Andrés Oppenheimer
Existe una creencia generalizada de que la desaceleración económica de Estados Unidos será devastadora para México y América Central, debido a su excesiva dependencia del mercado estadounidense. Pero esta creencia puede estar equivocada.
Un nuevo fenómeno está resultando una bendición para México y los países centroamericanos: el aumento de los salarios en China —producto de la apreciación de la moneda china, y de una mano de obra cada vez más calificada— está haciendo que cada vez más empresas estadounidenses estén levantando sus fábricas en China y trasladándolas a México, y en menor medida a Centroamérica.
Es cierto que casi todos los economistas internacionales advierten que la desaceleración económica de Estados Unidos tendrá como resultado menos importaciones estadounidenses, menos remesas familiares y menos turismo, todo lo cual perjudicará más a México y los países centroamericanos que al resto de Latinoamérica.
Según un reciente informe del Fondo Monetario Internacional, una desaceleración económica prolongada de Estados Unidos será “una carga sustancial” para la economía mexicana. Y el economista ganador del premio Nobel, Joseph Stiglitz, a la izquierda del espectro político estadounidense, me recordó en una entrevista que “cuando Estados Unidos estornuda, México se resfría”.
Para empeorar las cosas, la sangrienta guerra contra el narcotráfico en México, que ha cobrado más de 40,000 vidas durante los últimos cinco años, está reforzando la idea de que México, así como sus vecinos del sur también plagados por la violencia, están condenados a varios años de recesión económica.
Pero hay otra escuela de pensamiento que dice que el impacto del aumento de salarios en China compensará la reciente oleada de malas noticias económicas para México.
Según un estudio reciente de J.P. Morgan, mientras que hace 10 años el salario promedio en el sector manufacturero de China era un 237 por ciento más barato que en México, hoy es tan sólo 14 por ciento más barato. Eso significa que los salarios están prácticamente parejos, si se tiene en cuenta que transportar productos desde China a Estados Unidos es mucho más costoso que hacerlo desde México.
En parte gracias a este fenómeno, el porcentaje correspondiente a México de importaciones manufactureras de Estados Unidos creció del 11.3 por ciento en el 2005 al 14 por ciento el año pasado, dice el estudio.
“La brecha de salarios entre China y México se ha reducido de manera impresionante”, me dijo esta semana Gabriel Casillas, el jefe de economistas de J.P. Morgan en México. “Estamos viendo una cada vez mayor reubicación de empresas desde China hacia México”.
La industria automotriz ha tomado la delantera. Ford, Volkswagen, Toyota y Mazda han anunciado recientemente que abrirán nuevas plantas fabriles o expandirán las existentes en México. Y la industria aeroespacial le pisa los talones, con Airbus, Eurocopter y Bombardier abocadas a expandir sus operaciones en el país, según recientes informes de prensa.
¿Y la ola de violencia no va a afectar esta tendencia?, le pregunté a Casillas. El economista respondió que sin duda, la violencia es un factor importante, y minimizarlo sería irresponsable. Pero en general la violencia se ha limitado al norte de México, Guerrero y Michoacán, mientras que la mayoría de las nuevas inversiones se están dando en el centro del país”.
Otros economistas me dicen que la reciente caída de la calificación crediticia de Estados Unidos por parte de Standard and Poor’s y sus secuelas económicas probablemente tengan como resultado una valorización aún mayor de la moneda china, que aumentará aún más los salarios chinos. Ante una menor demanda estadounidense de sus productos, China acelerará su transición de una economía principalmente exportadora hacia un modelo cada vez más basado en el consumo interno, que requerirá una moneda más fuerte y salarios más altos, según argumentan.
Rogelio Ramírez de la O, el economista de Ecanal, de México, cercano al candidato izquierdista Andrés Manuel López Obrador, se sitúa más o menos en el medio de los optimistas y los pesimistas: “Los salarios más altos en China mitigarán el impacto de la desaceleración económica de Estados Unidos, pero no lo compensarán”, me dijo. Ramirez De la O prevé que la economía mexicana crecerá 3.8 por ciento este año, un poco menos de lo que se calculaba anteriormente.
Mi opinión: el aumento de los salarios chinos es una bendición para México, y podría ser una gran ayuda para Centroamérica. Podría ser la mejor oportunidad que ha tenido México en los últimos años para salir de su estancamiento económico y convertirse en una potencia económica emergente de primera línea como Brasil, Sudáfrica o India.
Pero para lograrlo, México tendrá que reducir sus niveles de violencia y aprobar las muy demoradas reformas, laborales, fiscales y energéticas después de las elecciones presidenciales de 2012. Es una oportunidad de oro. Pronto sabremos si su clase política tendrá el valor de aprovecharla.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario