11 agosto, 2011

El 'profesor' Bernanke mete presión con su 'dinero gratis' al resto de bancos centrales

Pedro Calvo
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El presidente de la Fed, Ben Bernanke. Foto: Archivo

Le sigue como si fuera su sombra. Seguramente, cuando Ben Bernanke estaba preparando el discurso que iba a pronunciar el 22 de noviembre de 2002 en el Club Nacional de Economistas, en Washington, no imaginaba, ni siquiera remotamente, que los mensajes que lanzó en aquella velada iban a resultar tan premonitorios.

Hasta el título de su intervención adquiere una dimensión visionaria que asusta en las circunstancias actuales. ¿Cuál era? El siguiente: Deflación: asegurándonos de que 'eso' no pasa aquí. En ese documento, Bernanke sacó a relucir la vena académica que, como todo profesor, lleva dentro. Estudioso de la Gran Depresión y conocedor de los problemas que arrastraba Japón con la deflación -caída general de los precios- desde los años 90, diseccionaba las distintas herramientas que tienen los bancos centrales para evitar la amenaza deflacionista y regenerar la demanda y la economía.

Nueve años después, y ya como presidente de la Reserva Federal (Fed), el banco central de EEUU, Bernanke está poniendo en práctica lo que predicó entonces. "Es cierto que una vez que los tipos se han situado en el 0 por ciento, un banco central no puede usar esta herramienta tradicional para estimular la demanda agregada y estará operando así en un territorio menos familiar", expuso en 2002.

Menos familiar, pero no imposible, porque añadió: "Un banco central que se ha visto forzado a reducir los tipos al 0 por ciento no está desprovisto definitivamente de munición". Y así lo volvió a demostrar en la reunión del martes, cita en la que anunció que mantendrá el precio del dinero en el 0-0,25% hasta "mediados de 2013". Una decisión, de nuevo, histórica y con unas consecuencias sobresalientes.

1. Una medida más sutil, pero con mucho fundamento.

¿De dónde sacó Bernanke esta medida? De su manual, puesto que ya la mencionó en 2002. "Una posibilidad sería que la Fed se comprometiera a mantener los tipos de interés en el 0 por ciento durante un periodo de tiempo específico. Como los intereses a largo plazo representan el promedio de los actuales intereses a corto plazo y los esperados en el futuro, más una prima por el periodo temporal, un compromiso de mantener los tipos de interés a corto plazo por algún tiempo, si fuera creíble, induciría una caída en los tipos de interés a largo plazo", sostuvo entonces.

Eso mismo es lo que ha hecho ahora. Lo que pretende es mantener reducidos los intereses para transmitir a los agentes eco- nómicos que seguirán disfrutando de unas condiciones extraordinarias para poder financiarse a unos tipos muy bajos. Por el momento, el mercado está respondiendo. Ayer, el rendimiento de los bonos a dos años descendió al 0,16 por ciento, el más bajo de la historia, mientras que el de los títulos a 10 años cayó al 2,11 por ciento, el más reducido desde diciembre de 2008. El Tesoro estadounidense ya se benefició de esta circunstancia, puesto que subastó obligaciones a 10 años con un rendimiento del 2,14 por ciento, el más bajo de siempre.

A ese primer incentivo se le suma un segundo: con unos tipos que seguirán cerca del 0 por ciento al menos dos años más, por muy baja que esté la inflación, el ahorro se ve penalizado. Dicho de otro modo, además de tratar de fomentar la actividad crediticia, Bernanke también pretende estimular el consumo y la inversión. Para Keith Wade, economista jefe y estratega de la gestora Schroders, con esta decisión la Fed "envía un fuerte mensaje a los mercados de que hará lo que tenga que hacer para conseguir que la economía crezca y que el desempleo baje". Y con respecto a la medida concreta, añade: "Es un movimiento que ayudará a conducir el riesgo de una pérdida de confianza en el sector privado y el peligro de caer en una trampa de liquidez donde la cautela empuja a las compañías y los hogares a ahorrar antes que a consumir".

2. El 'QE3' aún no está justificado.

La decisión sorprendió porque el mercado esperaba que volviera a disparar más munición cuantitativa, conocida como QE3, otra de las variantes comentadas en 2002 y que ya ha empleado en dos ocasiones durante la crisis -los denominados QE1 y QE2. Esta vez, sin embargo, no desenfundó. Prefirió esperar. Y a juicio de los expertos, hizo bien, porque hubiera sido difícil de justificar en estos momentos. Primero, porque aunque la desaceleración es un hecho, aún faltan datos que avalen la hipótesis de una recaída en la recesión.

Y segundo porque, tal como precisa Ed Fitzpatrick, de Schroders, las expectativas de inflación superan ahora el 3 por ciento, cuando en los momentos en los que se aplicaron el QE1 y el QE2 se situaban entre el 2 y el 2,5 por ciento. Con estos ingredientes, Bernanke ha preferido esperar y ver. La próxima reunión, que se celebrará el 20 de septiembre, aportará más pistas al respecto.

3. Presión adicional sobre otros bancos centrales.

La medida de la Fed no sólo tiene efectos sobre la economía norteamericana. También influye, y mucho, en el resto de los bancos centrales del mundo. Bernanke ya ha lanzado su compromiso: mantendrá los tipos en los niveles actuales al menos dos años más. Y eso abre un abanico de consecuencias. Una de ellas, clave en estos momentos, consiste en la repercusión que puede tener en el mercado de divisas.

Sobre el papel, la decisión de la Fed introduce más elementos para que el dólar continúe cayendo. Principalmente dos. El primero, que cualquier subida de los tipos que realice otro banco central hasta 2013 incrementará la presión para que su divisa se aprecie contra el billete verde. Y el segundo, que los tipos al 0-0,25 por ciento seguirán propiciando que el dólar actúe como la divisa en torno a la que pivotará la inversión en activos con mayor riesgo cuando regrese la confianza -una estrategia conocida como carry trade-, algo que acentuaría la pérdida de valor de la moneda norteamericana.

En definitiva, y dada su influencia sobre la economía y los activos globales, la política monetaria de la Fed puede actuar como ancla para el resto de los principales bancos centrales del mundo, hasta el punto de retrasar las decisiones de retiradas de estímulos que podrían estar barajando -ayer, por ejemplo, Noruega mantuvo los tipos en el 2,25% cuando se esperaba un repunte- o de adoptar nuevas medidas expansivas siguiendo la estela de Bernanke.

4. El peligro de la fuerte disidencia.

La decisión de especificar que los tipos seguirán en el nivel actual hasta 2013 generó una fuerte discrepancia en la entidad. Tres de sus diez miembros -Richard Fisher, Narayana Kocherlakota y Charles Plosser- votaron en contra de modificar el mensaje que venía enviando la Fed hasta ahora, consistente en que los tipos iban a permanecer entre el 0 y el 0,25 por ciento "durante un largo periodo de tiempo".

Esta disensión en el seno del Comité Federal del Mercado Abierto (FOMC, en sus siglas en inglés), el órgano que rige la política monetaria en EEUU, añade más incertidumbre, puesto que revela que Bernanke tiene a su equipo dividido y anticipa problemas adicionales en el manejo futuro de la política monetaria norteamericana.

5. Centenario con tipos en mínimos.

La medida anunciada el martes supone que, si el banco central de EEUU cumple su compromiso, entraría en el año de su centenario con el precio del dinero más bajo de su trayectoria. La institución fue creada en diciembre de 1913 precisamente con el objeto de velar por el buen funcionamiento del sistema financiero de la cada vez más pujante economía estadounidense. Esa necesidad se reveló tras la crisis bancaria sufrida en 1907. "El Congreso, tras escuchar las distintas comparecencias sobre la crisis de 1907, concluyó que se necesitaba un banco central para eliminar los defectos de la banca estadounidense y darle estabilidad. Seis años más tarde, el presidente Woodrow Wilson crearía el Sistema de la Reserva Federal", relatan Marjorie Deane y Robert Pringle en su libro Bancos centrales. Un siglo después, otra crisis está obligando a la Fed a llegar más lejos que nunca. Reinventarse o morir.

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