14 agosto, 2011

Crisis: ¿Quién es culpable?

Por Guillermo Arosemena Arosemena

El Expreso de Guayquil

Meses atrás escribí en mi columna "¿Nueva recesión mundial?", no por ser clarividente sino porque las señales eran inequívocas; entre otras: colosal endeudamiento público y privado (personal), desequilibrio entre las monedas más importantes, macrocorporaciones acumulando montos en efectivo como nunca antes y sin hacer mayores inversiones, surgimiento proteccionista en el comercio exterior. Los eventos de los últimos días podrían ser la antesala de lo que era una lejana posibilidad. No hay duda de que la economía mundial se encuentra en graves problemas. A nivel global, los gobiernos y personas se acostumbraron a vivir, basados en el endeudamiento. En todos los países hay excusas para este último: intervención de guerras, excesivas e improductivas políticas sociales, descomunal burocracia, salvataje financiero, etc.

Supuestamente Estados Unidos es el causante de la crisis, pero el lunes pasado, en pleno descalabro de las bolsas mundiales, a pesar de la baja en la calificación de la deuda pública estadounidense, los inversionistas en Londres, Tokio, Nueva York y demás centros financieros, vendían sus acciones a cualquier precio y compraban bonos de la tesorería estadounidense. ¿Cómo explicar lo que podría ser acto demencial? La razón es elemental. En una crisis económica mundial, por el tamaño de la economía, solidez de sus instituciones y enorme liquidez del mercado, los bonos y la economía estadounidenses siguen siendo los que más confianza dan a los inversionistas.

Europa está al borde del colapso y los países BRIC tienen sus propios problemas que crecen en magnitud, especialmente China: segura revalorización del yuan, elevada inflación en alimentos y preocupante endeudamiento. Japón, que estaba saliendo de su crónica recesión, por el terremoto, nuevamente se encuentra en crisis. Los precios de los bienes primarios vienen descendiendo desde hace algún tiempo. Desde mayo el índice CRB ha caído de 370 a 320. Si efectivamente hay una nueva recesión mundial, dependiendo de lo que suceda en las próximas semanas, Ecuador entrará en apuros. No tener reservas para enfrentar posibles adversidades, es un error que podría ser costoso.

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