14 agosto, 2011

Crímenes contra la lógica

Para Javier Sicilia, la aprobación de la Ley de Seguridad Nacional implica el reforzamiento de la guerra contra el narcotráfico.

Ana Paula Ordorica

Que Javier Sicilia y los integrantes de su Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad sean invitados al Congreso es una señal de apertura.

Que los artistas como Diego Luna, Daniel Giménez Cacho y Julieta Egurrola se sumen a su movimiento por la paz es una manera de darle mayor fuerza a la voz del poeta.

Que estos mismos artistas hagan propuestas como acostarse en el piso de Paseo de la Reforma, frente al edificio del Senado, para evocar a los muertos de la lucha contra el narcotráfico dejando ahí mismo pares viejos de zapatos para representar a los desaparecidos o asesinado, es una manera pacífica de señalar la falta de respuestas de parte del gobierno.

Que se busque darle recursos al Movimiento a través de la donación de parte de las ganancias de los espectáculos en donde participen los artistas involucrados es algo indispensable para mantener viva esta iniciativa ciudadana de Sicilia.

Todo ello suma a la diversidad, a las propuestas y, al final, al país mismo.

Lo que resulta alarmante en toda esta ecuación es el trato y el lugar en el que se ha colocado a Javier Sicilia.

Con toda la solidaridad para alguien que ha perdido a un hijo en una guerra que no es compartida por todos, el poeta Javier Sicilia es eso: un poeta y una víctima de la tragedia que ha golpeado a miles de mexicanos en estos ya más de cuatro años de lucha.

Esto no vuelve a Javier Sicilia en automático en un experto en materia legislativa (cosa que él mismo ha aceptado), ni tampoco un experto en materia militar ni de seguridad nacional.

Ello viene a cuento porque, ante la cancelación hace una semana del diálogo entre el Congreso y el Movimiento por la Paz, el resultado ha sido lamentable.

Cuando Sicilia y los suyos consideraron una traición la aprobación en comisiones de la minuta de la Ley de Seguridad Nacional, los legisladores se pusieron a temblar. Les ganó el intento de ser políticamente correctos. De no dañar ni con el intento de una iniciativa urgente para el país la sensibilidad del poeta.

Eso es algo que el filósofo de la Universidad de Cambridge, Jaime Whyte, ha llamado crímenes contra la lógica en el excelente libro que publica bajo ese título (Crimes Against Logic).

Es un crimen contra la lógica que cometemos los periodistas, los políticos y la sociedad cuando convertimos a un individuo en experto en una materia por el hecho de haber sufrido una tragedia.

Para Javier Sicilia, la aprobación de la Ley de Seguridad Nacional implica el reforzamiento de la guerra contra el narcotráfico y piden que se apruebe una ley de seguridad humana. Una ley que sea, así lo piden, conforme a un Estado democrático y no de un régimen autoritario.

Lo curioso del pedido es que están amenazando con marchar el domingo próximo y con llevar a cabo una serie de actos hasta que se apruebe su propia propuesta. Bonita manera de mostrar su espíritu democrático: o su propuesta, o el caos.

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