27 julio, 2011

Wall Street no levanta cabeza y cierra en mínimos. La tecnología pierde más de un 2,5%

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Los índices estadounidenses cerraron a la baja este miércoles. Así el índice Nasdaq 100 cerró con una caída de 62,29 puntos o un 2,56% a 2.367,16 puntos. El índice Dow Jones cerró con una caída de 198,60 puntos o un 1,59% a 12.302,55 puntos. El índice S&P 500 cerró con una caída de 27,05 puntos o un 2,03% a 1.304,89 puntos.

La Casa Blanca: un recorte del ráting sería negativo

La Casa Blanca: un recorte del ráting sería negativo, incurrir en default, catastrófico

Con el reloj corriendo en su contra el Gobierno de EEUU ha vuelto a dar un toque de atención a demócratas y republicanos, a los que ha exigido un acuerdo cuanto antes que permita elevar el techo de deuda. De lo contrario, la Casa Blanca advierte de que una bajada del ráting sería algo negativo, pero incurrir en default sería "catastrófico".

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S&P confía en que se llegue a un acuerdo
Los analistas de Standard & Poor’s creen que EEUU logrará un acuerdo para elevar el techa de deuda antes del 2 de agosto y cumplirá con sus obligaciones sin incurrir en 'default'.

El presidente de la agencia de calificación, Deven Sharma, ha asegurado hoy ante algunos miembros de la Cámara de los Representantes que no cree “que los Estados Unidos no puedan pagar sus obligaciones.

Según ha explicado el responsable de S&P, la agencia está a la espera de conocer un plan definitivo sobre la reducción del déficit y ha reiterado el mensaje que ya dio días atrás la agencia: Washington debe presentar un plan “creíble”.

Sharma ha aprovechado su intervención para instar a los legisladores de EEUU que garanticen la independencia de las agencias de calificación para poder hacer su trabajo sin estar sujetas a presiones políticas.

"En una economía global donde se observa a más de 120 Estados soberanos, es particularmente importante que las metodologías de calificación no estén sujetas a la influencia de uno o más países que buscan obtener ciertas ventajas para sus propias calificaciones".

Wall Street mantiene los números rojos

Wall Street mantiene los números rojos tras el Libro Beige

Los indicadores de la Bolsa de Nueva York esperaban impacientes la publicación del Libro Beige de la Fed para saber si la situación económica de EEUU daba síntomas de mejora. Las noticias no han sido precisamente alentadoras ya que el crecimiento en la mayoría de las regiones del país siguió debilitándose. Wall Street mantienen los recortes del 1%.

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La tendencia negativa que han mostrado los indicadores de la bolsa neoyorquina desde la apertura no se ha invertido tras la publicación del Libro Beige de la Fed. Inversores y mercados esperaban con impaciencia los datos recabados por el banco central sobre la situación económica del país y los malos presagios se han cumplido. La debilidad del mercado laboral y la inestabilidad en el sector inmobiliario siguen siendo los principales lastres a los que se enfrenta la economía estadounidense. El debilitamiento de estos dos sectores ha mermado el impacto positivo del ligero repunte registrado en el consumo del alza del turismo. Los malos datos macro publicados en las últimas semanas no invitaban al optimismo tal y como ha constatado finalmente la Fed.

El dato publicado hoy, sin ir más lejos, ha supuesto una nueva decepción para Wall Street. Los pedidos de bienes duraderos se redujeron inesperadamente en junio un 2,1%, frente al crecimiento del 1,9% de mayo y a la mejora del 0,3% que esperaban los analistas.

Además de los datos macroeconómicos, los otros dos grandes lastres que lastran hoy a l mercado estadounidense son el repunte del dólar y la deuda. El billete verde se anota un 1% en su cruce con la moneda única europea después de que S&P haya rebajado de nuevo la calificación de Grecia en dos escalones, desde ‘CCC’, hasta ‘CC’. Además, ha situado el ráting de la deuda helena en perspectiva negativa. De este modo S&P se suma a Moody’s, mientras Fitch ya avisó también hace días que seguiría esta misma dirección

Por si esto no fuera suficiente desde Dow Jones aseguran que el segundo rescate del país sigue sin cerrarse y que a pesar de que la semana pasada se habló de 109.000 millones de euros, no se ha concretado la cifra final. La reacción no se ha hecho esperar en el mercado de divisas donde el euro pierde todo lo ganado ayer frente a la moneda estadounidense y cae hasta los 1,43 dólares.

El tercer factor que juega hoy en contra de los intereses de Wall Street es una vez más la deuda. La falta de acuerdo entre republicanos y demócratas empieza a desgastar el ánimo de los inversores. Aunque uno de los responsables de la agencia S&P ha asegurado hoy que no cree que EEUU incurra en default, el tiempo para llegar a un acuerdo sobre l techo de deuda se acaba.

El 2 de agosto es la fecha tope fijada por el Tesoro. Si antes de ese día EEUU no elabora un plan para reducir su gasto y aumentar su deuda incumplirá con sus obligaciones, lo que podría desencadenar, en palabras del propio Obama, una nueva crisis a nivel global. Además de poner en peligro su triple A, EEUU podría generar un efecto dominó de consecuencias muy negativas a nivel internacional, algo de lo que también ha advertido el FMI.

Con este panorama por delante Wall Street cae con fuerza a falta de hora y media para el cierre de la sesión. El Dow Jones de industriales se deja un 0,94%, hasta 12.384 puntos, mientras que el selectivo Standard & Poor´s 500 recorta un 1,43%, hasta 1.312 puntos. El mercado tecnológico Nasdaq Composite cede un 2,12%, hasta 2.779 puntos.

Resultados empresariales
Hoy Wall Street se enfrenta a un nuevo aluvión de resultados empresariales mantendrán la animación en Wall Street. Una de las referencias más alentadoras la aporta Amazon (+5%). La empresa minorista online despunta en la apertura como premio a unas cuentas que mejoraron las expectativas barajadas por el mercado. La nota negativa, también en el sector tecnológico, la pone Juniper Networks (-20%) después de no alcanzar las previsiones de los analistas.

Los gigantes Boeing y Dow Chemical también han rendido cuentas. El fabricante aeronáutico y la compañía química comparten subidas superiores al 2%. Los avances alcanzan el 5% en el caso de Moody's. La crisis de deuda sigue reforzando el negocio de la agencia de ráting, que ha sorprendido al anunciar un incremento del 56% en su beneficios.

China, el mayor afectado

China, el mayor afectado si se presenta un 'default' en EE.UU.

Billetes de China y EE.UU.

El banco central de China es el mayor poseedor extranjero de bonos de la deuda soberana de EE.UU.

En momentos en que demócratas y republicanos en Estados Unidos debaten sobre cómo subir el techo legal de la deuda y se habla de una posible suspensión de pagos si no se ponen de acuerdo antes del 2 de agosto, uno de los mayores interesados, China, sigue muy de cerca la controversia.

El banco central del país asiático es el mayor poseedor extranjero de bonos de la deuda soberana de EE.UU.

Según datos del Departamento del Tesoro estadounidense, de mayo de 2011, China tiene US$1,16 billones en bonos, casi un tercio más de lo que se estimaba pocos meses antes.

Los analistas señalan que, gracias a esto, el potencial de China para influir en los precios de la deuda estadounidense es enorme.

Sin embargo, en su edición de este miércoles, el periódico estatal China Daily señala que los economistas chinos creen que es poco probable que llegue a haber un default de la deuda de EE.UU.

El diario cita a Xu Hongcai, especialista del Centro Chino de Intercambios Económicos Internacionales, diciendo que se trata sólo de "un juego político" entre los dos principales partidos estadounidenses.

"No creo que en EE.UU. habrá una crisis de la deuda pero sus altos déficits podrían forzar al gobierno estadounidense a recortar el gasto fiscal", le dijo Xu al periódico. Según el China Daily, esto podría provocar una reducción de las importaciones de China a corto plazo.

clic Vea también: Para entender la crisis de deuda en EE.UU.

¿Y si hubiera default?

Algunos funcionarios chinos han advertido recientemente que, de ocurrir un impago, incluso durante unos días, el dólar estadounidense se devaluaría.

"No creo que en EE.UU. habrá una crisis de la deuda pero sus altos déficits podrían forzar al gobierno estadounidense a recortar el gasto fiscal"

Xu Hongcai, especialista del Centro Chino de Intercambios Económicos Internacionales

"El resultado podría ser muy grave y espero que dejen de jugar con fuego", le dijo a la prensa Li Daokui, asesor del Banco Popular de China, el banco central, el mes pasado.

Li advirtió que "si ocurriera un default, el gobierno chino debería consultar con el de EE.UU.. China puede prometer que no vamos a vender nuestras tenencias de deuda de EE.UU., pero EE.UU. también debe prometer que no dañará nuestros intereses, garantizando la seguridad de nuestra inversión".

Otro economista chino, Zhuang Jian, del Banco Asiático de Desarrollo, explicó –según el China Daily de este miércoles- que el riesgo para su país es que, si el dólar estadounidense se debilita más, aumentarían los precios globales de las materias primas, lo que podría resultar en una mayor presión inflacionaria sobre China.

Por eso, de acuerdo al especialista, China debe mantener su política monetaria restrictiva y estar atenta a las entradas de capital especulativo internacional, que podrían impulsar aún más las burbujas de activos en el país asiático.

Por otra parte, el debilitamiento del dólar estadounidense frente al yuan haría más asequibles los activos a los inversionistas chinos.

Posibles efectos

Pero la gran pregunta es si, realmente, los legisladores de Estados Unidos pueden permitirse el lujo de que su país entre en default o de que las agencias calificadoras de riesgos le quiten su clasificación de AAA.

Mohamed A. El-Erian, director ejecutivo de PIMCO, uno de los mayores inversionistas de bonos a nivel mundial, le dijo a la BBC que la indecisión actual de los legisladores "no es una buena noticia para la economía global porque ésta se basa y opera a partir del principio de que EE.UU. está en el mismo centro del sistema financiero: tiene la clasificación AAA, provee las reservas de monedas que otros países usan y es la nación que ofrece el mayor sistema financiero del mundo".

Mayores poseedores de bonos de la deuda de EE.UU.

  • China: US$1,16 billones
  • Japón: US$910.000 millones
  • Reino Unido: US$345.000 millones
  • Brasil: US$210.000 millones

"Nadie quiere que su centro sea irresponsable y eso es lo que está pasando en Washington hoy en día", añadió.

Según él, es "muy probable" que se llegue a última hora a un acuerdo que evite el default, aunque no es muy seguro que esa medida logre mantener la máxima clasificación de las agencias calificadoras de riesgos.

El-Erian -autor de "When markets collide" ("Cuando los mercados chocan") y exempleado del Fondo Monetario Internacional- le explicó a la BBC que si EE.UU. pierde su triple A, la economía global se vería afectada en varios aspectos, entre ellos uno de los que más le preocupa a China, la garantía de la seguridad de los bonos del Tesoro.

En su opinión, también "provocaría un aumento de las tasas de interés en EE.UU., extendería la inseguridad e incrementaría la volatilidad de los mercados. Estos tres factores se traducen en menores inversiones, menor crecimiento y mayor desempleo".

El-Erian coincide con el análisis de varios economistas chinos de que los activos denominados en dólares estadounidenses podrían perder valor "porque es muy probable que el dólar se depreciará".

Y, como Xu Hongcai, piensa que los políticos de EE.UU. "están inmersos en su juego, esperando que van a salirse con las suyas en el último minuto, sin percatarse de que, entre tanto, podrían estar socavando la confianza".

"Quizás internamente tenga sentido pero les falta la perspectiva externa", concluyó.

La eterna crisis de la eurozona

La eterna crisis de la eurozona, un problema de política errática

Juergen B. Donges

Cuesta mucho comprender a los líderes políticos que nos gobiernan y que dicen querer darle estabilidad y un futuro halagüeño a la zona euro.

En la Cumbre Europea extraordinaria del pasado 21 de julio, han anunciado que en octubre se presentará un programa para la salida de la crisis de la deuda soberana. Tan sólo unos meses antes, a finales de marzo, el Consejo Europeo de Jefes de Estado y de Gobierno había diseñado y acordado una nueva arquitectura para la unión monetaria -un Fondo de Estabilización Monetaria y el Pacto del Euro Plus- con el mismo objetivo.

Más improvisación con las consecuentes dosis de incertidumbre para los mercados, imposible. Los Juncker, Merkel, Sarkozy , Barroso y demás compañeros europeos están poniendo en tela de juicio su credibilidad y capacidad de dirigir con responsabilidad los destinos de Europa.

Lo que se ha convertido en un grave problema es que los Gobiernos no respetan las normas sobre una buena gobernanza de la zona euro que ellos mismos han suscrito. Así arrancó la unión monetaria en 1999. Bélgica e Italia fueron admitidos a pesar del excesivo endeudamiento público. Posteriormente, para el ingreso de Grecia, se hizo la vista gorda al hecho sobradamente conocido de que las finanzas públicas de este país estaban completamente desordenadas. Lo que no sabíamos del todo era hasta qué punto habían sido maquilladas por la autoridades helenas.

La siguiente infracción de la normativa del euro corrió a cargo de Alemania y Francia, nada menos. En 2003, el entonces canciller, Gerhard Schröder, y el presidente Jacques Chirac impidieron que la Comisión Europea activara contra estos dos países el mecanismo por exceso de déficit público, tal y como lo requerían el Tratado de Maastricht y el Pacto Europeo de Estabilidad y Crecimiento.

Ambos estadistas impusieron una reforma del Pacto, descafeinándolo. El precedente para los demás socios con respecto al descuido de la disciplina presupuestaria estaba servido. Se puso de manifiesto un error de construcción de la zona euro: no haber previsto la tentación de los políticos de interpretar según su conveniencia el cumplimiento de los criterios de convergencia y, concretamente, la calidad de las políticas nacionales en el terreno fiscal y en el de las reformas estructurales.

El BCE, el gran perdedor

Cuando estalló la crisis de la deuda soberana en Grecia a principios de 2010, los líderes políticos cometieron colectivamente la infracción más grave: invalidaron de un plumazo los dos principios fundamentales que contemplaba el Tratado de Maastricht para la zona euro: uno, que los gobiernos tenían prohibido rescatar a un socio del área; otro, que el BCE no debía de financiar déficit públicos. Los políticos han convertido a la eurozona -mejor dicho, a los contribuyentes- en el prestamista de última instancia sin tener en cuenta los incentivos perversos que ello implica. Es decir, para los Gobiernos, despilfarrar, y para los bancos, buscar cómodamente y sin mayor riesgo rentabilidades generosas para sus préstamos.

El gran perdedor es el BCE, que en un año ha adquirido bonos del Tesoro griego y de otros países de baja solvencia por un valor de muchos miles de millones de euros, lo que naturalmente no es bueno para la reputación de esta entidad. Por eso, ahora, su presidente, Jean-Claude Trichet, es tan reacio a todo lo que suene a una reestructuración de la deuda griega. En algunos círculos, los analistas económicos ya hablan del BCE como si fuera un banco malo más.

Al aprobarse el año pasado el programa de ayudas financieras para Grecia y crearse un fondo europeo de rescate (EFSF, por siglas inglesas), los líderes políticos declararon que se trataba de medidas transitorias, para un plazo de tres años. Otra promesa incumplida. Pues en la mencionada cumbre de marzo, el Consejo Europeo implantó un fondo permanente (ESM) que entrará en funcionamiento a mediados de 2013.

Esto es toda una invitación a los mercados a someter una y otra vez a prueba de estrés la solvencia de determinados países. Nuestros gobernantes se han aprendido el cuento de que los malos de la película son las agencias de calificación de riesgo y los oscuros especuladores financieros.

Pero, por mucho que se empeñen, el problema de la inestabilidad proviene de ellos mismos, por no cumplir con las exigencias de un área monetaria óptima: la flexibilidad del mercado de trabajo, la competitividad del sector de los bienes internacionalmente comercializables y la sostenibilidad de las finanzas públicas.

Más allá de los límites

Como colofón a las acciones cuestionables tenemos, hasta esta fecha, los acuerdos de la semana pasada. Nuevamente, los Gobiernos han cruzado líneas rojas que ellos mismos habían trazado.

Ahora el EFSF sí podrá adquirir deuda helena en el mercado secundario, el Gobierno griego sí recibirá préstamos para recomprar su deuda, y las condiciones crediticias (tipos de interés y vencimientos) serán suavizadas. Como en todas las actuaciones anteriores, nuestros líderes recurren al mismo discurso: que se trata de un caso excepcional y único y que no había otra alternativa para tranquilizar a los mercados financieros.

Irlanda y Portugal habrán tomado buena nota de que es perfectamente posible cambiar las reglas del juego sobre la marcha en beneficio propio y a costa de los países socios. Para hacer chantaje, no hay más que describir en términos apocalípticos lo que le sucedería a la zona euro si las nuevas ayudas no llegan. De aliado oportuno actúan los bancos y las compañías de seguros que tengan exposiciones sustanciales a los países afectados, pues gracias a los rescates no tienen que provisionar pérdidas de forma significativa con cargo a sus accionistas, como tendría que ser.

No nos llevemos a engaño, Grecia no podrá pagar la deuda acumulada. Su economía no dispone de un potencial de crecimiento que pudiera reforzar la capacidad recaudatoria del Estado. Pasarán muchos años hasta que el país heleno pueda refinanciarse en los mercados de capital bajo condiciones asequibles.

Tampoco se cumplirán a rajatabla los compromisos de austeridad fiscal y de privatizaciones que el Gobierno griego ha adquirido frente a sus socios europeos, la Comisión Europea y el FMI. Simplemente, falta la aprobación social a duros ajustes y está muy extendida entre los ciudadanos la convicción de que los otros países, Alemania el primero, acudirán una y otra vez a su socorro financiero.

¿Para qué renunciar a los derechos sociales adquiridos?, se preguntan muchos. Tan sólo es una cuestión de tiempo que estén sobre la mesa las opciones inevitables: es decir, una reestructuración de la deuda (moratoria y quitas), o bien la salida del euro. Para otros países con problemas financieros, puede ocurrir lo mismo. Los intervencionismos puntuales, por muchas inyecciones de oxígeno que procuren, no van a garantizar la viabilidad de la eurozona.

Juergen B. Dondges. Universidad de Colonia.

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