19 agosto, 2011

El “nuevo” PRI, ¿al poder?

¿Acaso el sindicato de maestros o el de petroleros o el de electricistas no son otras lacras heredadas del Partido Revolucionario Institucional?

Francisco Martín Moreno

A Leonardo Tenorio

El PRI fue el responsable de todo lo bueno y de todo lo malo que aconteció en México en los últimos 70 años del siglo XX si incluimos al PNR, ese espantoso aborto republicano creado por Plutarco Elías Calles, en dicho recuento. ¿Por qué es el responsable de todo lo bueno y de todo lo malo? Simplemente porque impidió por todos los medios la alternancia en el poder, ya hubiera sido a través del fraude electoral o del asesinato de candidatos de la oposición o de periodistas o de la expatriación de indeseables o del encarcelamiento de “presos políticos”. La famosa familia revolucionaria, una pandilla —sálvese el que pueda—, nunca concedió el menor respeto a la voluntad popular, misma que interpretó de acuerdo a sus intereses políticos y económicos hasta conformar la Dictadura Perfecta…

Al PRI se le deben entre otros “éxitos escandalosos”, la devaluación del peso a más de 10 mil unidades por dólar, es decir una pérdida de dos mil veces el valor adquisitivo de nuestra moneda. Entre otros resultados triunfalistas de su catastrófica gestión de siete décadas se encuentra la existencia de más de 40 millones de mexicanos en la miseria, o sea, 40 millones de bombas de tiempo que implican un elevado peligro de explosividad social, un reflejo adicional del fracaso educativo en manos de los priistas. El PRI heredó 50% de trabajadores informarles en las calles de México, además de una inaceptable dependencia industrial, tecnológica y agrícola de Estados Unidos que no sólo exhibió las vergüenzas de nuestra supuesta soberanía alimenticia, sino de nuestro atraso académico que se traduce en una temeraria hemorragia de divisas. Al PRI se le debe la escandalosa migración de mexicanos hacia nuestro vecino del norte, una exportación en la que efectivamente fue exitoso al exportar millones de brazos de jóvenes indispuestos a aceptar la calamitosa realidad que se les ofrecía en su propia patria.

El PRI nos heredó índices de escolaridad cuatro veces inferiores a los de los países desarrollados, además del “pase automático” rumbo a la mediocridad de los centros universitarios, sin olvidar la noche negra de Tlatelolco ni la vergonzosa expulsión del rector Chávez que marcó el declive vertiginoso del país hasta caer en la obscuridad académica. Los priistas entendieron su arribo al poder como la preciosa oportunidad para lucrar con el tesoro público, salvo que usted, querido lector, conozca a priistas sepultados en la miseria, como las grandes masas nacionales. ¿Quién creyó en la administración de justicia durante el priismo cuando el Poder Judicial estaba al alcance de la chequera de los poderosos? La ley no era sino el reflejo del estado de ánimo del presidente de la República en turno.

Ahí está la muerte de los ríos en México, el ecocidio, la devastación ambiental, la desertificación irresponsable del país, la desforestación de los bosques, el envenenamiento de los ríos, el disparo de la contaminación moral y ambiental, la explosión demográfica, una marea humana que se multiplicó, de 20 millones de personas en 1940, a 100 millones en el año 2000.

El discurso del nuevo PRI nos habla de la muerte de ese monstruo insaciable, antes descrito, inmoral, abyecto, proteico, autoritario, corrupto, sanguinario y traidor desde que sujetó férreamente del cuello a varias generaciones de mexicanos con un altísimo costo social para el futuro de México. Los priistas de nuestros días hablan de las exequias del aborto republicano creado por Calles y consolidado por Cárdenas, otro tirano que tuvo al país en un puño y que desquició la economía nacional.

¿Todo cambió? La mejor evidencia para demostrar la existencia de un nuevo PRI la tenemos al estudiar detenidamente la gestión de priistas modernos, como la de Ulises Ruiz en Oaxaca, una de las entidades más atrasadas de la República. Ruiz, un delincuente de la nueva época priista, refleja la evidencia incontestable de que su partido ya cambió… Otro ejemplo lo tenemos en el “góber precioso” que no sólo desfalcó las arcas poblanas, sino que dio muestras inequívocas de una probada insolvencia moral al vinculársele con pederastas. Si queremos seguir hurgando en esta pandilla priista de nuestros días no debemos descuidar la gestión de Humberto Moreira en Coahuila, que dejó endeudado a su estado al extremo de que llevará más de 30 años poder pagar la deuda pública heredada, además de que por un voto mayoritario priista se impidió esculcar en las finanzas de su administración, así como en las personales. ¿Se acabó la impunidad y el peculado descarado? ¿Más? Que tal analizar “Mataulipas”, en donde la putrefacción política y económica ha llegado a niveles inenarrables.

Estos gobernadores son la mejor evidencia de que el PRI efectivamente no ha cambiado y que continúa siendo el mismo grupo cerrado que se niega a aplicar las leyes que ellos mismos promulgaron. ¿Acaso el sindicato de maestros o el de petroleros o el de electricistas no son otras lacras heredadas del PRI? Pobre, realmente pobre del actual gobernador Peña Nieto, si ya desde su campaña hacia la Presidencia permite que se le acerquen los tradicionales emboscados, los mismos que sepultaron la candidatura de Labastida. Si Peña Nieto quiere llegar a Los Pinos necesita rodearse de caras nuevas para darle alguna esperanza al electorado. ¿Y el PAN y el PRD y el PT y Convergencia? Ay, ay, ay…

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