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Estados Unidos celebra el lunes el Día del Trabajo y el presidente Obama tiene un serio problema. A todos los efectos, la economía parece estar estancada en punto muerto con noticias hoy de que la economía americana creó un total de cero empleos en agosto. Esto llega después de dos meses de casi cero crecimiento. No es sorprendente que el índice de desempleo en agosto siga en el 9.1%, prácticamente sin cambios desde abril. De hecho, no ha cambiado en nada y, por primera vez, desde 1945 no se crearon nuevos empleos — cero.
Estados Unidos tiene ahora el mercado laboral más débil en una generación y el pueblo americano lo sabe. En una nueva encuesta de CNN/ORC publicada esta semana, el 65% de los ciudadanos dicen que desaprueban cómo maneja el presidente Obama la economía. E incluso la Casa Blanca ha rebajado sus expectativas para el futuro económico de Estados Unidos, como informa The Hill:
Cuando se tiene en cuenta la “sustancial turbulencia” económica de los dos últimos meses, la administración espera que la economía crezca tan poco como un 1.7% en 2011, comparado con el año pasado. Esto es inferior a una proyección de crecimiento más optimista del 2.7%, hecha en febrero.
En verdad, como está la situación, incluso una tasa de crecimiento del 1.7% sería notable, dado que la economía creció en la primera mitad del año a una tasa anualizada de cerca del 0.7% y desde entonces se ha ralentizado. Un índice de crecimiento del 1.7% sugiere una sobresaliente aceleración que comenzó inmediatamente. Más que sobresaliente es increíble.
Pero nada de esto debería ser noticias sorprendentes. Este mes, la valoración de mitad de año que hizo la Oficina de Presupuesto del Congreso sobre el presupuesto y la situación económica, tomando como base los datos hasta junio y por tanto sin saber de la reciente ralentización adicional, predijo que el índice de desempleo caería solo hasta el 8.9% a finales de este año pero que se quedaría por encima del 8% hasta 2014.
Si los americanos quieren volver al pleno empleo, lo que significa que el desempleo debería estar alrededor del 5%, entonces tendrán que esperar hasta 2018 si se consigue infundir confianza a los empleadores y estos empiezan a contratar al mismo nivel promedio que durante la expansión de 2003–2007 (+176,000 empleos mensuales). Pero 176,000 empleos por mes distan mucho de los cero empleos de hoy.
Y aunque la economía americana no está creando nuevos empleos netos, el presidente Obama no ofrece ideas nuevas para arreglar el problema. En un discurso que dará el próximo jueves ante una sesión conjunta del Congreso, se espera que el presidente vuelva a insistir en las mismas políticas caras e ineficaces que ha probado desde que empezó su presidencia. Y es una filosofía económica que el país ha llegado a conocer demasiado bien. El presidente espera que, a fuerza de puro gasto de los dólares del contribuyente, él logre darle la vuelta a la economía. No está funcionando — y tampoco logran encontrar trabajo casi catorce millones de americanos.
Un claro ejemplo: la iniciativa verde del presidente Obama — su propuesta de botar los dólares del contribuyente en proyectos de energías alternativas con el objetivo de crear empleos verdes. Ha fracasado sin lugar a dudas. Incluso el New York Times informaba de que la promesa del presidente de crear cinco millones de empleos verdes en diez años ha demostrado ser nada más que castillos en el aire. Esta semana, el fabricante californiano de paneles solares Solyndra se declaró en bancarrota a pesar de haber recibido $535 millones de avales financiados por el contribuyente a través del Departamento de Energía. ¿Resultado final? Unas 1,100 personas sin empleo. Pero durante su gira por el Medio Oeste, el presidente siguió hablando de la promesa de la economía verde.
Luego han estado haciendo circular una vieja idea — el gasto en infraestructura. ¿Recuerdan el estímulo de $780,000 millones del presidente que incluía gastos de infraestructura en “proyectos de rápida implementación” por todo el país? A pesar de que el gobierno insufló liquidez en la economía, no se crearon empleos en agosto. Como el presidente dijo, bromeando: “De rápida implementación…. no han sido tan… eh… rápidos como esperábamos”.
Sin embargo, el “banco para infraestructuras” que se rumorea que estará dotado con hasta $30,000 millones, parece ser un componente central del plan de empleos que el presidente presentará la semana que viene y un incremento del gasto en construcción de carreteras y puentes es también uno de sus asuntos político-sindicales favoritos. El presidente de la AFL-CIO Richard Trumka, hizo un llamamiento esta semana para que Estados Unidos gaste $400,000 millones por año durante diez años en proyectos de obras públicas — y ese dinero, convenientemente, beneficiaría directamente a los miembros de su sindicato a expensas de la economía de Estados Unidos. Si necesitamos más gastos gubernamentales en infraestructura es un debate por sí mismo. Lo que está claro es que $30,000 millones gastados durante varios años en una economía que es 500 veces más grande no marcaría una gran diferencia.
El experimento keynesiano de dos años y medio de inundar la economía con dólares del contribuyente ha fracasado, pero el presidente y sus aliados sindicales continúan difundiendo el mito de que la única forma de salvar la economía es gastando más. Hay otra forma de hacer las cosas: liberando a los pequeños negocios de Estados Unidos de las cadenas que día a día les impone la actual sobrerregulación, liberar a familias y emprendedores de la amenaza de mayores impuestos y recortar los gastos para eliminar el miedo atenazador de la crisis de deuda de la nación. El crecimiento cero del empleo no tiene por qué ser la realidad en Estados Unidos, pero cambiar el rumbo significará enterrar el sueño de que más gasto gubernamental solucionará el problema
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