Luego de un año de entretener el problema de la deuda griega, la Unión Europea vuelve a intentar ponerle fin a la especulación respecto del final de esa tragedia. Del otro lado del Atlántico, los políticos estadounidenses negocian aumentar la deuda pública para evitar una crisis financiera. El común denominador: solamente la acción pública irresponsable puede conducir a las naciones a crisis de esta magnitud. Ahora sólo falta que también culpen al sector privado.
El pasado jueves, los países de la eurozona aportaron casi 160 mil millones de dólares para evitar la crisis griega. Ese monto es adicional a otros 160 mil millones de dólares aportados el año pasado. A pesar de ello, las calificadoras de riesgo han colocado a Grecia como un país que entrará en impago de sus obligaciones, ya que forzará a un intercambio de bonos que vencen a corto plazo por otros de largo plazo a menores tasas de interés. No se podía esperar más de un país que irresponsablemente acumuló una deuda equivalente a 130 por ciento su PIB. Se ha logrado postergar la crisis griega, pero los otros países siguen en riesgo: Portugal, Irlanda, España y, ahora, Italia.
Estados Unidos está en las mismas, pero desde otro ángulo. Si para el 2 de octubre el Congreso no aprueba un aumento en la deuda pública, es posible que no puedan hacerle frente a sus obligaciones. Actualmente, tienen un techo de endeudamiento de 14 mil millardos de dólares y necesitan aumentarlo porque, literalmente, el Gobierno funciona gracias a que endeuda a sus ciudadanos todos los días. En este caso, las agencias calificadoras de riesgo también amenazan con rebajar la célebre calificación AAA de la deuda estadounidense.
Europa y Estados Unidos luchan por evitar una crisis que se ha venido acumulando a lo largo de décadas gracias a los diversos ofrecimientos políticos para el financiamiento de un estado de bienestar y diferentes guerras.
Era cuestión de tiempo para que ocurriera un evento que precipitara la crisis. Los europeos tienen la suerte de contar con ciudadanos franceses y alemanes cuya productividad servirá ahora para rescatar a otros que se han dedicado a consumir lo que nunca produjeron. En el caso de EE. UU. son las generaciones presentes las que se han consumido la riqueza que generaciones futuras deberán producir para pagar semejante deuda.
Ambos casos son experiencias sobre las que debemos reflexionar. La gran lección: es indispensable que políticos y gobernantes tengan límites legales a su actuación. Topes al gasto público, al déficit fiscal y al endeudamiento son indispensables para prevenir semejantes irresponsabilidades. Ojo, porque en época electoral siempre se ofrece mucho, y nuestra tendencia de endeudamiento público va en la misma dirección que la de esos “países desarrollados”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario