Guatemala: El ocaso de Sandra
Por Estuardo Zapeta
El poder desgasta. Vi este domingo a Sandra, en ese espectáculo ya clásico de acarreo para “apoyo” espontáneo. Sí, la vi desgastada, resentida, y promoviendo un discurso que nos voltea sólo a la incredulidad.
Puede que la Corte de Constitucionalidad la inscriba, puede que hasta por medio de un fraude gane las elecciones, un fraude diseñado de la repetición de números de DPI, o duplicación de padrones electoreros cambiados a última hora el día de las elecciones, no lo sé, estrategias y mañas para el fraude abundan, pero aún así ya no es la mujer sagaz que vi hace cuatro años.
Su discurso del domingo sonaba cansado, repetitivo, chillón en ciertos momentos, altisonante en otros. Y su metáfora de “mujer descuartizada” que se resiste a que le “arranquen” el corazón le hace más daño que bien.
La nota maternal, esa de los “programas sociales”, ha desaparecido. Y el temor de la eliminación de los tales “programas” parecía no ahuyentar a la asistencia. Gritos forzados. Porras forzadas. Edecanes de burdel barato. Magnífico sonido. Cientos de baños. Muchos baños “mapreco”. Bolsas negras en “picops” con las raciones. Gente cansada, asoleada. Niños perdidos al final. Todo “espontáneo”, sí pues muy espontáneo.
No es la misma de hace cuatro años. La empujaron sus achichincles “peludos” a un desgaste innecesario de candidatura a como dé lugar.
Entendió Sandra que la política es carrera de 100 metros planos, y con tacones, pero se equivocó. La política, y eso nadie se lo dijo, es una maratón, una carrera de resistencia, de mucho aire.
De hecho, soy de la idea de que el argumento de la “participación por Derecho” es uno válido, pero mal esgrimido por aliados que por el peso de pasados sucios no la eleva, sino que la hace caer con rapidez a un vacío insondable.
Pero cayó ella, supongo que por consejo de sus asesores, en el vil discursito de “lucha de clases,” de ricos-y-pobres, de buenos-y-malos, de “malos naranjas” y verdes “buenos”.
¿Qué, no le dijeron que en la competencia política el ataque de un competidor a otro sólo eleva al atacado y demerita a la atacante? Qué malos asesores. Acaso no es cada presentación pública para enfatizar las presuntas bondades de la socialdemocracia.
El argumento de lucha de clases chocó contra el estribillo de ser “gente de paz”. Suena inconsistente. Hasta mentiroso. La gente de paz no promueve la lucha de clases. Pero esas aristas deberán limarse.
Qué curioso: Sandra necesita a Álvaro, y siempre pensamos que era al contrario. Y el otro la necesita a ella pero sólo para efectos de protección. Nada más.
Cómo es la vida: ella llevó a él a la Presidencia, pero él no puede ahora hacer mayor cosa –a no ser que sea trampa—por ella.
Qué curioso, teniendo la legitimidad se fue a buscar la “justicia”, y buscando ahora su “justicia” pierde la legitimidad. Es el ocaso.
Fui de los que siempre pensó que ella podía participar, sea ahora o dentro de cuatro años, pero por Derecho, no por trampa.
Tomar atajos en política puede resultar en largos caminos en hacia la nada.
Austeridad y despilfarro estoicos y epicúreos
Austeridad y despilfarro estoicos y epicúreos
Tengo la impresión de que seguimos intelectualmente confundidos en nombre de la supuesta civilización Occidental y Cristiana por una parte y por la otra porque parecería que Pitágoras se ha impuesto a Protágoras y los números parecen ser la medida de todas las cosas. Peor aun el pensamiento descalificatorio de Marx al respecto del sistema que llamara capitalista, está vigente en nombre de la “social democracia”, tal como la concibiera Edward Berntein.
Dicho lo que antecede voy a pasar a analizar dos artículos publicados en la última edición de Foreign Affaires. En el primero G. John Ikenberry “¿El Orden Liberal Global Sobrevivirá América?” comienza por sostener que el orden liberal fue un producto europeo que surgiera de la Paz de Westfalia que terminara con la Guerra de los Treinta Años (1618 – 1648) que liquidara prácticamente la mitad de la población de Europa. En la Paz de Westfalia el reconocimiento de la soberanía de los estados, determinó asimismo que el príncipe decidía la religión de sus súbditos. Así continuó la Inquisición. No obstante el autor insiste en que fue el comienzo del sistema global liberal y si bien hace algunas referencias a supuestas violaciones de tales principios, ignora que fue precisamente la filosofía política de Europa Continental la determinante a partir de Rousseau y de Revolución Francesa mediante el comienzo del totalitarismo racional en el mundo.
No fue otro que Rousseau quien después de determinar que la propiedad privada era el origen de las desigualdades del hombre, y que el progreso de las ciencias y las artes determinaba a su vez la decadencia de la moral, escribe en “El Contrato Social”: “Cualquier pueblo en una situación que permita tan solo la elección entre el comercio y la guerra es débil en sí mismo”. En otras palabras sostiene la necesidad del autoabastecimiento en contra del comercio internacional. Seguidamente Kant a fin de descalificar moralmente al pueblo judío lo acusa de ser un pueblo de comerciantes pues los comerciantes nunca son honestos porque no actúan por deber.; y siguiendo en esa línea Hegel sostiene que la salud ética de los pueblos depende de la guerra que los libera de la putrefacción de una perpetua paz (SIC).
Pero más allá de las anteriores disquisiciones, es un hecho que fue solo en virtud de la influencia inglesa y seguida por Estados Unidos que comenzó el proceso global liberal, en tanto que como bien señala François Revel, fue Europa la que en el siglo XX pusiera al mundo dos veces al borde del apocalipsis, y creara los dos sistemas más criminales jamás infligidos a la especie humana. No obstante Ikenberry sostiene que el sistema liberal hoy en el mundo no es americano u occidental, y por tanto no es de estados democráticos liberales, sino un sistema que permite el progreso económico. Esta es la realidad que han aprendido los chinos y la han reconocido los demás países del BRIC, en mayor escala que sus contemporáneos europeos, sumergidos en la crisis del marxismo disfrazado de social democracia.
Entonces al respecto el autor sostiene que la política americana debe ser investida de un pragmatismo económico. En otras palabras Ikenberry defiende el sistema global liberal como un hecho incontrovertible, aceptado hoy por los países en desarrollo y particularmente por China. Lo que a mi juicio ignora es que el mayor desafío al sistema global liberal se encuentra precisamente en Europa donde impera la social democracia que es la antítesis del sistema liberal.
En un segundo artículo “Como salvar al Euro y a la Unión Europea” los autores Henry Farrell y John Quiggin, sostienen la tesis de que la crisis europea debe aplicar la política sugerida por Keynes en su “Teoría General”. Al respecto sostienen: “Pero institucionalizar la austeridad dañará a las economías europeas en el corto plazo y las consecuencias en el largo plazo serán aun peores… ella destruiría lo poco que queda de la legitimidad política de la Unión Europea”.
En virtud de ese criterio, los autores se oponen a la actitud alemana de reducir los gastos. Es indudable a nuestro juicio que los autores ignoran la realidad económica que se viviera en el mundo al tiempo que Keynes escribiera su Teoría General, con el propósito no de cambiar, sino de salvar al sistema capitalista. En primer lugar debemos tener en cuenta que la crisis del treinta no es comparable con la actual. En aquella oportunidad la economía americana cayó un 35% comparado con un 2,8% en el 2009, y el comercio internacional se redujo en un 50% gracias a la influencia de la Smoot – Hawley Act. y el inicio de las devaluaciones competitivas. Y otro hecho relevante es que el gasto público en la década del treinta fluctuaba alrededor del 7 – 8 % del P.B.I.
¿Qué habría dicho Keynes frente a la crisis europea cuya causa es precisamente el denominado sistema de bienestar imperante?. La crisis del 30 fue causada por el propio sistema y los errores de política económica tal como lo explica Friedman en su “Libre para Elegir”. En esa obra culpa claramente al Federal Reserve de Washington por no haber aceptado la recomendación del Federal Reserve de N.Y. de actuar como prestamista de última instancia y salvar a los bancos. Como bien señala Minsky el sistema financiero es proclive a la especulación. En el caso de la crisis de Estados Unidos se aplica el criterio de Misnky al respecto del origen de la crisis, que surge de lo que denomina “displacement”. Es decir un hecho o decisión que provoca la especulación. Tal fue el caso de la ley de Carter que preveía que todo americano tenía derecho a una casa propia, y así comenzó la especulación en los bienes inmuebles y las hipotecas subprime.
El caso de la crisis europea por el contrario, es el resultado del propio sistema de estado de bienestar que incrementa el gasto público a niveles insostenibles. Tales son los casos de los PIGS al que se suma ahora Italia. Así se ignora el dicho de George Gilder, cuando escribió: “El gasto público no forma parte del producto, sino parte del costo de producir”. Esta realidad es aparentemente ignorada por los autores y en su supuesta solución Keynesiana proponen “La solución es una combinación de comprar en el mercado de bonos otros activos financieros, temporariamente una mayor inflación y apoyo fiscal con la emisión de bonos europeos”.
La solución de una mayor inflación lo único que provoca es una mayor revaluación del Euro y de ninguna manera corrige el verdadero origen de la crisis. Los autores pretenden descalificar la austeridad (estoicos) en nombre del bienestar (epicúreos). No saben que en la medida que el gobierno es más austero, o sea el gasto público es menor, el bienestar proviene de la producción de bienes y servicios de parte del sector privado.
En fin la preocupación por la deuda americana aparentemente también ignora su causa. El crecimiento del gasto público ha sido provocado en parte por la crisis, y en parte por la tendencia social del gobierno. Así el gasto general que hasta el año 2007 fluctuaba alrededor del 35% y ya en el 2009, de conformidad a nuestras estimaciones aumentó al 42% del P.B.I. El problema de la deuda es la consecuencia, y consideramos que la preocupación de la Sra. Lagarde por un default de Estados Unidos no tiene razón de ser. En última instancia está en manos de Bernanske el evitarlo. En este momento la creación de dinero en Estados Unidos no es el problema sino el nivel del gasto. Y recordemos, cuando el estado no es austero, la austeridad la sufre el sector privado. Por tanto no puedo menos que estar de acuerdo con la posición de los republicanos de reducir el gasto.
Meritocracia y socialismo
EDUCACIÓN
Meritocracia y socialismo
Por Orlando Ochoa Terán
A riesgo de incurrir en una simplificación, se podría decir que la política educativa tiene como objetivo fundamental conciliar dos ideales en conflicto, la igualdad de oportunidades y la calidad de la enseñanza. |
Nadie discute el deber del Estado de educar a todos por igual en los niveles de primaria y secundaria. No obstante, en esta última, en los países industrializados se abre un proceso de selección por méritos y aptitudes con vistas al ingreso en universidades de prestigio.
El precursor de la selección por méritos fue el sicólogo francés Alfred Binet, el primero en publicar la prueba estandarizada de inteligencia denominada IQ (Intelligence Quotient). En cuanto al vocablo meritocracia, fue acuñado por el sociólogo británico Michael Young en 1958, en su libro The Rise of the Meritocracy. Pero fue en EEUU donde prendió la idea.
En la década de los 40, los rectores de Harvard –James Bryant Conant–, Yale –Clark Kerr– y California –Kingman Brewster Jr.– fueron los primeros en advertir que en EEUU las universidades estaban nutriendo a una élite hereditaria que negaba los principios democráticos e igualitarios de la Constitución. Para corregir esta situación, propusieron una nueva y compleja jerarquía, pensada para reclutar a los mejores cerebros de todas las clases sociales. Lo cual no condujo a una reducción del número de universitarios. Todo lo contrario. El efecto fue la extensión de la enseñanza superior de manera extraordinaria. En 1900 sólo un 3% de los jóvenes de 23 años había obtenido un grado universitario; para 1990, esa cifra se había decuplicado.
Méritos y socialismo
Ese esfuerzo colocó a EEUU en cabeza en los ámbitos del conocimiento científico y tecnológico. Pero su ejemplo no convenció a los europeos. A partir de las protestas del 68 francés, y especialmente en los países con gobiernos socialistas, apostaron por que las universidades relajaran sus pruebas de admisión.
El resultado fue catastrófico. Hoy en día, ninguna de las universidades alemanas se cuenta entre las 50 mejores del mundo. Las listas las dominan las universidades norteamericanas, y las excepciones europeas son Oxford y Cambridge. La calidad de la educación en el Nuevo Continente decayó y las aulas se masificaron. En un siglo, la Unión Soviética acumuló el mismo número de premios Nobel que la Europa pre-masificación en sólo diez años.
Michael Young, el británico que acuñó el vocablo meritocracia, murió hace unos años. En su libro escribía, en modo satírico, acerca de una élite sustentada en el talento y las habilidades cognitivas que tomaba el poder en 1958 y era desalojada del mismo en 2023 por una revuelta popular.
Lamentablemente, Young murió sin saber que esa revuelta de ficción contra la pérfida meritocracia se hizo realidad en Venezuela. Una revolución humanista y bolivariana erradicó la absurda idea de favorecer a aquellos estudiantes que tienen mejor preparación y puntuación académica. Así lo proclamó uno de los pensadores socialistas de esta era, el almirante Franklin Zeltzer, rector de la Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada Bolivariana.
La economía y la doctrina social de la Iglesia
La economía y la doctrina social de la Iglesia
Juan Velarde
Recientemente, un absurdo –desde el punto de lo que señala cualquier economista– artículo publicado el 9 de julio de 2011, puede haber causado algún desconcierto, sobre todo en el mundo empresarial español, en relación con la postura de la Iglesia. De ahí que convenga puntualizar todo esto.
En primer lugar el cristianismo surge en medio de esa realidad económica derivada de la Revolución del Neolítico. No existe conexión de tráfico entre los diversos mercados mundiales, ni de lejos las formas de la financiación capitalista, ni aun menos, el ímpetu productivo colosal que causó la Revolución Industrial, fruto, a su vez, de esa conexión mundial de los mercados mundiales que, por cierto, causamos los portugueses y los españoles, y de multitud de novedades financieras que van desde las letras de cambio basadas en las ferias de Medina del Campo, a las Bolsas de Comercio –en el siglo XVI comenzó a funcionar la de Brujas–, aparte de surgir la partida doble de la mano de un fraile franciscano. Se planteó por eso, en la visita famosa de los comerciantes españoles de Amberes a Francisco de Vitoria en La Sorbona, el saber si regía aun el mensaje de San Antonino que indicaba que pecaba quien, en la vida económica afanase más bienes que los necesarios para vivir con decoro él y su familia y subvenir a las necesidades públicas. La respuesta de Francisco de Vitoria al remitirlos a las enseñanzas de sus discípulos, los teólogos moralistas de la Escuela de Salamanca, supuso afianzar la economía capitalista, al admitir que el precio lo debería fijar el mercado, o que los intereses era lógico que se cobrasen, porque un bien presente vale más que uno futuro, o aceptar la teoría cuantitativa del dinero. En Salamanca se inició, pues, la defensa de la economía libre de mercado, esencial al capitalismo. Por eso cuando le concedieron el Premio Nobel a Hayek citó nominativamente en Estocolmo estos antecedentes españoles. No viene mal antes de escribir sobre estas cosas consultar, por ejemplo el libro de Juan Belda Plans, "La Escuela de Salamanca y la renovación de la teología en el siglo XVI" (Biblioteca de Autores Cristianos, 2000).
Poco a poco el liberalismo económico se consolidó junto al liberalismo político, que advino al poder en lucha contra todas las instituciones del Antiguo Régimen –recordemos las persecuciones a la Iglesia en Francia, o la quema de los conventos en España, o la acción de los Saboya en el "Risorgimento" de Italia– que movieron al Papado, concretamente a León XIII, por influencia de Ketteler, a buscar otro planteamiento que ese liberal, dolidos muchos miembros de la Iglesia porque todo esto creaba un descreimiento creciente en el mundo obrero. Así llegó León XIII a plantear sus propuestas, enfrentándose con la escuela de los economistas clásicos y relacionándose intelectualmente con la escuela histórica y con lo que fue su derivada, la Verein für Sozialpolitik. Ahí está la raíz de la "Rerum Novarum" y también del dolor del economista liberal católico Anatolio Leroy-Beaulieu. La batalla del método no concluyo con la liquidación intelectual del historicismo hasta que Popper publicase en "Economica", en 1944, "La pobreza del historicismo". Pero antes se había originado una crítica universal al capitalismo, como consecuencia de la Gran Depresión. En Rumanía, un economista de cierta importancia, Manoilescu, levantó la bandera del corporativismo ligada al nacionalismo económico. Ahí, en ese ambiente, se encuentra el cambio de rumbo de la Doctrina Social de la Iglesia al publicar Pío XI la encíclica "Quadragesimo Anno", como nos mostró con claridad Ángel Herrera en una edición por Editorial Labor de documentos de este tipo.
La II Guerra Mundial y la liquidación de la Gran Depresión provocaron un auge del que podríamos denominar keynesianismo vulgar, con influencia en propuestas socialdemócratas y, sobre todo, con la difusión del Estado del Bienestar. Se alteró el planteamiento de Pío XI ya en los Mensajes de Pío XII, y los Papas siguientes, incluido el Concilio Vaticano II tienen, desde el punto de vista de su apoyatura en la ciencia económica, mil vinculaciones con Keynes. Un magnífico economista japonés, Keiichiro Kobayasi, en su reciente trabajo "Why this new crisis heeds a new paradigm of economic thought" (Dueti Report nº 108, 31 julio 2009), señalaba que "la sabiduría convencional... en todas partes y hasta los años noventa era que el gasto público masivo y una extraordinaria facilidad monetaria darían la necesaria ayuda al mercado y promoverían una reconstrucción económica".
Pero los economistas, desde los años sesenta ya comenzaban a rectificar. Por un lado, la Escuela de Friburgo, nacida ene esta Universidad de la Iglesia, critica al nacionalsocialismo y con ello al historicismo y la necesidad de aceptar la economía del mercado. Por otro el fracaso de medidas keynesianas vulgares llevaron a Juan Pablo II, en la preparación de la encíclica "Centesimus Annus", a reunirse –asamblea que mucho elogió Robert Lucas– con economistas tan insignes como Lucas o Arrow, Malinvaud o Jeffrey Sachs, Peter Hammond o Atkinson. Su mensaje, en lo concreto, ya tiene poco que ver con los anteriores. Por ahora, ahí se cierra el ciclo de la evolución de la Doctrina Social de la Iglesia.
Volvamos al artículo que se cita al principio. Para siempre Pigou nos enseñó que la alternativa a no ligar salarios y la productividad y sí vincular el IPC soportado con su incremento, era desempleo, pérdida de competitividad o inflación, y siempre pobreza. Y entrecomillar una tesis vieja de un Papa en un texto no expuesto «ex catedra», carece de sentido. Tomo de las "Constituciones Sinodales del Obispado de Oviedo" del Obispo Agustín González Pisador (Salamanca, 1786), págs. 203.294, esta "Proposición condenada" por Inocencio XI: "Como el dinero de contado sea más precioso que el que se ha de contar, y ninguno haya que no estime más el dinero presente que el futuro, puede el acreedor pedir a aquel a quien prestó, alguna cosa de mas del principal". Esta proposición condenada era, en cambio, la defendida por la Escuela de Salamanca y, concretamente, por esa cumbre que es "doctor Navarrus", o sea Martín de Azpilcueta. La engarzó con la ciencia económica universal Böhm-Bawerk. Y esto sin embargo no obsta para indicar que Inocencio XI fue un gran Papa del siglo XVII, admirable por su condena del jansenismo y del regalismo, así como por sus advertencias a Jacobo II sobre la posible vuelta de Inglaterra al catolicismo. Pero entonces comenzaba a asentarse el capitalismo, y pronto se vería que quien tenía razón era la Escuela de Salamanca, y que por ahí marchaba ese aspecto de la Ciencia en su búsqueda de la verdad que es la Ciencia económica. No hagamos en esto lo que se tuvo que hacer en astronomía y física con Galileo, y bien recientemente con el evolucionismo de Darwin. Aparte de que León XIII específicamente no condenó ligar los salarios a la productividad.
No entender que la ciencia aproxima a la Verdad, y como Dios es la Verdad, mantener doctrinas opuestas a ella que tuvieron una raíz y una explicación vinculadas a algo temporal, y hacerlo en otro tiempo, no tiene nada que ver con la doctrina de la Iglesia. Y jugar con eso, sin saber ni economía ni teología es, cuando menos, preocupante.
Juan Verlarde es catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid
Dictadores
Dictadores
Hace varias semanas escribí un artículo con el mismo título; estaba dedicado a las oleadas que se llevan a los dictadores cada cierto tiempo. Conocíamos entonces las rebeliones populares en los países árabes del norte de África, nos recordaban la caída del imperio comunista y sus dictaduras en Europa del este; también rebeliones en Sur América y el derrocamiento de militares, algunos de ellos todavía pagan sus delitos en los países respectivos.
Ahora el título del artículo se corresponde con un libro que acabo de leer: Dictadores, de Richard Overy. Hitler y Stalin, grandes líderes que se transformaron en terribles dictadores.
Biografías de Hitler hay muchas; destacan la de Joachim C. Fest, que después de 40 años sigue siendo una referencia básica; la de Ian Kershaw, quien desmonta el mito hitleriano creado alrededor del Fuhrer; los ensayos de Sebastian Haffner, un testigo del ascenso y del ejercicio del poder del déspota.
De Stalin puede decirse lo mismo, variadas biografías buscan las verdades más íntimas del personaje. Han sido muy leídas la de Isaac Deutscher, la de Adam B. Ulam, la de Walter Laqueur y la de Lilly Marcou, quien buceó hasta en la vida privada del tirano.
El libro de Richard Overy –un gran libro, sin duda alguna– no hace las biografías de los dos dictadores. Más bien hace la radiografía de las dos grandes dictaduras totalitarias del siglo XX.
Con dogmas ideológicos distintos, las dos tienen el mismo enemigo: la democracia occidental, los valores humanos de la civilización, los derechos humanos y las libertades individuales. La dignidad humana siempre es víctima en estas dos dictaduras.
Llegaron de no se sabe donde, de algún rincón de los marginados de la historia, estos dos personajes para hacerse sentir contra la humanidad, a la cual parecían odiar. Siempre en nombre del proceso libertador del ser humano, de la conquista de una sociedad mejor y más justa.
Los dos son ambiciosos, sufren de celos y envidia con quienes pueden ser más destacados que ellos. De ahí nace el culto a la personalidad, estimulado por ellos mismos, para colocarse en un plano de inmunidad ante los posibles competidores y ante el juicio de la historia.
Los demás, unos son los seguidores seducidos por el líder, otros los que deben ser excluidos y eliminados. Le declaran la guerra, uno al capitalismo, sistema económico explotador, el otro al judaísmo internacional, culpable de todo lo malo que le sucedía a Alemania.
Ambos líderes acumulaban todos los poderes, no había verdadera división de poderes, decían que era innecesario, sobre todo en países donde la oposición no era permitida legalmente.
Gobernaban, tiranizaban mejor dicho, desconociendo la Constitución y las leyes. Éstas eran irrelevantes, al lado de la opinión del líder supremo.
Nosotros nos quedamos
Afganistán
Nosotros nos quedamos
"33.000 soldados de EE UU se retiran de Afganistán. ¿Y los belgas?" "Bueno, al menos aquí parece que hay Gobierno"
Tras Estados Unidos, varios países europeos, empezando por Francia, han anunciado la retirada progresiva de sus efectivos en Afganistán. Durante este tiempo, más de un año ha transcurrido sin que Bélgica se haya dotado aún de Gobierno federal.Papandreu contra su izquierda
Grecia
Papandreu contra su izquierda
"No vendemos y no estamos en venta". Empleados de la administración pública cuelgan una bandera gigante frente al Ministerio de Finanzas griego, en Atenas.
Como parte del paquete de medidas de austeridad aprobado en junio, el primer ministro griego tiene pensado vender activos estatales, como la compañía eléctrica nacional. Pero ahora se enfrenta a la hostilidad de un sindicato que su propio partido ayudó a crear, un claro claro de la estrecha relación entre las diferentes fuerzas del país.
Nikos Fotopoulos, líder del sindicato más poderoso de Grecia, sentado en su oficina bajo las fotografías de Marx, Lenin y Che Guevara, mostraba un panfleto recién impreso de un montón. En él se leía “Estamos listos para nuevas batallas”.
“Realmente lo estamos”, afirmaba Fotopoulos mientras bebe a sorbos una bebida energética, seguida de un café expreso. “Seguiremos con las protestas en la calle porque aún tenemos asuntos pendientes con el Gobierno y la troika”, decía, haciendo referencia a los tres prestamistas extranjeros de Grecia: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea.
El mes pasado, entre protestas violentas, el primer ministro Yorgos Papandreu logró aprobar con muchas dificultades un nuevo paquete de medidas de austeridad en el Parlamento, entre las que se incluyen una serie de planes para vender 71.000 millones de dólares en activos estatales, una acción que los economistas y la troika consideran crucial para poner en orden el inflado sector público de Grecia. Pero que Papandreu pueda aplicar el plan dependerá en gran medida de personas como Fotopoulos. Su sindicato, Genop, representa a los trabajadores de la Empresa Pública de Electricidad, una empresa de propiedad conjunta del Estado y de inversores privados.
Cuando Genop apoyaba a Papandreu
El sindicato se opone con vehemencia a la privatización de entidades públicas y es conocido por sus protestas agresivas, entre las que se incluyen las huelgas de la Empresa Pública de Electricidad y en las que se han realizado cortes eléctricos que han costado a Grecia entre 29 y 40 millones de euros en las últimas semanas, según estimaciones de la empresa.
Genop constituye un problema especialmente espinoso para Papandreu. Se trata de una creación del Partido Socialista gobernante, que a lo largo de los años ha contribuido a crear el sistema laborista y de obtención de votos a cambio de trabajos y que ahora el primer ministro se ve obligado a desmontar. Para llevar a cabo las reformas, Papandreu tendrá que apuntar al corazón de su propio partido y aún queda por ver si tiene la fuerza, por no hablar del valor, para hacerlo.
La batalla con los trabajadores de la empresa eléctrica y su sindicato es aún más personal para Papandreu. En 2007, Fotopoulos mostró su apoyo a Papandreu como líder del Partido Socialista. Fotopoulos, sentado en su despacho, señalaba una serie de fotografías en las que Papandreu visitaba la oficina de la empresa eléctrica con los trabajadores del sindicato. Junto a ellas se encuentra una foto de Yorgos Papaconstantinu, actual ministro de Energía y Medio Ambiente en Grecia y responsable, entre otras cosas, de la venta de más intereses del Gobierno en la empresa de electricidad.
Una empresa rentable
El Gobierno posee el 51% de la empresa eléctrica y controla su consejo directivo. El Estado vendió el otro 49% en una privatización parcial en el año 2000. Fotopoulos, de 49 años, un hombre compacto, con barba y que da la mano con fuerza, afirmaba que el sindicato apoyó a Papandreu como líder del Partido Socialista en 2007 porque parecía “más accesible, más cordial, más cercano y más preocupado por nuestros problemas”.
“Le seguimos respetando como político y como persona”, comentaba, “pero creemos que estas políticas atroces van contra los intereses del pueblo griego”. En opinión de muchos analistas, la hostilidad entre el Partido Socialista y el sindicato es un indicio de las dificultades a las que posiblemente se enfrentará el Gobierno cuando venda más partes de la empresa de electricidad, tal y como está previsto para 2012.
A diferencia de otras empresas del sector público en Grecia, la empresa de electricidad es rentable y produjo unos beneficios de 790 millones de dólares en 2010 de los 5.785 millones de euros en ventas. Pero a los analistas les preocupa que la imagen de los beneficios futuros se nuble por las incertidumbres normativas y, sobre todo, por la influencia de los sindicatos.
"Se trata de cambiar una cultura"
Para muchas personas, el problema no estriba simplemente en la venta de intereses en las empresas gestionadas por el Estado, sino en cómo transformar el sector público de Grecia. “No se trata de ganar dinero: se trata de cambiar una cultura”, afirmaba Panagis Vourloumis, director ejecutivo del monopolio de las telecomunicaciones griegas OTE bajo el anterior Gobierno de centro-derecha.
La venta de empresas públicas es una acción impopular entre los griegos, que temen la venta masiva de activos estatales y aplauden a Genop y otros sindicatos por las protestas. Pero en la creciente división en Grecia entre los trabajadores del sector público y del privado, un número cada vez mayor de griegos consideran que los trabajadores de la empresa eléctrica en particular son una casta protegida y remunerada en exceso. Según Fotopoulos, los 21.000 miembros de Genop reciben de media un salario neto de 1.980 euros mensuales y sus 35.000 jubilados una pensión media neta de 1.496 euros al mes, mucho más que la media en Grecia.
“Los sindicatos son aún peores que los políticos”, afirmaba Theodoros Yiannopoulos, un vendedor de panecillos en un carrito del centro de Atenas. “Van a hoteles de cinco estrellas en Europa y envían aquí la factura”.
Un enredo surrealista
Se refería a un informe reciente publicado por el inspector de la administración pública de Grecia en el que se revelaba que desde la década de los ochenta, la empresa eléctrica había pagado a Genop más de 22 millones de euros, en parte para realizar “turismo social” o como ayudas para vacaciones, pero también para pagar las protestas contra la misma empresa, un enredo surrealista que refleja los complejos intereses creados y que ahora a Papandreu le está costando tanto desenredar.
Fotopoulos calificaba el informe de “campaña de desprestigio” y afirmaba que los subsidios eran parte del contrato negociado entre la empresa y el sindicato. Otros sostienen que la lucha es más política que económica. “El mayor reto es que los políticos crean que sigue habiendo un futuro sin sindicatos”, afirmaba Takis Athanasopoulos, que chocó duramente con Genop cuando era director ejecutivo de la Empresa Pública de Electricidad durante el anterior Gobierno.
Hubo un momento en el que la entrevista telefónica se interrumpió debido a un corte eléctrico producido por una de las protestas de Genop.
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