05 agosto, 2011

Así se siente un sismo financiero

Enrique Campos Suárez

El índice industrial Dow Jones ha perdido más de 10% en dos semanas y esto no lo hace una simple corazonada de que las cosas se pueden poner mal, esto es producto de las evidencias de que las cosas ya están en la ruta equivocada.

Este índice no tenía una caída de estas dimensiones desde que el sistema bancario estadounidense enfrentaba las evidencias del derrumbe subprime de finales del 2008.

Lo menos que se puede escuchar del terrible jueves negro es que se trató de un baño de sangre donde no había escapatoria, porque hasta el preciado oro que había servido como el refugio de estos pésimos momentos tuvo consecuencias negativas en el ya imborrable 4 de agosto del 2011.

Todavía el miércoles los mercados guardaban la esperanza de que hubiera alguna reserva no confesada de dólares en la Reserva Federal que ayudara a propiciar el milagro de mantener el pobre proceso de recuperación andando. Pero la confirmación de que la economía baja y que los rescatadores están lisiados se encargó de este escenario dantesco.

Esta mañana, los mercados despertarán con un dato que puede hacer que continúen los temores: la tasa de creación de empleos no agrícolas. Rondar 9% de desempleo en tiempos en que el gobierno se ahorrará todos los dólares que pueda no es buena señal.

Lo que ahora están haciendo los mercados es demostrar que las firmas calificadoras pueden estar en lo correcto cuando dicen que por ahora no hay riesgos de degradación crediticia porque el riesgo es de todos los demás agentes económicos diferentes al gobierno.

Hay una gran atención puesta sobre la situación económica de Estados Unidos y es lógico, ellos mismos se encargaron de jalar todos los reflectores. Aunque es un hecho que la crisis de deuda de Europa está empeorando un poco a la sombra de los conflictos políticos de Washington.

No hace falta más que observar lo que intentan desesperadamente los políticos italianos y españoles. Unos inventando reuniones extraordinarias y lanzando mensajes de supuesto aliento y otros de plano adelantando elecciones para dejar la bomba en otras manos.

Con la paranoia desatada desde hace semanas las exigencias para estos países europeos se elevan y con ello dificultan una salida tersa para esas economías. Por eso el pronóstico es cada vez más adverso.

México, mientras tanto, es el país que desde el gobierno siempre repetirá que la crisis viene de afuera. Eso de entrada.

Pero también es una economía que es como la mona vestida de seda: tiene ropajes protectores fuertes, como las reservas internacionales o la línea de crédito con el FMI, que seguramente podrán disuadir a muchos especuladores.

Pero debajo de esa ropa de seda se queda la misma carencia de reformas estructurales que hace que las finanzas públicas sean frágiles ante los cambios externos por su dependencia petrolera.

Está la debilidad de un mercado exportador totalmente dependiente del mercado de Estados Unidos y de un mercado interno insuficientemente equipado para mantener su crecimiento independiente de factores externos.

Por eso sí impacta una depreciación del peso frente al dólar, porque somos altamente sensibles a este precio. Pero puede tener más implicaciones por ahora la baja drástica en los precios del petróleo que ayer se hundió.

En Londres y Nueva York, el precio del WTI cerró en los 86.93 dólares por barril, lo que implicó una caída de casi 6% en un solo día.

La mezcla mexicana todavía tiene mucho margen de maniobra. De hecho, este año ha cumplido cabalmente con la expectativa de precio en promedio, pero estos movimientos reflejan la vulnerabilidad de las finanzas nacionales.

Total que ayer sentimos los efectos de un auténtico sismo global de los mercados, hoy nos amanecemos con los resultados asiáticos que empezaban la jornada con pérdidas de más de 3 por ciento.

Los temores que hoy se reflejan con violencia en los mercados serán los efectos de la economía de carne y hueso de mañana. Cuando la economía enfrente sus peores momentos de baja, incluso de recesión, estas bolsas estarán de vuelta en los terrenos positivos, adelantando vísperas de una recuperación.

Por lo pronto, los mercados hoy nos muestran un futuro nada promisorio para el cierre del año y el inicio del 2012, con todo lo que eso implica en múltiples terrenos de nuestra vida cotidiana.

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