El asalto a la razón
Carlos Marín
El impertinente reproche de Martí Batres por otro saludo al Presidente de la República forzó a Marcelo Ebrard a expulsarlo de su gabinete.
Sabido es que en vez de aplicarse a su chamba de secretario de Desarrollo Social, el cesante venía realizando una labor de zapa en la administración ebrardista como agente personalísimo de Andrés Manuel López Obrador.
El desenlace de esta variante de Durmiendo con el enemigo no fue fácil: como lo declaró después, Ebrard habló con él hacia el mediodía de ayer; le sugirió ser congruente y renunciar, pero Batres dejó pasar la oportunidad de irse con dignidad.
Poco después de las tres de la tarde, cese formal, escueto y fulminante.
Batres anunció que hoy dará su versión de lo sucedido. No sorprenderá a nadie que muerda la mano de quien le dio de comer.
Ahora, sin cargo al erario pero con apoyo de los todavía secretarios pejistas de Desarrollo Económico (Laura Velázquez) y Trabajo (Benito Mirón), Batres continuará luchando… para profundizar la división de la triste, bochornosa “izquierda”.
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