|
|
|
Suena como sacado de una película. Un arma nuclear detona a gran altitud, generando una gran cantidad de energía electromagnética que produce gran devastación en Estados Unidos — destruyendo la electrónica, colapsando las comunicaciones, paralizando el transporte y apagando toda energía eléctrica. Desafortunadamente, la amenaza de un ataque de pulso electromagnético (EMP) es del todo real y es hora de que los líderes de América despierten ante esta realidad.
Pero un arma nuclear no es la única forma en que puede generarse un ataque EMP. Incluso la actividad solar, si inusualmente fuerte, puede producir destrucción catastrófica en Estados Unidos. No importa cómo se genere, los efectos caóticos son los mismos. Primero, un choque electromagnético puede perturbar los dispositivos eléctricos. El segundo efecto es similar a un rayo — una inmensa cantidad de energía que puede quemar circuitos e inmovilizar los componentes y sistemas electrónicos. El tercero es un efecto de pulso, o pico que fluye a través de las líneas de transmisión eléctrica, causando daños en los centros de distribución y fundiendo los cables. Cualquiera de estos puede ocasionar daños irreversibles a un sistema electrónico. Y Estados Unidos podría volver de forma real al siglo XIX, a un mundo sin autos, celulares, computadoras o cualquier otra electrónica.
Si la historia sirve de guía, un EMP sería catastrófico. En 1859, el astrónomo británico Richard Carrington observó una llamarada solar inusualmente grande. Después, la llamarada llegó a la tierra. Los operadores telegráficos quedaron inconscientes. Sus máquinas se incendiaron al propagarse el efecto EMP por las líneas. Cuando esto ocurrió, solo una pequeña parte del mundo estaba electrificada. Una llamarada solar de esta magnitud tendría hoy un impacto mucho más devastador.
“Un suceso que podría anular la red por un largo tiempo”, dijo un participante de un estudio de la Academia Nacional de Ciencias, “podría ser uno de los mayores desastres naturas que podríamos confrontar”. En la película “33 minutos: Protegiendo América en la nueva era de los misiles”, el Dr. William Graham, presidente de la Comisión del Congreso sobre EMP, explica cómo sería un tal desastre:
Los servicios médicos no estarían disponibles porque necesitan energía eléctrica. Los teléfonos no funcionarían. Las señales de tráfico dejarían de funcionar. Grandes atascos de tráfico. El transporte se paralizaría. Las transferencias electrónicas de dinero no funcionarían, por lo que Ud. no recibiría su nómina. No podría usar su tarjeta de crédito. Los stocks de alimentos se agotarían muy rápidamente. Todo lo que hoy conocemos sobre la vida que la hace conveniente y eficiente se pararía.
El 15 de agosto de 2003, 55 millones de personas recibieron una breve lección de lo que sería la vida después de un EMP después de que ocurriera un apagón importante en el noroeste de Estados Unidos y Canadá. En su mayor parte, los servicios se recuperaron en un día. No sería el caso tras un ataque EMP. El experto de Heritage James Carafano explica en un nuevo trabajo el potencial impacto en Estados Unidos — y el mundo:
El resultado de un ataque EMP de gran escala sería devastador. Las comunicaciones se colapsarían, el transporte se pararía, la energía eléctrica sería simplemente inexistente. Ni siquiera un esfuerzo humanitario global sería suficiente para evitar que cientos de millones de Americanos murieran de hambre, exposición a los elementos o falta de medicinas.
Ni se pararía la catástrofe en las fronteras de Estados Unidos. La mayor parte de Canadá se devastaría también, ya que su infraestructura está integrada con la red eléctrica de Estados Unidos. Sin el motor económico americano, la economía mundial se colapsaría prontamente. Mucho del poder intelectual del mundo (la mitad está en Estados Unidos) se perdería igualmente. La tierra muy probablemente retrocedería a unas “nueva” Edad Oscura.
Sin embargo, a pesar de la amenaza —y el hecho de que seis comisiones nacionales e importantes estudios independientes solicitados por el gobierno de Estados Unidos— el Congreso simplemente ha deliberado pero no ha tomado acciones de peso. Mientras tanto, la administración y las agencias federales siguen mostrándose, fundamentalmente, ambivalentes ante este problema.
Carafano recomienda acciones a tomar por el gobierno de Estados Unidos para protegerse de un ataque EMP: financiar una completa defensa antimisiles para interceptar y destruir un misil dirigido a Estados Unidos; desarrollar un Plan de Recuperación Nacional y un plan para responder a emergencias provenientes del espacio exterior; y más investigación sobre la amenaza EMP para asegurar que Estados Unidos comprende bien el alcance del peligro y puede preparar contramedidas efectivas y de costo razonable.
Por eso es hora de hacer el 15 de agosto el Día Nacional de Preparación EMP para alertar a los líderes de América de la amenaza que se cierne sobre nosotros. Un ataque EMP debería ser considerado como un peligro claro e inminente — un peligro que podría ser devastador si encuentra a la nación insuficientemente preparada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario