09 septiembre, 2011

Al final no fueron los especuladores

Crisis

Jorge Valín

Ahora vivimos, otra vez, las consecuencias de manipular los ciclos con dinero barato. ¿Y qué hacen los políticos? Confundir a la gente y a la economía con palabrería vacía y apaños cosméticos de tipo estadístico y legal.

No hay duda, el "conocimiento popular", la opinión e ideas de la gente son patrimonio del pensamiento único socialista. Cuando la CNMV, por orden de la Unión Europea, decidió prohibir las ventas a corto, salieron todos los medios de comunicación celebrando la noticia y afirmando que así se pondría coto a los especuladores. El mercado tenía que recuperarse.

Tras el monumental fracaso de tal prohibición, ninguno de esos medios ha vuelto a decir nada de esta violación a la libertad de mercado, y por tanto, parece que toda la población lo haya olvidado como por arte de magia. En realidad, la directiva del regulador no solo ha sido neutra para el mercado, sino que ha acentuado el aumento de la volatilidad y las bajadas.

Si hemos eliminado una de las principales herramientas que usan los especuladores "para forrarse" según los medios, ¿por qué se ha hundido la bolsa? Porque vivimos en un sistema que es insostenible. Se acabó el imperio de la deuda y dinero fácil. Los grandes burócratas aún no lo han entendido y por eso las consecuencias seguirán siendo nefastas. Los principales indicadores macro nos dicen que, a falta de estímulos, la economía mundial podrá entrar en recesión. La solución keynesiana consiste en ahondar en el problema que nos ha llevado a este desastre: más Gobierno, más gasto y más transferencias forzosas del ciudadano al Estado. Todo ello con unos presupuestos públicos desequilibrados e insostenibles que acabará pagando el Pueblo: cada español debe 14.000 euros al Gobierno central en concepto de deuda, y cada americano 48.000 dólares a su Gobierno federal.

No es una crisis en "W", siempre ha sido la misma crisis. Durante el último año hemos tenido una falsa ilusión de reactivación generada por la inflación crediticia que han creado los bancos centrales y que se ha reflejado en los mercados internacionales con fuertes bajadas del dólar y del euro en relación a monedas más saneadas como el franco suizo, el yen o commodities como el oro. A propósito, más estímulos monetarios van a significar un aumento en los precios de las materias primas, lo que nos lleva a un aumento del precio de los alimentos, una disminución del poder adquisitivo en occidente y más hambrunas en países subdesarrollados.

El crecimiento que hemos tenido a nivel mundial (España no ha llegado ni a eso) ha sido una burbuja de creación y muerte rápida. Ahora vivimos, otra vez, las consecuencias de manipular los ciclos con dinero barato. ¿Y qué hacen los políticos? Confundir a la gente y a la economía con palabrería vacía y apaños cosméticos de tipo estadístico y legal. Según los Gobiernos la crisis terminó en 2009. ¿Aún se fía de los datos estatales?

Nada de esto es culpa de los especuladores, esto es, de la gente corriente con planes de pensiones, fondos de inversión, deuda privada y pública o acciones. El inversor, o el especulador, solo es un componente del mercado de la misma forma que una persona es un componente de la sociedad. Especulador, inversor y "persona" reaccionan a estímulos externos para maximizar su bienestar. Desde el momento en que los Gobiernos se responsabilizan de tales incentivos y bienestar, los mensajes a la sociedad y mercado son contradictorios y confusos. Los mercados, continuamente, están pendientes de cada reunión de la UE, Obama, Banco Central Europeo, la FED o el FMI. Y cada vez que estas reuniones se cierran con un enorme fracaso, el mercado se hunde. No culpemos al mensajero, sino a todos aquellos dictadores de la producción que no saben hacer su trabajo.

Jorge Valín es miembro del Instituto Juan de Mariana

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