13 agosto, 2011

Peru: ¿Solo 130 “galifardos”? – por Sergio Tapia Tapia



El presidente del Congreso aplicó una expresión localista para describir al Parlamento que él no desea conducir: de “130 galifardos insultándose”. Pero, también dibujó un mapa de direcciones ideológicas representadas en el Congreso. Para él la “extrema derecha” es Alianza por el Gran Cambio y Solidaridad Nacional, el centro es Perú Posible y a su alianza electoral, que es el oficialismo, la calificó de centro izquierda. Para el fujimorismo sus mejores palabras fueron respetar a los que “pueden convertirse en un proyecto político limpio”, sin definirlos si son de derecha o izquierda.
Las expresiones “de derechas” y “de izquierdas” nunca ayudaron a definir nada desde su originaria utilización en la convención francesa. Basta comprobar que no hay más derechista porque reacciona a toda posibilidad de cambio que los marxistas gobernando, como en Cuba, Venezuela y Corea del Norte.En el Perú, los límites y las limitaciones por definirse y sentirse políticamente definido con vocablos tan vacíos como derechas e izquierdas es de larga data. Tres ejemplos: la Democracia Cristiana y el PPC, Acción Popular y el APRA.

La Democracia Cristiana, autodefinida como la tercera vía entre el Liberalismo y el Socialismo, se precipitó en convertirse en el furgón de cola de cuanta aventura socialista se ha intentado plasmar en América, desde mediados de los años sesenta. En Chile fueron considerados verdaderos “mencheviques” por su colaboracionismo con el comunismo. La otra alternativa que determinó el quehacer político de los democristianos, que no abrazaron el socialismo, fue mimetizarse en el liberalismo, bajo la denominación de Partido Popular Cristiano.

Acción Popular, fundada en los años 50 por Fernando Belaunde, gustó usar términos sin contenido, por lo que se autocalificó de “izquierda”. Asumió la conducción del país en 1963, despeñándose en una catastrófica pérdida de oportunidades y hundido en gravísimos actos de corrupción impunes. Después, ya no se duda que su orientación es netamente liberal.

El APRA fue la revolución y el marxismo peruano en el siglo XX. Tan extremo fue en ese rol que atrasó el tiempo de la llegada del comunismo al país. Fueron los desertores del aprismo los que fundaron parte de la diversidad de partidos de inspiración marxista en el Perú. El APRA acentuó su aproximación al liberalismo político tolerante a partir de los años sesenta, hasta, finalmente, abrazar el liberalismo económico en su segundo gobierno (2006-2011).

El presidente del Congreso adoptó un peruanismo, “galifardos”, para definir al Congreso que no desea presidir. Galifardo es una expresión localista, de uso restringido, no muy popular salvo en ambientes universitarios. Señala a quien es un vago pero ocupado en asuntos no trascendentales, que es listo, es ingenioso y hasta golfo.

El problema es que con la vaciedad de los referentes doctrinales e ideológicos los gobiernos se infestan de “galifardos”. Y de esto no está libre el gobierno de Ollanta, que recién se inicia y que con sus primeras designaciones ya ha desatado críticas desde todas las perspectivas del análisis político nacional.

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