- Bejarano, gran mago para lavar dinero político.
-¿Quien paga millones que cuesta un movimiento social?
Ricardo AlemánEn 2004, todos vieron los videos en los que René Bejarano exigía dinero al empresario Carlos Ahumada; todos escucharon cuando Bejarano le advertía al empresario de origen argentino, que Andrés Manuel López Obrador estaba enterado del manejo irregular de dinero. Y todos vieron cuando Bejarano metía pacas de dólares en bolsas de supermercado y hasta con las ligas del dinero se fue.
Bueno, pues ese mismo René Bejarano —que en una farsa más de la justicia mexicana pasó en una celda de lujo algunos meses—, encabezó ayer un mitin en el Monumento a la Revolución para expresar su apoyo a la candidatura presidencial de López Obrador; el mismo AMLO que nunca explicó públicamente su nexo con Bejarano , los negocios políticos que los unieron y, claro, tampoco trasparentó el destino del dinero que el grupo político de Bejarano exigía a empresarios como Carlos Ahumada.
Lo curioso del caso es que, a siete años de ese escándalo, hoy Bejarano no sólo se ha convertido en adalid de “la esperanza” para los pobres; no sólo es un político exitoso y aplaudido, sino el principal promotor de AMLO.
Y bueno, en el extremo del cinismo convertido en bandera político-electoral, se aventó la puntada de hablar de honestidad y bienestar.
Peor aún, si en los últimos siete años nadie pudo comprobar a dónde iba a parar el dinero que Bejarano exigía a empresarios como Ahumada, hoy queda claro cuál era el destino de ese dinero negro.
Y es que el “señor de las ligas” ha sido para la política, lo que “los contadores” para el narcotráfico. Es decir, los encargados de lavar el dinero sucio.
Profesional del cinismo
Y la mejor evidencia de que Bejarano es un “mago” para el lavado de dinero político, la pudimos ver ayer en el Monumento de la Revolución.
Resulta que Bejarano encabezó un acto de masas, cuya preparación, organización, logística y realización cuesta millones de pesos. Por eso, la pregunta elemental. ¿Y quién pompó?
En efecto. ¿Quién conoce un empleo remunerado, con su respectivo pago de impuestos, que haya desempeñado el señor Bejarano en los años posteriores a su encarcelamiento?
Nadie sabe que Bejarano sea empresario, que se haya sacado la lotería institucional —claro, se sacó la lotería política desde hace muchos años—, que haya heredado una fortuna, o que un abuelo lejano le haya escriturado fincas y propiedades como para gastar millones en la política.
Y ante la evidencia aplastante de inmoralidad política, no faltarán los ingenuos, ciegos y/o sordos que se nieguen a ver la realidad; que pretendan justificar a un pillo de siete suelas como Bejarano y a otro falsificador de las causas populares, como AMLO.
Lo cierto es que sólo en México pueden ocurrir esas cosas; que un pillo confeso, exhibido en todo el país mediante un video, pueda aparecer años después, como si nada, y convocando a un movimiento social y a una candidatura presidencial.
Asistimos a la confirmación de que en México la bandera y la ideología de la transa, del cochupo y del robo, son ideologías políticas vigentes y que sus practicantes son ídolos como Bejarano y AMLO.
Queda claro, para los que tenían dudas, que la sociedad de AMLO y Bejarano es para lavar dinero político, empleado como ideologías de un movimiento social.
¿Quién pompó?
Pero además, entre la clase política todos saben que en México y en el mundo, hacer política es una de las actividades más caras que existen.
Es sabido por todos que pocos utilizan su propio dinero para hacer política.
¿Y entonces de donde salen las carretadas de dinero para, por ejemplo, construir y mantener movimientos sociales, como el de AMLO —por todo el país—, y el de René Bejarano, en toda la zona metropolitana del Valle de México?.
No es novedad para nadie que algunos fanáticos de AMLO y otros defensores a ultranza del pillazo llamado René Bejarano, se creen el cuento de que “el movimiento” se mantiene de lo que le dan los diputados y los ciudadanos.
¿Cuántos diputados aportan dinero, y cuánto dinero han aportado en los últimos siete años? ¿Cuántos han dejado de aportar, porque se decepcionaron, y cuántos ciudadanos y cuánto han dado?
Si fuera cierto que la dádiva por convicción es la fuente de financiamiento de la candidatura presidencial de López Obrador, entonces una de sus herramientas fundamentales de propaganda sería dar a conocer los detalles de ese financiamiento, con pelos y señales.
¿Pero que creen? Sí, que nadie tiene esa información, porque esa información no existe, y porque todo lo que se ha dicho es falso.
Y es que el dinero para crear, mantener y financiar un movimiento social como Morena o como el Movimiento Nacional por la Esperanza, es dinero negro, en su mayoría dinero público desviado de centros de poder, como gobiernos municipales, estatales, delegaciones políticas del Distrito Federal, congresos locales, como la Asamblea Legislativa del DF y otras instituciones.
¿Por qué creen, por ejemplo, que entre los perredistas pelearon a muerte la delegación de Iztapalapa? Por eso, porque es una rica fuente de dinero.
Vamos a un ejemplo más claro. El Movimiento Nacional por la Esperanza, que presiden los esposos René Bejarano y Dolores Padierna, tiene cinco años en formación. Dice Bejarano que es un movimiento que aportará dos millones de votos a AMLO. Con esas cifras básicas, es posible calcular que se trata de un movimiento social que ha costado cientos de millones de pesos. ¿Por qué?
Elemental. ¿Vamos a suponer que para ponerse en contacto con cada uno de los dos millones de ciudadanos que dice el pillo de Bejarano que tiene su movimiento, ha gastado diez pesos por persona, sea en volantes, trípticos, visitas domiciliarias, mensajes de radio y/o televisión, pasacalles, periódicos, mensajes de voz en voz, etc? Si le costó diez pesos contactar a cada persona, por dos millones de personas, entonces estamos hablando de 20 millones de pesos. ¿De dónde salieron esos 20 millones de pesos, señor Bejarano? Claro, a eso se debe añadir que el señor Bejarano no tiene un empleo remunerado. ¿Entonces quien pompó?
País de cínicos
Lo más grave, sin embargo, no es que la política mexicana haya gestado pillos de siete suelas como René Bejarano. Tampoco lo verdaderamente grave está en esa clase política que tiene en sus filas ladrones y delincuentes, como Bejarano y Julio César Godoy. No, lo muy grave, preocupante y lamentable parece estar en la sociedad. Y es que el hecho de que Bejarano haga lo que hace, y que existan quienes le aplaudan, confirma que, en general, nos hemos convertido en un país de cínicos. ¿O no?
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