19 agosto, 2011

Los hispanos, los Padres Fundadores y la verdadera necesidad


Los números de una reciente encuesta indican que la intención del voto hispano en Estados Unidos para las próximas elecciones de 2012, no refleja otra cosa más que los hispanos buscan un gobierno que responda a sus necesidades. La vida nos enseña que cuando los pueblos se preocupan más por sus necesidades que por los principios y valores que las cubrirían, están dando el primer paso para prescindir de la libertad individual y sustituirla por planificación central y socialismo. Latinoamérica, en especial, puede dar fe de los malos gobiernos populistas que ha padecido durante décadas – algo que solo le ha servido para gozar de menos libertades y con ello sufrir más pobreza.

No conozco nación tan parecida a la que todos los hispanos buscamos que aquella que los Padres Fundadores diseñaron y establecieron en Estados Unidos de América – tierra cuyos principios y valores, plasmados en su Constitución y Declaración de Independencia, siguen vigentes a pesar de lo que afirman los progresistas de hoy en día. Estos valores han perdurado desde entonces contra viento y marea y han traído libertad y prosperidad a esta nación como ninguna otra ha conocido – y esto último no es cosa fácil. Puede que otros estados y reinos hayan sido más acaudalados, pero de lo que se trata en el experimento americano y lo que los Padres Fundadores buscaban era una nación donde cada ciudadano tuviese derecho a prosperar, lo que Thomas Jefferson denominó “la búsqueda de la felicidad”.

Los Padres Fundadores y los hispanos tenemos más en común de lo que parece. Ambos perseguimos un sueño, buscando lo mejor para la siguiente generación, guiados por la creatividad, la invención y la iniciativa. La Revolución Americana abrió las puertas de la libertad para dejar atrás la tiranía y la opresión al igual que muchos de nosotros dejamos atrás países que no nos garantizaban lo que queríamos para nuestras vidas. Dejamos atrás naciones gobernadas por tiranías, guiados por el anhelo de libertad, por las ganas de luchar y el deseo de ir tan lejos como nuestro talento nos lo permita y no buscando un Estado que nos lleve de la mano desde la cuna hasta la tumba.

Mantener y revitalizar estos principios fundacionales, debería ser nuestro primer objetivo como hispanos ya que si los dejamos a un lado, Estados Unidos se convertiría en la misma tierra que dejamos atrás. Todo inmigrante que llegue a estas costas y quiera prosperar deberá saber o aprender inglés – sin dejar que sus hijos pierdan el español. Deberá pagar impuestos, aprender educación cívica americana para así comprender cómo el Estado de Derecho garantiza nuestras libertades, entre otras cosas. Igualmente, deberá involucrarse en organizaciones de la sociedad civil para aportar su granito de arena y aprender a comprender mejor cómo estas instituciones dan respuestas más acordes a las necesidades de la sociedad.

Para alcanzar la prosperidad que ha hecho excepcional a este país es imperativo que hagamos caso omiso de promesas vacías, ofrecimientos y soluciones fáciles. El trabajo duro y la filosofía del mérito siguen siendo la llave del éxito, no la taimada generosidad del Estado. Es hora que pensemos que las necesidades pasan y los principios una vez entregados difícilmente se recuperan. Nadie da nada gratis, el Estado no es la excepción. Interfiere en nuestros asuntos personales lo que conlleva aumentos de impuestos que confiscan el fruto de nuestro trabajo. Las necesidades hacen que nos convirtamos en blanco fácil de la manipulación y el engaño de gobiernos que supuestamente quieren darnoslo todo siempre y cuando primero les entregemos nuestras libertades. Si los hispanos logramos entender esto y participar activamente en una sociedad americana que respeta sus principios fundacionales de gobierno limitado, libertad individual, Estado de Derecho, responsabilidad personal, libre mercado y autogobierno, Estados Unidos continuará siendo “la refulgente ciudad en la colina”, tal y como los Padres Fundadores lo soñaron hace 235 años.

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