Los que hablamos de que el Presidente tenía un delfín, hoy debemos corregir. No, lo cierto es que no tiene uno, sino un delfinario.
Ricardo AlemánEn medio de la “danza de los millones”, en que se ha convertido la contienda interna del PAN para seleccionar al candidato presidencial, los que hablamos de que Felipe Calderón tenía un delfín, hoy debemos corregir y reconocer un grave error.
No, lo cierto es que Calderón no tiene un delfín, sino un delfinario. Y es que, en rigor, el Presidente no está detrás de uno de los aspirantes a ocupar la candidatura de su partido, sino que metió a tres de los pretensos a un “delfinario” del que saldrá el mejor posicionado. Pero vamos a los hechos.
Todos saben que, luego de la trágica muerte de Juan Camilo Mouriño —quien estaba destinado a ser el candidato presidencial del PAN desde antes de su muerte—, el hombre más cercano al presidente Calderón se llama Ernesto Cordero, amigo del mandatario desde sus años de estudiantes en el ITAM.
Sin embargo, lo que saben muy pocos ciudadanos de a pie es que desde la casa presidencial se decidió no sólo perfilar a Cordero como potencial candidato presidencial del PAN, sino que se le asignó como “operador de cabecera” a uno de los estrategas consentidos de Calderón. ¿De quién estamos hablando? Claro, de Maximiliano Cortázar, el otrora vocero presidencial, y uno de los cuatro “generales” de Calderón.
De esa manera, Max Cortázar es el “mandón de Los Pinos” que abre puertas a favor de Cordero. Y, claro, responsable de actos al más puro estilo priista, como el de ayer domingo en Guanajuato, el realizado el sábado en Sonora y hace semanas en Puebla.
Otro de los “mandones de Los Pinos” se llama Juan Ignacio Zavala, hermano de Margarita Zavala, la carismática primera dama. Bueno, pues también desde Los Pinos, el “cuñado incómodo” fue encargado de la operación electoral de Alonso Lujambio, otro de los aspirantes metidos al “delfinario presidencial”. Sin mucha suerte, el “chiquito” secretario de Educación se rezaga, a pesar de que tiene todo el apoyo de la familia Zavala.
Y acaso porque las dos primeras cartas del Presidente nomás no crecen —nos referimos a Cordero y a Lujambio— y porque pudieran no crecer nunca, apenas en las semanas recientes se decidió incorporar al delfinario presidencial nada menos que a la señora Josefina Vázquez Mota, la dinámica diputada federal y dos veces secretaria de Estado, a la que le mandaron como operadores nada menos que al secretario particular del Presidente, Roberto Gil Zuarth, y a su mano derecha, el “apestado” de no pocos panistas, el señor Jorge Manzanera, un experto en chapucerías electorales al más puro estilo del PRI.
Lo curioso del asunto es que, a los ojos de no pocos militantes del PAN —de los que no creen o no quieren ver el teje y maneje político—, es positivo que “los hombres del Presidente” se muevan para apoyar a tres precandidatos presidenciales distintos. Dicen, incluso, que esa es una clara muestra de la pluralidad del partido azul.
Sin embargo, la realidad es muy distinta. Porque no ven o no quieren ver que, en el fondo, el Presidente tiene, no sólo el control absoluto del partido, del PAN, sino de la sucesión presidencial y, por supuesto, de la evolución de los candidatos. Es decir, que contra lo que le ocurrió a Vicente Fox —quien tenía en sus manos el partido a través de Manuel Espino, pero no el control del proceso interno de sucesión, y menos de los candidatos—, Calderón tiene en sus manos el partido, el proceso y a los candidatos. O por lo menos a tres de los cuatro principales aspirantes, ya que Santiago Creel continúa jugando por fuera del delfinario presidencial.
Y si aún existen dudas, basta revisar y recordar la forma en que se produjo la selección del nuevo presidente del partido, Gustavo Madero. ¿Se acuerdan? Resulta que desde la casa presidencial se manejaron y manosearon las dos candidaturas en juego; la de Madero y la de Roberto Gil. De esa manera, el Presidente mantuvo el control total del partido y hasta le dio un matiz de elección democrática. Lo mismo va a ocurrir con la selección del candidato presidencial.
Es decir, que al tener el control de tres de las cuatro precandidaturas, las posibilidades de que Felipe Calderón se alce como el ganador absoluto de la contienda son —por increíble que parezca— de ciento por ciento. Ahora lo interesante será saber si también van a poder explicar la danza de los millones en torno a los señores Ernesto Cordero y Alonso Lujambio y, claro, de la señora Vázquez Mota. Al tiempo.
EN EL CAMINO
Curioso, en un acto “totalmente priista”, Cordero llamó a rechazar el pasado. ¿Engañabobos?
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