Ha sido una de las grandes películas del verano. El Origen del Planeta de los Simios, "precuela" de la mítica película protagonizada por Charlton Heston, nos explica cómo los simios consiguieron hacerse con el control del planeta y dominar a la raza humana.
Según la peli de marras, un avieso chimpancé, usado como conejillo de indias en un tratamiento para el Alzheimer, obtiene una inteligencia superior gracias a dicho tratamiento y, a renglón seguido, ofuscado por la maldad que aprecia en la especie humana e indignado ante el trato que los humanos dan a sus congéneres, exhibiéndolos en circos y zoos, maltratándolos con la excusa de la ciencia, lidera una rebelión, una revolución que acaba con la dictadura humana y da el poder a lo simios...
Pero, seamos serios, ¿cómo una banda de monos, por muy mal encarados que fuesen, podía imponerse a humanidad por las bravas? Sí, reconozco que la escena de los simios campando a sus anchas por San Francisco y liándola parda en el Golden Gate, al más puro estilo Fidel Castro entrando en La Habana, destila pura épica revolucionaria... pero no fue así.
Fue un proceso lento, paulatino, gradual. Los monos no se hicieron con el poder, fuimos nosotros, los humanos, los que fuimos degenerando poco a poco, paso a paso, a la chita callando, hasta que, cuando quisimos darnos cuenta, vivíamos como monos, nos comportábamos como monos... éramos monos. Y una vez llegados a este punto, los chimpancés, bonobús, orangutanes y gorilas demostraron tener todas las de ganar.
Cuentan los más viejos que todo empezó en un sitio llamado España, donde mandaba un tal ZP... Allí, decidieron que los simios tenían los mismos derechos que los seres humanos y bajo el nombre "Proyecto Gran Simio" pusieron a nuestros primos peludos en un plano de igualdad...
Los monos fueron sacados de los zoos, de los circos, de los laboratorios... Se les enseñó el lenguaje de los signos y se les integró en la sociedad. En primer lugar, se dieron papeles para todos, tarjetas de la seguridad social, viviendas sociales, sueldos de emancipación. En Andalucía incluso tuvieron acceso al PER... y se generó un efecto llamada que en pocos años disparó las poblaciones simiescas, libres de predadores y con acceso a la medicina moderna.
Lógicamente hubo que integrarlos en las escuelas. Y aunque sin duda su aportación fue muy beneficiosa para las notas de gimnasia, el nivel educativo de los humanos, ya bastante tocado por la LOGSE, se desplomó, pues compartir pupitre con un gorila o un orangután no era precisamente el mejor camino hacia la excelencia académica.
El proceso continuó en la Universidad con una Ley de Igualdad y un sistema de cuotas que garantizaba la presencia de orangutanes, gorilas, bonobos y chimpancés en proporción a su creciente peso demográfico, de forma que coparon las diferentes ramas (lógicamente) del conocimiento, con consecuencias devastadoras...
Paralelamente, y gracias a las leyes paritarias, entraron en todos los sectores económicos del país, con presencia tanto en consejos de administración como en los órganos de gestión de los diferentes sectores industriales. En los sindicatos, su presencia venía de antiguo, pues, como liberados y piquetes informativos, ya habían participado en anteriores huelgas generales... Todo esto se tradujo en una importante merma de la productividad, calidad y competitividad de la industria patria en general, aunque, como excepción que confirma la regla, el cine español no se vio afectado y siguió manteniendo idénticos estándares de calidad.
A nivel político se les concedió el voto, incluso el Tribunal Constitucional avaló la presencia en las instituciones de agrupaciones simiescas que no condenaban la violencia...
Pero el impulso definitivo fue el control de la calle, de los espacios públicos. Los simios descubrieron que la sociedad humana les permitía hacerlo y obraron en consecuencia. Asociándose a un grupo de humanos con los que descubrieron que, aparte de los parásitos, compartían muchas cosas en común, fueron ocupando plazas, calles y, preferentemente, parques...Los asaltos a hipermercados, con una clara fijación hacia la sección de frutería, proliferaron...Y en las asambleas que controlaban dicho movimiento, nuestros primates descubrieron que su condición de cuadrumanos les daba ventaja a la hora de votar mediante el ingenioso sistema de agitar las manos...
Llegaron las siguientes elecciones...Y los votantes, en parte soliviantados por un atentado de la ultraderecha justo antes del día de las votaciones, cuyos autores fueron descubiertos gracias a las pruebas que encontraron en una furgoneta Kangoo, dieron la mayoría al bloque de progreso antropoide.
A renglón seguido, se constituyó un gobierno paritario al 50% simios, 50% humanos con seis ministros de cada y con María Teresa Fdez. de la Vega en vicepresidencia. Ya no había vuelta atrás...
Y, si bien las medidas económicas tomadas por el nuevo gobierno siguieron la línea marcada por el anterior gobierno formado exclusivamente por humanos, la situación no hizo más que empeorar.
Pero España fue solo la avanzadilla. Gracias a la Alianza de Civilizaciones el fenómeno se extendió por todo el mundo. En Europa, en América, en todo el mundo se produjo un fenómeno similar. Orangutanes en Asia, chimpancés en África, macacos en Japón, gorilas rojos en Venezuela...
Los organismos internacionales pasaron a ser dominados por la nueva mayoría antropoide. Las instituciones monetarias, ahora más "monetarias" que nunca, Reserva Federal, Banco Central Europeo, FMI, dejaron de actuar como si estuviesen dirigidas por monos y pasaron a estar dirigidas efectivamente por ellos, continuando las políticas de gasto público desmesurado y emisión de deuda sin control...
Como consecuencia de ello, una institución tan profunda y exclusivamente humana como el dinero perdió todo su valor. Y con él otras instituciones que, repito, son exclusivas de la humanidad, como el comercio, la industria, el ahorro y la acumulación de capital, así como la propiedad privada.
Finalmente las predicciones de Marx se habían hecho realidad. Se había llegado al paraíso socialista. Ya no hay clases sociales, no hay trabajadores explotados, no hay empresarios explotadores, no hay plusvalías...
En su lugar, tenemos hordas, clanes y bandas de gorilas, chimpancés, orangutanes, humanos, macacos. Hemos vuelto a una sociedad de cazadores recolectores...
Y ¿saben? En el fondo no está tal mal. Nos aburrimos como monos, pero tenemos cosas buenas como no tener que pagar hipoteca, aunque a cambio tengas que pelearte con un gorila por una rama para pasar la noche... Y se han conseguido reducir las emisiones de CO2.
Aunque, en el fondo, ¡a ver si llega Charlton Heston y, como presidente del NRA, pone un poco de orden en todo esto!
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