Román Revueltas Retes
Los titulares de primera plana de Milenio Diario, ayer, no pudieron ser más explícitos: en nueve meses, el Congreso no le aprobó una sola iniciativa de ley al jefe del Ejecutivo. Ni una.
¿Puede un presidente gobernar así a un país? O, mejor dicho ¿puede hacer bien su trabajo?
Sabemos perfectamente cuál es la principal misión de los legisladores de nuestra desleal oposición: que al presidente no le salgan las cosas, que no le vaya bien, que no coseche éxitos y que no logre sus propósitos. Si, de pasada, se llevan al país entre las patas, pues, qué le vamos a hacer. Es un mero detalle.
Presumen de patriotas y se ocupan de asunto trascendentes como exigir la devolución de una condecoración otorgada por un gobierno extranjero a un funcionario mexicano (sí, señoras y señores, una de las más estúpidas de nuestras leyes —pero, por favor, que no se le ocurra a ninguno de ustedes solicitar que la cambien— obliga a realizar el trámite de pedir, bien comedidamente, permiso a la Cámara muy Baja y, probablemente, a la Un poco Menos Baja, para poder recibir tales distinciones y, si no se cumplen dichas formalidades, hay que devolver la medallita y el collar.
Es más, se hablaba de entablar un “juicio político” contra el insolente infractor, de nombre Genaro García Luna que, por cierto, es un personaje que goza de un sólido prestigio internacional, ya que hablamos de condecoraciones) y reconvenir a los muchachos de las selecciones de futbol por no cantar con el debido entusiasmo y la obligada reverencia el Himno Nacional cuando suenan sus notas en la cancha, pero cuando ves los resultados que ofrecen te das cuenta que su productividad es prácticamente nula.
Así perdimos casi un sexenio entero. Y así seguiremos hasta que el país se hunda de verdad.
Bravo, señores. Se han ganado a pulso la pésima reputación que tienen, el repudio del pueblo y un lugar ignominioso en la historia de México.
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