12 agosto, 2011

Cuando un recorte no es un recorte

– Por Ron Paul

Uno podría pensar que el reciente drama concerniente al techo de la deuda implica a un lado que quiere incrementar o mantener el nivel de gasto y a otro que quiere recortar el gasto drásticamente, pero eso está lejos de la realidad. A pesar de la retórica que se utiliza, el verdadero debate se trata de cuánto más se incrementará el gasto gubernamental.

No existe ningún plan para recortar el gasto de la manera en que usted y yo lo entendemos. En cambio, los “recortes” que se discuten son ilusorios, y ni siquiera son recortes de los montos actuales, sino recortes de aumentos proyectados para el futuro. Esto es análogo a una familia que “ahorra” $100.000 al decidir no comprar un Lamborghini, y en su lugar compra un Mercedes de alta gama, cuando que en realidad su presupuesto los obliga a mantener el Honda en funcionamiento. Pero este es el tipo de matemáticas que Washington usa para enmascarar la verdad incriminatoria sobre el saqueo, sin remordimientos, sobre el pueblo estadounidense.

La verdad es que la retórica alarmista sobre el default, el crédito y la fe en los EE.UU. está siendo utilizada sin miramientos para imponer un presupuesto más grande que nunca, a pesar del estancamiento de los ingresos. Si el ingreso de su familia no cambiara de año a año, ¿sería prudente una gestión financiera que acelerara el gasto con el fin de que se sientan más ricos? Eso es lo que nuestro gobierno está haciendo, con un bando sugiriendo una leve diferencia en la dirección del gasto en comparación con el otro.

En realidad, el poner en orden nuestras finanzas en orden no es tan complicado ni tan terriblemente doloroso. Si simplemente siguiésemos gastando en los niveles actuales, bajo su definición de “recortes” nos ahorraríamos U$S400 mil millones en los próximos años, frente a los U$S25 mil millones que la Ley de Control del Presupuesto dice “recortar”. Sólo nos llevaría 5 años el “recortar” U$S1 billón, en matemáticas de Washington, sólo manteniendo el nivel de gasto. Eso es difícilmente austero o catastrófico.

Un presupuesto equilibrado es igualmente sencillo y a nuestro alcance si Washington tuviese una pequeña cantidad de sentido común fiscal. Nuestros ingresos se sitúan actualmente en aproximadamente 2,2 mil millones de dólares por año y es probable que se mantengan estancados ya que la recesión continúa. Nuestros gastos son de 3,7 mil millones y se proyecta que crezcan cada año. Sin embargo, sólo debemos remitirnos al año 2004 para que los gastos federales sean de 2,2 mil millones, y el gobierno estuvo muy lejos de ser “pequeño” ese año. Si simplemente regresáramos a los gastos de ese año, lo cual no sería algo austero, tendríamos un presupuesto equilibrado hoy mismo. Si mantuviésemos el nivel de gasto, y la economía fuera a crecer, como se estima, el presupuesto se equilibraría por sí mismo para el año 2015, sin que haga falta ningún recorte.

Hoy en día pagamos un 35% más que hace 10 años en nuestro gasto militar, con las mismas capacidades. Lo mismo podría decirse del resto del gobierno. ¿Por qué hemos doblado nuestro presupuesto en los últimos 10 años? Este país no tiene el doble de población, o el doble de superficie, ni el doble de nada que haga que se requiera que el gobierno federal crezca en tan obscena proporción.

En términos de Washington, una simple congelación del gasto resultaría en un “recorte” mucho mayor a los que están siendo discutidos. Si los políticos simplemente no pueden tolerar la implementación de recortes reales sobre gastos reales, sólo con congelar el presupuesto le daríamos a la economía una buena oportunidad para recobrar el aliento, recuperarse y crecer.

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