14 septiembre, 2011

Calderón, Presidente enojado

Reconoció que los problemas son de los políticos, pero dijo que también de los ciudadanos que están fuera de las decisiones. Por eso invitó a quienes lo escuchaban a entrar a la política

Ricardo Alemán

Resulta difícil de entender que, en respuesta a la crítica severa —de un puñado de líderes sociales—, por las fallas y deficiencias de las instituciones del Estado, Felipe Calderón responda con el pobre, “si no les gusta, háganlo ustedes”.

Y es que no se recuerda otra declaración de hartazgo y desesperación de un gobernante —desde la fallida respuesta del entonces regente, Ramón Aguirre, quien a las críticas por su deficiente gestión en la capital, mandó a los críticos “a vivir en otro lado” — como la formulada por el Presidente ante “Los 300” líderes del país, organizada por la revista Líderes Mexicanos.

Calderón habló al final de las intervenciones de Alejandro Martí, Claudio X. González, Alejandro Ramírez, Federico Reyes Heroles y Eufrosina Cruz, quienes cuestionaron la violencia y la inseguridad, el obsoleto edificio institucional, la carencia de transparencia y el abandono a los más pobres.

Luego de una larga explicación de lo hecho por su gobierno, la respuesta central de Calderón dejó boquiabiertos a no pocos de los líderes convocados. El Presidente empezó por preguntar: “¿Y por qué México está así?” Para luego aventurar. “Quizá porque sus mejores líderes están mejor aquí y les puede ir mejor en términos de prestigio; no se mete nadie con ustedes en la prensa, y no tienen que pasar la prueba del ácido de ver el hambre de la que hablamos en los discursos y que nosotros tenemos que resolver”.

Reconoció que, en efecto, los problemas son de los políticos, pero dijo que también de los ciudadanos que están fuera de las decisiones. Por eso invitó a quienes lo escuchaban a entrar a la política “que es deleznable y del cocol”, pero les advirtió que, si en estas elecciones “no les gustan los partidos políticos, hagan un partido político; si no les gustan los candidatos a presidentes municipales, a gobernadores, a presidentes de la República, sean ustedes los candidatos y tomen ustedes, líderes de México, a México en sus manos”.

Luego reconoció que sí, que hay muchos malos políticos —y también los hay buenos—, pero aseguró que esa “no es sólo una bronca de los políticos”, sino de todos.

En términos generales, se puede decir que Calderón tiene razón. Es decir, que en tanto parte fundamental del Estado, los ciudadanos tienen la responsabilidad compartida del buen desempeño del Estado. Pero se le olvida al Presidente que la mexicana es una democracia representativa, en donde todos los ciudadanos —incluidos “Los 300”— votan para elegir a sus representantes populares —los diputados—, a los representantes del pacto federal —los senadores—, y que cada seis años eligen al mandatario federal o estatal, al que le encomiendan el mandato de los destinos del país o los del Estado.

Olvida el Presidente que los ciudadanos —incluidos “Los 300”— son los mandantes de Felipe Calderón. Es decir, que tienen todo el derecho de reclamarle las fallas de su gestión y de su gobierno, porque una mayoría de ciudadanos, de mandantes, le entregaron el mandato. Olvida que no puede responder como lo hizo; que no puede decir “si no les gusta, háganlo ustedes”, porque legalmente él, Calderón, fue nombrado mandatario, jefe del gobierno y del Estado para el periodo 2006-2012.

Olvida el Presidente que los partidos políticos, según la Constitución, son entidades de interés público, pero que, a pesar de ello, esos partidos se dieron un grosero candado que les garantiza el monopolio de las candidaturas a puestos de elección popular. También olvida el Presidente que, para construir un partido político, se establecieron reglas casi imposibles de cumplir en el caso de un ciudadano común. Olvida que el Congreso se ha negado a aprobar las llamadas “candidaturas independientes” y que, por tanto, es casi imposible que un mortal de a pie —incluidos “Los 300”— pueda crear un partido y ser candidato a diputado, senador, gobernador o a Presidente de la República.

En otras palabras, la respuesta de Felipe Calderón a la crítica de un puñado de “Los 300” es, quizá, la peor respuesta de su sexenio. No sabe que las leyes de la “opinión pública” son ésas, el aplauso o la censura al poder. Y, peor aún, se expone a que le respondan: “Sí, pero a usted nadie lo obligó a ser candidato y luego Presidente”.

EN EL CAMINO.Hace un par de semanas, el ex gobernador Arturo Montiel habría sido detenido, en Miami, luego de un escándalo en un hotel. Lo dejaron libre, pero continuó el desorden, hasta que le habrían retirado sus documentos migratorios.

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