17 agosto, 2011

Crisis


Carlos Ramírez

En la primera campaña presidencial de Bill Clinton, su asesor James Carville detectó que el malestar de la gente estaba en la pérdida de bienestar social derivada de la crisis económica. Por tanto, dicen que mandó colgar en su despacho un letrero con tres consignas:


1. Cambio versus más de lo mismo.
2. La economía, estúpido.
3. No olvidar el sistema de salud.


Desde entonces, la frase redactada en términos imperativos ?¡es la economía, estúpido!? pasó a formar parte del análisis político de la realidad. A excepción, claro, de los estrategas económicos del presidente Barack Obama.


Desde la campaña, el equipo de asesores de Obama no operó en la lógica de la economía sino de los derechos. La idea no era mala: convertir las demandas de la gente en derechos y luego obligar al Estado a cumplir con esos derechos. Lo malo fue que la estrategia de Obama eludió irracionalmente desde el principio el peso de la crisis económica.


La crisis le estalló a George W. Bush y le creció a Obama, pero en realidad la paternidad de los problemas no ha sido de ninguno de los dos, aunque cada uno contribuyó a agrandarla.


La crisis de 2008 fue la crisis de la esencia misma del sistema capitalista: la codicia. Si Bush carecía de enfoques de fondo para atender ese problema, Obama llegó al poder con el apoyo social para resolver la crisis desde enfoques sociales. Pero Obama operó en otra lógica, igualmente capitalista: salvar a las corporaciones para que de ahí viniera la recuperación.


El resultado está a la vista: Obama aumentó sin control el gasto público para inyectarle liquidez a la economía a la espera de una buena y rápida reactivación; pero la economía empresarial se tragó la liquidez y no reactivó la economía.


Obama tapó los hoyos con más deuda y emisión de bonos y llegó al tope oficial de 14 billones de dólares, cuando lo recibió de Bush en nueve billones. Ahí fue donde estalló la crisis: mayor deuda sin reorganización de los ingresos o recortes disparó el déficit presupuestal y este se hizo adicto a mayor emisión de bonos.


El debate


De ahí que la esencia de la crisis sea el mal manejo de la economía por Obama pero, en descargo, también del agotamiento del capitalismo como sistema económico basado principalmente en la estructura de las corporaciones. El desafío, en consecuencia, ha radicado en transformar el capitalismo en una economía más racional, comenzando con mayores regulaciones a bancos, corporaciones y gobiernos.


Ahí es donde los países de economías en desarrollo ?como México? pudieran jugar un papel de pivote de los cambios, pero resulta que aquí se ha seguido desde 1982 la lógica del capitalismo neoliberal del ritmo pare-siga, de crecer hasta donde los desequilibrios lo permitan y luego aceptar desaceleraciones del crecimiento económico.


El pasmo de Obama ante la crisis, la parálisis de los gobiernos socialdemócratas y la protesta social callejera incapaz de diseñar una estrategia coherente vislumbran un largo periodo de crisis económica.


Obama ya no fue el líder de la transformación del capitalismo en un sistema más justo, a pesar del consenso mundial que tuvo a su llegada.


Por eso el debate no debe ser el ajuste para enfriar los desequilibrios sino reconocer que llegó a su fin el modelo económico fundado en los Acuerdos de Bretton Woods y en el Consenso de Washington.

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