que se le fijaron en el Acuerdo de Convergencia en el 2006. Con anterioridad, el pasado 11 de mayo, Telmex había informado que había obtenido una sentencia favorable en la que un tribunal colegiado obligaba al Secretario de la SCT a responder la solicitud de la empresa respecto de la modificación a su título de concesión para ofrecer el servicio de televisión.

Aunque, como ha sido su costumbre reciente, la Corte no entró en el fondo del asunto, en su resolución sobre las tarifas de interconexión emitidas por la Cofetel abrió una verdadera caja de Pandora no sobre el tema inmediatamente relevante, sino respecto a lo que es el interés público. Voy por partes.

El voto reciente de la SCJN niega la posibilidad de obtener la suspensión en un amparo tratándose de resoluciones sobre tarifas de interconexión emitidas por la Cofetel. La Corte decidió que no procede la suspensión en amparos relacionados con resoluciones del ente regulador, lo cual tiene enormes implicaciones para las empresas directamente involucradas, pero sobre todo para el consumidor. El razonamiento que llevó a los ministros a concluir de esta manera es el siguiente: primero, las tarifas de interconexión son "de interés público"; y, segundo, las empresas involucradas son concesionarias, es decir, usufructan un bien público.

Los asuntos directamente relacionados con la idoneidad de las tarifas de interconexión se resolverán por sus propios caminos. Sin embargo, esta manía de los miembros de la SCJN de no entrar al fondo de los asuntos quizá les facilite la vida y evite resoluciones muy controvertidas. Sin embargo, el costo para la sociedad y para el desarrollo de la economía puede acabar siendo prohibitivo por el precedente que sientan.

A primera vista, tal como se ha interpretado en la prensa, la resolución tuvo el efecto benigno de cancelarle a Telmex la oportunidad de impedir el funcionamiento de la Cofetel como entidad reguladora a través de una estrategia fundamentada en la interposición sistemática e infinita de amparos. Protegiendo su interés, Telmex lleva años haciendo precisamente eso, lo que ha evitado que el órgano regulador imponga sus regulaciones (algunas buenas, otras malas) sobre los actores en el mercado de las telecomunicaciones. En el tema específico, si la Cofetel efectivamente reduce el costo de interconexión, el mercado adquiriría un enorme dinamismo. Hasta aquí todo bien.

Sin embargo, una revisión más cuidadosa del contenido de la resolución revela un profundo descuido por parte de algunos de los ministros respecto a las implicaciones y trascendencia de su fallo. En primer lugar, como apuntó la ministra Margarita Luna Ramos (quien no estuvo de acuerdo con el contenido de la resolución y votó contra la mayoría), todas las leyes contienen una expresión de "interés público" que los legisladores incluyen como ingrediente rutinario. Desde esta perspectiva, negar las suspensiones en juicios de amparo en todos los temas y materias en que se arguye el interés público implicaría destruir la protección que a los particulares otorga el derecho de amparo ¡en todas las leyes! En otras palabras, al no entrar en el fondo del asunto, la Corte se limitó a una resolución que no sólo atañe al tema específico, sino que creó un precedente de dimensiones galácticas para cualquier otro tema que llegase a presentarse.

El otro elemento esgrimido por la Corte es igualmente preocupante. Dada nuestra estructura constitucional y la forma en que concibe a la propiedad privada, un sinnúmero de actividades económicas se administran no como propiedad de particulares, sino como concesiones del gobierno a los particulares. Hay concesiones en puertos, aeropuertos, carreteras, telecomunicaciones, radio, televisión y minas. Con su resolución, la Corte estableció el precedente de que se puede llegar a negar la suspensión ante actos de autoridad para cualquier empresa privada concesionaria. Este principio cambia toda la concepción de la relación entre los particulares y el Estado. Nada menos.

El propósito del Estado de derecho es el de proteger al ciudadano en lo individual de la acción arbitraria del Estado. Según Hayek, en su esencia, el Estado de derecho implica "que el gobierno en todas sus acciones se encuentra sujeto a reglas fijas y anunciadas de antemano -reglas que hacen posible prever con suficiente certeza la forma cómo la autoridad usará sus poderes coercibles en determinadas circunstancias". Esta resolución de la Corte le confiere al Estado herramientas para poder cancelar cualquier concesión. Eso es precisamente lo que ha hecho Hugo Chávez en Venezuela en los últimos años.

Un gobierno con inclinación como la del venezolano podría, gracias a esta jurisprudencia, llevar a la quiebra a cualquier empresa concesionaria para luego nacionalizarla. El mecanismo no sería muy difícil de imaginar: primero establece una tarifa exageradamente elevada, lo que correspondería a un costo incremental para la empresa respectiva, o una tarifa ridículamente baja, que corresponda a un ingreso tan bajo que acaba matando a la empresa. Por supuesto, el concesionario afectado podría ampararse y, con el tiempo, ganar el juicio de amparo y demostrar que la resolución administrativa fue injusta o que no se apegó a los términos de la concesión. Pero, como hemos podido ver en el caso de Venezuela, el triunfo en muchos de estos casos sería pírrico porque estos asuntos llevan años y, para cuando llegan a la Corte, la mayoría de las empresas ya habría quebrado. Cuando un gobierno se empeña (recordemos a los setenta en nuestro país), el potencial destructor es interminable.

Lo evidente es lo flagrante de la contradicción inherente entre el tema inmediato (conceder o no la suspensión) y el asunto de fondo (¿qué es el interés público?). En la medida en que la Corte se limitó a deliberar sobre el asunto inmediato, abrió una enorme caja de Pandora sobre asuntos de mucha mayor trascendencia. En una palabra, le otorgó al gobierno un poder expropiatorio por la puerta de atrás.

Los asuntos directamente relacionados con la idoneidad de las tarifas de interconexión se resolverán por sus propios caminos. Sin embargo, esta manía de los miembros de la SCJN de no entrar al fondo de los asuntos quizá les facilite la vida y evite resoluciones muy controvertidas. Sin embargo, el costo para la sociedad y para el desarrollo de la economía puede acabar siendo prohibitivo por el precedente que sientan. Más importante, no entrar al fondo de los asuntos implica que la Corte abdica su función como corte constitucional, dejando que el conflicto, o la ley del más fuerte, resuelva por sí solo.

John Locke, un filósofo inglés del siglo XVII, afirmó que "donde quiera que acaba la ley, allí comienza la tiranía". La Corte nos acaba de poner un poco más cerca de esa posibilidad.

De hospederos a carceleros

Análisis & Opinión

De hospederos a carceleros

Yoani Sánchez

Yoani Sánchez es Licenciada en Filología. Reside en La Habana, Cuba, es una de las blogueras más destacadas en el mundo de habla hispana. Entre otras distinciones, por su trabajo en el blog Generación Y, ha recibido los premios Ortega y Gasset (2008), 25 Mejores Blogs Time-CNN (2009), María Moors Cabot (2009) y Príncipe Claus (2010), éste último, por haber sido seleccionada entre los 60 heroes de la libertad de expresión por el Instituto Internacional de Prensa (IPI), con sede en Viena, Austria.

Tenía ocho meses de embarazo cuando conocí a dos vascos radicados en Cuba, Rosa y Carlos, o al menos así decían llamarse por aquel entonces. Nos invitaron a su casona de Miramar para una fiesta con música trovadoresca y chorizos. Brindaban de unas fuentes con jamón serrano y frutos secos que solo conocíamos por las películas. Pero ni los aromas ni los sabores lograban disiparnos la dudas que nos surgían al observarlos ¿Cómo habían logrado aquellas personas vivir en tal lugar, con un auto de matrícula privada y una despensa tan bien provista? ¿Qué habían hecho para acceder a privilegios impensables para nacionales?

Mi hijo nació un mes después, el jamón serrano no volvió a aparecer por largos años en mi vida y luego de una década me topé con Carlos en la calle. Lo llamé por su nombre y no respondió. Se metió a toda velocidad en un auto y se perdió en el bullicio de la avenida Reina.

De Rosa, supe que se había mudado y se presentaba como Daniela. Su nueva fachada era de distribuidora de paquetes turísticos. Pero como en esta Habana las historias vuelan, los chismes corren y los secretos circulan, me enteré que eran etarras buscados por la justicia española y su mansión fungía como “la casa de visita” que les habían asignado. Ninguno de los dos podía regresar -con su identidad real- a la Península.

Sin embargo, el refugio mimado se les terminó. Hoy, sus hospederos se les han convertido en carceleros. El mismo gobierno que un día los acogió y les proveyó de recursos, se niega, desde hace meses, a falsificarles nuevos pasaportes para viajar a Francia u otro lugar. No sé bajo cuál nuevo nombre están ahora Rosa y Carlos, dónde viven, cuántos de sus anteriores privilegios habrán perdido ya.

El mismo gobierno que un día los acogió y les proveyó de recursos, se niega, desde hace meses, a falsificarles nuevos pasaportes para viajar a Francia u otro lugar. No sé bajo cuál nuevo nombre están ahora Rosa y Carlos, dónde viven, cuántos de sus anteriores privilegios habrán perdido ya.

Imagino, eso sí, que han terminado recluidos en esta isla, desconfiando de cuantos les rodean, blasfemando de aquellos compañeros de ruta que les dieron cobijo, de esos “generosos” protectores de antaño que terminaron por encerrarlos aquí.

*Esta columna fue publicada originalmente en El Universo.com.

Fujimori amplía su leve ventaja frente Humala

Fujimori amplía su leve ventaja frente Humala en Perú, según sondeo de Ipsos Apoyo

Perú

La conservadora Keiko Fujimori aumentó levemente su ventaja frente al nacionalista Ollanta Humala en un nuevo sondeo de la firma Ipsos Apoyo difundido el jueves, lo que provocaba una fuerte alza de los mercados a pocos días de la elección presidencial de Perú.

El margen de error del estudio es de 1,8 puntos porcentuales y fue recolectado entre el 28 de mayo y 1 de junio a nivel nacional y urbano a unas 3.000 personas.

Lima. La conservadora Keiko Fujimori aumentó levemente su ventaja frente al nacionalista Ollanta Humala en un nuevo sondeo de la firma Ipsos Apoyo difundido el jueves, lo que provocaba una fuerte alza de los mercados a pocos días de la elección presidencial de Perú.

En un simulacro de votación realizado por Ipsos Apoyo, Fujimori logró un 51,1% de los votos válidos y Humala un 48,9%, lo que significa un "empate técnico" entre ambos contendores, según el sondeo obtenido por Reuters.
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El margen de error del estudio es de 1,8 puntos porcentuales y fue recolectado entre el 28 de mayo y 1 de junio a nivel nacional y urbano a unas 3.000 personas.

En un simulacro previo de Ipsos Apoyo publicado el domingo pasado, Fujimori tenía un 50,5% y Humala un 49,5%, lo que muestra un avance de la candidata frente al militar retirado.

En el nuevo sondeo de Ipsos Apoyo se registra además una reducción de los peruanos que votarían en blanco o viciado, a un 10,3% desde un 13,9% anterior, muy cerca a su nivel histórico, lo que significaría que no habría muchos sufragios por conquistar.

"Nosotros no tenemos tendencias, para nosotros continúa el empate técnico", dijo el director de Ipsos Apoyo, Alfredo Torres, en una conferencia con la prensa extranjera.

Mercados se recuperan. El nuevo sondeo impulsaba a la Bolsa de Valores de Lima. A las 10.25 hora local (1525 GMT) el índice general de la bolsa subía un 6 por ciento debido a que los inversionistas prefieren a Fujimori, una amiga del libre mercado.

El miércoles, la bolsa peruana se hundió un 5,95% luego de que otra encuesta mostró un avance de Humala, temido por el mercado pese a haber moderado su discurso radical de izquierda, aunque se mantiene un poco abajo de Fujimori.

En tanto, la moneda peruana, el sol, subía un 0,61% a 2,766/2,767 unidades por dólar.

Fidel, si tú fueras venezolano

Fidel, si tú fueras venezolano

Por Martín Santiváñez Vivanco

El Universal

Siguiendo el curso natural de las dictaduras que languidecen, el régimen autocrático de Hugo Chávez acaba de perder el respaldo absoluto en el Parlamento a sus políticas radicales, exóticas y populistas. Los venezolanos, tras un largo éxodo por el desierto de la polarización, empiezan a cruzar el Jordán de la democracia. La oposición, poco a poco, deja de ser ese Campo de Agramante en el que todo se pervierte, y propone, con criterio, tácticas realistas capaces de jaquear algunos castillos ideológicos del vasto imperio chavista. Falta un largo camino por recorrer, pero hoy, con este resultado, vislumbramos una luz al final del túnel.

Sin embargo, cantar victoria es apresurado. La destrucción institucional, el aquelarre partitocrático, la postración de la tecnocracia y la economía subyugada a los más burdos móviles políticos han hecho de Venezuela un caldo de cultivo propicio para el desarrollo de una izquierda retrógrada y radical maridada con el viejo populismo latinoamericano, ese cáncer que no conoce de ideologías y que se debe por entero al caudillo de turno. Esta izquierda chavista, que es en esencia un cesarismo burocrático, aun si pierde el poder formal, se mantendrá como una fuerza firme en el escenario político de Latinoamérica.

Porque Chávez, con la construcción del PSUV, perenniza su liderazgo y crea la espada de Damocles que obliga a sus opositores a forjar una gran concertación. Y, sin embargo, han tenido que pasar varios años y frustrarse numerosos intentos para que la vieja guardia política venezolana confluya en un solo movimiento. He aquí una muestra palpable de la pequeñez de nuestros políticos tradicionales. El escepticismo que despiertan sus jugadas interesadas provoca que los demócratas depositemos nuestra esperanza no en sus fútiles maniobras de salón y sí en esa nueva generación de venezolanos que abjura en masa del chavismo, luchando día a día por un futuro diferente para su patria. Si la Mesa de Unidad Democrática sobrevive a sus pasiones coyunturales, Venezuela, tarde o temprano, recuperará la libertad. Y si sobrevive será, en gran medida, gracias al apoyo de las nuevas generaciones.

Cada proceso electoral que involucra a los venezolanos implica una movilización formidable de dos cosmovisiones antagónicas de la política. Latinoamérica observa expectante el resultado, consciente de todo lo que se juega en la tierra de Bolívar. Fidel Castro, un hombre sumamente realista, escribió antes de las elecciones una columna engolada y mediocre en la que aborta un arrebato poético, desnudando su temor a que las lluvias disminuyan la participación ciudadana en el proceso electoral. En ella, el dinosaurio de la izquierda latinoamericana sostiene, con vehemencia juvenil, que si fuera venezolano se enfrentaría “a las lluvias y no permitiría que el imperio sacara de ellas provecho alguno… no dejaría de ir a votar como un deber sagrado: a la hora que sea, antes que llueva, cuando llueva, o después que llueva, mientras haya un colegio abierto… si yo fuera venezolano, aun bajo rayos y centellas lucharía hasta lo imposible para convertir el 26 de setiembre en una gran victoria”.

Interesante. En pleno otoño, el patriarca recomienda a sus cachorros enfrentarse a los malditos elementos que conspiran con el Imperio. No menciona, por supuesto, que en Cuba la libertad electoral es un espejismo, las elecciones una burda mentira y la libre opinión una ventisca deleznable, la tímida garúa que se pierde en el erial del castrismo. Si Fidel fuera venezolano, estas elecciones estarían amañadas, la oposición presa y los venezolanos navegarían en balsas hacia los cuatro puntos cardinales. Si Fidel fuera venezolano, Hugo Chávez, por la razón o por la fuerza, ganaría las elecciones con el 90% del respaldo popular. Menos mal que el reporte de los tiempos pronostica un huracán de libertad que, tarde o temprano, barrerá de la faz de la tierra los excesos funestos de tanta dictadura tropical.

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