17 agosto, 2011

¿Dónde está Peña Nieto?

El mandatario mexiquense ensaya un repliegue de los reflectores, para dar un respiro de su imagen a los potenciales votantes

Ricardo Alemán

Cuando rebasamos la barrera sicológica de estar a un año de la contienda electoral de julio de 2012, y cuando fue notorio que aceleraron su activismo presidencial los precandidatos Marcelo Ebrard, Ernesto Cordero, Santiago Creel y Josefina Vázquez Mota —entre otros—, también fue evidente que el puntero de la contienda prácticamente desapareció de la escena mediática.

Y es que al tiempo que en casi todos los partidos se procesa la selección de sus respectivos candidatos presidenciales, se ajustan la logística y la estrategia, se ensayan amarres y alianzas, se depuran estructuras y renuevan cuadros —mientras que las instituciones responsables de la contienda, como el IFE y el Tribunal Electoral, dicen que están a tiempo sus respectivos relojes electorales—, el gobernador mexiquense prácticamente se ocultó de la vista mediática.

Lo curioso del asunto es que, mientras todos o casi todos los aspirantes a la silla presidencial parecen desaforados porque el tiempo les gana posibilidades; mientras que todos o casi todos hacen malabares para ganar espacios y tratar de remontar en las encuestas, el mandatario mexiquense ensaya un repliegue de los reflectores, para dar un respiro de su imagen a los potenciales votantes. Por eso las preguntas obligan.

¿Dónde está Enrique Peña Nieto? ¿Qué está pasando con su candidatura? ¿Por qué desapareció de la escena política desde que se inició la campaña para renovar el gobierno mexiquense? ¿Acaso ya no le importa ser candidato presidencial y luego presidente por el PRI? ¿O es que en el primer círculo de Peña Nieto está pasando algo que los ciudadanos de a pie no sabemos?

Las interrogantes y especulaciones se pueden escalar hasta el infinito. Lo cierto es que en el caso de Peña Nieto asistimos al despliegue de una estrategia político-electoral poco usual y casi desconocida en México: bajar de manera paulatina la exposición del objeto electoral —del precandidato o candidato, en su caso—, para evitar, no sólo la saturación de una imagen en la conciencia colectiva, sino la “sobreexposición” de una oferta electoral que ya está posicionada, como es el caso de Peña Nieto.

Y es que, según los estrategas, Peña ya logró —con creces— la parte dura del posicionamiento, el conocimiento, la imagen positiva y la aceptación ciudadana. Y resultó tan exitosa esa etapa que sería contraproducente, incluso, continuar con la sobreexposición. ¿Por qué? Porque la imagen de Peña Nieto ya llegó “al techo” de popularidad y conocimiento. Y toda presión adicional sólo conseguiría empujarlo hacia abajo.

Por eso, Peña Nieto se dio el lujo de no aparecer en uno solo de los actos de campaña de su candidato a sucesor, Eruviel Ávila. Por eso no apareció en ninguno de los encuentros convocados por el CEN del PRI y, por eso, le ha dado un bajísimo perfil a sus recorridos por los municipios mexiquenses en los que se ha despedido. Por eso, su imagen no aparece en los spots de los 600 compromisos cumplidos durante su gobierno.

Pero, además, el repliegue estratégico también tiene razones políticas. En realidad busca dar espacio al interior del PRI para procesar la selección del candidato presidencial. Y es que en el tricolor aún está presente el fantasma de Roberto Madrazo, quien prácticamente destruyó al partido en sus afanes presidenciables. En el PRI de hoy, las partes tienen claro que llegar debilitados, fracturados o peleados a la contienda presidencial, sería lo más parecido al suicidio político.

Lo curioso del asunto es que está por terminar el ayuno mediático de la imagen de Peña Nieto. Y es que en cuestión de días comenzará la difusión masiva de un spot que no sólo anunciará el último Informe de Gobierno de Peña Nieto, sino que será un claro mensaje del más aventajado presidenciable del PRI, quien aprovechará para expresar posturas de una severidad no vista en torno al gobierno federal. Es decir, Peña regresará con la espada desenvainada. Al tiempo.

EN EL CAMINO

Por cierto, en sintonía con Peña Nieto, el gobernador electo del Estado de México, Eruviel Ávila, también decidió el bajo perfil mediático. Y no aparecerá en medios sino hasta después del Informe de Peña Nieto… por otro lado, es una pena, y debe ser severamente cuestionable que diarios como El Gráfico, Metro e Impacto, regresen al amarillismo decimonónico que creíamos superado. Repugnante y grotesca la difusión de imágenes de un hombre decapitado y colgado en un puente. La democracia mexicana no se merece esa trasnochada práctica periodística.

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