06 agosto, 2011

Deuda, gasto público y tasas de interés


Godofredo Rivera

Ahora resulta que ser ordenado en términos financieros, gastar menos del ingreso total, ahorrar más de lo que se consume, tener una deuda muy pequeña ó nula respecto del ingreso total, es indicativo de ser de “ultra derecha”, ó fanático del “tea party”.

Cuantas idioteces se oyen por estos días al criticar a ciertos miembros del partido republicano en EU que exigen que se regrese al Estado mínimo (eliminar al Estado intervencionista) y a la disciplina financiera. Ya la prensa, académicos y muchos analistas señalan la “irresponsabilidad” de la “ultra derecha” del partido republicano. Perdón señores críticos, pónganse a estudiar más, EU padece desde el siglo pasado un creciente intervencionismo del Estado que ha llevado a éste país a la actual situación de quiebra financiera. Tanto republicanos como demócratas son los responsables de que el gobierno estadounidense esté prácticamente en la quiebra. El socialismo populista y el keynesianismo han calado fuertemente en EU desde el siglo pasado. Sólo hay que ver cómo se presta atención a todo lo que diga ó escriba el keynesiano irresponsable y ramplón de Paul Krugman.

Sí, lo increíble de ésta crisis es que da cuenta de cuán arraigada está la falsa creencia entre distintos periodistas, académicos, analistas y políticos, de que el gasto público es el motor de la economía, de que si el gobierno no gasta mucho no hay desarrollo, de que gastar poco y bien aumenta los pobres, de que hay que gastar y gastar sin importar la fuente de financiamiento. Y en el público también está latente la ignorancia, hoy mucha gente repudia que haya nuevos impuestos, pero no quieren renunciar a sus “derechos sociales” (que no es otra cosa más que la dádiva que reciben de los gobiernos, a costa de despojar a otros vía los impuestos).

Los estadounidenses deberán reflexionar si quieren seguir siendo el país con mayores innovaciones en la tierra, con las mejores universidades del planeta, ó convertirse en un Estado socialdemócrata benefactor supuestamente de todo mundo, con altos, muy altos impuestos y bajas tasas de crecimiento económico acompañadas de escasa innovación. Ojalá los estadounidenses recuerden qué los llevó a ser la primer potencia económica del orbe, que recuerden cómo el individuo está por encima de la masa, que los ciudadanos están por encima del Estado, que para nada fue el Estado social demócrata ó social burócrata para decirlo en términos más claros, el que contribuyó al éxito de ese país. Ojalá lo recuerden.

No es asunto siquiera de ciencia económica, sino de aritmética y sentido común. Nadie puede vivir de fiado indefinidamente, nadie puede endeudarse al infinito, nadie puede gastar sin límite, nadie puede consumir más de lo que ahorra ad infinitum, nadie, y ello incluye a cualquier nación de la tierra. Y es que tercamente no se entiende que la prudencia financiera es un factor necesario para que un individuo, empresa ó nación alcancen el éxito. No es asunto de ideología. Aún así, si sigue habiendo tercos que no entienden esto, que todo lo ven como ideología, “doctrina neoliberal”, entonces prefiero mil veces ser considerado como “fanático del tea party”, que como “estatólatra irresponsable del partido demócrata”. No hay almuerzos gratis.

El acuerdo logrado la semana pasada en el Congreso que permite elevar el techo de endeudamiento no es ninguna panacea, y menos la solución de fondo a la estructura de las finanzas públicas estadounidenses. La reducción del gasto público, tampoco es de golpe, como los defensores de Obama reclaman. Será creada una comisión (que hoy no existe) para que revise y ajuste el gasto público a la baja, pero en un período de 10 años. De hecho, el aumento al techo de endeudamiento y la estimación a la baja del gasto público es casi igual, de poco más de 2 billones de dólares (cada rubro), así que aún no se ve una solución que elimine al mago keynesiano que falsamente cree que puede, sin costo alguno, dotar de todo a todos, de la cuna a la tumba.

Un alivio es que se impidió que subieran los impuestos, pero en mi opinión aún no hay garantía de que la intención no se lleve a cabo. Dependerá de cómo terminen negociando demócratas y republicanos y para ello ampliaron discutirlo hasta 2013.

Ojalá, sea el inicio de un análisis y reflexión profundos en materia económica para que EU realice reformas serias en materias de seguro social, de reformas al sistema de salud, de eliminación de los múltiples programas populistas, de un regreso al Estado mínimo. Otra vez, Ojalá.

Un análisis de tasas de interés

Existe un mito genial keynesiano de que los gobiernos controlan las tasas de interés a su antojo. Para sustentar sus “evidencias”, los economistas keynesianos usan modelos econométricos en los que de acuerdo a ellos, las tasas de interés se manipulan al antojo del banco central, y no hay problema alguno en monetizar el nivel de deuda del gobierno (comprar bonos de deuda del gobierno). Para los keynesianos no hay correlación entre el nivel de gasto gubernamental y las tasas de interés. Es decir, el mayor gasto público no inhibe la inversión privada (en todo caso para los keynesianos es más importante la relación deuda-PIB, siendo más importante el crecimiento del segundo que la reducción de la primera), pues el banco central coadyuva a que las tasas de interés, no suban, ó en el peor de los casos suban poco.

La trampa de éste análisis es que es cortoplacista, es decir, en realidad las correlaciones de los keynesianos son espurias, pues las tasas de interés que realmente cuentan para el crecimiento económico son las de largo plazo. A corto plazo, los bancos centrales pueden mantener artificialmente bajas las tasas de interés, pero ello daña la toma de decisiones en materia de asignación de recursos productivos en el largo plazo. Es el caso hoy de la FED, con sus ridículas tasas de casi cero.

Los bancos centrales sólo pueden influir en las tasas de interés de corto plazo, en la tasa a la que descuenta crédito a los bancos y entre las tasas que se cobran entre los mismos bancos comerciales a corto plazo. Pero en el largo plazo (que es lo determinante para el crecimiento económico, y los keynesianos tramposamente dicen “estaremos muertos”), las tasas de interés son influidas estrictamente por los mercados (millones de inversionistas), las tendencias inflacionarias, el déficit fiscal gubernamental y lo más importante, por la oferta y demanda de capital de inversionistas.

Así las cosas, con la reciente baja en la calidad crediticia de la deuda estadounidense (de triple A a doble A +), ya salieron los keynesianos a argumentar que no habrá alza en las tasas de interés, que la FED puede seguir comprando bonos del tesoro, que de los poco más de 14 billones de dólares de deuda (no incluye el nuevo techo de endeudamiento), 8 pertenecen a la propia FED, y el resto a extranjeros (5 millones a chinos y lo restante a distintos inversores institucionales) y que por tanto seguiremos viendo tasas bajas.

Cómo hacen trampa los keynesianos, deberían de echarle un ojo a los bonos del tesoro a 10 años ó a las hipotecas a 30 años, en estos casos las tasa de interés promedio se encuentran por arriba de 4% (nada que ver con 0.5%) y si la FED sigue inyectando liquides sin ton y son, las propias expectativas inflacionarias no sólo revertirán al alza las tasas de corto plazo, sino que las de largo plazo subirán aún más.

Las tasas de interés de corto plazo artificialmente bajas, están haciendo mucho daño a la economía estadounidense, pues no están reflejando el costo de oportunidad de posposición del consumo presente por futuro y lo peor, viene un escenario para crowding out ó desplazamiento de la inversión privada por la enorme deuda gubernamental que tendrá que ser financiada sepa dios como (ni con el reciente acuerdo de endeudamiento adicional las propias autoridades estadounidenses conocen con exactitud, apenas conformarán una comisión de ajuste al gasto).

Nuevamente veremos, por desgracia, la llamada equivalencia ricardiana, de que la deuda de hoy equivale a los impuestos de mañana. Esa es la cruda realidad que keynesianos y políticos irresponsables quieren ignorar.

Las lecciones de la crisis de EE.UU. y su efecto global

Ello debe llamar a reflexión al gobierno entrante en nuestro país sobre la importancia del manejo responsable del frente fiscal…

El mundo tiembla: la estabilidad presupuestal de Estados Unidos –el principal referente económico y financiero global– pende de un hilo y amenaza con arrastrar a otros países. EE.UU. enfrenta efectos derivados de la pérdida de disciplina fiscal, por razones que van desde programas de salud extremadamente caros, como Medicare, el envejecimiento de su población, el salvataje de un sistema financiero insolvente y las sucesivas guerras externas en las que se ha involucrado.

Todo ello debe llamar a reflexión al gobierno entrante en nuestro país sobre la importancia del manejo responsable del frente fiscal, especialmente tras las propuestas de aumento de gasto corriente anunciadas por el presidente Ollanta Humala en su mensaje del 28 de julio.

En Estados Unidos, demócratas y republicanos, no llegan hasta ahora a buen puerto, pues ambos bandos están más preocupados por su imagen de cara a las próximas elecciones. Esta incapacidad de pactar con la oposición en momentos críticos es también un mensaje para la clase política peruana.

El plazo legal para que el Congreso estadounidense apruebe la ampliación del endeudamiento público vence este martes 2 de agosto. De no lograr acuerdo, Estados Unidos podría entrar en moratoria y no contar con los fondos necesarios para hacer frente a sus obligaciones.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) ya ha advertido que sin una pronta salida, el pánico y la volatilidad contagiarán los mercados financieros y bursátiles, y se afectará la emisión de bonos de EE.UU. con “efectos universalmente negativos”.

Nuestro país acaba de experimentar una expectante transferencia de mando, pero no será ajeno a la crisis estadounidense. El nuevo gobierno debe tomar las previsiones necesarias para mantener la solidez de nuestra economía, el ritmo de las exportaciones, el nivel de las reservas internacionales y el clima de confianza de los inversionistas y los agentes económicos.

En este delicado contexto internacional cualquier paso en falso, como un aumento excesivo del gasto corriente o un despilfarro fiscal de corte populista, podría costar el futuro a corto y mediano plazo.

Como telón de fondo de la crisis en Estados Unidos está –como mencionamos en líneas anteriores– la rivalidad entre partidos políticos que no quieren dar su brazo a torcer y actúan en función de sus intereses proselitistas, pensando más en la próxima elección que en su país y sus votantes.

La contraofensiva demócrata llega desde el Poder Ejecutivo: el presidente Barack Obama está llamando a los ciudadanos para que presionen a sus parlamentarios, y desde el Senado, con su bancada, bloqueando los proyectos que resultan insuficientes o inadecuados. Ello muestra la desesperación que se vive en los ámbitos más altos de la toma de decisiones en un país emblemático del mundo desarrollado.

Mientras el mundo sigue con expectativa y preocupación las deliberaciones congresales de Estados Unidos en las horas que restan para el plazo final, la moraleja que nos deja esta crisis, según diversos expertos, remarca tres cosas: la necesidad de preservar la responsabilidad fiscal en las cuentas públicas (no se puede gastar más de lo que se produce), la urgencia de mantener el diálogo político entre fuerzas opositoras en aras de la gobernabilidad y, por encima de todo, la prioridad del interés nacional antes que los cálculos políticos y los sesgos partidarios.

¿Cómo afectará a la economía internacional la calificación “AA+” de EE.UU.?

Richard Webb, ex presidente del BCR, y Luis Carlos Vélez, presentador de World Business Today de CNN, comparten sus puntos de vista sobre este inédito escenario

Sábado 06 de agosto de 2011 - 08:35 am
Estados Unidos, Crisis en Estados Unidos,  Richard Web,  Luis Carlos Vélez
Richard Webb y Luis Carlos Vélez. (Archivo El Comercio / CNN)

GUSTAVO KANASHIRO FONKEN (@gkanashiro)
Redacción Online

La situación económica de Estados Unidos se ha visto en el ojo de la tormenta debido a la falta de acuerdos al interior del sector político de su país. La intención de los demócratas por no reducir los gastos y de los republicanos por no aumentar los impuestos casi llevan al país a declarar impagable sus deudas.

Recientemente el presidente Barack Obama consiguió que se apruebe un plan para ampliar el límite de la deuda de 14,3 a 16,4 mil millones de dólares, lo que le permitirá a EE.UU. seguir financiando sus deudas hasta el 2012. A pesar de esto, Standard & Poor’s le arrebató su máxima calificación crediticia.

Luis Carlos Vélez, conductor del programa de finanzas “World Business Today” de CNN Internacional, consideró que esto afectará duramente a los mercados y al público en general en EE.UU. porque los créditos en general, desde bancos hasta tarjetas de crédito, subirán de valor y ocasionarán que el endeudarse resulte ser mucho más caro.

A nivel mundial, el impacto también será muy pronunciado porque pone en evidencia que la crisis de EE.UU. es mucho más profunda que lo que el Gobierno quiso demostrar. “Esto no es una cosa del último gobierno o de Obama. Este es el resultado de un país que se ha endeudado durante los últimos 40 años“, indicó Vélez.

Sin embargo, políticamente la crisis tendrá un peso enorme para la gestión de Obama. “Esto no tiene precedentes. Nunca le ha pasado ha ningún presidente de EE.UU. Obama pasará a la historia como el primer mandatario al cual S&P le bajó la calificación crediticia”, sentenció el conductor de WBT.

DÉFICIT EMPEORARÁ
“Yo creo que los efectos se sentirán en un mediano plazo” sostuvo por su parte el economista y ex presidente del Banco Central de Reserva (BCR), Richard Webb. “EE.UU., con esta nueva calificación (AA+) sigue teniendo déficit y lo tendrá por muchos años más, el cual se debe financiar con bonos emitidos por el tesoro y que el público tiene que comprar a cambio de una tasa de interés, hasta hace poco bajísima”.

Webb señaló que una baja calificación crediticia elevará el precio que deberá pagar el Gobierno en estas tasas para poder vender sus bonos a quienes financian su deuda, principalmente China, Japón, Gran Bretaña y Brasil.

“Esto va a impactar al sector privado y genera un gran peligro de que regrese la recesión. El crédito se va a volver más caro, frenará la inversión e incluso el gasto de consumo”, añadió el economista. Y es que, para Webb, la posibilidad de una segunda recesión consecutiva a la del 2008 pone en peligro la estabilidad económica internacional.

De otro lado, Vélez destacó la incertidumbre que genera esta situación como una gran traba, no solo para el sector privado, sino también para todo el estatal.

“Esta crisis, la del 2011, se diferencia a la del 2008 porque aquella fue privada. Esta es de los gobiernos, de su incapacidad de pagar deudas o de generar credibilidad en los mercados” agregó.

¿Y EL ACUERDO PARA REDUCIR LA DEUDA?
EE.UU. consiguió llegar a un acuerdo sobre un plan para reducir la deuda de Estado y ampliar el techo de la deuda a último minuto, a pocas horas de que se venza el plazo y declare impagable un sector de sus deudas.

“S&P le castiga a EE.UU. la incapacidad de poder asegurar que pagará sus deudas a mediano plazo”, comentó Vélez al recordar que actualmente la deuda de ese país es equivalente a su PBI, dato históricamente sorprendente.

“El plan que se aprobó no deja claro si cortará el endeudamiento a largo plazo. Es más, se sospecha que podría incluso empeorar esta situación” agregó.

Richard Webb también criticó el plan aprobado en el último acuerdo en el Parlamento estadounidense como una estafa incapaz de conseguir el ahorro que se propone.

¿AFECTARÁ AL PERÚ?
La incertidumbre norteamericana puede resultar positiva para Latinoamérica, tal y como destacó Luis Carlos Vélez. “Cuando los inversionistas pierden lugares seguros como EE.UU., tienden a migrar a países con “commodities” de materias primas”.

Para el periodista colombiano, los inversionistas se darán cuenta que países como Perú ya vivieron estas crisis que son novedad en norteamérica. Históricamente, son los países latinoamericanos los que han aprendido que la economía no se debe conducir como lo ha hecho EE.UU durante las últimas décadas.

Con una mirada más preocupada, Richard Webb destacó la incertidumbre de la economía mundial en caso de que se genere una nueva recesión. Si esto llegara a suceder, la crisis se extendería a otros países cercanos, como pasa en Europa, donde la amenaza de bancarrotas y quiebras se presenta en España, Italia y Grecia.

Más información, menos conocimiento

TRIBUNA: MARIO VARGAS LLOSA

Más información, menos conocimiento

PIEDRA DE TOQUE. La imparable robotización humana por Internet cambiará la vida cultural y hasta cómo opera nuestro cerebro. Cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos nosotros

MARIO VARGAS LLOSA

Nicholas Carr estudió Literatura en Dartmouth College y en la Universidad de Harvard y todo indica que fue en su juventud un voraz lector de buenos libros. Luego, como le ocurrió a toda su generación, descubrió el ordenador, el Internet, los prodigios de la gran revolución informática de nuestro tiempo, y no sólo dedicó buena parte de su vida a valerse de todos los servicios online y a navegar mañana y tarde por la Red; además, se hizo un profesional y un experto en las nuevas tecnologías de la comunicación sobre las que ha escrito extensamente en prestigiosas publicaciones de Estados Unidos e Inglaterra.

Los alumnos han perdido el hábito de leer para contentarse con un mariposeo cognitivo

Un buen día descubrió que había dejado de ser un buen lector, y, casi casi, un lector. Su concentración se disipaba luego de una o dos páginas de un libro, y, sobre todo si aquello que leía era complejo y demandaba mucha atención y reflexión, surgía en su mente algo así como un recóndito rechazo a continuar con aquel empeño intelectual. Así lo cuenta: "Pierdo el sosiego y el hilo, empiezo a pensar qué otra cosa hacer. Me siento como si estuviese siempre arrastrando mi cerebro descentrado de vuelta al texto. La lectura profunda que solía venir naturalmente se ha convertido en un esfuerzo".

Preocupado, tomó una decisión radical. A finales de 2007, él y su esposa abandonaron sus ultramodernas instalaciones de Boston y se fueron a vivir a una cabaña de las montañas de Colorado, donde no había telefonía móvil y el Internet llegaba tarde, mal y nunca. Allí, a lo largo de dos años, escribió el polémico libro que lo ha hecho famoso. Se titula en inglés The Shallows: What the Internet is Doing to Our Brains y, en español, Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? (Taurus, 2011). Lo acabo de leer, de un tirón, y he quedado fascinado, asustado y entristecido.

Carr no es un renegado de la informática, no se ha vuelto un ludita contemporáneo que quisiera acabar con todas las computadoras, ni mucho menos. En su libro reconoce la extraordinaria aportación que servicios como el de Google, Twitter, Facebook o Skype prestan a la información y a la comunicación, el tiempo que ahorran, la facilidad con que una inmensa cantidad de seres humanos pueden compartir experiencias, los beneficios que todo esto acarrea a las empresas, a la investigación científica y al desarrollo económico de las naciones.

Pero todo esto tiene un precio y, en última instancia, significará una transformación tan grande en nuestra vida cultural y en la manera de operar del cerebro humano como lo fue el descubrimiento de la imprenta por Johannes Gutenberg en el siglo XV que generalizó la lectura de libros, hasta entonces confinada en una minoría insignificante de clérigos, intelectuales y aristócratas. El libro de Carr es una reivindicación de las teorías del ahora olvidado Marshall MacLuhan, a quien nadie hizo mucho caso cuando, hace más de medio siglo, aseguró que los medios no son nunca meros vehículos de un contenido, que ejercen una solapada influencia sobre éste, y que, a largo plazo, modifican nuestra manera de pensar y de actuar. MacLuhan se refería sobre todo a la televisión, pero la argumentación del libro de Carr, y los abundantes experimentos y testimonios que cita en su apoyo, indican que semejante tesis alcanza una extraordinaria actualidad relacionada con el mundo del Internet.

Los defensores recalcitrantes del software alegan que se trata de una herramienta y que está al servicio de quien la usa y, desde luego, hay abundantes experimentos que parecen corroborarlo, siempre y cuando estas pruebas se efectúen en el campo de acción en el que los beneficios de aquella tecnología son indiscutibles: ¿quién podría negar que es un avance casi milagroso que, ahora, en pocos segundos, haciendo un pequeño clic con el ratón, un internauta recabe una información que hace pocos años le exigía semanas o meses de consultas en bibliotecas y a especialistas? Pero también hay pruebas concluyentes de que, cuando la memoria de una persona deja de ejercitarse porque para ello cuenta con el archivo infinito que pone a su alcance un ordenador, se entumece y debilita como los músculos que dejan de usarse.

No es verdad que el Internet sea sólo una herramienta. Es un utensilio que pasa a ser una prolongación de nuestro propio cuerpo, de nuestro propio cerebro, el que, también, de una manera discreta, se va adaptando poco a poco a ese nuevo sistema de informarse y de pensar, renunciando poco a poco a las funciones que este sistema hace por él y, a veces, mejor que él. No es una metáfora poética decir que la "inteligencia artificial" que está a su servicio, soborna y sensualiza a nuestros órganos pensantes, los que se van volviendo, de manera paulatina, dependientes de aquellas herramientas, y, por fin, en sus esclavos. ¿Para qué mantener fresca y activa la memoria si toda ella está almacenada en algo que un programador de sistemas ha llamado "la mejor y más grande biblioteca del mundo"? ¿Y para qué aguzar la atención si pulsando las teclas adecuadas los recuerdos que necesito vienen a mí, resucitados por esas diligentes máquinas?

No es extraño, por eso, que algunos fanáticos de la Web, como el profesor Joe O'Shea, filósofo de la Universidad de Florida, afirme: "Sentarse y leer un libro de cabo a rabo no tiene sentido. No es un buen uso de mi tiempo, ya que puedo tener toda la información que quiera con mayor rapidez a través de la Web. Cuando uno se vuelve un cazador experimentado en Internet, los libros son superfluos". Lo atroz de esta frase no es la afirmación final, sino que el filósofo de marras crea que uno lee libros sólo para "informarse". Es uno de los estragos que puede causar la adicción frenética a la pantallita. De ahí, la patética confesión de la doctora Katherine Hayles, profesora de Literatura de la Universidad de Duke: "Ya no puedo conseguir que mis alumnos lean libros enteros".

Esos alumnos no tienen la culpa de ser ahora incapaces de leer Guerra y Paz o El Quijote. Acostumbrados a picotear información en sus computadoras, sin tener necesidad de hacer prolongados esfuerzos de concentración, han ido perdiendo el hábito y hasta la facultad de hacerlo, y han sido condicionados para contentarse con ese mariposeo cognitivo a que los acostumbra la Red, con sus infinitas conexiones y saltos hacia añadidos y complementos, de modo que han quedado en cierta forma vacunados contra el tipo de atención, reflexión, paciencia y prolongado abandono a aquello que se lee, y que es la única manera de leer, gozando, la gran literatura. Pero no creo que sea sólo la literatura a la que el Internet vuelve superflua: toda obra de creación gratuita, no subordinada a la utilización pragmática, queda fuera del tipo de conocimiento y cultura que propicia la Web. Sin duda que ésta almacenará con facilidad a Proust, Homero, Popper y Platón, pero difícilmente sus obras tendrán muchos lectores. ¿Para qué tomarse el trabajo de leerlas si en Google puedo encontrar síntesis sencillas, claras y amenas de lo que inventaron en esos farragosos librotes que leían los lectores prehistóricos?

La revolución de la información está lejos de haber concluido. Por el contrario, en este dominio cada día surgen nuevas posibilidades, logros, y lo imposible retrocede velozmente. ¿Debemos alegrarnos? Si el género de cultura que está reemplazando a la antigua nos parece un progreso, sin duda sí. Pero debemos inquietarnos si ese progreso significa aquello que un erudito estudioso de los efectos del Internet en nuestro cerebro y en nuestras costumbres, Van Nimwegen, dedujo luego de uno de sus experimentos: que confiar a los ordenadores la solución de todos los problemas cognitivos reduce "la capacidad de nuestros cerebros para construir estructuras estables de conocimientos". En otras palabras: cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos.

Tal vez haya exageraciones en el libro de Nicholas Carr, como ocurre siempre con los argumentos que defienden tesis controvertidas. Yo carezco de los conocimientos neurológicos y de informática para juzgar hasta qué punto son confiables las pruebas y experimentos científicos que describe en su libro. Pero éste me da la impresión de ser riguroso y sensato, un llamado de atención que -para qué engañarnos- no será escuchado. Lo que significa, si él tiene razón, que la robotización de una humanidad organizada en función de la "inteligencia artificial" es imparable. A menos, claro, que un cataclismo nuclear, por obra de un accidente o una acción terrorista, nos regrese a las cavernas. Habría que empezar de nuevo, entonces, y a ver si esta segunda vez lo hacemos mejor.

"Hama, contigo hasta la muerte"

"Hama, contigo hasta la muerte"

Opositores relatan a través de Internet o teléfonos por satélite la brutalidad con la que las Fuerzas Armadas intentan aplastar la revuelta popular

T. TROTTA / AGENCIAS - Madrid / Ammán -

La consigna más popular estos días en Siria es: "Hama, estamos contigo hasta la muerte". En la ciudad que padeció en 1982 la peor matanza perpetrada en Oriente Próximo en las últimas décadas -Hafez el Asad, padre de Bachar, aplastó una rebelión de los Hermanos Musulmanes- las calles desiertas y rebosantes de escombros, barricadas improvisadas y edificios destrozados formaban un paisaje desolador. Una ciudad fantasma cuyas imágenes ofrecía la televisión oficial. El régimen celebraba su victoria contra supuestos "grupos extremistas", acusados de saqueos y de haber matado a civiles.

Los relatos de los testigos que se lograron filtrar al exterior del país ofrecían una versión en las antípodas del relato oficial. Decenas de miles de personas tomaron las calles de Hama y de otras ciudades del país en el primer Viernes de la Ira desde el comienzo del Ramadán para exigir el fin de una dictadura de 40 años y de la violencia.

Un residente de Hama relató en una carta enviada a algunos activistas extranjeros: "Aquí estamos, esperando la muerte... Oímos el bombardeo y miro al techo de la habitación y me digo: ¿Caerá el misil en esta habitación o en la de al lado?'". El hombre añadió: "Pienso ahora: ¿compro un arma para impedirles asaltar mi casa? ¿O abro el gas y hago explotar la casa antes de que alcancen a mi esposa?". Según afirmó este lugareño, está viviendo "lo peor que puede haber en la vida: no poder hacer absolutamente nada frente a este terror".

Los vecinos de Hama, que sufren el asedio del Ejército desde hace una semana, denuncian la escasez de comida y medicamentos, así como el bloqueo de las comunicaciones, de la electricidad y del agua. Un testimonio recogido por la agencia Associated Press afirmaba que muchas familias racionan la comida para aguantar hasta el final de mes sagrado de Ramadán. El mismo ciudadano añadía: "Matan a la gente como si fueran ovejas. Yo mismo vi a un tanque atropellar a un joven en moto que solo transportaba verduras".

La cadena de televisión Al Yazira citaba el testimonio de otro vecino que aseguraba que agentes de las fuerzas de seguridad de paisano disparan, normalmente tras el rezo y la ruptura del ayuno por la noche, de manera indiscriminada, y que algunas familias han sepultado a las víctimas en los jardines de sus casas por miedo a ir al cementerio. "Tenemos miedo a que nos tengan que enterrar con ellos", dice.

En casi toda Siria las protestas, lejos de amainar por la represión, crecen. Desde Damasco a Deraa (en el sur) y Deir el Zor (en el este) los manifestantes coreaban los mismos lemas. "Dios está con nosotros, ¿y tú?" y "el pueblo quiere acabar con el régimen", el eslogan que hizo furor en la revolución egipcia.

En Damasco, una multitud se manifestó en el barrio de Medan al grito de "Bachar, dimite. Queremos ayunar y celebrar". El funeral de Jaled al Fakahani se transformó en manifestación delante de la mezquita de Abd Alkarim Alrfai, en Kafrsuseh, otro barrio de la capital. Los alzados contra el régimen también se dieron cita en Idlib, al norte del país, y en Homs por decenas de miles.

El Ramadán este año va a ser distinto para Ahmed. "Normalmente la gente sale por ahí para celebrar, para romper el ayuno con la familia... Ahora no hay nadie en las calles". Ahmed, nombre ficticio por motivos de seguridad, tiene 20 años y estudia informática en Damasco. "Ya he visto a mucha gente ser detenida sin razón", se justifica. "Por ejemplo, ayer participé en una sentada pacífica. Nos habíamos puesto de acuerdo para protestar con nuestro atuendo: una camiseta blanca. La policía cargó y se llevó a 50 personas", cuenta en conversación telefónica. Sabe este joven que la situación podría ser peor, según le han contado amigos que han logrado huir de Hama. "Me hablan de una verdadera atmósfera de guerra, donde las fuerzas de seguridad disparan el 80% del tiempo para que el miedo siga presente entre los ciudadanos".

Mueren 38 soldados en Afganistán

Mueren 38 soldados en Afganistán tras estrellarse un helicóptero de la OTAN

31 de las víctimas son estadounidenses y siete afganas.- Es mayor número de muertes ocurridas en un solo siniestro desde el comienzo de la misión en 2001

DAVID ALANDETE | Washington

La de hoy ha sido la peor jornada para el Ejército norteamericano desde que comenzó la invasión de Afganistán hace una década. En un ataque con una granada propulsada por un lanzacohetes, los insurgentes islamistas han derribado en la provincia de Wardak, al oeste de Kabul, un helicóptero Chinhook con soldados de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad [ISAF] de la OTAN, que participaban en la batida de un refugio de operativos afiliados a los Talibán. Fallecieron al menos 38 soldados, 31 de ellos norteamericanos y el resto afganos, según oficiales del gobierno de Kabul.

El ataque se produjo en el marco del inicio de la retirada norteamericana de Afganistán. En junio, el presidente Barack Obama anunció que este año se replegarán 10.000 soldados. Otros 23.000 regresarán a EE UU antes del próximo verano. Aun quedarán en Afganistán unas 70.000 tropas tras esa primera retirada. En 2014, el gobierno afgano será el único responsable de la seguridad nacional de su país. El Pentágono le había aconsejado al presidente una salida más lenta.

El ataque de Wardak se produjo en la madrugada del viernes al sábado. Un segundo helicóptero se vio obligado a hacer un aterrizaje de emergencia en la provincia de Khost, sin víctimas, según portavoces de ISAF. Según el gobierno afgano, los soldados fallecidos pertenecían a las fuerzas de operaciones especiales, encargadas de misiones contrainsurgentes de alto riesgo y no convencionales. Un portavoz del Pentágono dijo que se trataban de operativos del cuerpo SEALS de la Marina, los que acabaron con Osama bin Laden en mayo.

Los Talibán admitieron la autoría del ataque a la agencia Associated Press, asegurando que habían abatido el helicóptero cuando participaba en una operación de asalto a una residencia donde se reunían operativos insurgentes. La OTAN ha confirmado que el helicóptero se hallaba en "zona de actividad enemiga".

La misión militar comenzó en 2001, tras los atentados terroristas contra Nueva York y Washington. Obama anunció el principio de su fin en junio, un mes después de la muerte del líder de Al Qaeda. Hay en este momento unas 96.000 tropas norteamericanas sobre el terreno, según datos de la Casa Blanca. El año pasado fue el de más víctimas para el Ejército norteamericano, con 499 soldados fallecidos. En 2011 ya han fallecido 279, según un recuento de Reuters.

Desde Camp David, el presidente Obama ha emitido un comunicado, lamentando la pérdida de los soldados: "Sus muertes son un recordatorio de los extraordinarios sacrificios que asumen los hombres y mujeres de nuestro ejército y sus familias, incluidos aquellos que prestan servicio en Afganistán... En estos momentos difíciles, todos los norteamericanos nos unimos en apoyo a los hombres y mujeres de uniforme, que prestan servicio para que podamos vivir de forma libre y segura". Su homólogo afgano, Hamid Karzai, le llamó previamente para expresar sus condolencias.

El refuerzo de tropas ordenado por el presidente Obama ha debilitado a los insurgentes en las provincias del sur de Afganistán, que tradicionalmente fueron un bastión Talibán. Los rebeldes, sin embargo, han recurrido a ataques menos convencionales, como atentados suicidas perpetrados en núcleos urbanos. Los atentados se han incrementado sobre todo en el este del país, cerca de la zona de Kabul.

Antes del último ataque, el día en que se habían registrado más muertes en un ataque contra las tropas aliadas fue el 28 de junio de 2005, cuando los Talibán abatieron un helicóptero en la provincia de Kunar. Murieron 16 soldados del equipo SEALS de la Marina y del cuerpo de misiones especiales del Ejército de Tierra. Hasta la fecha, los ataques a helicópteros en Afganistán se han cobrado las vidas de más de 90 soldados aliados.

Standard & Poor's priva a EE UU de la triple A

Standard & Poor's priva a EE UU de la triple A por su "improvisada política fiscal"

La deuda de Washington deja de ser considerada por primera vez el valor más seguro. -Moody's no descarta un posible recorte de la nota.- El G-7 discutirá el fin de semana sobre la medida

SANDRO POZZI | Nueva York

Estados Unidos, la mayor potencia económica del planeta, acaba de poner un pie fuera del selecto club de países con la AAA, la máxima calificación que otorgan las agencias de calificación de riesgo a la deuda soberana. La primera en hacerlo ha sido Standard & Poor's, que rebaja la nota a AA+ para la deuda a largo plazo por sus preocupaciones sobre el déficit de presupuesto del Gobierno y su creciente deuda. Moody's dijo a principios de la semana que la mantendría, pero dejaba la puerta abierta a un recorte. El máximo responsable detrás de la histórica decisión de S&P, David Beers, ha explicado hoy que la decisión se debe, en buena parte, al largo debate bipartidista en el Congreso de EE UU sobre el aumento del techo de deuda, que ha puesto de relieve la "débil e improvisada política fiscal estadounidense".

"Nosotros nos tomamos muy en serio nuestras responsabilidades, y si al final de nuestros análisis el comité concluye que una calificación no está donde creemos que debería estar, es nuestro deber tomar esa decisión", ha explicado Beers en una entrevista a Reuters. Es la primera vez que EE UU se queda sin esta corona. Wall Street estuvo toda la mañana del viernes especulando con la posibilidad, que se hizo evidente cuando desde la Casa Blanca se filtró entrada la tarde que estaban preparándose para un anuncio en este sentido.

Si sirve de consuelo para Washington, S&P retira a la deuda de EE UU la perspectiva negativa en la deuda a corto plazo, con lo que descarta un recorte de la nota mayor en los próximos seis o nueve meses. A partir de ahí, explica que esta acción refleja la opinión de que el plan de consolidación fiscal acordado por el Congreso y la Administración de Barack Obama "se queda corto".

Es decir, no lo ven suficiente para atajar a medio plazo el incremento de la deuda. Una degradación que la propia Reserva Federal había calificado de "insostenible". Es más, sus analistas piensan que la efectividad de Washington a la hora de tratar estas cuestiones se "ha debilitado" mucho más de lo que esperaban. Es una sería crítica al circo vivido estas semanas, con una encarnizada y estéril lucha política entre republicanos y demócratas.

El debate sobre el techo de la deuda puso en evidencia las vulnerabilidad fiscal del país. La agencia considera que los recortes aprobados por Washington para subir el techo de su deuda reduciendo sus perspectivas de endeudamiento no fueron lo suficientemente severos.

El Tesoro de Estados Unidos ha discutido hasta el último momento con los empleados de Standard, intentando convencerles de que las perspectivas de su deuda eran mejores de lo que parecía a primera vista, pero no consiguió ablandar las exigencias de la agencia.

Con las cifras sobre la mesa, es de extrañar que esta rebaja no hubiera llegado antes. El Tesoro de EE UU ya anticipó que la deuda nacional bruta alcanzará el 102% del PIB este año, algo que no pasaba desde la Segunda Guerra Mundial. La causa es doble: un crecimiento menor de lo esperado y la extensión de las rebajas fiscales.

La acción sin precedentes de S&P es además un toque de atención indirecto a otros países como Reino Unido, que atraviesan por problemas. Canadá ya vivió una situación similar en 1994, y recuperó la triple A. Pero la agencia de calificación advierte que puede rebajar el rating a AA entre los próximos 12 y 18 meses si no ve una reducción del gasto público que le convenza.

Pero para que EE UU abandone oficialmente el club de las grandes economías y tenga llamar a la puerta del que integran países como Japón, Chile, Bélgica o España, es necesario que otra de las dos grandes agencias le rebajen también la nota. Eso no quita que se esté entrado en un territorio peligroso, nunca explorado, en un momento delicado a escala global.

El G-7 discutirá sobre la calificación

Los ministros de Economía del G-7 discutirán por teléfono este fin de semana la evolución de los mercados tras la degradación de la deuda estadounidense por parte de Standard & Poor's, según fuentes diplomáticas europeas.

Cabe la posibilidad de que se establezcan dos conferencias telefónicas, la primera este sábado, y la segunda mañana domingo, pero todavía no se ha confirmado este punto, según la fuente europea, que destaca que la degradación de la deuda soberana estadounidense ha añadido una dimensión global a la actual crisis del euro.

La conferencia estaría auspiciada por el ministro de Economía francés, Francois Baroin, en calidad de representante de la Presidencia gala del G-7 y el G-20, quien había manifestado previamente en una entrevista que todavía era muy pronto para convocar un encuentro de los representantes de las principales economías del mundo. En principio, los ministros de Economía del G-7 tienen previsto reunirse a principios de septiembre en la ciudad de Marsella con representantes de los bancos centrales.

Críticas de China

El mayor inversor en la economía estadounidense, China, ha culpado hoy a EE UU de la situación en la que se encuentra. En un duro análisis, la agencia oficial china Xinhua califica al Gobierno estadounidense como "adicto a la deuda" y habla de su "estrechez de miras". "China, el mayor acreedor de la superpotencia, tiene todo el derecho a demandar a Estados Unidos que solucione su problema estructural de deuda y asegure los activos en dólares chinos", ha asegurado Xinhua.

Reacciones de Reino Unido y Francia

Las medidas de austeridad aplicadas por el Gobierno británico para reducir el déficit del país han quedado "justificadas" tras la decisión de Standard & Poor's de degradar la calificación de la deuda de EEUU, según han indicado hoy fuentes de Downing Street a la BBC.

Las fuentes del Tesoro británico señalaron que aunque la calificación asignada por Standard & Poor's al Reino Unido de AAA se ha mantenido, un cambio volvería a colocar al país en la "línea de fuego", y añadieron que las "turbulencias económicas" han demostrado la necesidad de continuar con las actuales políticas financieras.

El ministro de Empresa, Vince Cable, ha subrayado hoy a este canal la necesidad de que los bancos sean "totalmente seguros" y ha remarcado la importancia de que el país no caiga en la "complacencia". El ministro ha recordado que cuando el Ejecutivo de coalición entre conservadores y liberaldemócratas llegó al poder, la calificación de la deuda británica tenía una perspectiva negativa, pero que "gracias a las decisiones adoptadas para afrontar la deuda y apoyar una recuperación sostenible, esa calificación se ha reafirmado".

Cable también ha reconocido que los países de la zona euro son socios comerciales de su país y que la crisis de la deuda podría afectar al Reino Unido, "bien a través del comercio, o a través del sistema bancario y derivados".

Por su parte, el ministro francés de Economía, François Baroin, ha dicho hoy que su país "tiene plena confianza en la solidez de la economía de Estados Unidos, en sus cimientos", ha asegurado Baroin a la emisora RTL.

El ministro galo ha puesto en duda la decisión de la agencia Standard & Poor's de relegar la nota de Estados Unidos a causa de su deuda y ha afirmado que los otros dos organismos han mantenido su calificación al máximo nivel. "La nota de Standard and Poor's es solo una opinión de la situación financiera de los Estados Unidos. Las otras dos principales agencias, Moody's y Fitch, han confirmado la triple A", ha agregado Baroin.

El ministro francés ha cuestionado la decisión de Standard and Poor's basada sobre cifras que no están consensuadas.Para Baroin las dudas sobre la economía estadounidense no están justificadas porque "tiene cimientos sólidos", como demuestran los datos del paro publicados el pasado viernes que son "mejores de lo previsto".

Aunque el ministro ha reconocido que el desempleo en Estados Unidos está a niveles "a los que no están acostumbrados", al igual que el endeudamiento privado, "el problema más importante", según Baroin, porque se une al público.

Temor a los mercados

La cuestión está en saber ahora cómo se tomarán la decisión los mercados financieros, que están ya bajo un intenso estrés. De hecho, la volatilidad de hoy se achaca a la rebaja. El gran temor es que el recorte eleve el coste de los préstamos a las empresas, ponga en duda la calificación de algunos bancos y eleve las hipotecas, lo que supondrá un lastre para el crecimiento y el empleo.

Una rebaja en uno o dos peldaños no es la calamidad que se vaticinaba ante un escenario de impago de la deuda. Y la pérdida de la triple A no afectará a EE UU como destino de inversión, porque tampoco hay alternativas muchos mejores. Pero sí puede hacer que sus principales acreedores se replanteen sus carteras en dólares a largo plazo, y eso afectará a esa moneda.

La atención se dirige inevitablemente a la Reserva Federal, que se reúne el próximo martes con un menú ya sobrado. Pero la capacidad de maniobra está legalmente limitada en este tipo de escenarios y no afectará a las operaciones corrientes de la institución. La Reserva debe ser cuidadosa a la hora de proteger su independencia, pero si hay fuga de inversores tendrá que subir tipos o comprar bonos para introducir liquidez en el sistema.

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