No me da miedo, me encabro
Por: Salvador Camarena
Alejandro Solalinde, el miércoles en la noche, en el estudio de W Radio. Foto Diego Islas
Unos policías federales querían a la fuerza liberar a dos personas detenidas por elementos de una policía local. Ambos bandos sacaron sus respectivas armas. Los sujetos que habían sido detenidos eran acusados de participar en el secuestro de migrantes centroamericanos en el sureste mexicano. En medio de la disputa entre policías oaxaqueños y federales, el padre Alejandro Solalinde, director del Albergue Hermanos en el Camino, tomaba partido por las autoridades que habían logrado la aprehensión. Un policía federal empezó a empujar con un rifle al religioso. "Me pidió que me identificara, que quién era yo para entrometerme; le dije que se identificara él, pues él es funcionario público y yo no. Se negó. Pero ¿sabe qué me pasa a mí con las armas? No me da miedo, me encabrono. Al final el otro policía le dijo a su compañero, ya, deja al padre. Bien que sabían quién era yo".
"El Instituto Nacional de Migración ya no sirve, hay que tirarlo a la basura, está podrido. ¡Está podrido! Está muerto. No se puede decir, como pretenden, que ya lo están saneando, que están pasando (sus integrantes) los controles de confianza. Mentira. Estamos viendo todo lo contrario. Y si sigue pasando el tiempo van a ver cosas peores", me dice Solalinde la noche del miércoles en el estudio de W Radio.
Es sacerdote, no profeta, pero sus palabras cobran sentido doce horas después, cuando al amanecer del jueves (hora de México) el INM anuncia "el relevo en delegaciones y un amplio programa de control de confianza". No se recuerda un golpe de mano similar: serán auditados mil quinientos elementos de ese organismo y fueron removidos los delegados de Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Oaxaca, Estado de México, San Luis Potosí y Quintana Roo, estados que junto con Chiapas constituyen la llamada "ruta del migrante".
La remoción del personal ocurre siete meses después de la llegada de un nuevo director al INM y apenas unos días más tarde del enésimo testimonio que narró cómo oficiales migratorios entregaron a los criminales a unos centroamericanos en abril pasado.
Foto tomada del sitio web de Hermanos en el camino
En enero pasado, Solalinde encabezó una caravana que acompañó desde la frontera con Chiapas hasta Ixtepec, Oaxaca, donde está su albergue, a 60 migrantes. "Ahí hicimos grupos de seis, de diez, los registramos con fotografías, los monitoreamos...", cuenta el padre. Los migrantes memorizaron teléfonos y quedaron de reportarse desde las siguientes etapas del camino.
--Pasaron por Veracruz y no volvimos a saber nunca de ellos, de ninguno.
--¿Teme por ellos?
--Por supuesto que sí.
Ahora el INM tendrá que decirnos qué va a pasar con los mandos removidos, tendrá que ganarse la confianza de gente como Solalinde, cuya menuda figura engaña. "Yo no tengo nada que no tengan ustedes, ustedes no tienen nada que no tenga yo, todos recibimos la gracia de Dios, el espíritu santo, dentro de cada uno hay una gran persona, lo que falta es una oportunidad para mirar de otra forma y atrevernos a ser diferentes, a ser solidarios, el pueblo de México es solidario, es un gran pueblo, pero esa fuerza está dormida".
Al final de la entrevista le pedí a Solalinde que difundiera los datos de su organización para aquellos que se interesaran en contactarle o incluso en hacer donaciones. Esto contestó: "Les quiero decir que es muy fácil para tranquilizar la conciencia sacar una moneda del bolsillo. Pero México lo que hoy necesita no son limosnas, sino la participación de cada uno, ponerse las pilas, negarse ante la corrupción, buscar la paz. (...) Estamos iniciando un movimiento por la paz en el que ya nadie puede ser ni debe ser sustituido, que cada quien haga lo suyo, hacerlo bien y hacerlo por México, eso es lo que necesitamos". A ver quién de nosotros se siente aludido.
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