11 agosto, 2011
Y parió la abuela
Día con día
Héctor Aguilar Camín
Este es el viejísimo refrán que me vino a la cabeza cuando leí que la bomba que explotó en el campus del Instituto Tecnológico de Monterrey, en el Estado de México, fue reivindicada por un grupo que lo que quiere es frenar la investigación en nanotecnología.
El grupo se autodenomina Individualidades Tendiendo a lo Salvaje, y se dice preocupado por una fantasía apocalíptica que se diría salida de Terminator.
Contra lo que indica su nombre, el Tec de Monterrey es hoy lo más parecido que hay en México a un centro de estudios superiores verdaderamente nacional, pues tiene campus en 27 ciudades.
Según el comunicado de sus agresores, en el Tec se está produciendo una revolución en el campo de la nanotecnología, que conducirá tarde o temprano a la creación de ciborgs y robots cuyo instinto, como se sabe, es independizarse de sus creadores y esclavizar a la humanidad.
El cerebro líder de esta siembra de máquinas es el profesor Armando Herrera Morales, coordinador del Centro de Desarrollo Empresarial y Transferencia de Tecnología, uno de los dos profesores heridos en el atentado, a quien la bomba le llegó en un paquete de correo que parecía un regalo.
A un hermano del mismo profesor le fue enviado por correo otro regalo, pero éste al Instituto Politécnico Nacional, sede de uno de los mayores centros de investigación científica del país del Cinvestav (Centro de Investigación y de Estudios Avanzados).
El primer impulso ante los motivos de los bomberos es sonreír, pero la bomba puesta y los profesores heridos no son cosa de risa.
El detective que todos llevamos dentro invita a pensar que todo el affaire puede ser la fabricación paranoide de un alumno o un colega que disfrazan su agresión a los Herrera Morales por agravios que ha de desentrañar un nanopsicoanalista del futuro, pero que debería contener un policía de hoy.
Al generalizador que también llevamos dentro, el bombazo del Tec y el manifiesto de sus autores lo invita a pensar en un extremo particularmente lunático de la quiebra de los umbrales de violencia que padece el país, esa violencia cuya repetición y cuya impunidad alientan a los violentos y dan ideas a los locos.
Respecto de la impunidad los nuevos bomberos son explícitos: “Busquen lo que quieran: será una vez más una burla.”
El punto, como dice Denise Maerker, es que apareció alguien más dispuesto a matar. Éramos muchos y parió la abuela.
Nuestra solidaridad con los profesores heridos y con las instituciones agredidas, especialmente porque dedican sus esfuerzos a la innovación científica y tecnológica del país
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