por Manuel Hinds
Manuel Hinds es ex Ministro de Finanzas de El Salvador y co-autor de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009).
Es muy común oír que el motor de la economía mundial es China, o que es un grupo de países emergentes a los que llaman los BRIC: Brasil, Rusia, India y China. La idea es que ellos son los que han estado manteniendo activa la economía mundial, generando actividad en todas partes, y mucha gente espera que sigan haciendo esto en el futuro, de tal forma que no importa si los países desarrollados se estancan, ya que los en desarrollo seguirán dando trabajo al mundo.
Pero la verdad es que ninguno de estos países es realmente un motor de la economía mundial. Si usted reflexiona un segundo, se dará cuenta de que para generar actividad en términos netos un país tiene que ser un comprador neto en los mercados internacionales, es decir, tiene que comprar más de que lo que vende en dichos mercados. Los motores son los compradores netos, los que importan más de lo que exportan, no los vendedores netos. Los primeros generan demanda insatisfecha en los mercados internacionales; los segundos la llenan.
Para 2008, el más grande de los motores, el que compraba el 40 por ciento de la demanda neta en los mercados internacionales antes de la crisis era EE.UU. Los otros motores: España, Italia, Francia, Grecia, Australia, Turquía y el Reino Unido, junto con EE.UU. representaron el 69 por ciento de la demanda insatisfecha en los mercados internacionales en 2008. China, Alemania, Japón, Saudi Arabia, Rusia y Noruega llenaron el 69 por ciento de esa demanda, casi igual a lo que demandaron los motores mencionados. Brasil y la India no aparecen en esta lista. Estos países compran más de lo que venden, por lo que podrían considerarse parte de los motores, pero lo hacen en unas cantidades que son demasiado pequeñas para ser significativas en la escena mundial.
Por supuesto, el ser motor no es necesariamente bueno. Varios de los países motores de 2008 se encuentran ahora en problemas muy serios de deuda, al menos EE.UU., España, Italia, el Reino Unido y Grecia.
De hecho, la caída en el comercio internacional de 2009, que transmitió la recesión al mundo entero, fue una de las consecuencias de la reducción en el déficit de EE.UU. y de varios otros de los países anteriormente mencionados. Al reducirse las importaciones de EE.UU., bajaron las exportaciones de China y varios de los otros países con superávit, y bajaron también las importaciones de estos países, lo que resultó en la caída en los precios de los productos primarios. La economía estadounidense se recuperó un poco en 2010, con lo que su déficit de exportaciones sobre importaciones se volvió a agrandar, las exportaciones chinas volvieron a subir, los precios de los productos primarios regresaron a su boom. Es decir, como había sido antes, el boom latinoamericano siguió dependiendo de la demanda de EE.UU., intermediada por China. Latinoamérica manda los productos primarios a China, allá los procesan y los convierten en bienes industriales, y se exportan a EE.UU. y al mundo entero. Por supuesto, si la demanda de EE.UU. cae, siendo tan grande en términos netos, el proceso se va a revertir y el boom latinoamericano se va a terminar. La pregunta es: ¿qué tanto pueden EE.UU. y otras economías grandes seguir importando mucho más de lo que exportan? La respuesta es no mucho tiempo. Cuando una economía importa más de lo que exporta la diferencia la paga con deuda. Estos países podrán seguir importando mucho más de lo que exportan mientras aguanten con una deuda creciente. Ya estos países no pueden aguantar mucha más deuda. Tendrán que estabilizarse. Y estabilizarse significa ya no tener un déficit tan grande entre importaciones y exportaciones, es decir, significa dejar de ser motor para el resto del mundo.
Esto plantea una segunda pregunta: ¿podrán los BRIC convertirse en motores ellos mismos, importando más de lo que exportan? La respuesta es que probablemente no, al menos no en la magnitud con la que los países motores lo hicieron en los últimos años, porque lo negativo de las consecuencias de hacerlo es obvio para todos. Al fin y al cabo, hace sólo unos años, al comienzo del siglo, la deuda de EE.UU. estaba en su nivel más bajo en muchas décadas y el gobierno estaba teniendo superávit fiscales. Lo mismo era cierto de España, Francia, Italia, el Reino Unido y muchos otros países, que en los siguientes años se dedicaron a endeudarse excesivamente. Hoy la carga de sus deudas es uno de los obstáculos más grandes que tienen para crecer en el futuro inmediato.
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