13 agosto, 2011

Volatilidad, parches y pérdida de soberanía

Crisis de deuda

Jaime de Piniés

Aquí ni se atisba ni se prevé reforma alguna. Alguna quita aquí, pon allá como la modificación al impuesto de sociedades y algo relacionado con fármacos. Es decir, nada.

Indicábamos la semana pasada que había pocas alternativas para la economía española y que ya no quedaba suficiente tiempo para implementar un programa de reformas estructurales decidido por y para los españoles. Pues bien, tras la rebaja de la calificación del rating de los EEUU por parte de Standard & Poor's el pasado viernes, la volatilidad en los mercados llegó a ser tan aguda que el BCE decidió intervenir comprando a destajo deuda española e Italiana. Esta medida supone, como bien indica Juan Ramón Rallo, una monetización de la deuda pública de la tercera y cuarta economía de la zona euro, y por tanto un quebranto de la disciplina anti-inflacionista en toda regla para el conjunto de la unión monetaria de la UE.

Dicho esto, la medida al menos fue eficaz y ha llevado a reducir considerablemente el diferencial entre los bonos españoles e italianos en relación al bund alemán. Actualmente el diferencial español se encuentra en los 285 puntos básicos, habiendo caído más de un punto y medio. Ahora bien, esta medida no es más que un parche. Si el BCE desaparece de la escena, los precios de los bonos españoles seguramente caerán y su rentabilidad repuntará.

De ahí que cada día que pasa y cada vez con mayor fuerza y resonancia, el BCE y Alemania, insisten y reclaman medidas de calado y reformas profundas. Otra cosa es lo que ocurre en nuestra propia casa; es decir, aquí no pasa nada. Nuestro Gobierno enredado en sí mismo, deslizándose a través del verano. Aquí ni se atisba ni se prevé reforma alguna. Alguna quita aquí, pon allá como la modificación al impuesto de sociedades y algo relacionado con fármacos. Es decir, nada.

Aclaremos pues lo que significa que el BCE y Alemania insistan y reclamen medidas: a los españoles se nos ha atado y muy cortito. Nuestros socios europeos nos han rescatado financiándonos in extremis y esto se traduce en que o se acatan las "sugerencias" o simplemente nos dejan caer, así hasta que entremos en razón. Triste realidad, pero hemos perdido soberanía. Y esto es... ¿malo? Seguro que habrá algún lector que lo vea como algo positivo.

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