AARP: ¿Cuánto quieren Uds. que suban los impuestos de sus nietos?
El más reciente video de la conocida organización AARP informa de su oposición a que se hagan reducciones de gasto en el Seguro Social o Medicare y promueve el erróneo argumento de que recortar el gasto y las lagunas fiscales del presupuesto federal abordarían de forma efectiva los insostenibles problemas fiscales de Estados Unidos. En el video sale un adulto mayor diciendo: “Con miles de millones en despilfarro y lagunas fiscales, ¿cómo pueden fijarse en nosotros?”
Sí, hay profundo despilfarro en el gobierno que el Congreso puede eliminar, pero eso no debería ser sustituto de una verdadera reforma de los derechos a beneficios. El gasto en Medicare, Medicaid y el Seguro Social –los tres principales programas de derechos a beneficios, representa hoy más de la mitad de todo el presupuesto federal y consumirá todos los ingresos fiscales para el año 2049.
Esto es lo que impulsa la deuda y el déficit, no el despilfarro del gobierno o las lagunas fiscales.
Con el gasto en derechos a beneficios proyectado a más del doble para mediados de siglo abrumando a las generaciones futuras con inmanejables niveles de deuda, el Congreso deberá abordar el difícil tema de la reforma de los derechos a beneficios ahora.
AARP sostiene que los adultos mayores de hoy han contribuido al sistema durante toda su vida y que deberían recibir lo que pagaron. Sin embargo, tanto el Seguro Social como Medicare están configurados de modo que los trabajadores actuales son los que pagan los beneficios de los jubilados en vez de pagar para cubrir sus propios beneficios futuros. Por tanto, los adultos mayores en realidad no reciben lo que han pagado al sistema. En algunos casos, reciben más, el valor de los beneficios que las actuales personas mayores están recibiendo en Medicare está muy por encima de lo que han pagado en contribuciones.
Los beneficios que estos mayores reciben hoy en día no estarán disponibles más adelante, si el Seguro Social y Medicare siguen como hasta ahora. A menos que arreglemos el Seguro Social, todos los que están recibiendo beneficios hoy se enfrentarán a una reducción automática de los beneficios del orden del 25% para 2036. Incluso ahora, algunas personas mayores se ven lanzadas a la pobreza debido a un inadecuado beneficio del Seguro Social.
Por estas razones, los grupos como AARP deberían respaldar que se mejoren los programas de derechos a beneficios mediante reformas estructurales. El Plan de Heritage, Para salvar el Sueño Americano, por ejemplo, podría mejorar los beneficios garantizando que ningún adulto mayor en estos programas tenga que vivir en la pobreza o sin acceso a la atención médica. El Plan de Heritage logra esto con el Seguro Social mediante el aumento de la edad de jubilación para reflejar los cambios en la esperanza de vida que ya han ocurrido, ofrece un beneficio nuevo, previsible, uniforme y se asegura que los beneficios vayan a los americanos que realmente los necesitan. Nuestro Plan reforma Medicare haciendo una transición a un sistema en el cual los adultos mayores reciben una contribución definida, disfrutan de cobertura catastrófica de atención médica y pueden elegir el plan de salud que más les atraiga.
Finalmente, el video destaca a los actuales 50 millones de personas mayores que reciben beneficios, lo que solamente sirve para hacer hincapié en la gravedad del problema: Los contribuyentes no dan más de sí financiando programas de derechos a beneficios ineficientes y costosos para un número cada vez mayor de beneficiarios. En comparación con hace 50 años, cuando cinco trabajadores cubrían los beneficios de cada jubilado, en la actualidad solamente hay tres trabajadores por cada jubilado, en 20 años serán solamente dos. Dicho con una sola palabra: insostenible.
Hay dos maneras de resolver este problema. Una de las formas –la de Obama— es congelar estos beneficios insostenibles y abrirnos paso a punta de impuestos. Eso significaría subidas de impuestos para todos los americanos: de 10% a 25% para el tramo inferior, del 25% al 63% para el tramo medio y de 35% a 88% para el tramo superior para 2082.
¿De verdad es ese el legado que los miembros de AARP quieren heredarles a sus nietos?
La mejor solución es transformar estos programas de una manera que podría dar a los miembros de AARP la confianza de que van a tener seguridad económica en la jubilación, que el Seguro Social y Medicare seguirán funcionando durante décadas y que sus nietos tendrán el mismo tipo de futuro promisorio y pleno de oportunidades que ellos tuvieron. Sin duda, esa es la clase de legado que los miembros de AARP querrán dejarles.
Por ello, Salvar el Sueño Americano debe ser el trabajo de este Congreso y de este presidente.
La lucha en la que estamos
La lucha en la que estamos
Queridos amigos conservadores:
Nos encontramos en medio de una importante batalla cuyo resultado se determinará por decisiones a tomarse en estos días. Debemos ganar esta lucha. El debate sobre aumentar el límite de la deuda parece complicado pero en realidad es muy simple. Miren más allá del gran número de detalles de los incómodos compromisos y verán una lucha épica entre dos campos opuestos.
Por un lado están aquellos que han llegado a darse cuenta de que sería una locura dejar que la clase política nos endeude más sin imponer un serio control al gasto gubernamental. Sus miembros han producido presupuestos y ahora un plan legislativo real para poner las cosas bajo control.
En el otro, encontrarán Uds. a quienes consideran que más gasto, impuestos y endeudamiento es una prerrogativa como las de la realeza. Ellos sólo han sabido producir retórica, vanas promesas y han llevado este debate al borde del precipicio.
Es una justa lucha — o lo sería si aquellos que quieren llevar la cordura a la imagen fiscal de la nación no fuesen frenados por unos aliados en estado de confusión. Estos aliados dicen que siguen queriendo recortar el gasto, pero (temporalmente, esperamos) han puesto su amor por las maniobras políticas por encima de los principios que, para empezar, los llevaron a Washington.
También ayudaría que los medios de comunicación de la nación separasen los hechos claramente de la opinión.
Seamos claros. A esta hora, en el Congreso solamente hay un plan que busca el cambio transformacional que sitúa a Estados Unidos de camino a poner el gasto bajo control antes de aumentar el límite de la deuda. Ese plan es la ley “Recortar, Limitar y Balancear” (CCB) que la Cámara de Representantes aprobó el lunes por la noche. No es perfecto, pero, definitivamente, es un paso en la dirección correcta.
La ley reduce inmediatamente el gasto federal, lo limita en el futuro por ley y exige la aprobación de una enmienda a la Constitución, la enmienda del presupuesto balanceado (BBA), que sería enviada a los estados para su ratificación.
Si no ha oído acerca de la ley “Recortar, Limitar y Balancear”, Ud. no es el único. Los medios de comunicación de la nación han ignorado casi por completo este histórico voto o lo han descartado como un gesto intrascendental. Bob Schieffer, de la cadena de televisión CBS, habló una vez más en nombre de la clase dirigente cuando denominó la propuesta como “una total pérdida de tiempo . . . parte de ese teatro con desenlace ya predeterminado por el que tenemos que pasar”.
La clase mediática siguió el guión del presidente Obama quién profusamente dedicó su característico desdén al voto de la Cámara y no solo amenazó con vetarlo sino también anunció un supuesto hito en las negociaciones justo horas antes de que la Cámara votara. Al hacerlo, Obama se rehusó a tomar en consideración los argumentos de la ley “Recortar, Limitar y Balancear” y reveló su temor ante esta seria propuesta.
Desafortunadamente, no fueron solo los medios de comunicación o el presidente Obama quienes obraron contra la ley “Recortar, Limitar y Balancear”. Al dejarse convencer de alcanzar un compromiso el mismo día del voto de la Cámara, un grupo de senadores conocido como “la Banda de los Seis” les hizo el juego a aquellos que querían acabar con “Recortar, Limitar y Balancear”.
Lo mismo se puede decir del conocido como Plan McConnell–Reid, una compleja trampa en forma de compromiso que simplemente autorizaría a buscar más billones en préstamos con la falsa promesa de que —quizá— algún día el Congreso reducirá el gasto.
No hay más tiempo ya para el politiqueo de los que quieren más impuestos, gastos y préstamos. El Senado tiene la obligación de debatir la ley “Recortar, Limitar y Balancear” y el pueblo americano necesita que se le dé tiempo para considerarla. Coincidimos con el senador Ron Johnson (R–WI), que dijo esta semana a Joe Scarborough de MSNBC: “Sé que Washington no funciona. Veo que aquí está todo como de costumbre. Pero ahora vemos que todo está como de costumbre pero elevado a la enésima potencia y eso está arruinando a la nación”.
La solución del senador Johnson, la cual nos parece que es el único camino a seguir, fue la siguiente:
Si realmente vamos a evitar que Estados Unidos se vaya a la ruina, hay [que implementar] un proceso en dos tiempos. Lo primero que tenemos que hacer es implantar disciplina fiscal: Firmes límites al gasto. Y creo honestamente que al final necesitaremos una enmienda constitucional para limitar el tamaño del gobierno. Cualquier otra cosa –todas estas otras negociaciones, secretitos, comisiones— eso es lo de costumbre y es lo que está llevando a Estados Unidos a la ruina. Tenemos que salirnos de eso. Tenemos que implantar disciplina fiscal. Esto es lo [la ley] “Recortar, Limitar y Balancear” hace.
Los hombres y mujeres que en este momento piensan en un compromiso no son malos o poco patrióticos; simplemente han perdido la brújula. Los que todavía vemos películas antiguas, podemos comparar la presente situación con el clásico del cine “El puente sobre el río Kwai” de 1957.
En la película, un recto coronel británico, convertido en prisionero de guerra, se olvida temporalmente de los principios que ha jurado defender y —para mostrar a sus captores japoneses la profesionalidad de los soldados británicos— pone a trabajar a sus hombres en la construcción del mejor puente posible.
El coronel recupera la cordura, se da cuenta de que solamente esta ayudando al esfuerzo de guerra japonés y finalmente ayuda a destruir el puente.
Todavía no es demasiado tarde para nosotros. El gasto gubernamental está actualmente en el 24.3% del PIB y la deuda pública de Estados Unidos está en el 69.1% del PIB. Hay que parar este puente.
Si contamos con el apoyo de conservadores como Uds., podemos hacer justamente eso.
El Congreso no debería aumentar el límite de la deuda sin poner el gasto bajo control. La legislación del límite de la deuda debería poner a Estados Unidos camino de la reducción del gasto federal y el endeudamiento a la vez que se preserva la capacidad de proteger a América sin subir los impuestos.
Gracias a Uds. por todo lo que hacen en pro de nuestra causa.
El Plan de la Banda de los Seis minaría la defensa
El Plan de la Banda de los Seis minaría la defensa
Esta semana, el congresista Buck McKeon (R-CA), presidente del Comité para las Fuerzas Armadas de la Cámara de Representantes, publicó un memorándum para los republicanos en el comité. En este, expresa con razón su crítica a la propuesta presupuestaria de la “Banda de los Seis” en el Senado por sus posibles consecuencias negativas para la seguridad nacional.
Ya que la propuesta de la Banda de los Seis no es más que un bosquejo en este momento, McKeon tiene razón al advertir de las posibles consecuencias de tal propuesta. Los pocos números específicos que sus autores han adelantado no cumplen con los requisitos para un análisis apropiado, por no hablar de los requisitos más estrictos necesarios para la evaluación del presupuesto. Desafortunadamente, incluso los miembros de la Banda de los Seis lo han reconocido. Parece que ahora en Washington hace falta algo más que un comunicado de prensa para atribuirse méritos en lo de la reducción de la deuda.
Respondiendo a los pocos detalles que se han dado, las estimaciones de McKeon cifran que la propuesta de la Banda de los Seis reducirá en casi $900,000 millones los gastos de seguridad nacional en el espacio de una década y eso implica que las cuentas de la seguridad nacional absorberán casi la mitad de los recortes presupuestarios discrecionales del presupuesto federal. Pedir a las agencias de seguridad, es decir, a las fuerzas militares de Estados Unidos, que absorban la mitad de los recortes de gastos de esta propuesta es irresponsable.
Lo que sí sabemos que es un hecho –y donde McKeon no está especulando– es es que los militares de EE.UU. ya ha contribuido a la reducción de la deuda en los últimos dos años como ninguna otra agencia federal.
De hecho, el presupuesto de defensa ha sido recortado en $439,000 millones en el espacio de 10 años desde que el presidente Obama presentó propuesta para el ejercicio fiscal 2011 en febrero pasado. En consecuencia, McKeon tiene razón al advertir rotundamente a sus colegas del Congreso que esta propuesta “no nos permitirá cumplir con nuestra responsabilidad constitucional de velar por la seguridad de nuestro país o de mantener el trato con nuestra gente de uniforme”.
En resumen, la propuesta de la Banda de los Seis es totalmente inadecuada para que el Congreso cumpla con la solemne responsabilidad de proveer la seguridad de la nación. Los partidarios del plan ofrecen sólo vagas descripciones acompañadas por cifras inciertas y pidiendo al Congreso que promulgue la propuesta y que el Presidente la firme por la vía rápida. ¿No les suena a la reedición de TARP?
Sin embargo, la conclusión es que este plan podría tener consecuencias devastadoras para la seguridad nacional durante años, incluso décadas.
Todas estas consecuencias negativas para la seguridad nacional que podrían derivarse si se aprueba la propuesta de la Banda de los Seis sucedería debido a décadas de gastos sin control en programas domésticos. El gasto militar, incluyendo las dos guerras en la última década (y sin contar la reciente incursión en Libia) ha sido bastante limitado. En la propuesta no se está haciendo ninguna comparación equitativa del gasto en seguridad nacional y el gasto doméstico. Esto se debe a que este análisis expondría la desproporcionada contribución que nuestros soldados están haciendo para reducir la deuda, mientras que las reformas de los derechos a beneficios se dejan en gran parte para el futuro.
El único camino correcto que debe seguir el Congreso para resolver la crisis presupuestaria actual —y se trata de una crisis— es adoptar un plan a largo plazo de contención del gasto federal al tiempo que se provee de recursos adecuados para la defensa. Esto está en consonancia con las recomendaciones contenidas en la propuesta de la Fundación Heritage Para salvar el Sueño Americano. Este detallado paquete asignaría un promedio de $720,000 millones de dólares al año para defensa entre ahora y el año fiscal 2016, en lugar del plan de la Banda de los Seis que podría provocar reducciones de más de $50,000 millones anualmente y pondría a la nación de camino a más destructivos y peligrosos recortes de defensa después de 2016.
Justicia sin Estado: Dos reseñas
Justicia sin Estado: Dos reseñas
Dos reseñas sobre el libro Justicia sin Estado (The Enterprise of Law, 1990) de Bruce L. Benson, publicado en español por Unión Editorial. Un clásico anarcocapitalista sobre Derecho privado independiente del Estado.
Reseña de La libertad y la ley
Es el título del libro de Bruce L. Benson. Es difícil de encontrar, creo que van a lanzar otra edición, pero si podéis haceros con él (los que no lo hayáis hecho ya), merece la pena. Un jurista entrenado por el positivismo que sin prácticamente excepciones se imparte hoy en las universidades españolas, necesita, si es que se precia de Liberal, dar pasos en dirección contraria a todo lo aprendido durante sus años de licenciatura.
Eso hice yo, aunque he de admitir que en un principio no de forma intencional. Primero fue Hayek, los Fundamentos de la Libertad; abrió mi mente a nuevos conceptos y teorías. Continué con el mismo autor leyendo Derecho, Legislación y Libertad. Revisándolos por tercera vez, sobre todo el segundo, he tomado plena conciencia de la maravilla que suponen las obras de Hayek dedicadas a las ciencias jurídicas.
Bruno Leoni, desde una perspectiva más continental que el anglosajonizado Hayek, se sirve de la metodología y epistemología fundada por Menger y su Escuela Austriaca de Economía para revisar filosofía y teoría del Derecho desde una perspectiva evolucionista alternativa al positivismo campante del siglo XX. La Libertad y la Ley, sin llegar a la originalidad y agudeza de Derecho, Legislación y Libertad, resume ideas y aporta conclusiones indispensables para todo jurista interesado en profundizar en el estudio del Derecho. La elección como nombre de esta bitácora no fue gratuita, es un legado a la sistematización fabulosa de la que fue capaz Leoni (bueno, y también porque suena bien, jejeje).
Justicia sin Estado, de Benson, revisa la formación de los órdenes normativos acudiendo a ejemplos en los que aun no se ha dado el paso de estatificar la producción de reglas de recta conducta. Sistemas consuetudinarios dotados de unos mecanismos de resolución de conflictos que intuyen las características del poder público, lejos, muy lejos del advenimiento de una estructura de dominación. Revisa el Derecho anglo-sajón, el common law, el Derecho mercantil medieval, y se entrega a la crítica de la actual situación. La legislación, una judicatura como parte del Estado contemporáneo, la absorción por parte del mismo de las tareas de persecución y represión del crimen. Altas dosis de postulados de la Escuela de la Función Pública, indispensable para comprender el funcionamiento del Estado, y el intento de justificar un modelo totalmente privado de Policía, jueces y árbitros. No habla de perfección en ningún momento, la alternativa anarco capitalista no pretende rozar el cielo con la yema de los dedos. Simplemente destapa las carencias y vicios endógenos del sistema Estatal de provisión de estos servicios y construye una alternativa que en términos lógicos mejoraría los resultados sustancialmente.
Son muchos los puntos en los que cojea la teoría anarco capitalista en cuanto a autoridad y resolución de conflictos. Prima un tipo de análisis que obvia elementos básicos. Pero va por el buen camino, y como dijo aquel, el camino se hace al andar. Hoy en día es la única alternativa de examen crítico del monopolio del Estado sobre el orden y el uso de la coacción. Sin las herramientas de las que nos provee esta visión ácrata liberal, poco podríamos hacer en la aproximación permanente hacia conclusiones mejores, más acertadas y por supuesto, capaces de dar alternativas al marasmo de injusticia que reina hoy gracias al intrusismo estatista.
Saludos y Libertad!
Reseña de La página definitiva
Unicamente con leer el título muchos de Ustedes habrán percibido un cierto aroma a liberalismo de lo más sugerente. Si además les decimos que la obra está publicada por Unión Editorial -empresa dedicada a difundir el pensamiento liberal por estos parajes- y que su autor, en definitiva, aboga por una paulatina privatización de los servicios de justicia y orden público, es posible que ya estén pensando, quizá con razón, que “a estos liberales habría que colgarlos por las pelotas en la plaza mayor del pueblo”. Si es así, mejor dejen de leer esta reseña y vayan a la sección de sexo, porque esto no ha hecho más que empezar y además ya les adelantamos que están Ustedes ante un rollazo de los que hacen época.
En realidad el libro es cojonudo, pueden creerlo. Pero como nos pasaríamos de concisión si dejáramos el análisis ahí, y además estamos seguros que el precio del volumen -en la línea de la casa, por otra parte- es otro aliciente para no comprarlo, vamos a exponerles en pocas líneas la tesis principal del autor con lo que les ahorramos unos euros (que pueden transformar en un modesto óbolo para LPD), y al mismo tiempo contribuímos a hacer patria liberal y a luchar contra el anófeles colectivista. (Increíble, no pensábamos que llegaría Ud. leyendo hasta aquí. Nuestra enhorabuena y por supuesto siga, siga).
La mayoría de Ustedes podrían pensar que resulta imposible la existencia de la Justicia sin un Estado que la imparta y sostenga. Si es así pueden apuntarse un punto negativo por rojos, puesto que, tal y como describe Benson, la justicia y el orden público son “inventos” muy anteriores a las instituciones estatales. A principios de la Edad Media, por ejemplo, el derecho mercantil era de origen consuetudinario. Eran los usos comerciales propios de la época los que dictaban las normas no escritas que todo mercader había de cumplir. Si algún comerciante intentaba convertirse en un tiburón de las finanzas usando métodos irregulares, el resto de colegas dejaban de hacer negocios con él. Bastaba esta tácita amenaza de exclusión para que todos se condujeran dentro de la legalidad, sin necesidad de que ninguna autoridad impusiera ninguna normativa específica. Con la aparición del Estado aparece el derecho autoritario, que llega hasta nuestros días. La regulación de la vida individual y colectiva de las sociedades deja de estar basada en los usos y costumbres de la tradición, pasando a regularse por las normas emanadas del poder político cuya observancia es impuesta por métodos coercitivos. ¿Es esto bueno o malo?. Para Benson es una putada, y en su lugar se decanta por el derecho primigenio de fuerte raíz consuetudinaria que utilizaba los incentivos sociales en lugar de la violencia como medio de imposición de la ley.
Benson analiza este estado de la justicia desde el punto de vista de la teoría económica -con dos pelotas- según la cual “las funciones principales del Estado son actuar como mecanismo redistributivo que quita riqueza a unos para transferírsela a otros, así como discriminar entre grupos para determinar quién gana y quién pierde, en proporción a su poder relativo.” De esta forma, resulta evidente que las leyes irán destinadas principalmente a satisfacer a los grupos de presión más poderosos, perdiendo el amplio apoyo social que tenían bajo el sistema consuetudinario. Súmenle a ésto el constante aumento de la burocracia necesaria para aplicar el ingente volumen de normas con que las administraciones públicas nos inundan todos los días, y llegarán a la conclusión de que vamos por muy mal camino.
En cuanto al problema del orden público, Benson hace notar la necesidad de perseguir especialmente las agresiones contra las personas o su propiedad en detrimento de los delitos en los que no existe víctima salvo el propio infractor. Por poner un ejemplo, la polícia debería dejar de molestar a los jovenzuelos que se emporran en los parques públicos y perseguir en su lugar a los delincuentes armados y peligrosos. Además, según su teoría, las agresiones contra una persona o su propiedad deberían llevar aparejado un castigo en forma de una “multa” pagadera directamente a la víctima de cuantía suficiente para resarcirla de los daños causados, además de los gastos legales ocasionados. Esta es la diferencia fundamental con el sistema actual, que basa la represión del delito en el castigo al delincuente, con casi total olvido de las víctimas y sus derechos. De hecho, resulta evidente que la encarcelación no sólo no compensa a las víctimas sino que les exige cargar con más costes derivados de los gastos del proceso, lo que origina que cada vez haya más ciudadanos que renuncian a denunciar agresiones contra su libertad o propiedad, salvo casos especialmente graves.
La propuesta de Benson para paliar este estado de cosas consiste, en pocas palabras, en iniciar una progresiva privatización de los servicios de justicia y de orden público, que basen su acción en la protección de la libertad de los ciudadanos y de su propiedad particular, y con especial preocupación por resarcir a las víctimas por los daños causados. Estarán de acuerdo con nosotros en que hay que tener un par de cojones para defender una propuesta tan políticamente incorrecta en público sin usar seudónimo. Y el caso es que después de ver el estado actual de la justicia en países como el nuestro -totalmente homologable en este aspecto con cualquier otro país occidental- la teoría de Benson suena bastante sensata. ¿Llegará a cristalizar algún día?, es difícil saberlo, pero tengan ustedes en cuenta que muchas de las ideas que hace unos años parecían descabelladas actualmente son asumidas con toda naturalidad, ¿o es que alguien sospechaba que se volverían a ponerse de moda la perilla y los pantalones de campana?
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