Durante esta semana, el oro ha vuelto a batir récords. El lingote ha llegado a traspasar la barrera de los 1.900 dólares y la rentabilidad en el año, superior al 30%, supone ya el mayor repunte anual de los últimos 30 años.
Una de las principales causas de esta subida es que los inversores acuden al metal precioso como valor refugio. “La mayor parte de la subida en el precio del oro se debe a los problemas de endeudamiento y riesgo soberano creciente, focalizado particularmente en Europa”, afirma Luis Puertas, responsable de ETF Securities en España.
Pero ¿qué hace que el oro funcione como refugio? Aunque este metal tiene usos comerciales, principalmente para joyería y odontología, la principal utilidad del oro es que funciona como depósito de valor.
Como explica Juan Ramón Caridad, director general de Swiss & Global en España, el oro tiene dos cualidades que lo hacen idóneo para esta función: su escasez y la inelasticidad de la oferta, es decir, la incapacidad para responder a la demanda en el corto plazo.
Riesgo de burbuja
La carrera meteórica en el precio del oro, al igual que ha sucedido con otros activos refugio, como la deuda pública de EEUU y el franco suizo, ha despertado las alarmas de burbuja.
Uno de los síntomas más claros de una burbuja es la incapacidad de cuantificar el recorrido alcista de un activo. Por el momento, sin embargo, las entidades de análisis continúan fijando sus precios objetivos (ver gráfico), que se sitúan entre los 1.850 y los 2.500 dólares por onza.
Algunos expertos basan sus pronósticos en la posibilidad de que EEUU implemente un nuevo programa de estímulo de la liquidez (QE3 por sus siglas en inglés). Si EEUU vuelve a poner en marcha la máquina de hacer dinero, se dispararía el nivel de liquidez en el mercado y también la inflación, de modo que los inversores podrían recurrir al oro para protegerse del alza de los precios.
De hecho, la mayor escalada del oro se produjo, precisamente, con la primera inyección de liquidez en EEUU, en noviembre de 2008. Entonces la onza cotizaba a 800 dólares. Hoy vale más del doble.
Un indicador habitual para evaluar si el metal precioso está caro es la subida de precios en EEUU. Si se ponen en relación estas dos variables, el precio del oro estaría por las nubes, aproximándose a los máximos alcanzados en los años 80.
Sin embargo, los analistas de Nomura aseguran que este indicador está desfasado, ya que actualmente la mayor parte de la demanda no procede de EEUU, sino de Asia. Según cálculos del banco, China e India acaparan el 52% de la demanda privada de oro.
“Al igual que la inversión inmobiliaria, el oro cuenta con una oferta limitada y se suele usar como depósito de valor, especialmente en las economías emergentes con una alta inflación”, comentan desde Nomura. Para los expertos de la entidad, la variable que habría que estudiar para analizar si el oro está caro es el crecimiento nominal en Asia. Y, según este criterio, el oro aún podría repuntar hasta los 2.000 dólares.
El efecto tipos
La evolución del oro también suele ir determinada por la política monetaria. Desde 1970, su precio ha experimentado fuertes repuntes –entre un 20% y un 40%– en los periodos en los que los tipos de interés en términos reales (descontada la inflación) se encontraban más bajos, y particularmente en terreno negativo, como ocurre actualmente.
La explicación más obvia es que las épocas de tipos bajos suelen coincidir con periodos de recesión económica, que es cuando los inversores buscan refugio en el oro. Pero también inciden otros factores.
“Con tipos bajos en los depósitos y los bonos, disminuye el coste de oportunidad de invertir en activos que no ofrecen intereses, como es el caso del oro”, comentan los analistas de ING Investment Management. En cambio, el oro tiende a corregirse cuando los tipos suben por encima del 3%.
Una posibilidad que, por el momento, parece lejana en los países desarrollados e incluso en las economías emergentes. “Una fuerte subida de los tipos de interés es difícil de imaginar, especialmente en países donde los bancos centrales no son independientes, ya que perjudicaría la demanda”, opinan desde Nomura.
El papel de los ETF
La proliferación de ETC (vehículos como los ETF, pero sin formato de fondo de inversión) vinculados a esta materia prima ha canalizando en buena medida la inversión en el metal precioso en los últimos años. Sólo en 2011 llevan captados más de 450 millones de dólares, unos 312 millones de euros.
Aunque la demanda de oro sigue principalmente en manos del sector de joyería, el componente financiero sigue teniendo un efecto decisivo sobre el precio. “El peso sobre la demanda total es pequeño, pero puede mover la cotización ya que es más volátil y los flujos se mueven más rápido”, explica Marian Fernández, responsable de Estrategia de Inversis Banco.
La experta considera que el oro continúa jugando un papel importante en las carteras como elemento diversificador, ya que su precio evoluciona de forma distinta a la renta variable. Para carteras con un 70% de peso en bolsa recomienda invertir en torno a un 5% en oro.
Sin embargo, el inversor debe estar prevenido. Si efectivamente se está produciendo una burbuja en torno a este metal precioso, un cambio en el sentimiento de mercado podría producir una caída repentina. Para evitar males mayores, los expertos recomiendan marcarse un stop loss, es decir, un precio límite a partir del cual la venta sea automática.
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