12 agosto, 2011

Estando solos

Me aterró un tanto la carta de Efraín Bartolomé sobre cómo hoy en la madrugada (lo que parece) la Policía Federal (o Policía del Estado de México)entró a su casa sin justificación alguna, lo sometió a él y a su esposa (y a algunos vecinos), voltearon todo lo que encontraron, les robaron algunas cosas, y les destrozaron las puertas.

La carta donde describe lo que sucedió se llama "¿De verdad estamos tan solos?", pues entre otras cosas, pese a haber llamado en varias ocasiones a la policía del Distrito Federal, nunca llegó nadie a ayudarlo, aclarar, o protegerlos.

La parte que más me llamó la atención es la forma en la que se "defendió" a sí mismo y a su esposa. No apeló a nada más que a lo que hacen: "somos gente de trabajo". No apeló a alguna orden judicial, no apeló a los derechos civiles o humanos, no apeló a la autoridad, no apeló a la ira que Dios desataría, apeló a lo único que le quedó apelar, a lo que él y su esposa son/hacen: gente de/que trabajo/a:

Justo aquí estos hombres de negro, con pasamontañas, con guantes, con rifles de asalto, con chalecos o chamaras que tienen inscritas las siglas blancas PFP, nos apuntan con sus armas a la cabeza.

Uno de ellos, siempre amenazante, nos interroga.

Dos más permanecen en la puerta.

− ¡Las armas! ¡Dónde están las armas!

− Aquí no hay armas, señor, somos gente de trabajo.

La defensa de Efraín Bartolomé frente a estos hombres armados, me recordó a una párrafo de un controvertido texto del filósofo Richard Rorty. En él Rorty trata de argumentar por qué no vale la pena buscar asideros morales trascendentales, y argumenta que es mejor pensar que asideros temporales (de este mundo). Rorty, responde a la crítica y entiende que a quienes les gustan los asideros trascendentales, nada les da más miedo que la situación de Bartolomé:

Supongamos que Sócrates estaba equivocado, que nunca hemos visto la Verdad, y por lo tanto, si la vemos otra vez no la reconoceríamos de manera intuitiva. Esto quiere decir que cuando la policía secreta venga, cuando los torturadores violen a los inocentes, no habrá nada que decirles del estilo de, "Hay algo dentro de ti que estás traicionando. Aunque representas las prácticas de una sociedad totalitaria que durará para siempre, hay algo más allá de esas prácitcas que te condena". Es difícil vivir con este pensemiento, como en la reflexión de Sartre:

"Mañana después de mi muerte, algunas personas pueden decidir establecer el facismo, y los otros cobardemente o suficientemente miserables se los permitirán. En ese momento, el facismos será la verdad del hombre, y tanto peor para nosotros. En realidad la cosas serán como el hombre haya decidido que sean."

Este fuerte párrafo muestra...el sentido de que no hay nada profundo dentro de nosotros excepto lo que hayamos puesto allá afuera nosotros mismos, ningún criterio que no hayamos construido en el proceso de crear una práctica, no hay estándar de racionalidad a cuál apelar, no hay argumentación rigurosa que no obedesca a nuestras propias convenciones.

A mi lo que me preocupa de la defensa de Bartolomé, no es que sea una que no apele a asideros morales trascendentales, sino que es una que ya ni siquiera pueda apelar a convenciones y prácticas que hemos creado para protegernos unos de los otros. Cuando la policía del DF no llegó, cuando nadie le explicó siquiera si representaban a una institución del Estado, cuando nunca se refirieron a la ley o a derechos, lo único que quedó en la intemperie, fue ofrecer lo que "hayamos puesto allá afuera nosotros mismos": "somos gente de trabajo".

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