26 agosto, 2011

Cargo o campaña: exposición o proselitismo

Si Cordero se queda en Hacienda, Josefina permanecerá en la Cámara de Diputados, desde la cual puede seguir haciendo crecer sus posibilidades, y Alonso Lujambio deberá decidir si redobla el activismo o no.

Jorge Fernández Menéndez

El PAN ha entrado en el momento de las definiciones respecto a la candidatura presidencial y todo parece estar apuntando a que ese proceso se terminará decantando entre Josefina Vázquez Mota y Ernesto Cordero. Pero todavía los panistas no terminan de decidir cómo procesarán esa decisión. Este fin de semana el tema se abordará en el Consejo Nacional y son imprescindibles varias definiciones.

Primera, si los aspirantes continúan o no en su cargo. Todo estaba listo para que Ernesto Cordero renunciara a la Secretaría de Hacienda la semana pasada. La crisis económica ha llevado a que permanezca en el cargo, al mismo tiempo que Cordero ha acentuado su proselitismo interno en el PAN. Ha habido un par de declaraciones del titular de Hacienda que hacen presuponer que la renuncia podría posponerse, incluso hasta noviembre, cuando comience el proceso interno del PAN y cuando se supone que debe aprobarse el paquete económico 2012. Esta misma semana, Cordero dijo que se mantendría en el cargo para negociar el Presupuesto y que no sentía incompatible su posición en el gabinete con sus aspiraciones electorales.

Puede ser que la coyuntura permita al gobierno y a Cordero insistir en el tema económico o en los cambios estructurales, como lo hizo ayer el presidente Calderón, para tener presencia en medios e impulsar una agenda que, si sale adelante en el Congreso, algo por demás improbable, daría réditos a una hipotética candidatura y, si no sale, le daría a Cordero, o incluso a otro candidato panista, una base programática de campaña. El problema de todo eso es la popularidad. Se podrá argumentar que ésa se puede construir después, desde la candidatura y que lo primero consiste en ganar la interna del panismo. Es una verdad a medias: resulta muy difícil construir una candidatura con índices de conocimiento muy bajos entre la población y también hacerlo desde el discurso, en muchas ocasiones eminentemente técnico, de un secretario de Hacienda, sin partidizar, al mismo tiempo, la marcha económica y financiera. Pero creo que esa puede ser la nueva apuesta de Cordero, pensando que esa agenda está ya, inevitablemente, partidizada.

La decisión de Cordero arrastrará las otras: si se queda en Hacienda, Josefina permanecerá en la Cámara de Diputados, desde la cual puede seguir haciendo crecer sus posibilidades, y Alonso Lujambio deberá decidir si redobla el activismo o no, esperando a ver qué sucede con Cordero. Alonso no gana demasiado, en términos electorales, quedándose en el gabinete. Pero lo cierto es que sería suicida que dos miembros del gabinete presidencial se lanzaran por la misma candidatura. Se preguntará qué sucederá con Santiago Creel. El que fue secretario de Gobernación de Fox, sigue siendo de los personajes más conocidos fuera del panismo, pero habrá que ver hasta qué punto lo afecta la ineludible distancia que mantiene con el calderonismo y el también evidente apoyo que tiene de Vicente Fox. Por su parte, el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, ya ha anunciado que no dejará su cargo mientras no concluyan los Juegos Panamericanos, lo que lo llevará en los hechos también hasta casi noviembre. No creo que ni Santiago, salvo que ocurra algo muy extraño, ni mucho menos Emilio, tengan posibilidades, pero jugarán sus cartas y con ellas van a tener espacios para negociar.

En las casas de enfrente, López Obrador ha estado siempre en campaña, y Marcelo Ebrard tampoco dejará el DF hasta las famosas encuestas. Y Manlio Fabio Beltrones no abandonará el liderazgo en el Senado.

Lo interesante, en todo caso, y lo que puede poner en dificultades a los contendientes que permanezcan en su respectivo cargo, es que el 16 de septiembre Enrique Peña Nieto deja de ser gobernador en el Estado de México y se pondrá a recorrer el país sin ataduras políticas, fuera de las que él mismo establezca, y esa será una presión que difícilmente podrán ignorar sus adversarios.

El tema será precisamente ése: qué hacer entre septiembre y noviembre. Quien lo tiene más claro es Peña Nieto, pero para eso necesita que el priismo no se divida y crezca la idea del candidato prácticamente único. Si tiene que utilizar estos meses para dar la lucha interna, en lugar de fortalecerse se puede desgastar, además de que estará mucho más expuesto al golpeteo externo e interno. Por eso fue, al menos en apariencia, tan importante su encuentro con Beltrones el fin de semana en Morelia.

En el caso de los panistas, el permanecer en sus cargos públicos es de costos y beneficios impredecibles: el manual diría que se deberían lanzar a buscar los votos de la gente pero, en los hechos, en la interna panista hay que convencer solamente a unas 300 mil personas. El problema no es ése, sino la etapa posterior, la plenamente electoral, si no se acumula popularidad desde ahora. En el PRD todo es más sencillo y más difícil: se limita a saber qué harán con López Obrador.

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