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Recientemente salió la noticia de que 3 oficiales de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF) que fueron fundamentales en en la fallida Operación Rápido y Furioso han sido ascendidos. Eso es sumamente desagradable dada la extensión grande y creciente del escándalo.
Ahora nos enteramos de que la Operación Rápido y Furioso ha sido un desastre aún mayor del que se pensaba inicialmente. No solamente se encontraron armas de la operación en la escena del asesinato de Brian Terry, agente de la Patrulla Fronteriza, sino que se han encontrado 57 armas de fuego más de Rápido y Furioso en 11 diferentes escenas de crímenes violentos en el suroeste de Estados Unidos.
La táctica de que las autoridades federales aprobaran que sospechosos compraran armas para después seguirles la pista, conocida como “gunwalking” –algo que los de la ATF han negado y admitido a veces en el lapso de minutos— fue concebido como un medio para aprender cómo los cárteles obtienen ilegalmente armas de fuego de Estados Unidos. Pero los agentes de la ATF no hicieron seguimiento a la gran mayoría de las cerca de 1,500 armas autorizadas para la venta a falsos compradores.
Muchas de esas armas ni siquiera llegaron a manos de los cárteles en México, sino que se vendieron o se entregaron a gente en Estados Unidos – por eso nos enteramos ahora de los 11 delitos con armas de fuego de Rápido y Furioso al norte de la frontera.
El diario Los Angeles Times informaba así del suceso:
El departamento no dio detalles sobre los crímenes. Sin embargo, The Times se ha enterado de que se produjeron en varias ciudades de Arizona, incluyendo Phoenix, donde se gestionó Rápido y Furioso, así como en El Paso, donde se incautaron un total de 42 armas de la operación en dos escenas del crimen.
Las nuevas cifras, que amplían el alcance del peligro que ha representado el programa para los ciudadanos de EE.UU. durante un período de 14 meses, están en una carta que oficiales del Departamento de Justicia entregaron a la Comisión Judicial del Senado el mes pasado.
En la carta, obtenida por The Times el martes, funcionarios del Departamento de Justicia también informaron que oficiales de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos les informaron que el director interino de la agencia, Kenneth E. Melson, “probablemente estaba enterado” de la operación incluso en diciembre de 2009, un mes después de que empezara.
Melson ha dicho que no se enteró de cómo se llevó a cabo la operación hasta enero de este año, cuando se canceló …
Pero una fuente cercana a la controversia, que habló bajo condición de anonimato debido a que la investigación continúa, dijo que ya en enero de 2010, justo después de que comenzó la operación, armas habían aparecido en la escena del crimen en Phoenix, Nogales, Douglas y Glendale en Arizona y en El Paso. La mayor cantidad hallada fue de 40 armas en una escena del crimen en El Paso.
En total, 57 de las armas de la operación se han recuperado en esas seis escenas del crimen, además de las dos que la Patrulla Fronteriza incautó cuando el agente Brian Terry fue asesinado.
A pesar del escándalo, que parece aumentar aún más por semana, la ATF recientemente decidió ascender a tres agentes que estuvieron íntimamente involucrados en el diseño de la operación.
La ATF ha ascendido a tres supervisores clave de una controvertida operación policial que permitió la venta de armas de fuego para ser traficadas ilegalmente a través de la frontera de Estados Unidos hacia México.
Los tres han sido fuertemente criticados por impulsar el programa, incluso cuando se hizo evidente que estaba fuera de control. Dos mil armas de fuego al menos se han perdido y muchas han aparecido en escenas del crimen en México y dos en el asesinato en Arizona de un agente de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos.
A los tres supervisores se les ha dado nuevos puestos administrativos en la sede de la agencia en Washington. Ellos son William G. McMahon, que fuera el subdirector de operaciones del oeste de la ATF y que era donde se centraba el programa de tráfico ilegal, así como William D. Newell y David Voth, ambos supervisores de campo que se encargaban de dirigir el programa desde la oficina de la agencia en Phoenix.
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