17 agosto, 2011

La probabilidad de que la zona euro se rompa se eleva hasta el 40%

EL PACTO MERKEL-SARKOZY NO CONVENCE

Ni eurobonos ni ampliación del Fondo de rescate. El riesgo de que la zona euro se rompa en dos o más partes sube hasta el 40%, según The Economist.

M. Llamas

El acuerdo franco-alemán alcanzado el martes entre el presidente galo, Nicolas Sarkozy, y la canciller germana, Angela Merkel, constituye un hito histórico, ya que planta la semilla de un futuro "gobierno económico" europeo. Una especie de super-estado comunitario para crear los Estado Unidos de Europa.

La idea no es nueva. Desde hace meses, Bruselas viene insistiendo en la necesidad de alcanzar una auténtica integración económica, cuyas bases se sientan en la homogeneización fiscal, estrictos límites de déficit, nuevos impuestos a nivel comunitario, la estrecha coordinación de políticas económicas y presupuestarias y, en última instancia, la emisión conjunta de deuda pública (eurobonos). Un auténtico estado europeo que, sin duda, implicaría una menor soberanía a nivel nacional.

Esta idea va poco a poco cobrando forma. La propuesta de Alemania y Francia acaba de sentar las bases de esa futura integración económica. Las claves desveladas ayer por ambos mandatarios son: un nuevo gobierno formado por los jefes de Estado y de Gobierno que se reúna dos veces al año bajo el mandato del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy; la incorporación de límites constitucionales al déficit público por parte de los países socios; un impuesto comunitario sobre las transacciones financieras; la unificación del Impuesto de Sociedades en Francia y Alemania a partir de 2013 y una mayor coordinación presupuestaria entre ambos países.

Ambas potencias pretenden así avanzar hacia una mayor integración europea a nivel económico. Sin embargo, este proceso llevará tiempo, y mientras el nuevo edificio se construye la crisis de deuda que azota a los países periféricos sigue su curso. Por el momento, Berlín y París rechazan la creación de eurobonos, que sitúan en la etapa final de la integración, así como la ampliación del actual Fondo de rescate europeo.

El anuncio no ha sido bien acogido este miércoles por las bolsas europeas, que han abierto en rojo. No es de extrañar si se tiene en cuenta la histórica prima de riesgo que han alcanzado los bonos españoles e italianos hace apenas un par de semanas. Los inversores no se fían de ambas economías y si el diferencial se ha atenuado algo en los últimos días se debe, exclusivamente, a la compra extraordinaria de deuda pública por parte del Banco Central Europeo (BCE). ¿Problema? Esta medida monetaria es un mero parche temporal.

Y es que, en caso de que España e Italia precisen un rescate el dinero deberá proceder en todo caso del resto de socios solventes, ya sea mediante eurobonos o el Fondo europeo. No en vano, la alternativa sería una monetización masiva de deuda periférica por parte del BCE, poniendo en riesgo la estabilidad de la moneda única. Sin embargo, Merkel y Sarkozy siguen rechazando, al menos por ahora, tanto los eurobonos como la ampliación del Fondo.

Merkel, entre la espada y la pared

Las mayores reticencias en este ámbito proceden de Alemania. Merkel se está viendo muy presionada a nivel interno. Los socios de Gobierno de la canciller han dejado muy claro que su coalición se verá seriamente amenazada si apoya la emisión de eurobonos. "Somos categóricos al decir que el FDP [socios de Merkel] no votará a favor de los eurobonos. Todo el mundo debe entender que no hay mayoría suficiente para esto" en el Parlamento (Bundestag), según afirmó Frank Schäffler, el portavoz económico de los liberales.

El grupo amenazó a Merkel con abandonar el Gobierno si acepta esta propuesta. Según Oliver Luksic, uno de los líderes de esta formación, "los Eurobonos son un dulce veneno que conduce a una mayor deuda, en lugar de menos. Si el Gobierno aprueba un bono común europeo [...] el FDP deberá plantearse en serio si la coalición tiene futuro". Por su parte, Alexander Dobrindt, miembro del CSU -aliado clave de Merkel- advirtió de que su partido ha emitido un "rotundo" no a los eurobonos.

De hecho, la canciller ni siquiera cuenta con el apoyo total de su propia formación política (CDU). Su propio ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, rechazó esta medida en una reciente entrevista concedida a Der Spiegel: "Descarto los eurobonos mientras los estados miembros puedan seguir aplicando sus propias políticas económicas". Además, "necesitamos diferentes tipos de interés [en los bonos públicos] como una forma de ofrecer incentivos y sanciones, con el fin de reforzar la solidez fiscal. Sin esta solidez, las bases para una moneda común no existen".

Por otro lado, el electorado alemán se opone frontalmente a una transferencia masiva de recursos hacia los países periféricos. Y es que, el actual Fondo europeo tendría que duplicar o hasta triplicar su tamaño (más de tres billones de euros, incluyendo la aportación de garantías) para rescatar a España e Italia, y la mayor parte de esta cuantiosa factura tendrá que ser sufragada por el contribuyente germano.

En este sentido, una reciente encuesta elaborada por YouGov muestra que el 59% de los alemanes se opone a más rescates, la mayoría quiere que Grecia sea expulsada del euro y un 44% opta por abandonar la Unión Monetaria y regresar al marco. Los holandeses piensan de forma similar: otra reciente encuesta muestra que el 54% prefiere expulsar a Grecia antes que extender su rescate, y el 60% defiende que Holanda debe dejar de prestar dinero a otros países de la zona euro de inmediato.

Pero no sólo la población piensa así. Algunos destacados economistas germanos también defienden que países como Grecia, Italia o Portugal abandonen la moneda única, más allá de la aplicación de quiebras parciales dentro de la zona euro, tal y como establece el segundo rescate heleno.

Creciente riesgo de ruptura

Ante tal situación, el riesgo de desintegración comunitaria sigue creciendo. El último análisis al respecto procede del prestigioso Economist Intelligence Unit, perteneciente a la revista The Economist. Robin Bew, economista jefe de esta division, señala que la "probabilidad de ruptura de la zona euro se eleva hasta el 40%".

Este diagnóstico es compartido por Mohamed A. El-Erian, consejero delegado de la estadounidense PIMCO, el mayor fondo soberano del mundo. El mensaje lanzado por Merkel y Sarkozy es "claro": el equilibrio presupuestario y una mayor gobernanza económica es la condición previa para emitir eurobonos destinados a rescatar a las "despilfarradoras economías periféricas". Y sentencia: "Asumiendo la plena aplicación de este acuerdo conjunto, que está lejos de ser cierto, la zona euro que surgirá en el futuro estará más integrada, con mayor disciplina fiscal y, posiblemente, de menor tamaño".

¿De menor tamaño? Efectivamente, El-Erian explicita el temor latente del mercado: la ruptura de la zona euro. Puesto que las compras del BCE son un parche temporal, y en ausencia de los drásticos ajustes fiscales y económicos que precisan los periféricos, todo dependerá del apoyo o no de los socios más solventes. Por ello, El-Erian avanza tres posibles escenarios, que se dilucidarán "en meses, no en años":

  1. "Una ruptura desordenada de la zona euro": si las grandes potencias europeas siguen rechazando ampliar el Fondo y los gobiernos periféricos abandonan sus esfuerzos de reformas fiscales y económicas; y/o si las sociedades no pueden tolerar el estancamiento económico, el elevado paro y la austeridad presupuestaria.
  2. "La segunda alternativa es la preferida por los científicos políticos y los visionarios europeos": una mayor unión fiscal entre los 17 miembros de la eurozona, o, dicho de otro modo, la voluntad de Alemania de hacer por la zona del euro lo que hizo por Alemania del Este tras la caída del Muro de Berlín. A cambio, Alemania insistirá en la gobernanza económica e impondrá las reformas precisas al resto de socios, teniendo éstos que renunciar a una parte sustancial de su soberanía nacional.
  3. "La tercera alternativa es la adoptada por varios economistas": la "creación de una zona euro más pequeña y más coherente a nivel económico", formada por los países del centro y norte de Europa (los más solventes). "En el proceso, 2 ó 3 economías periféricas se tomarían un año sabático de la zona euro", teniendo así acceso a una gama mucho más amplia de instrumentos para hacer frente a sus problemas de sobreendeudamiento y falta de competitividad (autonomía monetaria).

"Aunque el fin del juego está cerca, es imposible predecir qué alternativa se acabará imponiendo", indica El-Erian. El analista se decanta, en última instancia, por la instauración de una mayor integración económica dentro de una zona euro formada por los socios más solventes. Es decir, "una unión monetaria más pequeña y más robusta" para "evitar la desaparición y el colapso total de la zona euro". Y concluye: "No importa cómo se mire, el final del juego no será ni simple ni ordenado".

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