24 agosto, 2011

Una tregua a la guerra contra el narco pide “Forbes” a Calderón

Felipe Calderón, titular del Ejecutivo. Foto: Germán Canseco
Felipe Calderón, titular del Ejecutivo.
Foto: Germán Canseco

MÉXICO, D.F., (apro).- La publicación financiera Forbes se sumó a las voces que dentro y fuera del país piden al gobierno de Felipe Calderón declarar una tregua a su guerra contra el crimen organizado, para frenar la creciente violencia que azota al país.

“El gobierno mexicano está dejando pasar una oportunidad, aunque sea vaga, de encontrar algún tipo de solución pacífica con los cárteles”, señaló Forbes en un articulo publicado este miércoles.

La revista, que ha colocado al líder del Cártel de Sinaloa, Joaquín El Chapo Guzmán, en la lista de los mexicanos millonarios, hizo referencia a las palabras enmendadas del procurador general de Justicia de Guerrero, Alberto López Rosas, quien expresó:

“Esperaría una tregua, porque nadie tiene derecho a poner en riesgo la tranquilidad de una sociedad. Nadie tiene derecho a hacer prevalecer sus negocios, más cuando son ilícitos, a costa de una sociedad que tiene el afán de trabajar y de esforzarse por sacar adelante a su familia”.

De acuerdo con la publicación, es una “tontería imposible y poco realista” tratar de llevar ante la justicia a toda la delincuencia organizada, aunque “sería bueno acabar con la violencia”.

Y considera que la manera de poner fin a la violencia “es acabar con el mercado negro por completo, es ponerle fin a la prohibición”.

Luego añade:

“Hacer la paz con los cárteles no puede ocurrir en el vacío. Ese es el truco. Si se permite que continúen el mercado negro, el contrabando y la violencia nada más, eso no es mejor que el combate a la delincuencia patrocinado por el Estado. Ese fue el status quo en los gobiernos anteriores y la razón por la cual el presidente Felipe Calderón es un apasionado de la guerra contra las drogas.

“La política simultánea tendría que ser un fin de la prohibición, algo que México no puede realmente hacer con un pie de Estados Unidos encima del hombro”, concluye.

EL PARTIDO COMUNISTA CHINO SE ENFRENTA AL SIGLO XXI

En su 90 aniversario, las incertidumbres se ciernen sobre el Partido Comunista Chino. Si quiere sobrevivir a la era de la globalización y las redes sociales tendrá una vez más que transformarse.


AFP/Getty Images
EN IMÁGENES: UN REPASO A LOS 90 AÑOS DEL PARTIDO COMUNISTA CHINO

Las calles de Pekín llevan semanas adornadas con el número 90, que son los años que este mes cumple el Partido Comunista de China (PCCh), la institución política más poderosa del planeta. Con más de 80 millones de miembros (la misma población que tiene Alemania), el PCCh controla las empresas más poderosas de la segunda economía del mundo y lidera el país más poblado del globo. En sus manos ya no está sólo el destino de la nación china, sino de todo el planeta.

Sin embargo, a pesar de los logros económicos de las últimas décadas, el Partido Comunista de China está rodeado de incertidumbres. Si bien desde fuera el país podría considerarse una superpotencia capaz de sortear todas las crisis (la última de ellas la de 2008), desde dentro el Gobierno es cada vez más consciente de los nuevos retos a los que se enfrenta en el siglo XXI. La vitalidad de Internet, el surgimiento de nuevos poderes económicos, la falta de una ideología capaz de seducir a los ciudadanos, el estancamiento del actual modelo de desarrollo y la próxima sucesión en el poder en 2012-2013 han creado una gran inseguridad en el seno del Partido.

Para empezar, la fuente de su actual legitimidad, que reside en la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos, se ha puesto en duda en los últimos meses. Aunque el Producto Interior Bruto no ha dejado de crecer de forma espectacular, la inflación, el disparatado precio de la vivienda y las diferencias entre ricos y pobres están generando un descontento entre la población que en los últimos meses ha explotado en varias regiones. Si el PCCh no consigue frenar la corrupción en sus filas y reducir las desigualdades, el sentimiento de frustración seguirá creciendo entre la mayoría de ciudadanos que no puede alcanzar el sueño chino que ve por televisión.

Por encima de estas consideraciones económicas, muchos en China piensan que las instituciones gubernamentales se han quedado obsoletas en el mundo moderno. Internet y la globalización han cambiado el planeta y al gigante asiático, y al igual que ha pasado en muchos países árabes o incluso europeos, existe cada vez una mayor brecha entre gobierno y ciudadanos. El propio presidente chino, Hu Jintao, hizo énfasis en su discurso conmemorativo del nonagésimo aniversario en que las raíces de muchos de los errores del Partido habían estado en su falta de conexión con la realidad. El actual inmovilismo del PCCh no encaja demasiado bien con el dinamismo de la sociedad china.







Para llenar el actual vacío ideológico, otro grupo de políticos ha defendido en los últimos años una especie de vuelta sentimental al maoísmo






Aunque no se habla abiertamente de una democratización (actualmente fuera de la agenda política), diferentes intelectuales, periodistas e incluso políticos de primer orden (entre ellos el primer ministro Wen Jiabao), han defendido en los últimos años una mayor apertura del régimen. Uno de los académicos que con más ahínco pide reformas es Yu Jianrong, un investigador de la Academia de Ciencias Sociales que no deja de defender un mayor control sobre el gobierno y el respeto a la ley para acabar con la corrupción y defender a los más desfavorecidos, especialmente a los campesinos.

Muchos expertos también piensan que son necesarios cambios estructurales para que el país pueda seguir avanzando económicamente. El gran reto de China es abandonar el actual modelo de crecimiento basado en las exportaciones y la mano de obra barata para conseguir una economía con mayor valor añadido y empresas competitivas a escala global. O, como se suele decir, pasar del made in China al invented in China. Hu Shuli, una de las periodistas económicas más famosas del país, no deja de repetir en su nuevo grupo mediático, Caixin, que sin cambios estructurales (políticos, culturales, legales, etc.) el país se puede quedar atrapado en su actual nivel de desarrollo.

Todas estas dudas que se ciercen sobre el PCCh se han intensificado debido a la falta de un sostén ideológico que aglutine a la población. Desde que en 1978 el Partido comenzara a abandonar en la práctica las teorías marxistas, éste se ha quedado desnudo sin un armazón de principios que pueda convencer a la población. La reciente solución ha sido promover un nacionalismo chino que el Partido Comunista pueda liderar, y aunque esto se ha conseguido parcialmente, también se ha convertido en un arma de doble filo que podría volverse contra el PCCh.

Para llenar el actual vacío ideológico, otro grupo de políticos ha defendido en los últimos años una especie de vuelta sentimental al maoísmo. Entre los líderes más destacados de esta tendencia está Bo Xilai, hijo del histórico dirigente Bo Yibo y actual secretario de Chongqing, quien ha organizado campañas multitudinarias para recuperar las canciones y películas rojas de los 50 y 60. A esta tendencia se han sumado también otros hijos de revolucionarios chinos, que forman un influyente grupo dentro del PCCh y podrían buscar una vuelta a los principios marxistas del Partido. Aunque es probable que estos movimientos sólo sean intentos populistas por ascender en el poder, la previsible llegada en 2013 a la presidencia de Xi Jinping, que forma parte de esta misma facción, podría provocar una vuelta a los valores comunistas como solución para llenar el actual vacío moral del Partido.

A sus 90 años, el PCCh se ve una vez más en la obligación de transformarse. En todo este tiempo, el Partido Comunista de China ha pasado de promover la revolución y la igualdad social a defender la estabilidad, el estatus quo y el desarrollo económico. Si en sus orígenes atacó a burgueses y empresarios, en la actualidad éstos son sus principales defensores. Aunque conquistó el poder gracias al apoyo del campo, hoy en día su sostén está en las ciudades más ricas. En los actuales tiempos de confusión y redes sociales, el PCCh tendrá que transformarse una vez más si quiere sobrevivir.

DE MAL EN PEOR

No solo es la recesión lo único que debe preocuparnos. Las cosas están muy mal. ¿Pero están todo lo mal que pueden estar? He aquí 10 cosas que pueden convertir el mundo en un lugar mucho más aterrador... y que son las razones por las que Barack Obama no debería presentarse en 2012.


Bolsa

JAVIER SORIANO/AFP/Getty Images


La crisis de la deuda europea puede agravarse

Las intervenciones del Banco Central Europeo para apoyar a España e Italia pueden ser insuficientes. Los líderes de la UE seguirán evitando una auténtica reforma estructural. Los bancos europeos, que ahora se muestran reacios a conceder préstamos (igual que inmediatamente después de la quiebra de Lehman Brothers), también podrían tambalearse, lastrados por las perspectivas de impagos de deuda soberana y una desaceleración mundial. España e Italia pueden ir a peor. El resto del mundo, preocupado por sus propios problemas, podría irritarse tanto como los europeos del norte, que se sienten frustrados por tener que rescatar a sus irresponsables vecinos del sur.

Estados Unidos retrocede hacia una recesión

Estados Unidos puede entrar oficialmente en recesión. La disminución de los ingresos fiscales será una consecuencia dolorosa de la desaceleración. Los políticos se esforzarán en reducir la deuda pero les costará hacerlo a corto plazo. El problema crecerá. Las comunidades pequeñas y medianas se declararán en bancarrota. Varias ciudades grandes y tal vez uno o dos Estados importantes correrán peligro de no poder pagar sus facturas. Los recortes draconianos en la policía y los servicios sociales, unidos a la elevada cifra de desempleo y el aumento de las desigualdades, provocarán malestar social en el país. Las bolsas seguirán bajando.

Las tensiones aumentan


londres

LEON NEAL/AFP/Gettyimages

Los problemas económicos de Europa pueden empezar a agravar las tensiones sociales. Disturbios como los vistos en el Reino Unido pueden volverse más frecuentes. A medida que disminuyan los puestos de trabajo, la violencia contra los inmigrantes puede ir en aumento. El nacionalismo puede alimentarse de esas tensiones y dar pie a más actitudes como la de Dinamarca al alejarse del compromiso de la UE de abrir las fronteras entre sus Estados miembros.

Contagio mundial

Podemos entrar en una recesión mundial. Las crisis de Estados Unidos y la Unión Europea podrían alimentarse mutuamente y la frágil economía japonesa se hundiría, casi seguro, como consecuencia de ello. La escasez de crédito y la indecisión política aumentarían el pesimismo.


bric

MAURICIO LIMA/AFP/Gettyimages

La inflación llega a los BRIC

Aunque podría ser que en los países emergentes como China y Brasil disminuya la preocupación por la inflación gracias a la recesión mundial y la caída de la demanda de materias primas caras, también podría ser que no. Sus divisas podrían fortalecerse a medida que se debiliten las tradicionales, por lo que las exportaciones serían más caras precisamente en el momento más inapropiado. El crecimiento a largo plazo de la demanda de materias primas podría retrasar el declive y reducir hasta cierto punto los beneficios de la caída de la demanda. Por otra parte, o además, en estos países podrían estallar las burbujas inmobiliarias y financieras si crecen las dudas de los inversores. Recuérdese que Brasil sufrió especialmente durante el reciente hundimiento del mercado.

Otro Eyjafjallajokull

Algún acontecimiento exógeno de esos que ocurren periódicamente sin previo aviso –un atentado terrorista, un terremoto, un tsunami, un huracán o un tifón devastador, la erupción de un volcán islandés— podría hundir una gran economía y empeorar aún más la situación mundial.

Crisis en Oriente Medio


palestina

JAAFAR ASHTIYEH/AFP/Gettyimages

Las tensiones en Oriente Medio pueden aumentar. La campaña de Palestina para lograr la condición de Estado puede ir seguida de grandes exhibiciones de malestar social. Un Gobierno israelí acosado por los problemas económicos y más bien artrítico a la hora de estar dispuesto a mostrarse flexible con sus vecinos, actuará con demasiada lentitud. Otros países de la región con sus propios problemas –un Egipto más contrario a Israel, Siria, Irán y otros-avivarán el fuego. Mientras tanto, los problemas de éstos colocarán a toda la región al borde de una crisis sin precedentes. Como consecuencia, a pesar de la caída de la demanda mundial y la reciente bajada de los precios del petróleo, es posible que el crudo también tienda a subir. Y entonces, Teherán anunciará que ha probado con éxito un arma nuclear.

Hay que esperar lo inesperado

Podría estallar un conflicto inesperado o inesperadamente intenso en el entorno de Rusia, en Asia Central, Turquía, África u Oriente Medio, y eso crearía más incertidumbre. Con unos dirigentes económicamente inestables y políticamente vacilantes en las principales potencias del mundo, cada vez parece más probable que aumente la inestabilidad, alimentada por oportunistas e irresponsables.

Enfrentamiento en el subcontinente


pakistan

AAMIR QURESHI/AFP/Gettyimages

El Gobierno de Pakistán podría caer o ser decapitado, lo cual aumentaría los temores a una influencia islamista más pronunciada y a una mayor tensión con India, cuyos mercados caen. El Gobierno indio no consigue llevar a cabo las reformas económicas necesarias. Podríamos ver agitación social en todo el subcontinente.

Dos o varios de los factores mencionados podrían convertir la recesión mundial y las consiguientes crisis de banca, derivados y bolsa en una depresión

Es evidente que muchos de los sucesos mencionados más arriba no son muy probables. Pero lo impresionante es que son muy verosímiles. Son elementos con una probabilidad entre media y baja pero de consecuencias importantes y, por tanto, los planificadores deben tenerlos en cuenta. Asimismo es fácil ver que si continúan la inacción, las medidas a medias y las decisiones equivocadas de los dirigentes, esta desalentadora deriva y otras similares serán posibles.

Lo que no debe desatar el pánico. Pero sí debe captar la atención de políticos, banqueros y electorados. El problema de los recientes errores de liderazgo es no sólo que hayan hundido la economía mundial una vez más, sino que han hecho que el futuro sea más peligroso que antes.

Lo necesario sería que, al ver la situación, el presidente Obama hiciera lo que prometió en una ocasión, que dejara al margen la ambición personal y anunciase que no se presenta a la reelección. Quizá diría que prefería librarse de las ataduras políticas y centrarse por completo en encontrar soluciones de consenso a los problemas de Estados Unidos. Tal vez haría un gesto audaz, como nombrar a Erskine Bowles y Alan Simpson coministros de Hacienda o, por lo menos, dar a los dos puestos destacados en su equipo. Que otras figuras del Partido Demócrata piensen en 2012 y más allá. Existe mucha gente capacitada para gobernar. (Quién sabe, tal vez el próximo candidato sí tenga experiencia en tratar con los mercados y con el resto del mundo.) Desde luego, existen muchos demócratas que están muy por encima del pobre despliegue actual del Partido Republicano, que será todavía más pobre con la próxima incorporación de Rick Perry. Y entonces Barack Obama, un hombre decente, inteligente, con grandes dotes, podrá construir su propio legado, el de un servidor público que pensó que su primera obligación era servir al público.

Sin embargo, esta necesidad tiene menos probabilidades de hacerse realidad que cualquiera de los demás hechos enumerados. Así que seguiré esperando la mejor alternativa posible: que el presidente y los demás jefes de Estado y de Gobierno del mundo empiecen a gobernar como si no les importase ser reelegidos o no, como si su primera prioridad fuera alejar el peligro de que sucedan desastres como los que he dicho.

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